Perdido
Cuando recibió la noticia Tsuna estaba exultante de felicidad, se imagino mil escenarios de como tomaría su esposo la notica, después de todo un hijo siempre es una bendición, y una consolidación del amor que se tienen, despidiéndose del médico salió hacia su casa.
Una vez en la entrada ignoro el llamado de sus amigos, yendo directo a su habitación, estaba tan emocionado que no pensó que tal vez el hitman no tomaría bien la noticia. Estando frente a la puerta, la abrió lentamente, ser recibido por un arma apuntando a su cabeza no era como esperaba el recibimiento, pero era Reborn, cuando el pelinegro le sonrió y lo atrajo a un beso gustoso se acurruco en sus brazos y correspondió. Una vez que se separaron, Tsuna tomo aire y comenzó.
- Reborn, ¿Qué opinas de tener un bebe? – pregunto ilusionado
- Dame-Tsuna es loco, ¿verdad? – rebatió por semejante locura que dijo el castaño
- ¿no quisieras? – ahora Tsuna se encontraba preocupado
- No – fue su tajante respuesta
- Yo... - para este punto el castaño se encontraba a punto del llanto, empujo suavemente a su esposo, quien lo dejo ir y puso distancia, comenzó a hacer ejercicios de respiraciones, una vez estuvo seguro que no se iba a romper decidió confesar – Estoy embarazado, Reborn.
- Tu... - el hitman estaba en shock, se negaba a creer que había verdad en lo que escucho, al ver la seriedad de su compañero, estaba sin palabras – debo irme.
Sin más que decir salió de la habitación, dejando solo a un castaño que por primera vez en su joven vida se sentía perdido, no sabía qué hacer, sentía que se estaba ahogando, dolía tanto el rechazo de su pareja hacia la criatura que crecía en su vientre, un milagro, un hijo con los genes de ambos.
Sintió unos brazos rodeándolo, y por la calidez sabia que era su guardián de la niebla quien en silencio le estaba diciendo que no estaba solo, lloro sobre ese fuerte pecho por horas, sin saber que hacer, pudo escuchar a su guardián de la nube decir que lo recostara en la cama para que descansara, a lo que Mukuro obedeció, era obvio que su cielo lo necesitaba.
Tanto Hibari como Mukuro se quedaron toda la noche con su amigo, contestaron el celular de este último cuando llamo Nono quien les aviso que Reborn estaba con él, sin muchas explicaciones le comunicaron que el castaño estaba durmiendo pues estaba agotado, a lo que el mayor solo pidió que no lo despertara y mañana le avisaran para que no se preocupara.
A la mañana siguiente todo estuvo muy callado, el castaño estaba triste debido lo pasado el día anterior, pero su decisión estaba tomada, tendría a su hijo y lo criaría sin su esposo o más bien próximo ex esposo.
El día paso normal, Tsuna se dedicó a revisar documentos acompañado de Mukuro, comió dulces mas que de costumbre, aunque se sentía dolor se negaba a caer por su hijo, sus amigos, por él, había recorrido un largo camino como para retroceder, con una sonrisa pensó que todo se arreglaría con el tiempo.
Reborn llego en la noche a la mansión mas calmado, después de pensar mucho y con el consejo de Nono entendió que un bebe de ambos era algo hermoso, el hitman estaba malditamente asustado de no ser un buen padre, por Dios lo único que puede hacer es matar, sus manos solo destruyen, por lo que pensó que era demasiado. Sin embargo, amaba a Tsuna, lo conocía y sabia que iba a desear tenerlo, lo aceptaría con tal de no perderlo y trataría de ser mejor, de ser un buen padre.
Decir que el castaño no quiso verlo es poco, además de una bofetada le tiro todas sus cosas y le cerro la puerta en la cara, no midió el daño que le haría a su esposo hasta que este menciono que deseaba romper el matrimonio. Siempre hay una primera vez para todo, esto lo comprobó el hitman ese día, cuando de rodillas le rogo a su castaño desde afuera de la habitación que no lo dejara, sin importarle quien le escuchara.
El castaño lo castigo un mes sin volver a la habitación, era una guerra fría entre ambos, el pelinegro le daba regalos para él e incluso para el bebe, pequeños detalles, cumplía sus antojos. Hasta el castaño mismo un día se tiro a sus brazos diciéndole cuanto lo amaba.
El hitman se prometió nunca volver a lastimar a su esposo, podría soportar una bala y sobrevivir, pero si perdía a su cielo moriría.
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