C2 || Atracción
Ese imán invisible que te lleva hasta las cosas que deseas, ese cosquilleo en las extremidades, las pupilas dilatadas, las mejillas sonrojadas. Eso solo tenía un nombre... atracción, y a mi definitivamente me atraían aquellos chicos.
"Nada de sentimientos Halley" me repetí una y mil veces luego de salir del café donde trabajaba. Iba rumbo a esa dirección que Deen me había enviado y me acomodé el cabello una y otra vez.
Aquel lugar era gigante. Repleto de espejos desde el suelo hasta el techo. La madera reluciente brillaba bajo las luces led, y las ventanas dejaban ver la vista de toda la ciudad.
Cuando llegué estaban haciendo una coreografía, entonces entendí todo...
Río, por la fluidez de sus movimientos. Porque no sé detenía.
Rayo, por el pequeño tatuaje que se dejaba ver en su muñeca y todo el significado que seguramente este llevaba detrás.
Rizos, por la forma en que su cabello le caía en la frente.
Rojo, por los colores de su pelo. Porque quizás era su color favorito.
Rey, por la prepotencia que destilaban sus poros. Por la corona invisible que su talento le había colocado.
Ritmo, porque llevaba perfectamente medidos los sonidos y los pasos, combinándolos hasta lograr la genialidad.
Cada uno por separado tenía los trucos... esos que solo cuando se unían formaban la magia... y ahí estaba yo, deseando que cada uno de los seis me bailara en privado.
Me odié mil veces por sentirme así.
Tienes novio Halley y hasta ayer lo amabas más que nada, y lo sigues haciendo, ¿cierto?
— Hola Halley. — habló Ritmo cuando me vio pasmada en la puerta y entonces reaccioné. Les regalé una sonrisa y dejé el abrigo y el bolso sobre una silla. Besé a mi hermana en la frente y ella puso una canción lenta a reproducirse.
Me senté a su lado y ellos comenzaron otra vez a moverse.
Río, quien no me había mirado ni un segundo, levantó su camiseta hasta que dejó su torso totalmente descubierto. Solo tenía una pequeña cicatriz en la parte baja de las costillas, y no por eso su cuerpo dejó de parecerme perfecto.
Me miró por el espejo, se dio cuenta que me lo estaba comiendo con la vista y humedeció sus labios. Le quité los ojos de encima y me concentré en mi hermana.
— ¿Alguna vez has...?
— Con Río.
— ¿Pero te lo... ?
— No. — sonrió. — Fue un rollo de unos besos solamente. Me confundió mucho, pero luego admitió que solo había sido eso. — lo buscó con la mirada. — Una confusión.
Asentí y apreté los labios.
Esta vez me enfoqué en Rayo.
Era muy callado, muy silencioso... muy misterioso. El tatuaje en la muñeca, las cejas oscuras y espesas. La mirada que intimidaba, pero no expresaba nada.
Me levanté de la silla y me coloqué de espaldas a él, en esa posición donde a pesar de estar contrarios, podía ver sus movimientos en el espejo frente a mí.
Levantó el brazo derecho y lo imité, provocando una acción simultánea que nos sorprendió a ambos. Hicimos lo mismo con el otro brazo y una vez ambos estuvieron arriba, me tomó las manos y me volteó.
Quedamos frente a frente y me sostuvo con una mano por la parte baja de la espalda, hasta que ambos cuerpos quedaron completamente unidos.
Pude sentir el calor subir y depositarse en mis mejillas, pude sentir sus músculos tensarse bajo la tela de la ropa y la mirada de Río fija sobre nosotros.
Me dejé caer hacia detrás, colocando una pierna entre las de él y sujetándome de sus antebrazos. Con la palma de la mano, trazó un camino desde mi abdomen hasta mi cuello, donde se quedó por un segundo hasta que volvió a levantarme.
— Veo que te gusta jugar con fuego. — habló despacio y en un susurro.
— Solo con quien está dispuesto a quemarse. — sonrió y me dió una vuelta, hasta quedar pegado a mi espalda.
Colocó su nariz entre mi cuello y mi mentón, respiró guardando mi olor y me miró por el espejo. Recorrió el lateral derecho de mi cuerpo y sujetó con la fuerza necesaria mi abdomen.
Mis pupilas ya estaban dilatadas y mi entrepierna cosquilleando cuando me percaté del espectáculo que habíamos montado frente a todos.
Me separé en un solo movimiento y analicé las expresiones de cada uno.
Rojo y Ritmo parecían estar en otro planeta, practicando pasos y enfocados en hacerlos correctamente. Rizos y Haydeen buscando algo en sus teléfonos. Rey había desaparecido y el único que parecía prestarnos atención directamente era Río.
Estaba colorado de pies a cabeza, apretaba los puños a sus costados y su pecho aún desnudo subía y bajaba mostrando su agitada respiración.
— Yo... debo irme. — tomé mis cosas y corrí por el salón.
— Oye Halley. — giré sobre mis pies.
— Me encanta jugar con fuego. — y salí otra vez corriendo.
Controlar las emociones es la tarea más difícil del ser humano. Mostrarse transparente siempre ha sido catalogado como el peor de los errores, cuando debería ser una virtud. Odiamos las mentiras y las falsas palabras, pero somos los primeros que las decimos. Engañamos al cerebro, olvidando que el corazón habla más alto y más fuerte.
Escapé a ese lugar donde único sentía un poco de paz... mi hogar.
Corrí desde la parada de buses, huyendo de la lluvia y cuando llegué al pórtico de la verde y acogedora casa mi corazón cayó al suelo.
— Hola amor.
— Luca. — corrí a abrir la puerta y su cuerpo aún destilando agua se adentró en el apartamento.
— ¿Llevabas mucho esperando?
— Bueno, pasé por el Café de Lou y me dijeron que habías salido temprano, así que vine y por más que toqué al timbre y llamé no saliste. Entre una cosa y otra comenzó a llover.
Joder, yo bailando y teniendo orgasmos visuales mientras él me esperaba solo bajo la lluvia.
— Cámbiate, te enfermarás. — le lancé una toalla mientras subía a mi habitación y él me seguía.
— ¿Estás bien? — preguntó mientras movía la toalla bruscamente sobre su cabello cobrizo.
— Si. — mentí.
— No, no lo estás, pero entiendo que no quieras decírmelo. — me conocía muy bien.
Odiaba haberme abierto tanto con él, porque ahora conocía todos mis puntos débiles, mi carácter y cuando algo no me gustaba.
— Solo, estoy cansada. — volví a mentir.
— ¿Puedo ayudar con eso? — se deshizo de la ropa mojada una vez entramos a mi habitación y rebuscó en el armario las prendas que solía utilizar cuando se quedaba conmigo.
— ¿De la forma cariñosa o de la forma sexual?
Se carcajeó y me partió más aún el corazón. — Como prefieras, mi cometa.
— Sabes lo que prefiero, mi bebé.
— Sabes que odio ese apodo.
— Castígame por ello. — le dije.
— ¿Eh? — tapé mi rostro con ambas manos.
Lo sexual nunca había sido tan importante para nosotros, siempre nos mantuvimos con la misma monotonía y no me quejaba porque siempre me gustó eso... hasta que ya no quería solo besitos y caricias tiernas. Quería explorar, conocer mis límites y lo que realmente disfrutaba, quería saber si era cierto eso de que a veces el dolor resultaba placentero.
Pero con Luca me era imposible saberlo, mantenía aquel tabú y admito que incluso pasé mucho trabajo para que aceptara tener relaciones sin antes presentarme a sus padres. No lo criticaba, cada cual tenía su zona de confort y su manera de amar... yo estaba bien con esa manera hasta que nuevas emociones se colaron por mi piel.
Se acercó a mi y besó mi frente. Siempre había pensado que el beso en la frente era una de las expresiones de amor más bonitas... ese beso no se le da a cualquiera y él había escogido mi frente para dejar sus besos. Me sentí fatal otra vez.
— Te amo Halley. — susurró en mi oído y descansó su cabeza entre mi clavícula y mi pecho.
Me sentía sucia, como cuando haces algo que está mal, pero no te sientes culpable por ello. No podía sentirme culpable por algo que disfrutaba. Me gustaba estar en compañía de los chicos.
Limpié las pequeñas lágrimas que se habían escapado de mis ojos y cuando lo miré ya se había quedado dormido.
Acaricié su cabello aún húmedo y me entretuve mirando la forma en que la lluvia caía. Por algo había escogido esta habitación cuando nos mudamos. Tenía un ventanal desde el techo hasta el suelo desde el cual podía ver el amanecer, el atardecer y cuando llovía.
Amaba cuando las gotas repiqueteaban contra los cristales, los árboles se movían al ritmo del viento y el cielo se tupía de esa forma catastrófica que ante los ojos correctos era la magia ideal.
El tono de mi móvil me distrajo de mis pensamientos, deslicé el cuerpo de Luca y me escurrí debajo. Corrí hasta el bolso y contesté saliendo de la habitación.
— ¿Hola?
— Halley vamos a casa de los chicos.
— Mmm, vale.
— Que si quieres venir estúpida.
— Luca está aquí.
— Te lo pierdes, bye.
La indecisión comenzó a jugar en mi contra. Quería ir y estar con ellos, bailar y emborracharme para hacer lo que sobria no me atrevía. Pero tampoco quería dejar a Luca solo aquí, ¿hasta cuándo iba a seguir maltratándolo sin motivo alguno?
Subí a la habitación y estaba sentado en la cama, observando el suelo y abrazando su cuerpo. Tenía la mirada perdida y la expresión vacía. Como quien mira, pero no ve.
— ¿Luca?
— Lo siento, ya... ya me voy.
— ¿Estás bien? — le pregunté preocupada al ver la forma en la que se estaba comportando.
Siseó en voz baja al mismo tiempo que movía repetidas veces la cabeza de arriba hacia abajo.
— Vale, ¿me puedes dejar tu auto? No creo que estés en condiciones de conducir.
— Como quieras. — y se fue de ahí sin mirar hacia atrás.
Tal vez había descubierto algo sobre los chicos y estaba actuando raro porque no sabía cómo decirme que ya estaba al tanto de todo. Tal vez solo tuvo una pesadilla que no quería compartir conmigo. No lo sé, todo se estaba complicando y pensar tanto me dio hambre.
Bajé a la cocina y revisé dentro de la nevera buscando algo que me saciara. Solo había helado. Patético. Anoté mentalmente hacer la compra y coloqué un DVD de películas románticas y tristes.
Cuando el sol comenzaba a esconderse la tentación de saber que hacían se hizo mayor. Llamé a Deen.
— Habla Haydeen, pero no la Haydeen común, esta es la Haydeen borracha.
— Pásame la ubicación y no digas ni una sola palabra. — hipó.
— Como ordene mi capitana. — se carcajeó por lo bajo.
Subí corriendo hasta la habitación de mi hermana, abrí su armario y como mismo ella hacía, comencé a rebuscar algo lindo que ponerme. Me detuve en un vestido blanco con manga corta, lo probé sobre mi cuerpo y era justo lo que necesitaba.
Dejaba bastante piel al descubierto y era ajustado, llegaba hasta un poco más arriba de la mitad de mis muslos. Me veía... sensual.
Maquillé mi rostro sin dejar de pareces natural, cambié los aros de mis orejas y coloqué un collar sencillo.
Peiné mi cabellera con los dedos y salí con prisa. Ya había cesado la lluvia, solo quedaba ese repiqueteo de las gotas contra el suelo cuando el agua se escurre de los techos y los árboles.
En el estacionamiento estaba el auto de Luca, me sentí culpable por utilizarlo para mis propósitos atrevidos, pero no me quedaba otra opción. Monté el auto y me dirigí a la dirección que Deen me había enviado, otra vez.
Ya había tomado la iniciativa, solo quedaba ver que salía de todo esto.
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N/A: hola bombones, ¿cómo los lleva esta sufrición llamada "Halley y sus seis amores"? Hasta pega para novela mexicana jajajaj.
Espacio para opinar sobre la tensión entre Río y Halley:
Espacio para opinar sobre ese baile entre Rayo y Halley:
Espacio para decirme que me aman y ver si así actualizo antes:
Jajaja los amo. <3
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