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6.Una posible salida

                        Capítulo 6

Una posible salida

María Elisa

Después de ser prácticamente atrapados, y arrestados hasta el departamento de inspección donde tuvimos una platica bastante constructiva con Guerra, quien por alguna extraña razón no dejaba de mirarme mientras cuestionaba y cuestionaba el ¿Qué hacíamos en esa casa? Y el ¿ Porqué solo las mujeres nos veíamos pésimo y con moretones?.

Por un instante hubo un silencio bastante tenso, nadie daba respuestas a Guerra y el seguía mirándome con interés, su mirada era muy incomoda para mi hasta que llegue a mi límite:

—Bueno, puede hacerme el favor de dejar de mirarme, habemos diez personas aquí, ¿por qué solo me mira a mi? Por muy extraño que le parezca yo no tengo la culpa de nada de esto.

—Pues su record académico y disciplinario deja muy en claro todo lo contrario, señorita Manovan, es más, podría casi apostar que usted es la cabecilla de todo este revuelto —me espetó Guerra.

—Conozco, y reconozco muy bien mi récord académico,  pero nadie conoce mejor mis limites que yo, y esta vez yo solo fui arrastrada a esta situación, más no fui parte de la corriente que la trajo, ok. —le puse las cosas en claro al General, pero al parecer a Gaia le ofendió mi comentario y soltó un bufido.

—¿Como te atreves a decir que no provocaste esta situación? Sí tú y esa— señaló a Camila —arruinaron mi primer día de colegio, desde que llegaste no has dejado de fastidiarme, eres  insoportable y sí alguien tiene la culpa de todo eres tú no nosotras.

—Ay por favor Gaia, no te hagas la víctima, sabes perfectamente que tú no eres precisamente una santa paloma, admite que tampoco nos soportas y que fuiste tu la que cito a María Elisa en el patio para según tu, arreglar cuentas —  intervino Noah dejando congelada a Gaia.

—Tienes pruebas de eso, como puedes acusar a Gaia sin pruebas o fundamentos —arremetió Brenda.

—¿Quieres pruebas? Esta bien, podemos traer la nota que dejaron en nuestra puerta, que otra prueba contundente más que esa —acuso Noah.

—¿Y acaso eso cuenta como prueba?, como probarían que es la letra de alguna de nosotras, cualquiera pudo haberla escrito —defendió Brenda.

—No es necesario comprobar si la letra es de alguna de ustedes, de lo contrario como explicarían el hecho de que estaban a esta hora fuera de sus dormitorios y ¿haciendo qué?, eso es aun más sospechoso — puntuó Camila.

—Deberían dejar de decir estupideces y calmarse. Debo recordarles en donde y en frente de quien están —nos reprendio Max con hastío.

—El joven Palacios tiene razón, yo sigo estando aquí y analizando la situación como lo he venido haciendo, veo que no quieren hablar como gente civilizada, es por eso que he tomado la decisión de  que se retiren a sus dormitorios y no salgan de allí hasta nueva orden entendido—. Ordeno Guerra sin más, la verdad no entiendo, pensé  que nos pondría algún castigo, pero nada, él simplemente nos mando a todos a nuestra habitación escoltados obviamente por sus guardias. De camino al dormitorio Gaia y yo no dejábamos de mirarnos de reojo quería agarrarla de los cabellos y trapear el pasillo con ella, pero sabía que en esos instantes me era imposible así que mantuve el autocontrol. Cuando  llegamos a nuestras respectivas habitaciones los guardias nos encerraron con llave, al parecer Guerra sabe más que leer y escribir y nos mando a encerrar. Guao que novedad.

Una vez dentro de la habitación ninguna hablo mucho, sabíamos que estamos en problemas, porque aunque Guerra no nos aplico ningún castigo — aún —nuestra boleta disciplinaria saldría con un reluciente rojo, algo que en mi no sería nada nuevo, pero en ellas...

Despues de asearme, en cuanto puse mi cabeza sobre la almohada me quede totalmente dormida, después de todo me sentía cansada. Los moretones y las pequeñas heridas que Gaia había dejado en mi cuello  y rostro ardían y hasta cierto punto dolian, pero me confortaba pendar que ella debía estar sintiendo exactamente lo mismo.
Mi dulce sueño, era eso, dulce, despues de haber golpeado a Gaia, sí era muy dulce, pero dicha dulcura se acabo a las cinco de la mañana, hora en la que el guardía encargado del edificio entro invacibamente en la habitación con bocinas haciendo ruido por toda la habitación  y gritando:

—¡Arriba! Hora de levantarse holgazanas.

—¿Y ahora qué? Todavía es de noche — chisto Camila, clavando su cabeza en la almohada.

—No señorita, está amaneciendo, ya es hora de levantarse —sonó la bocina nuevamente, pero esta vez no dejo de hacerlo si no hasta que todas nos vimos obligadas a incorporarnos en nuestras respectivas camas, cubriendo nuestras orejas ya sea con las manos, las almohadas o en mi caso mi perro de peluche.— Les doy un minuto para ponerse de pie, dos para lavarse los dientes y tres para cambiar su pijama por su uniforme deportivo— ordeno la oficial, pero al ver que la pereza invadía nuestros cuerpos y no acatabamos con agilidad sus ordenes solto un grito para que nos apresuraramos — ¡Es Yaaaa! — acompañándolo de un fuerte ruido por parte de la bocina.

En respuesta nuestros cuerpos dd inmediato activaron todos sus sentidos, y nos pusimos en  acción e hicimos todo lo que la vieja cara de roca nos había ordenado. Al salir de la habitacion nos llevaron al patio trasero donde hace unas horas nos habíamos peleado Gaia y yo, para nuestra sorpresa o no, ella ya estaba allí, con cara de momia por cierto, no supero su expresión de odio, histeria y fastidio hacia mi, me resulta divertido verla enojada, de alguna forma extraña me resulta tan satisfactorio. Después de nosotras llegaron escoltados por el mísmisimo Guerra —quien vestía su clásico uniforme verdoso al estilo militar— Erick, Max, Jeff y el chico cuyo nombre desconocía, todos vistiendo su uniforme de deportes, pero ¿Dónde esta la antipática de Brenda, y la sonsa de Glenda? Bueno, al parecer no era la única con esa duda porque en cuanto Gaia tuvo a Guerra de frente no dudo ni un segundo en exiguile una respuesta.

— No entiendo porque estoy solo yo aquí. ¡Guerra! estoy hablando con usted, no sé haga el ciego ¿Porqué  me hizo venir solo a mi y a Brenda y Glenda no?.

— Señorita Remington, generalmente no acostumbro a contestar preguntas a estudiantes en situaciones como esta, pero debido a que se trata de usted, haré una exepción....— sin una sola expresión en el rostro Guerra le explico que los estudiantes con varios años en el colegio tienen derecho a la exoneración de una  sanción siempre y cuando los padres estén de acuerdo y dado a que su padre no estuvo de acuerdo, ella recibiría la sanción a diferencia de Glenda y Brenda quienes si fueron exoneradas de la sanción. Pobre alma en desgracia.

— ¡¿Pero cómo?! —se escandaliso ella —Esto no puede ser, yo también merezco la exoneración, usted esta siendo muy injusto Guerra. Pero de una vez le digo que cuando yo hable con mi madre, usted pagara muy caro por esto —lo amenazo  Gaia en un ataque de histeria señalandolo con el dedo índice.

A Guerra parecía no importarle su berrinche,  dado que se limito a inclinarse sobre ella para luego decir:
—Lamento informarle Remington que su mami no esta aquí, y usted debe defenderse sola, y cuide su tonito que no esta tratando con ninguna de sus amigas— Gaia apreto sus labios en una dura línea, y yo tuve que esforzarme mucho para reprimir mis ganas de reir a carcajadas —La señorita Manovan se esta burlando de usted ¿va a permitirlo?— Gaia me miró de reojo para confirmar las palabras de Guerra y al hacerlo puso sus ojos en blanco, cerro sus puños, pero no paso de allí su rabieta.

Mientras Guerra nos compartía su plan para hacernos entrar en cintura, por el inconveniente de anoche, nos recordó lo que dijo el primer día en su discurso:

Ninguna indisciplina se queda sin sanción.

Primero nos hizo calentar trotando en nuestro propio terreno durante quince minutos, luego empezó lo que según él era lo bueno. Nos ordenó hacer cuarenta flexiones de pecho a las mujeres y doscientas a los barones, para los hombres cuarenta eran un chiste pero doscientas eran una tortura, y hacerlas todas seguidas sin descansar  iba a ser todo un reto. Yo de algo estaba segura, y era de que si subía, no bajaba y si bajaba pues obvio no subía, pero tampoco estaba dispuesta a dejar que Gaia se burlara de mi  por mi condición física, así que empecé haciendo las flexiones lo más lento posible para prolongar mi resistencia, por otro lado, Gaia tenia la cara enrojecida, casi podría asegurar que gran parte de ello era gracias a la ira que la consumía por dentro, sumando a eso el esfuerzo que hacia con cada flexión, estaba como braza ardiente. Camila definitivamente estaba sufriendo más que yo, ella es más frágil que cualquiera de nosotras, estoy segura que no hará más de diez— sí es que las hace —mientras que Noah es la única que esta sacando la cara por las mujeres, párese ser que hace ejercicio muy seguido, pues las flexiones no le estaban costando casi nada.

Los chicos se ven tan varoniles que casi puedo contar las venas de sus brazos mientras hacen flexiones, tan guapos y al mismo tiempo tan imbeciles, el claro ejemplo de que no se puede encontrar inteligencia y belleza en un mismo ser.

—Vamos chicas, les di mucho menos que a los chicos ya deberían haber terminado.— Dijo Guerra en un tono divertido al ver nuestro sufrir con el pasar de los segundos.

Nuestro día no empezaba nada bien, nada, nada bien, Guerra nos ordenaba hacer un ejercicio tras otro sin descanso. Cuando por fin nos dio tregua los primeros rayos del sol ya pintaban el cielo, nos dejo descansar y nos dio una botella de agua junto a una barra integral, lo que dijo sería nuestro desayuno, razón por la que Gaia no dejaba de quejarse y de amenazar a Guerra con su madre, era toda una molestia tener que escuchar sus rabietas. Por otro lado las miradas entre Camila y Erick  se estaban volviendo empalagosas, mientras que Noah y yo nos manteniamos juntas pero no revueltas, es decir, compartíamos cuarto, comíamos juntas, pero todo porque Camila era amable con ella y no la dejaba sola, y pues conmigo  aun no tenia muy buena relación que digamos. Para evitar que me diera un coma diabetico gracias a Erick y Camila me aleje un poco de donde estaban todos y me senté algo retirada sobre el cesped.

—María Elisa —Noah llamo mi atención y se sentó a mi lado, la mire por encima de mi hombro al tiempo que le daba una mordida a mi barra integral —escucha, sé que no me porte bien contigo al principio, fui grosera y bueno, ya sabes, me porte contigo como una tonta, sin razón alguna, y es por eso que...quisiera ofrecerte una disculpa — estaba alucinando ¿verdad?. No, no era así, esto estaba pasando  de verdad. Admito que sus disculpas me tomaron por sorpresa, no me las esperaba, pero parecian sinceras, y siendo sincera me dio algo de penita que me las pidiera, y al mismo tiempo, me pareció algo graciosa, se nota que le costo acercarse y decirmelo.

—Despreocupate, reconosco que tampoco he sido muy amable, y tal vez sea hora de dejar los malos entendidos a un lado, además, despues de lo que pasamos anoche pienso que estamos en el mismo barco, juntas será más divertido joder a Gaia —. Estire mi mano hacia ella para sellar la paz entre nosotras, mientras nos dábamos un estrechon de manos Camila se acerco a nuestras espaldas.

— ¿De que me perdí? al parecer los ejercicios hacen más maravillas de las que yo pense.

— Tal vez — Noah esbozo una sonrisa.

—¿Feliz?— mire por encima de mi hombro  a Camila.

—¿Feliz? Feliz estare el día en que Lili deje al tarado de Josélo.

—Ese sí es un verdadero imposible— dije subiendo las dos cejas.

—Señoritas —grito Guerra.

A lo que todas contestamos  en unisono si.

— El descanso termino, y como todo el Discipline School ya desperto, su siguiente tarea es dar veinte vueltas en el estadio que esta a vista de todos antes de llegar a la cafeteria.

— ¡¿Queee?!— chisto Gaia.

— ¿Algún problema Remington?.

— No uno, varios, de hecho, usted es el problema ¿porqué se empeña en que hagamos ejercicio? ¿por qué simplemente no nos da otro tipo de sanción?.

—Habla por ti misma Gaia, nadie quiere otro tipo de sanción aparte de ti, es más, sí quieres otro tipo de sanción menos agotadora y más privada esa podría ser.... lavar los baños por ejemplo — intervino Max oportuno, dejando a Gaia con los puños cerrados y pataleando de impotencia.

—Buen punto joven Palacios, sí alguno quiere otro tipo de sanción. Son libres de decirme, tengo una lista jugosa de sanciones por probar.

Por la mirada que vi entre esos dos, me dio la impreción de que a más de callar a Gaia, la verdadera intención de Max era protegerla de una sanción que la horrorisara. Romeo salvando a su julieta.

Después de que medio colegio nos viera dar vueltas como estúpidos en el estadio mientras desayunaban, Guerra nos asigno limpiar   puertas en pareja a las chicas, obvio una tenía que ir con Gaia y para rematar mi suerte Guerra me eligió a mi, me limite a volcar los ojos y poner una expresión de fastidio al igual que ella. Esta vez sin quejas, pues sabía que Guerra no se retractaría en nada, mientras que a los chicos les toco hacer limpieza en la bodega del estadio y la del gimnasio respectivamente, Guerra los dividió de igual forma, dos para cada tarea.

—¿Que me ves? — espeto Gaia al ver que la miraba fijamente con expresión irritada a través de la puerta de vidrio mientras la limpiaba con un trapo.

— Lo que tu no ves —respondí entre dientes.

—Muy graciosa —forzó una sonrisa.

—Tonta.— Le dije.

— Boba.

—Babosa.

—Salvaje.

— Irracional.

—Ignorante.

—Falsa.

—¡¿Falsa?!—chitó— ¿Bajo que cargo me llamas falsa?.

— Bajo el cargo de que te ensañaste  conmigo y delante de Guerra querías lavarte las manos anoche— le recordé tirando el trapo que tenía en la mano a la cubeta con más fuerza de la necesaria.

—¿Y qué querías? Que te suplicara perdon, o que llorara de arrepentimiento, JAJAJA —rió con sarcasmo — olvidalo —concluyo con una voz perversa.

— Eres tan sinica, y tan falsa, que incluso una caricatura es más realista que tu propia vida.

— ¿Te quieres callar? — dio un golpetazo a la puerta.

—No, no quiero ¿Por qué no vienes y me callas tú? Digo...sí puedes —dije en un tono desafiante, insitandola a venir del otro lado. Tiro el trapo con el que limpiaba a una cubeta molesta y cuando estaba apunto de venir asía mi, apareció Gomez, uno de los guaruras de Guerra.

—Señorita, no querrá meterse en más problemas, ¿verdad? —dijo el guardia, lo que la obligo a quedarse del otro lado. Me limite a disimular una sontisa de triunfo mientras ella ardía furiosa del otro lado de la puerta.

------------- Bodega del Gimnasio--------------
Máx

—He conocido personas sinicas, pero ninguna como la que tengo en frente ¿O me equivoco Max Palacios? — comento Mahelo quien me veía con reproche del otro lado de la percha que estavamos limpiando.

—No estoy siendo sinico, simplemente no creo que tengamos tema de combersación— respondí a secas.

—¡Ay por favor! No te hagas, sabes porque estoy aquí, y aun así sigues finjiendo no conocerme.

—No finjo. Anoche no te reconocí por la gorra que llevabas, muy aparte de que no te he visto en dos años, además, no creo que quieras un abrazo de bienvenida ¿o si? —le mantuve la mirada.

— No quiero tu hipocresía, seamos realistas Max, tú y yo tenemos mucho pendiente ¿Y sabes? No voy a irme de aquí hasta dejarte destrozado tal y como tu me dejaste hace dos años —amenazo mirándome con la ira que lo carcomía por dentro reflejada en sus ojos.

—Pues ya puedes empezar a empacar, alguien te ha ganado, ya estoy destrozado, y te recalco que yo no tuve la culpa de nada de lo que paso hace dos años —le dije manteniéndole la mirada.

Eramos amigos, cómplices, casi hermanos, pero aquel accidente...aquel trágico día hace dos años nos llevo a ambos por caminos diferentes. Confieso que me quede perplejo cuando lo reconocí esta madrugada. Mahelo había en el Discioline School...Mahelo de vuelta a mi vida, justo cuando ellos también anunciaban estar de vuelta en el Discipline School.

—Sigues victimizandote, pero ya no me importa. No necesito volver a preguntarlo, tomare venganza por mi mano, y cuando caigas y sientas lo que yo sentí hace dos años, entonces,  solo entonces, estaré satisfecho.

Tras recalcarme su amenaza, nos mantuvimos la mirada durante unos largos segundos de tención
Tención que para mi se volvió una sentencia. Una sentencia que aseguraba que él cumpliría su palabra, pero ¿Destrozarme más de lo que ya estaba? ¿Sería posible? 

La tención no se rompio sí no hasta que una voz autoritaria desde fuera de la bodega invadió nuestros oídos:
— Mucha charla estoy oyendo y poco polvo están sacudiendo.

Nos limitamos a seguir limpiando  sin volver a dirigirnos la palabra, aunque nuestras miradas no dejaban de encontrarse y de querer aniquilarce mutuamente. Yo no tenía nada contra él, pero tampoco lo quería cerca, menos con ellos anunciando su regreso...menos siendo él tan subseptible a la sed de venganza.

-----------------Horas más tarde---------------

María Elisa

Después de limpiar, trapear, correr, volver a limpiar y volver a trapear, Guerra nos dio un pequeño descanso, y cuando estaba apunto de ir con las otras chicas y dejar por fin de verle la cara a  Gaia, apareció Gomes para decirme que Guerra me esperaba en el departamento de inspección, cosa que me tomo por sorpresa, estaba agotada como para tener que ir a ver Guerra y soportar sus charlas de moralidad y buen comportamiento, pero de todas formas tendría que ir. Cuando llegue a la pequeña sala de espera afuera de su oficina me sorprendí al ver que después de unos segundos llego también el amargado de Max. La sorpresa fue mutua pues no pasaron ni diez segundos cuando pregunto:

—¿Sabes porque nos mandaron a llamar?.

— No lo sé ¿Tienes alguna idea?

—Sí la tuviera no te estubiera preguntando —respondió entre dientes con la mirada irritada que tanto lo caracteriza.

—Interesante amabilidad —respondí con ironía.

— Interesante inteligencia —respondió viéndome de reojo.
Entre abrí los labios para soltar una palabrota, cuando Guerra nos llamó desde dentro de su oficina anunciando que podíamos pasar, volque los ojos al ver que se apresuro a entrar cerrandome la puerta literalmente en la cara, es que definitivamente es un animal, no tiene ni una gota de amabilidad o sí quiera consideración en el cuerpo. Abrí la puerta por mi cuenta y la azoté a mi espalda, mientras que me tomaba mi tiempo asesinando a Max con la mirada quien ya se encontraba sentado cómodamente en una de las sillas frente al escritorio de Guerra.

Guerra me ofreció tomar asiento en la silla al lado del grosero de Max, considerando mi ahotamiento físico y las sircunstancias, me limite a obedecer y a sentarme sin tener la mínima idea de para que nos habían llamado.

— Seré directo con ustedes— se inclino sobre su escritorio, apoyando sus dos manos entrelazadas estrategicamente—me parece que ambos son chicos muy inteligentes, hábiles y de gran intelecto — no entendía a que venía tanto halago, pero sí algo era seguro, era que Guerra no lo estaba diciendo para subirnos el autoestima  —por eso me atreví a llamarlos aquí, para hacerles una propuesta, una que no pueden rechazar después de escucharla.

—¿Qué tipo de propuesta?— preguntamos don grosero y yo al tiempo.

— Una muy interesante. Verán, primero que nada quiero confiarles este secreto, porque confío en que lo mantendrán así, como un secreto. Pero antes que nada quiero saber sí ustedes han oído hablar de los...Dark players o sí saben algo sobre ellos —quiso saber Guerra sin reflejar expresión alguna en su rostro, pero con la mirada clavada en nosotros, en mi.
Los Darck Players ¿Qué carajos era eso? Nunca había oído tal nombre, nunca había pensado en algo así...pero al parecer por la expresión de Max su caso es todo lo contrario al mio.

— Yo he oído algo al respecto, de alguien que dijo haberlos tratado en el pasado —respondió Max. Justo como lo sospechaba

—Yo no se nada, podría expli....— Max me interrunpio.

— Los Dark players o jugadores oscuros, son estudiantes que juegan con la estabilidad emocional de los más engreídos del colegio, los más adinerados, insoportables y egocentricos....

—En resumen personas como Gaia y Josélo —lo interrumpí.

—Bingo, pero eso no es todo, no solo se dedican a amedrentarlos, en algunos  casos los matan, o los conducen a su muerte —abrí los ojos como platos al oír lo que Guerra había dicho. —Es una organización que tiene convenios con mafias, estas los proveen de armas y de todo tipo de insumos, mientras ellos ocultan grandes cantidades de estupefacientes dentro del colegio; es todo un negocio y su único fin es llevar a la ruina el colegio, o purgarlo, depende que tanto hayan evolucionado.

—¿Y cómo es que ustedes están tan informados de el proceder que llevan los Dark players ?— exigió saber Max.

—Por que esto no es algo nuevo en el colegio, esto sucedió hace ya casi veintiún años, yo era un estudiante del Discioline School cuando ocurrió el primer asesinato. En aquella ocacióm fue la hija del director quien falleció,  era una chica muy guapa y popular pero al mismo tiempo muy egocéntrica y prepotente con los becados, fue entonces cuando los Dark Players hicieron su primera aparición dejando una nota sobre su cadáver lleno de puñaladas y ensangrentado...

—¿Qué decía la nota? — cuestione intrigada.

—Decía una menos . En aquel entonces todos nos quedamos aterrorizados ante tal fatídico acontecimiento...pero hubo alguien que no se dejo amedrentar, también era millonario, pero siempre tuvo un corazón humilde, él se encargo de reunir a siete chicos con el suficiente valor como para enfrentar a los Dark players, entre ellos tube el honor de estar yo— extrañamente no sé porque no me sorprende. —Él, no solo nos brindo  capacitación de lucha libre, karate, o de como disparar un arma, o de moral, nos dio el coraje que nos impulso a ir detrás de los Dark Players, y así correr hacia ellos luchando hasta ir descubriendo todo sobre su mecanismo de trabajo. Así fue como  nos dimos cuenta que no eran mafiosos los que se infiltraban por las noches en el colegio, sino que eran los mismos estudiantes los que integraban a los Dark Players.

— ¡Qué!— exclamé perpleja.

—Y supongo que el hombre del que tanto habla es Sebastián, el jardinero ¿verdad?— quiso saber Max.

—Si, asi es Max, Sebastian fue nuestro líder en aquel entonces y fue un gran líder. Él fue quien arriesgo su propia vida por la  de los demás en aquel entonces y ahora...

—¿Qué quiere decir con  ahora? O es que...

Las palabras de Max parecieron quedar atoradas en su garganta. Guerra continúo por él.

—Pues lamentablemente así es, los Dark Players fueron los que lo asesinaron Max. Sabían quien era en realidad y fueron por el antes que nadie — concluyó Guerra bajando la mirada apenado.

Max se levanto de imprevisto y dio un golpetazo en el escritorio de Guerra, parecía frustrado y furioso al mismo tiempo. La ira y la impotencia con la que miro a Guerra antes de salir a pasos largos de su oficina me dejo clarísimo que algo no estaba bien aquí, muy aparte de los Darck Players.

—No entiendo nada, pero tampoco quiero que me siga contando como podremos llegar a morir todos aquí — dije levantándome lentamente, más mientras me dirigía hacia la puerta, cuando mi mano toco la perilla, Guerra habló nuevamente.

—Tu madre también fue parte de los Revolutions ¿Lo sabías? —me guiré hacia él con los ojos abiertos como platos.

—¿Los revolutions? ¿Mi...madre?

—Ese fue el nombre que le dimos al grupo que enfrento a los Dark players hace veintiún años, y Marina, tú madre también fue parte de los revolutions.

Marina. Era la primera vez que escuchaba  el nombre de mi madre en la boca de alguien que no fuera mi padre o la mía. Eso quiere decir que mi madre también estudió aquí, ella estuvo aquí, recorrió estos mismos pasillos...

— No le creó ¿Cómo es eso posible...?— lo miré incrédula.

—Es la verdad, tu madre fue muy amiga mía, conocí mucho sobre ella incluido el hecho de que su padre no la quería tanto como a su hermana mayor...

Momento, ¿Cómo que hermana mayor?Tengo una tía. Mi padre jamás me lo había dicho, y conociendolo nunca me lo diría. Tengo una tia, una hermana de mi mamá, eso...cambia muchas cosas.

— ¿De verdad?.

—Así es, ella defendió al colegio con coraje y decisión. Marina era una chica muy especial, y cuando digo especial no miento —hizo una pequeña pausa y me miró fijamente —tú madre tenía un pequeño...gran secreto. Ella podía hacer que alguien olvidará cosas, momentos u detalles con tan solo manipular la mente usando la de ella.

— ¡¿Qué?!

No lo puedo creer ¿Mi madre era un fenomenó? O Guerra me estaba mintiendo. Jamás había obtenido tanta información sobre ella de una misma persona. Guerra me había dejado más intrigada que nunca, tenía ganas de saber más de ella, quizas Guerra sabía que habría sido de ella todo este tiempo. Tambien cabe la posibilidad de que me este tomando el pelo, pero sí de algo estoy segura, es  de que mi corazón me dice que estoy más cerca de mi madre que nunca.

Evie♡

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