C5 || Extra +18
Los besos no se detuvieron hasta que ya estuvo sobre mi, en la cama y se separó para tomar aire.
— Me encantan tus labios hinchados. — los lamí por inercia. — No hagas eso.
— ¿Por qué? — sonrió de lado e introdujo un dedo en mi boca.
— Aquí no quiero competencias para saber quien es más fuerte. Aquí obedeces tú y yo doy las órdenes. ¿Entendido? — no respondí, solo me hice de gelatina bajo su cuerpo.
— ¿Entendido? — introdujo más el dedo y asentí rápidamente. — Eso pensaba. — lo sacó.
— Castígame por todo lo malo que he hecho. — le dije y entreabrí las piernas.
Se levantó de la cama, dejándome desconcertada y enseñando la notable erección bajo el pantalón. Se quitó la camiseta y la lanzó a un lado, se desabrochó el cinturón y caminó nuevamente en mi dirección.
— ¿Me vas a azotar? — sonrió.
— No sabía que tenías tantos deseos oscuros Halley. — tragué grueso.
— No los tengo, solo nacen cuando estás cerca. — me giré y puse el culo en pompa, bajando los pantalones cortos de mi pijama hasta la mitad del muslo y enseñándole mis bragas de encaje rojo.
— Tentador. — se colocó detrás y agarró ambos costados con sus manos.
Masajeó y apretó con la fuerza adecuada para enviar corrientazos de placer por todo mi cuerpo. Se pegó más a mi, restregando su miembro duro bajo la tela, justo en mi entrada.
— ¿Esto es lo que quieres? — me dijo mientras palmeó mi trasero.
Asentí y mordí mis labios.
— Pues no lo tendrás bonita. — me giró y se apoyó sobre mi cuerpo. Besó mi cuello, mi clavícula y bajó hasta mis pechos. Deslicé mis dedos sobre su cabeza, enredándolos en su cabello.
— No hagas eso tampoco, no si quieres que me corra en dos segundos. — protesté bajo y mordió uno de mis pezones.
Gemí y confirmé que el dolor a veces resulta placentero. Se detuvo e intentó separarse, atrapé su cuerpo con mis piernas e intenté tomar el control.
— No te portes mal Halley.
— Castígame Río. — mordió su labio inferior y lo pegué a mi cuerpo para besarlo. Lo besé con ganas y disfruté de cada centímetro de piel desnuda.
Levantó mis brazos y los amarró a la cama con el cinturón que se había quitado con antelación. Levantó la camiseta de mi pijama hasta cubrirme los ojos y termino de quitarme los pantalones.
— Dios, eres hermosa. — bajó por mi abdomen, dejando besos húmedos por la zona.
Llegó hasta el borde de mi ropa interior y mordisqueo la tela, haciéndome cosquillas con su nariz.
Pasó su lengua, besó y chupó el interior de mis muslos, cerca de mi zona íntima. Se separó por un segundo y sentí su bragueta siendo bajada.
Se colocó entre mis piernas y dejó el miembro duro y caliente sobre mi vientre.
— Río, por favor. No me hagas sufrir.
— No quiero que sufras Halley, yo solo quiero que te obsesiones conmigo y que aunque tengas otros cinco detrás, solo quieras que yo te quite las ganas. — deslizó dos dedos por el borde de mis bragas.
Era ese tipo de movimiento torturador pero placentero. Le pedí que soltara el amarre y que me dejara ver, pero siempre se negó.
— Haré lo que me pides con una condición. — acarició mis pezones con ambas manos.
— ¿Cuál? — gemí cuando se llevó uno de ellos a la boca.
— Si te suelto no puedes tocarme. — llevó su miembro hasta mi entrada y lo deslizó por esta sobre la tela de mis bragas.
— Me da igual, suéltame, quiero verlo. — me besó al mismo tiempo que me soltaba las manos.
Quité la prenda de mis ojos.
Él tenía la mirada de un gris oscuro, más de lo habitual... parecía el cielo antes de llover. El cabello revuelto y mechones en la frente. Los labios hinchados, el cuerpo descubierto, subiendo y bajando con cada agitada respiración.
La total desnudez que me estaba martirizando. Su pene despierto y brillante por la excitación, palpitando de deseo.
— Tú tampoco me puedes tocar entonces. — me recosté al espaldar de la cama y entreabrí mis piernas.
Él se sentó en el sofá que estaba frente a la ventana y me miró con lujuria. Tomó su miembro y comenzó a moverlo, lo imité y me acaricié con pasión, imaginando que eran sus dedos los que me causaban tal placer.
Con una mano me tocaba los pechos y con la otra el clítoris e introducís en ocasiones dos dedos en mi interior, haciendo que el clímax llegara con rapidez.
Recosté mi cabeza y su mirada me lo dijo todo. Me acerqué y me agaché frente a él.
— Amo romper las reglas, para que me castiguen bastante. — sustituí su mano por la mía, comencé a masturbarlo y en sus ojos pude ver cuánto lo estaba disfrutando.
— No sabes cuántas veces imaginé esto. Desde la primera vez, desde el bar, en los ensayos. No sales de mi puta cabeza Halley.
Llevé su pene a mi boca, no cupo entero pero aceleré los movimientos y los alterné con el de ambas manos. Levanté la vista y quedé fascinada con el color de la excitación reflejado en sus lagunas grises. Tenía los labios entreabiertos y soltaba gemidos que comprimía con su garganta.
— Eres mi droga Halley. — se vino en mi boca y tragué cada pizca de su eyaculación.
Nos quedamos así... yo desnuda frente a él y él en el sofá frente a mi.
Comiéndonos aún con la mirada y con ganas de más... de mucho más.
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N/A: la autora se muere de vergüenza*
Necesito opiniones acerca de este capítulo por favor.
Bueno de ambos capítulos porque son buenos y se lo merecen.
Los amo. <3
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