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C10 || Extra +18

Se colocó entre mis piernas y pude sentir la erección crecer bajo la tela de sus vaqueros. Comenzó a quitarme prendas del cuerpo y yo hice lo mismo con él, besando cada vez que podía su desnuda piel.

— Me gustas tanto. — besó mi cuello, mi clavícula, sacó uno de mis pechos del brasier y se lo llevó a la boca.

— Ahh. — solté un gemido que callé con mi mano.

Jugueteó un poco más con mi pezón al mismo tiempo que deslizaba hacia un lado mis bragas.

Hizo círculos sobre mi clítoris con un dedo, mientras que introducía el otro en mi interior. Dejé caer la cabeza hacia atrás y me sostuve de sus cabellos al mismo tiempo que bajaba por mi abdomen.

Bajó la tela de mis pantis y las dejó a un lado. Se relamió los labios e introdujo la cabeza en mi entrepierna, besando cada centímetro de piel y succionando en los lugares adecuados.

Me hizo estremecer y las ganas de gritar su nombre se apoderaron de mi. — Rayo. — gemí en voz alta.

Siguió penetrándome con dos dedos al mismo tiempo que con su boca succionaba mi clítoris.

Lo aparté. — Quiero hacerte disfrutar también. — sonrió y me agaché frente a él. Desabrochando sus vaqueros y bajándolos hasta las rodillas, dejándolo en bóxers frente a mi.

— Dios. — mordí mi labio inferior al ver lo abultado que estaba.

Bajé la tela de sus bóxers y el miembro brillante casi me golpea en la cara.

Succioné el líquido preseminal de la punta y jugué con mi lengua. Lubriqué perfectamente para que mi trabajo se hiciera más fácil y alterné movimientos con ambas manos. 

Sujetó mi cabello y lo miré varias veces mientras me tragaba su erección completamente. — Me volverás loco Halley. — cerró los ojos. — Me volverás más loco aún.

Se tensó por un momento, anticipando la corrida, y lo detuve.

Me coloqué otra vez sobre el lavabo y abrí las piernas para él. — ¿Tienes un condón? — me miró extrañado.

— ¿Estás segura de esto? — me preguntó.

— Rayo, tengo una calentura galáctica encima. Dime si estás dispuesto a follarme duro y deja de hablar tanto. — sonrió y corrió en busca de un condón en sus vaqueros.

Lo encontró y rompió el envoltorio con los dientes. Tragué saliva cuando se acercó. — Cuando dijiste lo de follar duro. ¿Hablabas en serio? — asentí.

Me obligó a levantarme.

Una vez lo hice me volteó, me inclinó sobre el lavabo y abrió mis piernas. Recogió mi cabello en una coleta y la sostuvo con una mano. Deslizó la mano por mi abertura, comprobando que estuviera mojada para él. — Justo como me gusta. — colocó su miembro en mi entrada y palmeó mi trasero con fuerza.

— Ahh. — gemí y me calló, introduciendo dos dedos en mi boca.

— Pídeme que te folle duro Halley. — adentró un poco su pene y volví a gemir.

Sacó los dedos de mi boca y volvió a palmearme el trasero, tirando un poco de mi cabello.

Sentí las piernas volverse gelatina. — Quiero que me folles... — se introdujo hasta la mitad dentro de mi.

— ¿Cómo te follo Halley? — preguntó y se acercó hasta mi, adentrándose en su totalidad. — ¿Suave? — susurró en mi oreja y la mordió.

— ¡No! ¡Por favor! ¡Fóllame duro Rayo!

Contuvo un gemido en su garganta y comenzó a moverse. Causando que todos mis sentidos pidieran a gritos que me llenara con su erección, que me tomara con fuerza y me hiciera suya.

Aceleró los movimientos y verlo por el espejo, tan excitado, tan extasiado, me hizo llegar al clímax.

— Esto aún no acaba. — salió de mi y me cargó. Pegándome a una pared dentro de uno de los cubículos donde estaban los retretes.

Nuestras miradas se buscaron cuando me penetró de pie. Estábamos frente a frente y los ojos no mienten, ambos estábamos disfrutando.

Aceleró los movimientos una vez más, gemí más de una vez y lo sentí tensarse completamente cuando se corrió. Pegó su frente a la mía y lentamente me dejó caer en el suelo.

Las piernas me dolían y estoy segura que a él también. Nos colocamos la ropa y nos quedamos frente al espejo, mirándonos de vez en cuando y con nuestros cuerpos sudorosos aún en calor.

— Creo qué hay tiempo para uno más.

— Sí. — le respondí y corrí a besarlo. — Quiero tener el mando esta vez. — me sonrió.

— Como quiera su majestad. — me besó en el cuello.

Lo separé un segundo y busqué alguna ropa que había desperdigada por el suelo. La coloqué en en suelo y le pedí que se sentara.

— Me encanta tu pene. — me arrodillé y lo introduje en mi boca. — Tan grueso. Tan grande. Tan delicioso. — escupí la punta y noté como mi entrepierna se mojaba cada vez que utilizaba palabras sucias.

— Maldición Halley, así no voy a aguantar un segundo round.

Me separé y me senté sobre él. — ¡Joder! — exclamé al sentirlo hasta el fondo.

Comencé los movimientos circulares al mismo tiempo que lo besé y me dejé llevar. Sujetó mi trasero con fuerza y mordió el lóbulo de mi oreja. — Me encantas mujer. — pellizcó uno de mis pezones y el tatuaje de su muñeca parecía brillar.

— Me encantas Rayo. — le dije al mismo tiempo que aceleraba los movimientos y llegábamos juntos al segundo orgasmo de la noche.

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