Capítulo 15
Recomendación de canción: Everything I Wanted - Billie Eilish
Nunca había acompañado a Meza en su cumpleaños, aparentemente estábamos destinados a no estar juntos en este tipo de fechas, o en general. Año tras año, Agosto anunciaba aunque sea un día lleno de incoherencias y tristeza total.
El primer año de mentiras, el segundo de omisión y el tercero de ausencia, silencio.
No, no había forma en que estuviéramos bien. Por ende no esperaba nada más del cuarto año. Él nunca estaba presente, incluso cuando lo tenías hablándote de frente, su mente estaba en otro lugar, viajando lejos, fuera de tu alcance. Tú no eras el problema si no te escuchaba, así era el moreno, probablemente nunca cambiaría. Pero eso no impedía que yo soñara con que si, no impedía imaginar un escenario perfecto, donde hornearía su tarta favorita, donde estaría a su lado sin temores, donde la simpleza de un año más de vida fuese solo eso.
La primera vez le esperé toda una noche, supe que me ignoraba, que no tuvo excusa. La primera vez lloré hasta quedarme dormida porque había creído en alguien que no pensó en mi, que no le intereso saber que sus acciones creaban heridas.
Había botado la tarta que preparé, roto las cartas que le escribí, cada obsequio había quedado hecho trizas, en el piso completamente destruido. Una parte de mi había perecido en ese instante, contemplado lo que era capaz. Pues estaba claro, podía decir que me amaba y al mismo tiempo demostrar todo lo contrario.
-Estaba reunido con mi familia y llegó mi ex novia y...
No recuerdo haber escuchado nada más luego de aquella frase. Aun así, el sentimiento si que lo tenía memorizado, el retorcijón que le sigue a la traición, la realización de no esperar nada y aún así estar decepcionada.
¿No era suficiente para ser presentada a su familia?, ¿Se avergonzaba de mí?, ¿Por qué el pasado siempre estaba en el presente?, ¿Algún día dejaría de jugar conmigo?
No había respuesta, solo silencio, rencor.
Muchas veces me pregunté si de verdad él se sentía conectado con el mar por la paz y calma que este transmitia, o mas bien por sus idas y venidas.
Su inestabilidad.
Y ahora que lo pensaba, viéndole de espaldas, admirando el horizonte, el sol ocultándose y la mezcla de colores naranjas mezclados, podía entender el porqué...Él, al igual que el cuerpo de agua, era impredecible, salvaje, volátil, poderoso. Y en ocasiones cruel y aterrador.
Meza no era un atardecer en el océano, él era una playa en la noche, fría, triste, desolada...y ruín.
Habían pasado dos semanas y mi reintegro en la oficina era más que necesario, aunque le huía tanto a R&S Books como a mi departamento, ya era hora de dejar de ocultarme en la residencia Rivardi.
Claro esa era una razón, pero el mayor peso eran mis padres, queriendo controlar mi vida apenas colocaba un pie de nuevo en su casa. Casi había olvidado lo difícil que era vivir con ellos, hasta que papá ya estaba buscando una posición en el grupo donde colocarme y mamá... Ni siquiera quería tocar ese tema.
Mamá estaba tan enfocada en hacerse la ciega que no era capaz de funcionar en nada más, ignoraba los maltratos de Jean, sus ausencias y justificaba sus deslealtad con el estrés del trabajo.
Era obvio que tenía que escapar de la casa antes de adoptar aún más cualidades de mi madre. Odiaba verme reflejada en ella, saber que había tomado su ejemplo de ignorar los maltratos por la persona que amas.
Pero la entendía...No era fácil. Desde el exterior se ve lógico y sencillo abandonar un lugar donde te hacen daño, es una historia completamente distinta irte, decir basta. No retroceder.
Trato de no seguir recriminando a mi mente mientras abro la puerta de la oficina, lo primero que noto es la pila de manuscritos en mi escritorio, eso, y las incontables notitas en colores esparcidas por los espacios y el portátil.
La increíble vista de dos semanas de trabajo acumulado.
Aunque aprecia demasiado por hacer, agradecía tener algo en que ocupar mi desastrosa cabeza. Se sentía reconfortante reclinarme en mi silla y saber que tenía el control. El cuero mullido dándome el comfort que tanto deseaba. El aroma a vainilla y coco de mi perfume empalagoso.
Trato de llenar mi cuerpo del sentimiento de alivio, repitiéndome que aquí podía ejercer lo que conozco. Mi apartamento era seguro de nuevo, mi mascota estaba a salvo, Gabriel no aparecería porque las autoridades estaban alertadas, y no tenía ni un mensaje de Meza en mi teléfono desde hace semanas.
Todo iba a estar bien.
Me permití cerrar los ojos. Las meditaciones ayudaban, mi psicólogo me lo había dicho miles de veces. Medita, respira, escribe tus sentimientos.
Puedo con esto, puedo avanzar, puedo estar bien, estoy bien, nada ni nadie puede dañarme si yo no lo permito.
Dos toques en la puerta hacen que abra los ojos de golpe y mi meditación pase a segundo plano.
Frunzo el ceño porque enserio no quiero lidiar con nadie hoy. Necesito café.
-Adelante.
Jonathan es quien abre la puerta en ese momento. Mostrando una sonrisa apenada. -Hey...Leah me comentó que habías vuelto.
Le devuelvo la mueca practicada al pelinegro. Si, había estado ignorado sus mensajes también.
-Si, hola, lo siento por no haberte dicho nada.
Él se encoge de hombros, cerrando la puerta a sus espaldas. -Solo quería saber si estabas bien...Pregunté pero solo me dijeron que estabas enferma y tú no...bueno.
Por favor no me reproches el no responderte los mensajes.
Me encargué de jugar con mis dedos debajo del escritorio para no dejar en evidencia que la ansiedad de su preocupación me afectaba. Me he dado cuenta -muy a mi pesar- que me había convertido en alguien con apego evitativo, porque antes solía ser todo lo contrario.
El solo hecho de que Jonathan esté tan al pendiente me hace repelerle, aunque no sea un mal chico.
-Solo fueron cosas personales... No te preocupes.
-Ohh.
Casi pude oír el dejé de decepción, él sabía que estaba colocando un límite. Lo que significaba que no confiaba en él. Automáticamente se instaló un nudo en mi estómago.
-Supongo que entonces... Buen día y bienvenida.
Asiento, con la misma media sonrisa falsa. -Gracias e igual para ti.
Jonathan cierra la puerta una vez más y quedo sola en la oficina, observando cada parte del espacio. No puedo evitar pensar que me he encerrado tanto debido a lo que me ha pasado, que será muy difícil lograr salir.
Sin embargo, aunque no sea hoy, lo haré. No me rendiré en intentarlo.
Patricia supervisaba a los jugadores uno por uno en sus movidas. Mientras trataba de lograr una coleta en el cabello rubio muy corto.
Ella era de esas chicas que no les importaba mucho en realidad salir con medias y sandalias, andar despeinada, de todas formas se veía encantadora, el tipo de belleza sin esfuerzo que muchas personas desearían. Amaba la sutileza de sus rasgos y el contraste que hacíamos, pues su cabello era ligeramente más amarillo que el mío, y su piel más blanca.
-¡Chris por amor a Dios, trata de tener una buena defensa! -Gritó.
La rubia me miró con fastidio. -Te juro que no entiendo a los pelados estos que no saben moverse, quieren jugar fútbol americano pero tienen la fuerza de una hormiga.
Yo solo me rio, a un lado de ella en las gradas del estadio. -¿Si sabes que no entiendo ni la mitad de lo que me estás diciendo?
-¿Cuando vas a aprender de NFL para que fangirleemos juntas?
La miro como si hubiera dicho algo inimaginable. -Creo que eso no pasará amiga, el deporte y yo no nos llevamos bien.
-Al menos tenemos la psicología y la escritura.
Arrugo la nariz, parece un pensamiento distante aquello. -Casi olvidaba que quería estudiar psicología.
Alza una ceja. -¿Por qué?
-Se siente como algo lejano, la yo de antes queriendo comprender la mente de otros...Suena agotador.
Patricia se muerde el interior de la mejilla, haciendo un molesto chasquido. -Ya, ¿segura que es eso?
-Me encojo de hombros y entonces me mira, con la intensidad de los ojos hazel.
Supongo que le devuelvo el gesto de una forma tan pobre que ella se tumba en las gradas. El estadio está parcialmente vacío, los entrenamientos de las ligas son arduos y solo permiten acceso a pocos acompañantes y al staff.
-Venga, ya me doy cuenta que no estás bien. ¿Acaso otra vez él?, ¿O estás asustada por lo de Gabriel?
Había informado a mi grupo de amigas lo sucedido, quería evitar que se toparan con él y comentaran algo de mi. La situación me incomodaba y también quería cuidarlas.
-Iván se encargó de eso, ahora tengo acceso a seguridad y he tomado mil medidas al respecto.
-Entonces es el bueno para nada de Meza quien te tiene así.
Suspiro. -¿Siempre estoy mal cuando se trata de él no?
-Pues le das mucho poder, te dije desde un principio que no te hace bien, que no es bueno para ti.
-La verdad no vine a hablarte de él.
-Si si, viniste a ver a una de tus mejores amigas en su habitad natural de coach insufrible.
Ambas reímos, tomando de la gaseosa compramos. -Te extrañé tanto.
-Y yo a ti bitch, no esperemos demasiado para vernos.
-Desearía que nuestros horarios coincidieran, con el trabajo, y ahora la asesoría de la película simplemente no voy a tener tiempo ni de respirar.
-¿Qué película?
-La editorial me asignó la asesoría de una película basada en un libro, debo ayudar con el guión.
-¡¿Qué?! ¡Que emoción, no inventes!
-Si y el libro es Once Again
-¡Amamos ese libro!
-Pero el productor es Meza.
La cara de Patricia se transforma en un gesto de completa aberración. -No me jodas.
Casi suelto una risa, ella es una de las personas que más detesta al moreno, y nunca lo ha ocultado. Tal vez solo Bayolet lo odie más.
-No lo trates más allá del trabajo, Ronnie. -Levanto la mirada. -Recuerda que mereces mucho más que medios esfuerzos, mentiras y disculpas a cada instante. No tienes que vivir en una eterna espera por alguien que nunca ha sabido valorarte.
No tienes que vivir en una eterna espera...
Elijo no decir nada pero para cuando vuelvo mi mirada al juego, me percato del revuelo y la maldición de Patricia. Dos de los uniformados están peleándose, creando un alboroto desde el campo.
-¡Mierda! ¡¿Otra vez?!
La rubia se levanta, trotando con el silbato en su boca, yo tomo las bebidas para ir tras ella, ingresando al campo con velocidad. Apartando a los jugadores.
-¿Pero qué mierda les pasa? ¡Están a nada de una jodida sanción!
Los chicos con cascos siguen golpeándose aún cuando parte del equipo trata de detenerlos. Creo ver en cámara lenta como un retenedor sale volando.
-¡Estoy harto de tu mierda, Eduardo!
-¿Y yo estoy feliz de la tuya, imbécil?
-¡Que paren, mierda!, ¡Yo soy quien manda aquí!
Abro mucho los ojos cuando Patricia va directo a colocarse en medio de los jugadores, aún cuando el resto no puede contenerlos.
Uno de ellos tiene manchas de tierra en su ropa, y es el que está a segundos de impactar contra su compañero, si este no lo hubiera esquivado, dejando a Patricia como blanco del puño.
Avanzó rápidamente hacia ella, empujándola con mi mano libre, si me agacho justo antes puedo evitar que me golpeen. Pero subestimo la velocidad de los uniformados, y su fuerza, el golpe no llega a ella, pero si a mi, haciendo que las bebidas se derramen en el campo, y chapoteen a todos, el impacto hace que caiga al piso de grama artificial, con la cabeza latiéndome, me ha golpeado en la mejilla y parte de la nariz, mi mano va directamente a la herida donde descubro un trazo de sangre.
-¡Ronnie! -Patricia grita asustada.
En cuanto ve la sangre, todos los jugadores permanecen estáticos, incluso los que antes se mataban a golpes. Ella suelta un largo suspiro, sosteniendo el puente de su nariz.
-¿Qué esperan para ayudarla? ¡¿Qué los saque de la puta liga?!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro