C10 || El cine
Llorar en silencio duele. Sientes como la garganta se cierra y el aire no pasa con facilidad hacia los pulmones. El dolor se queda clavado en el mismo lugar, e incluso te sientes peor. Llorar en silencio no desahoga. Sigues sintiendo la misma presión en el pecho y los miles de cristales rotos siendo aplastados por tu silencio.
— ¿De dónde vienen? — dijo Río mientras abría una cerveza.
— Nos encontramos por ahí, y pues llovió un poco, y pues nos mojamos porque el auto de Rayo se averió, y pues. — se encogió de hombros.
— No me interesa mucho tampoco. — bebió más de la mitad y se dejó caer en el sofá frente a la consola.
— ¿No estás molesto? — negó. — ¿No vas a montar la escena de tóxico que siempre montas? — negó.
— Soy solo tóxico con mi novia. ¡¿Verdad amor?! — ¿había dicho novia?
Una pelirroja apareció en la sala de estar. Era despampanante, con el cabello ondulado cayendo sobre las caderas, los ojos verdes brillando como esmeraldas, las pecas bien marcadas en sus mejillas, los labios rosados y un cuerpo de revista.
— ¿Me llamaste amor? — él le hizo un gesto con la mano para que se colocara sobre su regazo y ella obedeció.
— Quiero que conozcas a Halley. — me miró. — Ella y su hermana son muy amigas de mis hermanos, se estarán quedando un tiempo acá porque su casa está en remodelaciones, pero no tienes nada de qué preocuparte. — la besó y me dolió.
Era demasiado para mi. Sentía celos de Río, pero me besaba con su hermano. Me molestaba que estuviese con alguien más, pero aún así me sentía atraída por los otros cinco. Me odiaba en estos momentos, pero la chica no tenía la culpa, y actuar como la novia celosa sin ser absolutamente nada, no es mi rollo.
— Hola, soy Halley, y en serio, despreocúpate, que de los seis, al último que me comería es a tu novio. Tengan buena noche. — Subí hasta la habitación de Rizos. Él no estaba, pero él sueño me venció y no pude esperarlo.
Desperté temprano y su lado en la cama estaba perfectamente alisado, no había pasado la noche ahí.
Caminé y la misma puerta de la otra vez, estaba abierta nuevamente. Los chicos estaban entrenando.
Río estaba tendido en el suelo haciendo abdominales. Los cuadros en su abdomen se marcaban cada vez que tensaba el cuerpo y las gotas de sudor corrían por su frente.
Ritmo corría en una de esas máquinas extrañas y al verme me guiñó un ojo.
Rojo hacía pesas y Rayo le ayudaba, velando que no se cayera ninguno de los hierros.
Rey hacía mancuernas, sus músculos se agrandaban cada vez que elevaba el peso y tenía la frente arrugada, en señal de cansancio.
Rizos estaba sentado en una silla con un café entre las manos y unas gafas oscuras.
— Hola a todos. — cada uno fijó su vista en mi, excepto Rizos.
Rayo se relamió los labios y Río siguió concentrado en lo suyo.
— Hola mis amores. — la pelirroja entró al gimnasio, golpeando levemente mi costado con una de sus gigantes caderas.
Llevaba entre las manos una bandeja llena de batidos de proteínas y comida saludable.
— Mi novia es la mejor. — dijo Río, se levantó y la besó.
— Tengo la mejor cuñada. — le siguió Rey y besó la frente de la chica.
¿Qué les pasaba? ¿Por qué todos la querían más que a nadie? ¿Cuánto tiempo llevaban juntos?
Giré sobre mis pies y me introduje en el baño. — Estúpida pelirroja. — comencé a peinar mi cabello en una coleta mientras hablaba frente al espejo. — ¿Qué tiene ella que todos la quieren?
— A mi también me cae mal. — me giré asustada y Deen estaba en la ducha cubierta de jabón.
— ¿Qué haces ahí mujer? — me sujeté el pecho.
— Pues bañarme. — se encogió de hombros. — La tal Vanessa no me gusta tampoco. — continuó frotando con la esponja su cuerpo desnudo.
— ¿Cuánto tiempo lleva con ella?
— No lo sé, pero todos parecen estar en confianza.
— Es decir, que sobramos ya. — hice una mueca y Haydeen hizo otra.
— Termina de bañarte. Voy a prepararme. — asintió.
— La ropa que compré está en el cuarto de Rojo. Escoge lo que quieras menos el vestido rojo de bolas blancas, es mío.
— Vale pesada. — subí en silencio las escaleras y me adentré en el cuarto de Rojo. Abrí el armario y saqué la maleta donde mi hermana estaba guardando nuestras cosas.
Tomé el vestido rojo de bolas blancas y lo analicé.
Revisé que nadie viniera y me metí dentro. Nada me había quedado tan bien antes, y era lo que me hacía falta para volver a llamar la atención de los chicos.
Seguí buscando en la maleta y encontré el estuche de maquillaje de Deen. Tomé el lápiz labial de color rojo intenso, la máscara de pestañas y el iluminador. Me miré en el espejo y terminé de arreglarme el cabello, lo dejé suelto y en su forma natural.
Salí al corredor y caminé hasta el gimnasio, ya no estaban ahí. Bajé las escaleras y todos estaban el la sala de estar, se me quedaron mirando fijos y yo fingí no notar su presencia.
Abrí la nevera y me serví un poco de agua, ni sed tenía, pero necesitaba que me miraran como antes lo hacían.
— Que guapa estás chica. — me dijo Vanessa y mostré la sonrisa más hipócrita de mi vida.
— Gracias. — en el fondo, esperó un piropo de vuelta, pero no le di ese gusto. Suficiente tenía ya, con haberme robado a los chicos.
— ¿A dónde vas tan guapa? — habló Ritmo. — Si se puede saber, claro está. — sonrió.
— Pues... emm, voy... — piensa en algo Halley. — Voy a... — unas plantas, un cuadro, una tele. — Al cine, voy al cine.
— Buen plan. — habló Rojo. — ¿Qué película están poniendo?
¿Hasta cuando las preguntas? Ya no sé qué responder.
— Bueno, sabes de esta película que está el chico. — asintió. — Bueno está el chico... y... tiene súper poderes y... — tosí. — ¿Ya sabes?
— ¿Superman? — preguntó Rayo enarcando una ceja.
— Esa, esa. — asentí repetidas veces y tomé otro sorbo del agua.
Vanessa le hacía mimos en el cabello a Río y este utilizaba el móvil, moviendo los dedos con rapidez.
Fue curioso no encontrar a Riva sobre Rey, eso era raro, porque siempre estaba pegada a su novio.
Rayo, Rojo y Ritmo se susurraron algo entre ellos. — Chicos. — Ritmo dio una palmada y todos le prestamos atención. — ¡Nos vamos al cine! — sonrió y todos le siguieron.
Ahora si estás perdida Halley. ¿De donde sacarás a Superman?
— ¡Halley! ¿Donde está mi vestido rojo de bolas blancas? — gritó mi hermana desde las escaleras y todos me miraron.
— Cúbranme por favor. No quiero morir tan joven. — me escondí tras el cuerpo de Rey.
— ¿Donde estás maldita ladrona? — la sentí acercarse.
— ¡Haydeen! Mi amiga guapa. — le dijo Rojo tratando de suavizar la situación. — ¿Ya sabías que nos vamos al cine? — me moví un poco y la vi negar. — Pues en el cine hay comida. — colocó un brazo sobre su hombro y se la llevó lejos. — Muuucha comida. — señaló la nada y a Haydeen seguramente los ojos le brillaron.
— Ya puedes salir ladrona de ropa. — me sonrió Vanessa y la miré de reojo, disimulando mis celos hacia ella.
— Bueno iré a prepararme. — dijo y Río le palmeó el trasero.
— Iremos, y si tenernos tiempo... — terminó la frase en su oído y la chica se carcajeó.
Rey subió a su habitación, Rayo también, Ritmo probablemente estuviese sacando su traje de superhéroe y Rizos seguía con los lentes oscuros y la taza de café en una mano.
— ¿Se puede saber que te pasa? — negó.
— ¿Por qué te importaría eso a ti?
— ¿Por qué estás siendo un imbécil?
— ¿Un imbécil? Maldición Halley, llevo días durmiendo contigo y no se me permite tocarte. Eres una tentación andante y yo quiero caer en ella. — se quitó los lentes y me dejó ver un par de ojeras inmensas y un pequeño corte en la ceja.
— ¿Qué te pasó ahí? — le toqué y se quejó.
— Eso es lo único que retuviste, claro.
— Rizos, desde un comienzo estuvo claro que lo nuestro es una amistad. Si no podías con eso, me lo hubieses dicho y hubiese dormido en otro sitio.
— ¿Y con mis hermanos? Con ellos no quieres solo una amistad. Solo basta que ellos te digan algo y tú al momento te... — lo señalé con el dedo.
— Cuida lo que vas a decir. Estás cabreado y todo lo que quieras. Pero nunca te he faltado el respeto y no quiero que tú lo hagas conmigo. Rey y Río tienen sus novias, y ustedes son mis amigos. — sonrió.
— A veces creo que te haces la inocente a posta. ¡Que todos en esta casa estamos malditamente locos por ti desde que te vimos! — tapé su boca con la palma de mi mano.
— No digas eso Rizos. — entornó los ojos.
— Piensa lo que quieras. Espero que tengan un día genial en el cine.
— ¿Por qué no vienes? — hizo un ademán de responderme, pero con la misma calló y sonrió con tristeza.
"Vaya día de mierda" pensé y me dejé caer en el sofá.
Analicé mi alrededor. Había un cuadro grande en la pared frente a mi donde salían los seis chicos. Posaban para la cámara todos unidos, sin imitar poses de baile, todo natural.
Me acerqué y revisé de cerca las expresiones de los chicos. Se veían más jóvenes que ahora, Rey tenía el cabello más corto y Rayo no tenía aún el tatuaje.
Justo en el lado izquierdo de la foto, estaba la mitad de un cuerpo femenino.
Traté de ver algún rostro, pero la foto estaba recortada, impidiéndome descubrir de quién se trataba.
— Ya nos vamos. — carraspeó la pelirroja.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? — le dije mientras me acercaba a ella y asintió. — No es de mi incumbencia, pero ¿hace cuánto conoces a los chicos?
— De toda una vida. — sonrió y enredó un mechón de su cabello en su dedo. — Desde que estábamos en la escuela y desde antes que te conocieran a ti y a tu hermana. ¿Aclaradas tus dudas? — negué.
— ¿Por qué recién te conozco? — sonrió.
— Porque estaba de viaje. Soy manager de los chicos y había un contrato que resolver. — asentí y me moví nerviosa en el lugar. — ¿Ya se calmaron tus celos? — enarqué una ceja.
— ¿Mis celos? — asintió.
— Solo hay que ver cómo miras a Río. — sonrió y se cruzó de brazos. — No solo a Río, a todos los chicos. ¿Qué es lo que buscas? ¿Vienes por el dinero o quieres alcanzar la fama?
— ¿De qué hablas?
— Mira niñita. Te metes en esta casa, abusas de su amabilidad y aún así quieres colarte en sus sábanas. ¿No tienes amor propio? — me señaló.
— No voy a permitir que me hables así. — fruncí el ceño. — No me conoces de nada para juzgarme y amor propio es lo que me sobra. No estoy abusando de la amabilidad de nadie y no me interesa tu novio, si es lo que te preocupa. Si quiero estar con los otros cinco ya es mi problema, cuida al hombre que tienes al lado, porque es una persona excelente, pero déjame hacer lo que me parezca mejor con mi vida y no me vuelvas a señalar con el dedo.
— ¿Pasa algo aquí? — dijeron a mis espaldas.
— Obvio no mi amor. Solo le hacía la historia a Halley de cómo nos conocimos. — se acercó hasta Río y se enganchó a su brazo. Él me miró y yo asentí.
— Una linda historia. ¿Nos vamos ya? — hablé y caminé hasta la puerta principal.
— ¡Superman, aquí voy! — bajaron corriendo las escaleras Rojo y Ritmo.
Rayo les seguía, estaba usando una chaqueta negra de cuero y unos vaqueros negros. Ese estilo era suyo.
Riva había aparecido y venía con Rey detrás. Ambos con unas sudaderas a juego y se veían hasta lindos. Me gustaba ver a Rey en su versión tierna. Él, que siempre había sido el más duro, el más frío, quizás estaba comenzando a derretirse.
Haydeen bajó de última. ¿Era Haydeen o una Diosa? — ¿Donde dejaste a mi hermana? — sonrió y se tapó la cara con una mano.
Llevaba el cabello corto suelto, un abrigo de piel que dejaba sus hombros al descubierto y una falda de cuero ajustada.
— ¿Listos? — dijo Rey y todos asintieron y dieron gritos de emoción. Parecían críos de primaria y eso me encendía el corazón, porque estaba conociendo la versión que no le mostraban a nadie más.
El trayecto en el auto, se basó en Ritmo y Rojo discutiendo por ver quién se sentaría en la primera fila. Me sentí triste, porque en realidad ni siquiera sabía si Superman se estaba proyectando en cines.
Había una pequeña fila cuando llegamos, pero obviamente los R6 y sus acompañantes no hacen filas. Llegamos hasta la entrada y entonces comprendí que el Altísimo estaba conmigo. Estaban proyectando una película de superhéroes, pero no Superman.
— Al menos habrán héroes y villanos. — dijo Ritmo.
— Lo siento chicos, debí confundirme. — dije lamentándome y me llevé un puñado de palomitas a la boca.
Abrimos las puertas y dos trabajadores nos recibieron amablemente, indicándonos donde estaban nuestros asientos. — Queremos algo discreto, en el fondo por favor. — dijo Rey. Los encargados asintieron y nos llevaron al final del cine, a la penúltima fila de asientos.
Cada uno se posicionó en un sitio. Rey y Riva, y Vanessa y Río se sentaron en la misma fila. Detrás estábamos Ritmo, Haydeen, y entre Rayo, y Rojo, yo.
Comenzó la película y todos quedaron en silencio, solo escuché un niño llorar y el sonido de las palomitas siendo masticadas. No habían pasado ni cinco minutos cuando los tortolitos de la fila de enfrente comenzaron a besarse y manosearse. Nadie parecía notarlo, así que solo abracé mis piernas y traté de concentrarme en el filme. Me fue imposible no mirar los labios de Vanessa sobre Río, y las manos de Rey adentrándose en la falda de su novia.
Apreté los puños y me excusé para ir al baño. Nadie lo notó, me estaba volviendo invisible ante los ojos de mis únicos espectadores.
Me miré en el espejo del baño una y otra vez, buscando eso que había hecho que los chicos dejaran de prestarme atención, pero no encontré nada.
Mis ojos seguían del mismo color, mis pechos estaban iguales, y mi nariz seguía teniendo la misma forma. Quizás algo en mi personalidad... no Halley, todo estaba bien, ya pasaste de moda y debías aceptarlo.
Involuntariamente lloré.
Me molestaba mucho, porque creía haber encontrado algo en ellos... con algunos amistad, con otros atracción, con otros cariño, pero la verdad era que todo se había ido a la mierda y volvía a estar tan sola como la mierda.
Río me dolía.
Porque me había abierto con él en muchos aspectos, me había desnudado mucho antes de quitarme la ropa y ahora me sentía vulnerable y miserable. Había confiado en él y mi relación se había ido a la basura cuando lo conocí... sin embargo él seguía feliz con su novia y me había borrado de su vida. Ya lo había dicho, no hay nada de que preocuparse conmigo.
— Nadie se merece eso. — dijeron a mis espaldas.
— ¿Qué? — lo miré por el espejo.
— Nadie se merece que llores. — se acercó y me abrazó por la espalda.
— Rayo, las cosas no son tan sencillas. Las personas piensan que soy de piedra y dentro de este diminuto cuerpo hay un corazón. — agarré sus manos y seguí mirándolo por el espejo.
— Déjame ayudarte a sanar. — besó mi cuello y sentí la piel erizarse.
— Rayo no hagas eso. — dije y entreabrí los labios cuando sopló en mi nuca.
— ¿No te gusta? — siseé.
— Pero...
— No me digas que está mal. Nadie ha pensado en ti y tú te la pasas pensando en los demás. — deslizó la palma de su mano por mi abdomen. — Es un poco injusto.
Tenía toda la maldita razón. Me giré y pegué mis labios a los suyos, mordí con suavidad y me tomó de las caderas para colocarme sobre el lavabo.
Nuestras respiraciones fue todo lo que se escuchó en aquel baño. El espejo se empañó y algunos rasguños marcaron nuestras pieles. Fuimos pasión, fuimos deseo y fuimos fuego.
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N/A: Unas preguntas rápidas antes de que vayan a leer el otro capítulo:
¿Qué creen de Vanessa?
¿Algo qué opinar sobre Rizos?
¿Qué creen de la relación entre Riva y Rey?
Shippeo fuertemente a Halley y a Rayo, es que es mi preferido y sé que las madres dicen no tener un hijo favorito, pero es mentira, si lo tienen.
En fin, sigan leyendo, los amo. <3
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