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C1 || Mágico

Halley.

Describo como magia todo aquello que tiene el poder de hacernos salir de nuestra normalidad, todo aquello que nos fascina y cambia la manera en la que vemos la vida.

Una banda horrible tocaba mientras las luces cambiaban una y otra vez.

Haydeen no paraba de decirme que sus amigos pronto saldrían a bailar y que después de eso nos iríamos.

Cuando el chico de la batería lanzó hacia arriba las baquetas y el público comenzó a aplaudir, supe que la performance había concluido. Las luces del escenario se apagaron, una pantalla detrás proyectó líneas de colores que se movían pero no se tocaban.

Blanco, azul, rojo, verde, amarillo y rosa.

Cada línea seguía un patrón que en algún momento llegó a marearme. La música se hizo más potente y el show estaba comenzando a aburrirme. Hasta que las líneas chocaron y seis chicos salieron de la pantalla, rompiendo el material y haciendo que todos gritaran de emoción.

Esto se ponía interesante.

Tres delante y tres detrás, intercambiaban lugares, giraban y movían los pies con tanta facilidad y estilo que aquel acto parecía salirles natural del cuerpo.

Me moví hasta que estuve frente al escenario... no podía dejar de mirar a aquellos chicos.

Cada uno vestía del color de alguna de las líneas que se habían proyectado antes.

El primero era el más alto. Todos tenían los cabellos negros, pero este lo llevaba un poco más largo, recogido en una coleta. Tenía los labios gruesos y una barba recortada.

El segundo tenía los botones de la camisa abiertos y la levantaba cuando volteaba, dándole un aire más informal.
Los rizos de su cabello se movían cuando giraba.

El tercero era el más bajo y a pesar de eso me sacaba dos cabezas quizás. Llevaba la mitad del cabello rojo, los labios más delgados, pero las pestañas abundantes, cubriéndole los ojos grises profundos.

El cuarto vestía con ropa deportiva, era el más activo y daba piruetas por el aire, mordía sus labios y sonreía cuando alguna voltereta le salía bien.

El quinto parecía el líder. Nunca iba delante, pero todos parecían esperar por él para dar algún paso.

El sexto fue el que más llamó mi atención. También tenía los ojos grises, un poco más claros y el cabello alborotado, con mechones húmedos sobre la frente.

Nuestras miradas chocaron y él se quedó quieto, durante esos segundos el aire me pasó con dificultad y sentí mis mejillas sonrojarse. Sus compañeros lo hicieron reaccionar y dio un tropezón, que disimuló con una vuelta por el suelo.

La música llegó a su fin y todos aplaudieron.

— ¡Sí señores, esos fueron los muchachos de R6! — dijo un señor calvo en el medio del escenario.

— Vamos a saludar. — me jaló Haydeen del brazo y no me resistí.

— ¡Hey, Rojo! — le dijo y este se volteó.

El chico con la mitad de cabello color rojo intenso caminó hacia nosotras con una sonrisa en los labios. Ignoró a todas las fanáticas que pedían autógrafos y fotos. Abrazó a mi hermana y me besó ambas mejillas.

— Halley él es Rojo, Rojo ella es Halley, mi hermana.

— Haydeen me ha hablado mucho de ti, un placer.

No supe que decir.

— Igual. No es que Haydeen me haya hablado mucho de ustedes, es un gusto conocerte... ya sabes... bailas muy bien... todos... bailan, bien.

Estúpida Halley.

— Gracias Halley. — ¿por qué decía mi nombre taaaaaan sexy?

— ¿Quieren venir a un bar? — Haydeen me miró y asintió. ¿Por qué no podía moverme o hablar? Mi yo racional hubiera dicho que no, pero mi yo curioso necesitaba conocerlos mejor. Me dejé llevar y cuando me di cuenta estaba en aquel lugar.

— No te preocupes, es el hechizo R. Me pasó igual cuando los conocí, hasta que me mostraron como eran realmente y perdieron el encanto.

— ¿Cómo eran realmente?

— Ya te darás cuenta a lo que me refiero.

— Hola. — dijo el que parecía el líder.

— Hola Rayo. — mi hermana lo abrazó y correspondió un poco más seco.

Nos sentamos en la misma mesa y todos comenzaron a hablar de la forma más natural posible. Pude conocer sus nombres, o al menos como se solían llamar entre ellos.

Rojo, el del cabello teñido, el más bajo.

Rey, el más alto.

Río, el que había tropezado.

Rayo, el líder.

Rizos, ya saben cómo tenía el cabello.

Ritmo, el más activo.

R6, los chicos que habían capturado toda mi atención en menos de diez minutos. Los chicos que me habían hechizado.

— ¿Estudias? — esta vez habló Ritmo, negué con la cabeza y sonrió. — Veo que eres de pocas palabras Halley. — ¿a caso todos dirían mi nombre de esa manera?

— No, hablo mucho en realidad, solo deben dejarme entrar en confianza.

— ¿Qué se debe hacer para eso? — por primera vez escuché su voz y fue mucho más dulce de lo que imaginé.

— ¿Para hacer qué Río? No asustes a mi hermana. — dijo Haydeen.

— No necesito que hables por mi Deen.

— Chica cálmate. — habló Rojo.

— Lo siento, iré a por una copa.

Me acerqué a la barra y pedí dos shots de tequila... incliné un vaso primero y el otro después. Sentí una mirada sobre mi y cuando me volteé el chico alto de cabello largo se acercaba a mi.

Rey.

Desprendía tanta seguridad al caminar que asqueaba. Se colocó a mi lado y en seguida el joven detrás de la barra le trajo un trago.

— No he podido sacarte la vista de encima en toda la noche.

Me miró de perfil y los sentidos me fallaron al ver cómo sonreía prepotente.

— Em, no sé qué decir, no me conoces.

— Quizás sí lo hago. — bebió.

— No, no lo haces y tengo novio.

— ¿A qué te refieres?

— A que no puedo ligar contigo.

— No puedes, mmm, interesante.

— No lo es. Deja de intimidarme por favor.

— Si es interesante. — dejó el trago en la barra. — ¿Por qué dices que no puedes y no dices que no quieres? — se acercó más a mi y me acorraló entre sus brazos al tablón. — ¿Que pasaría en estos momentos si no tuvieras novio?

Vacilé por un momento. Las piernas me fallaron. No podía salir de ahí corriendo.

— Basta... yo... yo no...

No puedes decirlo Halley. No sabes mentir, eres demasiado evidente cuando lo haces.

— ¿Tú que?

— Yo... me voy.

Lo empujé y me dirigí a la salida.

Una vez el aire golpeó mi rostro me sentí más relajada. Toda esa noche estaba siendo una locura.

Intenté tomar un taxi mil veces, pero ninguno se detuvo. Me senté en un borde de la calle a esperar un alma caritativa, o a que mi hermana saliera de ahí dentro.

A los minutos un auto negro, descomunalmente elegante, con cristales blindados y reluciente, se detuvo frente a mi. Sentí miedo. Estaba sola a esas horas de la madrugada.

— Sube. — me dijo Río y dudé por un segundo.

Pero me gustara o no, no había más opción y por más que me resistiera a la idea de acercarme a alguno de ellos, él no había sido tan idiota conmigo.

Me coloqué en el asiento del copiloto y quedé encantada con el olor tan dulce que había ahí. A diferencia de lo que pensé, no movió el auto, sacó del bolsillo un cigarrillo y lo colocó en sus labios.

— ¿Te gusta? — habló ronco y entrecerró los ojos cuando el humo de su propio cigarrillo le golpeó los ojos.

— ¿Eh?

— ¿Que si te gusta mi hermano?

— No sé de qué hablas.

— Te ví en la barra hablando con él.

— ¿Te has escuchado? — sonreí. — No nos conocemos de nada Río. ¿Por qué tendría yo que darte explicaciones?

No dijo nada y aceleró hasta llegar al final del estacionamiento. Se bajó del auto y lanzó el cigarrillo, rebuscó en la chaqueta y sacó un pequeño sobre lleno de aquella sustancia verde que había visto en varias películas.

Se quedó mirándolo por un momento, analizando qué hacer, supongo.

— No hagas eso.

— ¿Por qué no? No nos conocemos de nada Halley. ¿Por qué tendría yo que hacer lo que me pidas?

— Tienes razón. Hazlo, jódete la vida. Pero yo me voy. — saqué mi cuerpo del cinturón de seguridad y abrí la puerta del copiloto para irme.

Caminé en dirección contraria, no me detuvo, no me llamó y quizás si esperaba que lo hiciera.

Yo y mi manía de esperar demasiado de la gente.

Salí a caminar por la carretera oscura y a los pocos metros otra vez su auto se estacionó frente a mi, de tal manera que impidió mi paso.

— ¿Estás loco? Un poco más y me atropellas imbécil. — le grité.

— Cuida esa boca Halley. — la piel se me erizó tras su advertencia.

— ¿Y si no quiero qué pasa? — hablé en un susurro y él abrió los ojos como platos.

— Sube al auto.

— ¡¿Y si no quiero qué pasa?! — esta vez le grité y seguí mi camino.

— ¡Que te subas al puto auto! — corrió detrás de mí hasta que me levantó del suelo.

Dios, olía genial, a loción de afeitar y perfume masculino.

— Bájame Río. — golpeé su espalda hasta que me cansé.

Me dejó en el asiento del copiloto y antes de cerrar la puerta se quedó mirándome fijamente.

— Dime que en realidad quieres irte, que no te da curiosidad pasar un rato más conmigo, conocerme mejor. Dime que no te atraigo y que no te gustó que te pegara a mi cuerpo hace un momento.

¿Cómo negaba todas aquellas palabras, si todo era la pura realidad?

— Eso pensaba. — subió al auto y sin colocarse el cinturón de seguridad avanzó.

— ¿A donde vamos? — le pregunté.

— A donde quieras que vayamos.

— A mi apartamento.

— No suelo hacer eso en la primera cita, pero ya que insistes. — me mostró la perfecta dentadura en una perfecta sonrisa y no pude evitar soltar una pequeña carcajada.

— Cuando pases la otra esquina debes...

— Sé donde vives Halley. — lo miré extrañada. — He dejado a Haydeen ahí.

— Curioso, nunca los había visto y parecen tener buenas relaciones con Deen.

— Pasamos mucho tiempo ensayando. Por cierto, ¿quieres venir a los ensayos mañana? — me tomó por sorpresa la pregunta.

¿No era este el mismo chico que me había metido a la fuerza al auto y llevaba una bolsa de cannabis en la chaqueta?

— Lo siento, debo trabajar.

— Emm, vale. — estacionó fuera del apartamento donde vivía con Deen.

— Supongo que esto es todo. — le dije.

— Por hoy. — salí del auto sonriendo.

Caminé rumbo a la puerta y a medio camino me detuve, giré sobre mis pies y regresé por donde mismo había ido.

— ¿Mañana después de las dos estarán ensayando aún? — asintió y reprimió una risa. — Vale, nos vemos en donde sea que ensayen. Luego Deen me da la dirección.

— Hasta mañana Halley. — me dijo mientras yo me movía hasta la entrada.

— Hasta mañana Río. — le respondí girando un poco la cabeza.

Me sentía atraída por Río, pero tampoco podía olvidar lo cerca que estuvo Rey.

Antes de introducirme en el baño para tomar una ducha mi teléfono sonó. Vi el nombre de Luca y la foto predeterminada que tenía para cuando alguna llamada de él entrara.

Por primera vez no tuve ganas de hablarle, ni siquiera sabía el motivo, pero yo solo quería meterme a la ducha y analizar todo lo que había sucedido hoy.

Le hice caso a mi petición y en resumen me estaba volviendo loca, o mejor aún, me estaban volviendo loca.

Solo quedaba esperar a que hicieran algo que les quitara la magia, ¿eso había dicho Haydeen no? Debía hacer que me mostraran su verdadera personalidad, así se rompería el hechizo... ¿o no?

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N/A: ya empecé a aburrirlos con mis notas de autora y no más vamos por el primer capítulo jsksjsks.

Le estoy poniendo muchísimas ganas a esta obra, para que los capítulos sean más largos y darles la calidad que se merecen.

La historia va a estar narrada solo por Halley, por lo cuál no creo necesario que cada que empiece un cap ponerlo arriba, además de que ustedes son bien inteligentes y lo descubren bien rápido jsksjsks.

Si, también van a saber el punto de vista de los chicos, pero eso se los explicaré más adelante;)

los amo<3

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