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9. A entrenar

Capítulo 9

¡A entrenar!

María Elisa

—María Elisa, María Elisa ¡Despierta! —aún inconsciente, escuchaba a lo lejos la voz de Camila como ecos pidiéndome que despertara. Me sentía algo débil y mareada, mi propio cuerpo parecía no obvedecerme, pero de apoco fui abriendo los ojos y recobrando la autoridad sobre mis sentidos. Fue así como me di cuenta de que ya no estábamos en en el colegio, estábamos en una especie de camión en movimiento.

—¿Qué me paso? —Cuestione llevándome una mano a la cabeza.

—No lo sé, apenas acabo de despertar también, pero la pregunta no es ¿Qué te paso? sino ¿Que nos pasó? —corrigió Camila señalando hacia el fondo, dónde yacían los cuerpos inconsientes de por lo menos seis chicos más, y al momento supuse de quienes eran.

—Esto no luce nada bien, tenemos que despertarlos —sugerí.

Con cautela nos acercamos a cada uno de ellos y los fuimos despertando uno a uno.

—¿Qué paso? ¿Qué hacemos aquí? —exigió saber Gaia sujetándose la cabeza desconcertada.

—Creo que los Dark Players vinieron por mi...y por mi culpa van a matarnos a todos —susurro Camila con la voz entre cortada.

—Por supuesto que no son ellos, sí lo fueran nos hubieran matado mientras estábamos inconscientes ¿No es así bro? — inquirió Erick dirigiendo su mirada hacia Max.

—No saquemos conclusiones por adelantado, esperemos y los Dark Players no sean los responsables de esto,
caso contrario...ya podemos darnos muertos —contesto Max con una mirada inquieta y un rostro de hielo inexpresivo.

—Eso sería imposible. No sé mucho sobre los Dark Players pero sí de algo estoy seguro, es de que no actuarían de forma tan estúpida y menos tendrían la oportunidad de sacarnos a los ocho del colegio habiendo tanta seguridad por todas las salidas —añadio Mahelo después de unos segundos de tensión.

—Si verdaderamente los conocieras, entonces entenderías que para ellos no existen las puertas cerradas y mucho menos seguridad que no puedan violar —le espetó Max enviándole a Mahelo una mirada bastante perturbadora, y oook pensé que esto de causar tensión era algo propio de Gaia y mío, pero al parecer este par nos van a hacer la competencia.

De pronto, en medio de ese momento de tensión, el camión se detuvo de golpe, causando que todos tambalearamos y terminaramos unos sobre otros.
Pero eso no fue la peor parte, lo peor fue cuando la puerta del camión se abrió y la luz del sol nos deslumbró a todos causando que con temor nos cobijaramos aun más en el fondo tratando de cubrir nuestros rostros con una mano para evitar los rayos del sol, entre tanto lo único que pude ver fue la silueta de un hombre abriendo la puerta.

—¡Bienvenidos chicos!
Nos dijo aquel hombre con una voz familiar. Hombre al que quise matar en el mismo instante que reconocí su voz.

—¡Guerra! —coreamos todos el apellido del sargento quien parecía feliz de vernos allí muertos del miedo.

—Pero que belleza de equipo, yo los pensaba más valientes —dijo algo divertido con una expreción extraña. —Ya salgan de allí gallinitas, no los traje aquí para que solo se me queden viendo.

Al escuchar esas palabras, recordamos en que posición estabamos, nos miramos los unos a los otros con desagrado...

Mierda.

Gaia estaba sobre mi.

Con rapidez nos alejamos los unos de los otros, evadiendo nuestras miradas de obvia incomodidad.

—Bajaré primero —anunció Max, al único que parecía no afectarle nada.

—Te sigo —dijo Erick.

—Yo igual —continúo Jeff.

—Parece que soy el único hombre que queda —Mahelo paseo su mirada sobre nosotras —Vamos chicas las ayudare a bajar — ofreció al tiempo que bajo del camión. Acto segido nos extendiéndonos una mano.

—Yo ayudare a Camila —anunció Erick en cuanto vio a Mahelo hacer un gesto de ayuda hacia ella.

Mahelo volcó los ojos hacia Erick, esquivo a Camila dejándola en manos del galán y ayudo a Noah, luego me ayudo a mi, dejando como último pasajero a Gaia, Mahelo le extendió la mano con una pequeña sonrisa divertida, pero ella la evadió y se sentó al borde del cajón.

—Dije que las ayudaría a todas —recalco Mahelo enarcando una ceja.

—Pero yo no pedí tu ayuda, gracias —masculló Gaia.

—Como quieras, me retiro entonces — dijo Mahelo levantando las manos en señal de rendición y le dio la espalda, pero en el mismo instante en que lo hizo...
¡Shas!
Algo o alguien había caído al suelo...y sí, no tuvimos que girarnos para saber que se trataba de Gaia.

—No te quedes ahí mirando y ayúdame —protesto en cuanto se dio cuenta que Mahelo ahogaba una risita burlesca.

—Recuerdo haverte oido hace dos segundos rechazar mi ayuda, así que gracias, pero no, gracias —le contesto aún más divertido, saboreando su venganza por el desplante de hace unos segundos.

Noah y yo, quienes estuvimos de espectadoras no pudímos evitar reírnos de tal show, hasta que...

—¿Terminaron de burlarse de su compañera? —pregunto Guerra con voz seca .

—No fue intencional —nos defendí.

—Sorry, no volverá a pasar —culmino Noah.

Guerra negó con la cabeza.

—Y usted Remington —le extendió una mano ayudandola a levantarce —tenga más cuidado, que no esta precisamente en un parque de diversiones.

En cuanto Guerra dijo esas palabras fue cuando verdaderamente empece a observar a mi alrededor. Estábamos en un lugar totalmente remoto rodeados de montañas inmensas y arboles gigantescos. Mi expresión de temor y asombro debió ser bastante obvia pues mientras miraba hacia mi alrededor Mahelo puso una mano sobre mi cabeza y como sí de una muñeca se tratase inclino mi cabeza hacia abajo, redirigiendo mi mirada cuesta abajo. Al fondo, bajando la cuesta inclinada en la que estabamos, habían tiendas de distintos tipos y tamaños, y en el centro del lugar una bandera del Ecuador, así que no podía tratarse de otra cosa si no de un campamento militar.

—¡Genial! Iremos a la milicia —chilló Jeff emocionado.

—Si, genial —mascullo con Mahelo con sarcasmo acomodando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No podían llevarnos hasta ahí abajo asique como comprederan nos toca desender por nuestro propio pie.

—¡Momento! —protesto Noah, haciendo que Guerra se detuviera antes de que empezar a desender —¿Por qué nos trajo aquí?. Si planeaba llevarnos a algún lado, por lo menos hubiera tenido la molestia de consultarnoslo, avisarnos o algo por el estilo ¿No le párese? ¿Por qué nos trajo a todos inconscientes? ¿Qué utilizo para dormirnos? —cuestiono y cuestiono, dando un paso hacia Guerra con cada pregunta.

Guerra adopto una postura rígida, fijo una dura mirada en Noah por unos segundos, luego levanto la mirada hacia todos y explico:

—Admito que tal vez para ustedes mi método fue demasiado, y me disculpo sí les cause algún tipo de malestar, pero pueden estar tranquilos, sí los dormí fue únicamente para sacarlos con mayor facilidad y menos riesgo del colegio, los Dark Players son todo menos ciegos, y hacer reuniones con ustedes en el Discipline School puede traer sospechas, sacarlos por la puerta principal también lo haría, es por eso que me las ingenié para sacarlos sin que nadie sospechara.

—Utilizo la basura ¿No es así? —infirió Mahelo cruzándose de brazos con una expreción de obviedad.

—Si así es. Vaya que tienes un gran intelecto Navarro —afirmo Guerra.

—Gracias —sonrío alagado.

—¡Basura! —chilló Gaia. —Nos saco a todos con la basura, eso, eso...es inaceptable, yo no puedo oler a basura.

—No exagere Remington, utilize las bolsas de basura. Eso no quiere decir que la allá revuelto a usted con los desechos.

—Vaya que usted es muy original a la hora de crear planes —añadí para irritar a Gaia.

—Así es Manovan, y es por eso que les doy la cordial bienvenida a su entrenamiento, en el campamento Sahara —hizo un gesto mostrando el sendero hacia el campamento.

Todos nos apresuramos a bajar detrás de Guerra. Era una colina inclinada, llena de pasto y uno que otro arbusto espinudo. Bajar fue todo un reto, pero incluso el bajar no fue nada, comparado con tener que soportar a Gaia quejándose a cada rato por la maleza, los insectos a su alrededor o por que no traía la ropa adecuada para este tipo de cosas.

—¡Bienvenido Sargento Guerra!. Siempre es un gusto verte —una mujer vestida con uniforme militar saludo a Guerra.

—Gracias por recibirme hermana. Vine con los reclutas de los que te hable.

—¡¿Hermana?! —coreamos al tiempo que abrí los ojos como platos.

Guerra asintió y ella sonrió de costado.

—Con que ellos son los capullos, bien, pues  bienvenidos chicos. El campamento sahara les da la bienvenida, aquí van a ser entrenados con los mejores, el mes que pasen aquí será el mes más provechoso de su vida se los aseguro. Soy la Teniente Guerra y estoy a cargo del campamento —se presento quitándose la gorra que retenía su cabello, dejando libre el corto cabello negro, permitiéndonos apreciar mejor lo bello de su rostro, debo admitir que es una mujer muy bella —y joben, no creo que pase de los treinta— con una figura envidiable. Dada su belleza no es de extrañar que Jeff, Mahelo y Erick no le hayan quitado la mirada de encima, ni cerrado la boca.

—¡Hola!.

—Mucho gusto.

—Gustizimo diría yo.

Los tres se apresuraron a estrechar la mano de la teniente con mucha algarabía.

—Ya estuvo bueno de saludos —dijo Guerra apartando a los chicos de su hermana —vamos a lo nuestro, tenemos cosas que discutir.

—Tienes razón, siganme —dijo amablemente la teniente mostrandonos el camino hacia la carpa más grande.

El campamento era bastante grande, afuera de las carpas habían algunos hombres vestidos de militares, algunos combersando entre ellos, otros vigilando el lugar, pero todos altos y robustos.

La teniente nos guío hasta una tienda, la más grande del campamento, y a juzgar por lo que había allí dentro, no es difícil dedudcir que era como su oficina y al mismo tiempo su espacio para reuniones.

—Siéntense chicos —ofreció la teniente señalando unas sillas de madera alrededor de una mesa redonda del mismo material.

—Bueno dejándonos, de formalidades y juegos —comenzó Guerra tomando asiento al lado de su hermana. —Imagino que ya entendieron para que estan aquí. Mi hermana, la Teniente Guerra será la encargada de enseñarles lo básico y fundamental para su supervivencia. Para que me entiendan mejor, aquí formaran sus bases para iniciar la persecución contra los Dark Players —explicó Guerra.

—Pero usted se va a quedar con nosotros ¿no? —quiso saber Camila.

—No, lo siento jóvenes, pero este primer paso lo van a dar sin mi ayuda, yo los traje hasta aquí, pero el resto depende únicamente de ustedes, yo debo estar en el colegio, protegiéndolo y pendiente ante cualquier anormalidad, ya saben a que tipo de anormalidad me refiero ¿verdad?.

—¿Y Brenda? ¿Cómo esta ella? ¿Volverá al colegio? —cuestiono Gaia.

—Brenda se encuentra estable y tiene resguardo militar que le brinda el colegio, puede estar tranquila señorita Remington, y sobre la decisión de volver al colegio, pues le pertenece únicamente a ella —contesto Guerra encogiendose de hombros.

—¿Entonces usted volverá por nosotros dentro de un mes? —ingirió Max.

—Así es Palacios, yo debo volver, y es por eso que de ahora en adelante lo voy a dejar a usted a cargo de sus compañeros, y con eso me refiero a mantenerlos unidos y a guiarlos como bien lo haría...Sebastian en su lugar.

Todos a excepción de Camila, Noah, Mahelo y yo, parecian saber quien era Sebastian, pero no estoy segura de que el Sebastian del que Guerra hablaba sea el mismo al que asesinaron los Dark Players en el colegio hace un año, es decir ¿Por qué mencionarlo ahora? ¿Tendrá algo que ver con Max? No creo que sea el mejor momento para preguntar ¿verdad? Hasta para ser imprudente hay que ser prudente, y más con la cara de velorio que pusieron Max, Erick y Gaia al oír ese nombre.

Max se incorporo, haciendo aún lado su silla, le sostuvo una mirada firme a Guerra por unos segundos hasta que por fin habló:

—Me esforzaré para ser un líder competente como lo fue él antes que yo —prometió.

—Confío en que no me decepcionará Palacios.

Después de eso hablamos un poco más sobre las reglas del campamento, lo que haríamos durante todo el mes, y el cómo Guerra justificaría nuestra ausencia en el colegio, respecto a eso aseguro que habían la suficiente cantidad de estudiantes como para hacer pasar nuestra ausencia desapercibida. La teniente nos invito a comer, lo que no estoy segura sí es nuestro desayuno o almuerzo, o quizá eran ambos.

—Manovan ¿Podemos hablar un instante antes de irme? —cuestiono Guerra al culminar la comida, señalandome la salida con el menton.

—Esta bien —dije con la boca llena, tome un sorbo de agua y lo segui.

—Gracias a ti gran parte de los chicos se unieron al equipo, estoy agradecido y en deuda por ello —confesó en cuanto estuvimos fuera.

—Muy bien, el agradecimiento esta demás, pero lo de la deuda me interesa, tal vez tenga oportunidad de pagarla... con información. ¿Qué más sabe usted sobre mi ma...? —Guerra me interrumpió.

—Y es por eso que le he traído algo que quizá page mi deuda —un soldado se le acerco y le dio una caja rectangular azulada con algunos detalles plateados grabados en ella, me la extendió

—Vamos, habrala —ofreció.

—No estará pensando en comprarme con un regalo para evitar mis preguntas ¿verdad?... le advierto que eso no funciona conmigo. —Eleve una ceja cruzándome de brazos.

—No haga deducciones adsurdas Manovan. En realidad le traje una antigua reliquia familiar perteneciente a una vieja amiga.

Al escuchar esas palabras, un nudo se formo en mi garganta, baje la mirada hacia la caja y mi corazón empezó a latir descontroladamente, como gritandome que la abríera esa caja. Lentamente fui asercando mi mano hacia ella, extrañamente sentí miedo, la mano me temblaba de forma involuntaria, fue algo inexplicable.

—Es, es una...—no sabía como describrir lo que veían mis ojos, sin embargo Guerra me incitó a tomarla. Era hermosa y pesada.

—Es una Katana. Pertenecía a tu madre, ella la uso cuando combatimos a los Dark Players...—explico Guerra.

—Pero...¿Cómo es que la tiene usted y no ella? —quizé saber frunsiendo el ceño.

—Marina era una gran amiga mía,  confiabamos mucho el uno en el otro, es por eso y por sircunstancias de la vida que la tengo yo y no ella. Además, tengo entendido que esta es una reliquia familiar que a pasado de generación en generación, y es por eso que desde que supe que usted existía Manovan, deduje que esto le pertenecía. Espero y con el entrenamiento y el tiempo aprenda a utilizarla, y le de un uso provechoso —explico Guerra poniendome la Katana en las manos, era algo memorable para mi, el arma que alguna vez porto mi madre, ahora me pertenece, pero...ya seriamente.
¿Por qué una Katana?

Esto es propio de los chinos o japoneses ¿no? ¿Qué haría alguien con una Katana el Latinoamerica? Bueno, creo que esto demuestra que hay muchas cosas que desconozco de mi familia materna.

Al verme en ese transe, Guerra me dio una palmada en el hombro y se puso en marcha sin esperar respuesta de mi parte. De forma instintiva  levante la mirada y al verlo alejarse, algo en mi motivo a hablarle.

— ¡Guerra! —llamé su atención — Gracias —dije levantando la katana con una mano, él se volteó hacia mi e hizo un saludo militar llevándose la mano derecha a su frente, por agradecimiento a quizá por el mismo instinto que me llevo a agradecerle, imite su saludo con respeto.

—¿Y eso? ¿Qué? Ahora vas hacerle de samurai o algo así —comento Mahelo con voz divertida señalando la Katana con su mirada mientras mordía una manzana.

—Te parese que tengo cara de samurai o de algo por el estilo.

—Si, y mucho más con esa cosa —contesto divertido.
Puse los ojos en blanco e hize  un ademán de golpearlo pero volvió a entrar en la tienda antes de que pudiera tocarlo.

***
Noah

Primer día de entrenamiento. Sí ese sería hoy, son las doce de la noche pero aún no logro dormir, Gaia y María Elisa no me lo permiten, ya que desde hace dos horas tienen una  reñida competencia de quien ronca más fuerte. Ni siquiera cuando duermen pueden dejar de competir. Nos habían dado una tienda para los ocho, y sí, nos toco compartir con los hombres por qué según la teniente sí ibamos a ser un equipo deberiamos empezar por respetarnos y convivir confiando los uno en los otros. Lo de el respeto, lo respeto, pero eso de tenernos confianza ya es mucho pedir, y justo por ello colgamos unas sabanas oscuras creando una especie de cortinas para así dividirnos la tienda: mitad chicos, mitad chicas.

Llegaron las cinco de la mañana y alguien llego a la tienda gritando.

—Escuadrón capullo hora de levantarse, repito, escuadrón capullo levantense.

Ok, eran las cinco de la mañana y apenas había dormido un par de horas, pero para aquella mujer algo obesa y mal humorada, los quejidos y bostezos de todos, no era de importancia. El único en levantarse fue Max y apenas pude escuchar lo que habló con esa mujer, pero haya sido lo que haya sido, logro hacer que aquella mujer molesta se fuera, y lo agradescí, por eso puse la almohada sobre mi cabeza.

—María Elisa, María Elisa —escuche como llamaba a María Elisa insistentemente, pero al parecer ella no despertaba, quite la almohada de mi rostro y vi como Max le quito la cobija de encima dejándola expuesta al frío y una vez más pronunció su nombre con fuerza —¡María Elisa!.

—¿PERO QUÉ TE PASA, MALDITO LOCO? —se incorporo protestante María Elisa sobre su colchoneta, lanzándole una mirada fulminante al chico frente a ella.

—Devuélveme mi cobija, antes de que te destroce con mis propias manos idiota —exigió María Elisa exaltada, provocando que Camila y Gaia abgieran los ojos y afuerza tuvieramos que incorporarnos con caras de desaprobación.

—Ten —Max le lanzo la cobija a la cara —Gracias por ayudarme a despertar a las chicas. Levántense ya, tenemos cinco minutos para cambiarnos a ropa deportiva —dijo señalandonos a todas.

De reojo pude ver como María Elisa volcó los ojos y soltó una palabra se levanto hecha una furia.

—No sé cuanto tiempo pasara hasta que mate a ese idiota —mascullo, al tiempo que empezaba a cambiarse de ropa en una esquina.

El día anterior nos dieron todo un uniforme militar a cada uno, compuesto por tres camiseta, dos pantalones y un short, todo color verde militar, botas negras, y una gorra del mismo color. Dada las circunstancias en las que nos saco Guerra del colegio aquí nos proporcionarían de ropa y todo lo que necesitáramos durante nuestra estancia.

—Vamos Camila deberíamos hacer lo mismo —le indique a Camila.

—No entiendo porque tenemos que usar ropa del ejercito cuando ni siquiera pertenecemos a el —protesto Gaia.

—Deberías darle las gracias Guerra, por traernos aquí sin un solo trapo — refunfuño María Elisa, aún furiosa por lo de Max.

—De hecho, pensándolo bien, el uniforme no esta tan mal, después de todo a mi todo me queda bien, a diferencia de...unas cuantas sin suerte y con mal cuerpo —añadió Gaia recoguiendose el cabello, viendonos de reojo, como toda una vibora. Más en el mismo instante salio de la tienda antes de que María Elisa o yo pudieramos atacarla.

—Este mes va a ser un mes muy largo — Camila soltó un suspiro.

—El mes si, pero mi paciencia no, y es por eso que creo que ella será la primera en probar el filo de mi Katana —aseguro María Elisa, antes de salir de la tienda disparando rayos por los ojos.

—Por cierto ¿Qué te dijo María Elisa sobre esa Katana? —le pregunte a Camila.

—Solo me dijo que era una reliquia familiar que estaba en poder de Guerra, creo que tambien pertenecio a su madre —contesto ella encogiendose de hombros

—De verdad. Que extraño, ella no habla mucho de su madre.

—No, creo que es un tema delicado que no deberíamos tocar al menos que ella quiera hacerlo.

—Buenos días Camila, ni siquiera sale el sol y tú ya ilumunas  este lugar y mi vida, estas hermosísima —comento Erick depositando un beso en la frente de Camila. Ella se sonrojó y apenas pudo balbucear un dulce buenos días Erick. En cuanto los vi salir de la tienda muy acaramelados, me dispuse a hacer lo mismo cuando...

—¡Buenos días Noah! —la molesta voz de Jeff invadió mis oidos.

—Good bye —conteste entre dientes al tiempo que salí de la tienda.

Al salir no solo me encontre con los chicos sino con la misma teniente que ayer nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja, convertida en una roca dura e inexpresiva, no, sí algo gritaban sus ojos era disgusto, molestia. Una vez Mahelo salio de la tienda hablo:

—Hagan una fila frente a mi ¡Rápido! — ordeno. Entre tropiesos, y torpesas lo hicimos lo mejor que pudimos —manos de tras, saquen pecho, bien alineados, mirada al frente, piernas firmes y bocas bien cerradas —ordeno la teniente al notar nuestra eminente torpeza para alinearnos, mientras ella daba las indicaciones nosotros tratábamos de apegarnos lo mejor posible a ellas.

—Son unos principiantes qué no saben nada de la vida, y mucho menos de reglas al parecer. Dije claramente ayer que aquí nos levantamos temprano, eso no quería decir que esperabamos a que sean las cinco de la mañana para empezar a sacarnos las lagañas de los ojos, a las cinco ya deben estar de pie y uniformados. Recuerden que sí están aquí es para aprender a defenderse y a luchar, no para ser parte de un curso vacacional ni mucho menos, tengan siempre presente que su fuerza esta en su motivación su objetivo en una finalidad...y su vida en sus manos. Así que, el provecho que le saquen al entrenamiento, y el que aprendan o no aprendan, depende únicamente de ustedes. Su amado colegio y la preciada vida de sus compañeros depende de ustedes, no de mi, ni de nadie en este lugar ¡Entendido!.

—Si, señora —coreamos todos al tiempo.

—Espero no tener que volver a repetirlo. Y no es si señora, es: si mi Teniente ¿entendido?.

—Si mi Teniente —respondimos en coro.

—Ahora, como sanción por levantarse veinte minutos tarde darán veinte vueltas a la cuesta norte ¡Entendido!.

—Si mi Teniente.

Después de responder, Max lídero el recorrido hacia la cuesta. Y creo que empiezo arrepentirme de haber dicho que si, la cuesta norte era bastante empinada, con la probabilidad de subir unas diez veces pero no más, y lo peor es que tendría que hacerlo veinte.

Evie♡

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