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C14 || Apariencias

Nada es lo que parece. Juzgamos a primera vista para dañar a la otra persona, como lobos alfa luchando su pedazo de tierra. Criticando acciones para luego cometer esas mismas, noqueando a la verdad con blasfemias y fingiendo todo el tiempo ser algo que nos somos.

— ¿Cómo está? — hablé a penas vi a Rizos, giró el rostro. — Basta de esas tonterías Rizos, estamos hablando de tu hermano. — busqué a alguien más y encontré a Rey de pie frente a la máquina expendedora.

— Inconsciente. — me dijo. — Está inconsciente y más muerto que vivo. — tensó la mandíbula. — Es la primera vez que consume dentro de casa. — con la palma de su mano restregó su nariz. — Íbamos de salida para la comisaría, cuando lo llamamos para irnos no respondió y cuando Río subió a su habitación, estaba en el suelo con espuma en la boca y los ojos en blanco. — me limpié las lágrimas. — Esto es demasiado Halley. — se derrumbó y comenzó a llorar. — Siempre he sido como el padre de todos, y me duele mucho verlos así y no poder hacer nada.

— Lo sé, pero todo se solucionará pronto, lo prometo. — lo abracé.

— Tú haces falta con Rayo, ahí tienes que estar porque en estos momentos es fundamental que él se sienta acompañado. Aunque no te vea, el sabe que estás ahí. — asentí.

— Mañana voy. No quiero pasar la noche sola en la comisaría.

— Deberías comer algo. — negué.

— Cabeza dura. — protestó.

Acomodé mi cuerpo horizontal sobre los tres asientos que los chicos me habían dejado libres. Hice el intento fallido de dormir y cuando el sol comenzó a salir, me fui del hospital.

Abrí otra vez las puertas de la comisaría.

— Esperaba por ti. — habló la chica detrás del mostrador. — Ya se te permitirá ver al señor Martínez. — no sabía si reír o llorar.

La seguí y entré en el local donde estaba sentado y esposado.

— Dios...

— El rayo... — levantó la muñeca y me mostró el tatuaje, no dejé de fijarme en cómo las esposas habían marcado su piel. — Raquel amaba los rayos, porque decía que no eran lo que aparentaban. Porque eran silenciosos y luego venía el estruendo, porque los rayos son el comienzo de la tormenta.

— ¿Has comido algo? ¿Estás bien? — negó.

— ¿Por qué no me has preguntado lo que todos me preguntan? — enarqué una ceja. — Que si lo hice, ¿por qué no me has preguntado si lo hice?

— ¿Quienes son todos?

— No habló de ahora, la otra vez todos preguntaron lo mismo. Pero respóndeme.

— Porque confío en ti, y sé que detrás de todo esto hay una explicación. — tomé sus manos. — No te voy a dejar solo, ¿vale?

— Ella... había tenido muchos problemas siempre. Era muy parecida a Río. Siempre en peleas, con el mismo carácter de mierda. — sonrió tristemente. — Ese día había discutido otra vez con nuestros padres, en ese entonces vivíamos todos juntos. — bajó la cabeza y me acerqué para acariciar sus cabellos. — Papá siempre decía cosas que no me gustaban, con respecto a ella, a mis hermanos.

— Ya debe irse. — entró un oficial de policía.

— Un minuto más por favor. — le supliqué.

— Ella estaba desesperada y fue a buscarme, siempre fui su mejor amigo. Intenté ayudarla y hacerle cambiar de parecer pero era una chica terca.

— Necesito que se retire. — se acercó el policía.

— Yo no la maté Halley. Lo prometo. — lloró.

— Te quiero. — sollocé.

— Te quiero. — me regaló una sonrisa y salí hasta la calle.

Verlo sonreír en medio del caos, me llenó de fuerzas. Esperaría por él, el tiempo que fuera necesario.

— He hablado con Rayo. — le dije a Haydeen en el teléfono.

— ¿Qué te dijo? ¿Cómo está?

— No lo sé. Fue muy poco tiempo y no me pudo explicar del todo. Solo me confirmó que él no la había matado.

— ¿Tú que crees?

— Confío en él. No puedo abandonarlo así.

Entiendo y te apoyo en lo que sea. Debo seguir trabajando, ¿qué harás?

— Volveré al hospital.

— Nos vemos ahí más tarde. — colgué y regresé a saber de Rojo.

Un hombre de piel oscura, trenzas largas recogidas en un moño bajo y ojos grandes se acercó hasta nosotros.

— ¿Ustedes son los familiares de Mike Martínez? — todos nos levantamos y nos acercamos al doctor.

— Ha salido del coma. — sentí una sobrecarga de aire en los pulmones y exhalé con alivio.

— ¿Podemos verlo? — le pregunté y negó.

— Sigue estando delicado, no queremos que se emocione y vuelva a estar grave. Apenas abrió los ojos preguntó por Rayo. ¿Es alguno de ustedes? — negamos.

— ¿Seguirá bien? — se encogió de hombros.

— Estuvo muy mal. Esperemos que siga mejorando, pero no les garantizo su total recuperación tan pronto.

— Muchas gracias. — asintió y se retiró.

— Todo esto ha pasado por tu culpa. — se acercó Vanessa.

— ¡Vete de aquí! — Río le gritó a la pelirroja y esta retrocedió varios pasos.

— ¿Por qué? — sollozó.

— Porque la persona que menos merece ser tratada mal es ella. — me señaló. — No ha dormido. Se la pasa dando viajes desde el hospital hasta la comisaría. No nos ha abandonado como cualquiera hubiese hecho... como hiciste tú el año pasado, cuando te enteraste de lo de Raquel. — negó repetidas veces y se alejó, saliendo por la puerta.

— Vamos a almorzar. — dijo Río y me tomó de la mano.

— Se acaba de ir tú novia, ¿lo sabes? — asintió y le restó importancia al asunto.

Me senté en una silla de la cafetería y mordí de mala gana la hamburguesa que Río me obligaba a comer. — No tengo hambre.

— ¿Crees que me importa? — entorné los ojos. — Llevas mucho tiempo sin comer, y sin descansar, si sigues así, cuando alguno de los dos salga de donde está, te van a ir a ver al cementerio. — hice una mueca y continué comiendo.

El doctor que antes nos había atendido se acercó con una bandeja de comida.

— Doc, ¿quiere sentarse con nosotros? — se giró y caminó hasta nosotros con una sonrisa en los labios.

— ¿Como han sido este tiempo en espera?

— Fatal. — contestó Río.

— Doctor, ¿hay alguna forma de que él deje de consumir sin estar ingresado en un centro de rehabilitación?

— No creo. ¿Saben por qué consumía? — miré a Río y negó. — Pues eso es lo primero, quizás erradicando ese problema, encuentren la solución. — asentimos.

— ¿Cuáles son las causas principales para volverse adicto?

— No te vuelves adicto de la noche a la mañana, es decir que ya lleva un tiempo consumiendo. Las causas, no las sé. Tampoco es algo que se pueda ver a simple vista, las apariencias engañan mucho. — al ver nuestra cara de confusión continuó diciendo. — Mírenme. — se señaló. — ¿Parezco un doctor calificado de honores? Díganlo sin vergüenza. — sonrió y nosotros negamos. — Pues así pasa. Quizás lo veían feliz, sonriendo todo el tiempo y con sus actividades regulares. Pero nadie sabe las luchas internas que tiene consigo mismo.

— Entiendo. — un pitido proveniente de su camisa le avisó que debía marcharse.

— El deber llama. — se retiró y Río me miró incómodo.

— Halley, yo siento mucho si Vanessa te trató mal.

— No puedes disculparte por ella, pero gracias. — limpié la comisura de mis labios con la servilleta.

— Lo siento yo también.

— ¿A qué te refieres?

— A lo idiota que fui.

— Sigues siéndolo. — bebí de la soda.

— Vale, me disculpo por ser un idiota.

— ¿Por qué no me dijiste que tenías novia?

— Porque no sabía cuando iba a regresar. — bufé.

— Así que ibas a tenerme engañada hasta que ella regresara. — asintió con pesar. — Río, quizás tardaría un mes, pero quizás no regresara en un año. ¿Sabes cuánto puede sentir alguien en un año? — miró hacia los lados.

— No estaba seguro si entre tú y yo iba a pasar algo más. ¿Entiendes? — negué.

— Pero ahora no vale la pena discutir sobre esto. — asintió.

— Ahora estás feliz con Rayo. — se encogió de hombros.

Riva se acercó con su almuerzo en un recipiente plástico. — ¿Me puedo sentar?

— Claro, ya me iba. — se levantó Río y ella ocupó su lugar.

— ¿Cómo estás? — me preguntó.

— Confundida y cansada.

— Entiendo. — hizo una pausa para comer. — Era la mejor amiga de Raquel. — miró hacia un lado mientras hablaba. — Ella era esa típica amiga que sabes que vas a recordar toda una vida, la versión femenina de Río. — sonrió. — Los mismos ojos grises y el cabello negro y largo. — tomó un sorbo de agua.

— Riva, yo lo siento mucho...

— Al comienzo me alejé de ellos, estaba confundida. Le pedí un tiempo a Rey y me corté el cabello, estaba buscando un cambio. La muerte de Raquel fue como romper con el amor de tu vida. — se limpió la lágrima que se le había escapado. — Después de eso volví a unirme a los chicos, comenzaron a bailar y cada uno tomó un nombre con la inicial de Raquel. — fijó la mirada en un punto sobre la pared y pude ver la película de recuerdos reproducirse en su mente. — Solo puedo decirte que Rayo no lo hizo. — asentí y tomé su mano sobre la mesa.

La vibración de mi móvil me distrajo. — Hola.

Soy la chica de la comisaría.

— ¿Ha pasado algo con Rayo?

¿Con quién? La llamo por Jason Martínez, es necesario que tenga un abogado y le traiga unos papeles importantes.

— En un rato estoy ahí. — colgué. — Necesitamos un abogado. — le dije a Riva y se levantó de la silla mientras marcaba números en el móvil.

Minutos luego regresó. — Listo, te enviaré sus datos para que acuerden una hora y encontrarse. Me pidió llevar la copia de los antecedentes de Rayo, para mostrar que nunca antes había estado implicado en problemas judiciales.

— ¿Dónde están?

— En casa.

Ritmo se acercó de prisa. — ¡Chicas! Nos dejarán ver a Rojo. ¡Corran! — lo seguimos por el corredor.

— Entrarán de dos en dos, solo puedo permitirles cinco minutos y entrarán solo seis. — Riva y yo nos miramos.

— Le das un beso de mi parte y le dices que lo quiero mucho. — negó.

— Tú lo mereces más que yo.

— Riva, recuerda que debo buscar los papeles para el juicio de Rayo.

— ¿Juicio? — preguntó Rizos.

— Mañana harán el juicio. Necesito los antecedentes penales de Rayo.

Rey sacó una llave de sus bolsillos traseros. — En mi habitación, en la última gaveta de la mesita de noche. — asentí.

— Nos mantienes al tanto. — habló Ritmo.

Tomé el auto de Rayo otra vez y fui rumbo a la mansión. Abrí la puerta y subí hasta las habitaciones, entré en la de Rey y busqué justo donde me había dicho. En una carpeta estaban los documentos de cada uno de los seis. Todos estaban limpios, excepto Rizos, quien tenía dos cargos por secuestro.

— ¿Qué es esto? — tapé mi boca y guardé con rapidez los documentos, dejando el limpio papel con el nombre de Rayo a un costado.

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N/A: capítulo cortito :(

Rayo mi amor acaba de explicar que fue lo qué pasó con tu hermana, porque acá l@s lector@s no entienden nada.

¿CÓMO ASÍ QUE ANTECEDENTES DE SECUESTRO?  yo no sé ustedes pero si me dejo secuestrar por Rizos :3

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