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33. Verdades y Respuestas

Capitulo 33

Centro de operaciones de las fuerzas especiales del Ecuador

Max

Han pasado ya diez horas desde que los D.P se llevaron a Marial Elisa, no puedo negar que la angustia y la desesperación me están matando por dentro, y lo peor es que no puedo ir a su encuentro.

—Vamos bro, anímate todos aquí están trabajando para encontrarla. — Me dice Erick dándome una palmada en el hombro.

Estábamos en el centro de inteligencia de las fuerzas especiales del país, Guerra junto a Marcela la directora del Revolution School movieron todas sus influencias para traer el caso de los D.P hasta aquí. Claro de la manera más discreta posible. El caso es que Guerra ya veía venir algo así por ello desde que los chicos del Revolution School pisaron el Discipline School Guerra estuvo haciéndoles un seguimiento a cada uno de ellos, claro con la ayuda de Marcela quien desde que supo por Guerra que los D.P habían vuelto no dudo ni un segundo en colaborar en todo (a diferencia de Duque quien no ve más allá de sus narices). La cosa es que lo último que captaron las cámaras fue a María Elisa saliendo de su habitación totalmente vestida de negro con la Katana en la espalda y muy bien enmascarada; y a los D.P entrando al salón de química, después de eso no había nada, lo único que sabemos es que se la llevaron por los pasajes, pero lo que nadie sabe es donde.

Pero a pesar de todo esto había algo bueno, y era que Guerra se adelantó a los hechos y puso un rastreador en la Katana de María Elisa antes de entregársela, ahora todo está en que aquí puedan rastrearla y que los D.P no la hayan desechado en el camino. Lo bueno es que hay más de cincuenta personas especializadas trabajando en el caso, lo malo es que entre esas cincuenta personas no estábamos nosotros siete, a duras penas Guerra accedió a traernos con él hasta aquí, pero nos ha mantenido al margen, nos tiene en una especie de sala de espera sonde solo podemos ver gente entrando y saliendo de la sala donde verdaderamente esta la adrenalina.

—Como me pides eso si han pasado diez horas y aun nadie va a buscarla. ¿Sabes todo lo que pueden hacerle en diez horas?

—Max ya deja de poner a volar nuestra imaginación. María Elisa está bien, yo creo firmemente en eso—dice Gaia mientras se come la última de sus uñas.

—Yo no estaría tan segura, esas bestias no se la llevaron para nada bueno— dice Noah alimentando mi desesperación.

—¡Ya no aguanto! — digo levantándome de golpe de la silla en la que estaba sentado.

—Max no seas imprudente, tenemos que esperar—dice Camila jalándome del brazo.

—¿Esperar que? ¿Esperar a que nos traigan su cadáver? Camila a ellos lo único que les importa es atrapar a los malos lo demás les vale tres centésimos.

—Yo pienso exactamente lo mismo. Nuestro lugar no está aquí esta allá fuera buscando a María Elisa. —Dice Mahelo y se lo agradezco.

—Tal vez en eso tienen razón, pero...ni siquiera tenemos la más remota idea de por dónde empezar a buscar además míranos...todos traemos el uniforme deportivo de las olimpiadas parecemos un foco no podremos infiltrarnos en ningún lado con facilidad. — Comenta Jeff y verdaderamente tiene toda la razón.

—Habla por ti mismo— dice Noah saliendo de la sala de control, como se metió allí no lo sé, pero por la sonrisa en su rostro presiento que trae buenas noticias.

—¿Como lograste entrar? — se apresura a preguntar Gaia

—Eso es lo de menos, pero mientras ustedes perdían el tiempo discutiendo yo disidí entrar en acción. Hace más de dos horas obtuvieron la ubicación de Maria Elisa...

—¿Que?

—¿Dónde está?

—Está en la mitad del mundo.

—¿La mitad del mundo? ¿estas segura?

—Claro que sí, escuche claramente cuando Guerra se lo decía a Marcela. Además, también escuche que la única razón por la que no han podido darle luz verde a la operación de rescate es porque la mitad del mundo es un lugar turístico, y aunque es día de semana hay mucha gente y sacar a todos de ahí pondría en sobre aviso a los D.P.

—Claro escogieron un lugar de difícil acceso—comenta Erick llevándose una mano al mentón, pensativo.

—No lo creo, deben estar muy bien ocultos, el monumento es un lugar turístico por lo tanto siempre va a ver personas, además trasladaron a María Elisa desde Guayaquil hasta aquí, tuvieron que tener una muy buena cuartada para poder traerla y encerrarla donde sea que la tengan. —Deduce Mahelo.

—Es cierto, debe haber algún pasaje, o alguna entrada que solo ellos conocieran, así aunque estén debajo del monumento nadie los descubriría.—dije imaguinando todas las formas posibles de entrar.

—Claro, solo necesitamos un mapa del monumento o alguien que lo conozca como a la palma de su mano, de esa forma tal vez podamos encontrarla.— argumenta Jeff.

—No lo sé, aun si encontráramos a ese alguien o algo que nos guie, nos sería imposible ir sin armas solo con las santas manos. Recuerden que si la trajeron hasta aquí es porque el último de los D.P de la antigua generación quiere algo de ella. —Camila nuevamente poniéndonos un freno, pero esta vez sí fue uno útil. No tenemos armas en estos momentos, tampoco los trajes que solemos usar para enfrentar a los Darck Players...y estamos a kilómetros del colegio.

—Tal vez yo pueda ayudar. —Dice Noah y todos giramos nuestra mirada hacia ella— Mi padre amaba la caza, solía tener el ático repleto de pieles y armas en casa, tal vez algunas puedan servirnos de algo.

—Y yo puedo pedirle a Dimitri el asistente de mi madre que nos lleve ropa similar a la que usábamos para enfrentar a los D.P a la casa de Noah. — Argumenta Gaia solucionando todos nuestros problemas.

—Entonces ya está vamos a tu casa, vemos si podemos llevarnos algunas armas y nos cambiamos— Le dice Camila a Noah.

—Si, si la cosa es...que mi madrastra va a estar allí... y la verdad no creo que le agrade verme.

—Dime una sola cosa Noah, ¿la casa es suya o tuya? — le pregunta Jeff.

—Legalmente es de ambas, está dividida a la mitad, pero ella no está dispuesta a admitirlo.

—Bueno eso es todo lo que necesitaba saber, Gaia que nos acompañe tu mejor abogado.

—Estoy en eso. — Responde Gaia he inmediatamente empieza a teclear algo en su teléfono.

—Max una vez me comentaste que tienes un tio notario, ¿crees que pueda acompañarnos?

—Si se lo pido como un favor de vida o muerte probablemente lo haga.

—Bien, y tu Erick ¿podrías pedirle prestados un par de guardaespaldas a tu padre?.

—Esperaba que dijeras eso.— dice Erick llevándose su celular a la altura de su oreja.

—Bien. Noah ya no estás sola. Vamos a ayudarte a recuperar la parte de tu casa que te pertenece y vamos a rescatar a María Elisa.

No perdimos más el tiempo y sin avisarle a Guerra nos dirigimos a la primera tienda de ropa que encontramos de camino, era mejor que cada uno comprara algo a su gusto y talla a tener que vestirnos al gusto de Dimitri. No tardamos mucho en salir de aquella tienda vestidos totalmente de negro y gris, los siete con un atuendo que dejo a más de uno mirándonos con la boca abierta en la calle, en especial porque detrás de nosotros ya venían los cuatro guardaespaldas que Erick le solicito a su padre (soy sincero sí yo no llevara puesto esto también nos vería así). La casa de Noah fue nuestra siguiente parada, la cual por suerte no estaba muy lejos del lugar.

Era una gran mansión, estaba toda pintada de blanco y colores perlados, el portón principal contaba con un sistema de seguridad que incluía una clave, la cual por suerte Noah conocía. Gracias a que se nos unieron en el camino tanto la abogada Uceda como mi tío, pudimos darles a conocer parte de los hechos (solo la parte que incluye a Noah como víctima de su madrastra, los D.P eran punto y aparte).

—Bien, sí ella pone resistencia nosotros le dejaremos claros tus derechos linda. — dice Uceda mientras nos adentramos en el jardín principal de la casa.

—Tu solo confía en nosotros, no te preocupes por nada.

—No estoy nerviosa ni nada por el estilo...solo estoy algo ansiosa... pero estoy bien. — les dice Noah.

—¡Señorita! ¡señorita! — un hombre de unos treinta años que estaba lavando un auto cerca de la casa emprendió toda una carrera hasta llegar a nosotros, los guardaespaldas intentaron impedirle el paso, pero Noah les dijo lo contrario.

—Señorita que alivio me da verla aquí, ¿está bien? ¿Necesita algo?

—Gracias Miguel, aunque suene raro te he extrañado... pero ahora no vengo a hacerte una visita cordial ¿esta Fiona?

—La misma que viste y calza queridita—en el umbral de la puerta principal apareció la que supongo era la madrastra de Noah. Una mujer de cabello castaño claro, muy bien vestida como de unos cuarenta años, cuarenta años que se esfuerza en disimular—¿Se puede saber cuál es el motivo de tu visita en Mi CASA? — pregunta la mujer acercándose a nosotros. Noah también da unos cuantos pasos para ir en su encuentro y se retira las gafas oscuras que llevaba.

—No puedo ser visita siendo dueña ¿no lo crees?— le dice Noah sosteniendole la mirada.

—No te pases de lista conmigo, esta casa es lo que tu padre me dejo como su esposa, y tu lo sabes perfectamente.

—Pues eso no es lo que dijo mi padre en su testamento ¿sabes?

—¿Ah no? — la mujer simula asombro.

—No.

—Pues que pena, pero esta casa es legalmente mía así que todos se van para fuera... que lástima que tu padre ya no está aquí para corregir el error más grande de su vida...engendrarte— la mujer parece disfrutar lo que dice, y Noah se ve notoriamente afectada. Pero a más de los guardaespaldas Noah vino con nosotros y no íbamos a permitir que la hiriera de tal manera.

—No señora dejeme decirle que se equiboca, el error más grande de la vida del padre de Noah fue haberse casado con una víbora como usted— dice Camila haciendo que la mujer fije su mirada en ella.

—¿Y tu quien te crees para hablarme así pitufina?

—Sí de personajes de historias hablamos una bruja a usted le queda corta— la interrumpe Gaia mirándola de arriba abajo.

—Señora de Zabala, soy la abogada Roberta Uceda, él es el notario Oscar Palacios, y estamos aquí para asegurarnos de que la señorita Zabala reciba la parte de la mansión que le corresponde tal y como su difunto padre afirmo en su testamento.

—A ver, a ver, a ver. A mi me importa muy poco quienes sean y cuantos masterados tengan, a mi se me van de mi casa, por las buenas o por las malas.

—Sí emplea violencia contra la joven aquí presente ella podría demandarla facilmente con todos nosotros como testigos. No complique más las cosas y firme este documento donde se estipula que usted va a ceder sin objeción alguna la mitad de la mansión a la señorita Zabala—Dice Uceda, poniendo frente a ella un papel.

—¿Y qué le hace pensar a usted que yo voy a firmar ese papel? — dice la mujer burlesca

— Pues sí no lo hace fácilmente podemos llevar esto a juicio.

—Así es, como notario puedo afirmar que usted está irrespetando la voluntad del difunto señor Zabala, y que la señorita aquí presente no ha recibido su parte de la herencia.

—Exacto. Y no solo eso al irnos a juicio usted...podría perderlo todo, debido a que los años que estuvo casada con el señor Zabala no fueron muchos, además de que no tuvieron hijos, por tanto, la señorita Zabala tiene mucho más derecho sobre esta casa y todos los bienes que el señor Zabala dejo.

—Ustedes creen que yo me voy a tragar ese cuento. Noah por tu propio bien diles que se larguen de mi casa. — exigió la mujer, pero Noah no dio respuesta alguna— no te basto con matar a tu madre. No te basto con ver sufrir a tu padre hasta la muerte ¿qué más quieres de la vida?

Noah cerro sus puños con notoria ira.

—Quiero que me dejes en paz— dijo Noah dándole una fuerte cachetada— quiero lo que es mio y no voy a permitir que sigas manipulandome con eso. Yo no los mate, eso lo tengo claro, aquí la única que a intentado hacerme creer eso eres tú.

—Eres una mal agradecida— dice la mujer haciendo un ademán de querer golpear a Noah pero los guardaespaldas se lo impiden tomándola de ambos brazos forzándola a retroceder.

—No, aquí la única malagradecida eres tú. Ya no estoy sola Fiona, tengo amigos que me apoyan y me aceptan tal y como soy, así que con toda seguridad te digo que de ahora en adelante tus palabras ya no me afectan más.

—Me importa muy poco quienes sean tus amigos, no vas a hacerme firmar nada— le dice la mujer intentando librarse del agarre de los guardaespaldas.

—Muy bien, entonces nos veremos frente a juez. Prepárate porque voy a dejarte sin nada—. Dice Noah pasando por su costado, dirigiéndose hacia la puerta de la casa.

—Muy bien entonces nos veremos pronto. Hasta la próxima señora. Nos veremos en los tribunales. Y de ante mano le digo que hasta el día de hoy no he perdido ni un solo caso— dice la abogada Uceda antes de retirarse junto a mi tío, quien antes de irse se despide de mi con un pequeño abrazo, el cual devuelvo y le agradezco por su presencia hoy.

Los guardaespaldas seguian sosteniendo a la mujer, impidiendole dar un solo paso. Mientras que el hombre que en primera instancia se acerco a saludar a Noah no dejaba de menear la cabeza con satisfacción y cierto asombro.

—Lo siento, pero algo en mi interior me dice que debo hacer esto— dice Camila antes de acercarse a la mujer y estampar su mano en su mejilla— Eso  es por todos los años que ha hecho sufrir a Noah.

—¿Como te atreves a pegarme? ¡maldita!— resongo la mujer, pero los guardaespaldas no la soltaban, más segundos después Gaia hizo exactamente lo mismo, dejandole la mejilla casi verde.

—Eso es porque se lo merece y porque nos esta quitando tiempo.

—Ni crean que esto se va a quedar así voy a buscarlos hasta por debajo de las piedras engendros, y voy a acabar con ustedes— dijo la mujer amenazante.

—Suerte con eso, mi padre es un magnate petrolero — responde Gaia burlesca pasando por su costado.

—El mío es el juez más importante del país— digo regalándole una sonrisa amarga. No es que me enorgullezca ser hijo de ese hombre o llevar su apellido.

—El mío es el ministro de justicia. — pasa Jeff por su costado haciéndole un puchero burlesco.

—El mío es el dueño de las empresas más grandes del país, so sorry.— dice Erick.

—El mío es un mafioso muy temido, pero tranqui, no vive en este país— dice Mahelo guiñándole un ojo.

Creo que básicamente mintió en eso, pero Mahelo nunca pierde la oportunidad de ser él.

Dejamos a la mujer en manos de los guardaespaldas para que no interfiriera en nuestros planes y así entramos en la casa. Noah aun parecía algo nerviosa por lo que sucedió con su madrastra, pero entre Camila y Gaia se encargaron de subirle el ánimo.

Noah nos llevó por las escaleras principales que estaban en el centro de la casa hasta el segundo piso, allí subimos por un ascensor hasta el quinto piso y de allí subimos al ático.

Noah se tomó unos segundos para procesar sus emociones encontradas mientras que los chicos y yo empezamos a buscar dentro de las cajas que allí había. En algunas encontramos fotos, en otros juguetes, y en otras algo de ropa vieja.

—Chicos aquí hay un baúl algo viejo con una cerradura— anuncia Mahelo desde una esquina cercana a la pequeña ventana que iluminaba el lugar. Todos nos acercamos para ver aquel baúl, que en efecto se veía algo deteriorado.

—Aquí deben estar, mi padre las tenía muy bien guardadas, por suerte, este candado es de clave y no de llave— dice Noah de cuclillas frente al baúl.

Noah empieza a probar todas las combinaciones posibles y cuando parece ya no tener ideas... pone la fecha de su cumpleaños veintidós de diciembre de 2005, y mágicamente el baúl se abrió.

—¡Qué belleza!— a Mahelo notoriamente se le ilumino la mirada.

Allí habían toda clase de armas, pero teníamos que ser discretos así que optamos por las más pequeñas. Yo tome un revólver, una navaja de bolsillo, un cuchillo de caza y una daga extrema.

Las tres chicas optaron por lo mismo, un par de dagas, y una pistola. Mientras que los chicos se disputaban una carabina, y aunque trate de decirles que era muy grande, ninguno me hizo caso y al final Mahelo termino recargandola en su espalda. Jeff obto por llevar una detonadora, sería perfecta para crear una distracción, mientras que Erick al final se limito por llevar una pistola y una daga.

Una vez armados, nos ubicamos unas pañoletas para cubrir nuestros rostros y  tomamos prestado el auto blindado de la madrastra de Noah, a quien por cierto decidimos dejar amarrada y al cuidado del chofer, así no nos daría problemas. Gaia contacto a alguien que nos ayudaría con un mapa detallado del monumento, y se lo mandaría por el celular.

Ahora solo nos quedaba ir a la mitad del mundo y encontrar a María Elisa.

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Maria Elisa

Una hora ha pasado desde que descubrí que Dylan es el gran jefe. Lo admito aun no salgo de mi trance, a pesar de que algunos Darck Players me han golpeado y jaloneado como han querido no he pronunciado palabra. Miguel el ex D.P que estaba encerrado junto a mí también está siendo golpeado, pero de manera más sebera. Este tendido en el suelo mientras alrededor de cinco D.P lo golpean.

—¡Ya basta! — exijo al ver que empieza a toser sangre. Ya no estábamos en las celdas, Dylan con la ayuda de otros D.P nos llevó por unas escaleras hasta una habitación oscura iluminada por una única lampara vieja pegada al techo (asumo que es vieja porque no deja de parpadear) yo estaba atada de pies y manos a una silla de hierro y metal, mientras que al pobre Miguel no dejaban de golpearlo en el suelo.

—¿Ahora quieres hablar? — me dice Dylan jalándome del cabello hacia atrás obligándome a verlo a los ojos, unos ojos verdes penetrantes y llenos de odio, ya no llevaba mascara ni nada solo el mismo uniforme de siempre al igual que los otros D.P, con la diferencia de que ahora por fin puedo ver en su pecho una especie de escudo conformado por un triángulo con dos ojos de sapiente de fondo, una D y dos fusiles. Y es que hasta ahora reconozco su astucia para camuflarse, incluso uso lentes de contacto y un peinado diferente que para nada lo relaciona con su verdadero ser frente a toda la sociedad—¡Mira lo que le hacemos aquí a la gente que no nos sirve! 

Los D.P seguían golpeando al pobre chico, Dylan reía y parecía disfrutar aquel cruel espectáculo; cerré mis puños llena de impotencia, cada gruñido de dolor que escuchaba por parte de Miguel me llenaba más de rabia, sentía que iba a estallar de la impotencia, cerré mis ojos con fuerza y puedo casi jurar que una sensación extraña recorría todo mi cuerpo, ya no escuchaba los gruñidos y jadeos de Miguel ni la risa malévola de Dylan, estaba por entrar en un extraño trance hasta que...

—¿Que se supone que están haciendo? — una voz ronca y hostil me trajo de nuevo a la realidad; junto a la puerta pude ver la figura de un hombre acercarse— Él no es de importancia, ¿por qué gastan su energía en él?

Aquel hombre se acercó más hasta la escasa luz que iluminaba la habitación permitiéndome apreciar su rostro alargado y figura de casi dos metros de alto. Vestía un uniforme similar al militar, pero era totalmente negro y gris, alto robusto y de cabello entre negro y gris, la perfecta combinación para alguien a quien los años le ha pasado factura. En cuanto hablo, Dylan dejo de reír y los demás dejaron de golpear a Miguel. Todo esto ya me decía quién era... el último de los D.P de la antigua generación.

—Ella es en quien deben centrar su energía— me señala con su mentón al mismo tiempo que intercambiamos miradas. Ese hombre literalmente me estaba estrangulando con la mirada.

—¿Qué es lo que quieres? — pregunte enarcando una ceja.

—Muy fácil, tan fácil y no lo has adivinado— se inclinó hasta mi rostro apoyando sus manos en el reposabrazos de la silla— quiero tu habilidad.

Tenía tan cerca al verdadero culpable de tantas muertes, y al mismo tiempo no podía hacerle nada... nada excepto escupirle la cara.

Sí le escupí la cara y no saben lo satisfactorio que fue hacerlo; pero lo que paso después de ello no fue nada satisfactorio. Me miro con rabia antes de incorporarse y darme una fuerte cachetada haciendo que hasta la silla tambaleara. Aun con gran parte de mi cabello sobre el perfil adolorido de mi rostro, regrese a verlo con una sonrisa sarcástica.

—¿Eso es lo mejor que puedes hacer? — dije mientras el limpiaba su rostro con su ante brazo— Peores golpes me ha dado la vida...tú solo puedes hacerme cosquillas.

Tampoco iba a dejar que se llevara el gusto de verme sufrir.

—¡Ja! — sonrío de costado—. Escúchame bien niñita— se volvió a inclinar sobre mi pero esta vez apoyo una de sus manos en el hombro donde tenía la herida de bala, y con su pulgar empezó a ejercer fuerza sobre ella, haciendo que irrevocablemente comenzara a jadear y retorcerme del dolor—. Yo no soy la burla de nadie, y por sí no te has dado cuenta te recuerdo que tu insignificante vida está en mis manos ahora... así que deberías empezar por mostrarme algo de respeto.

Concluyo y dejo de estrujarme la herida. Algo que me causo un gran alivio. Se incorporo y me dio la espalda para centrar su atención en Miguel quien como pudo se puso de pie. Tomé un suspiro y de reojo volteé a ver mi hombro que nuevamente estaba sangrando.

—Ahora sí puedo divertirme contigo— dijo Dylan sacando una navaja de su bolsillo. Me miraba como un perfecto psicópata apunto de asesinar a su víctima, y yo no podía sentirme menos indefensa.

—¿Qué pretendes hacer idiota? Estas mal...lo que hacen está mal...— dije entrando en pánico, los D.P a mi alrededor me miraban burlescos he incitaban a Dylan a dañarme, como sí de un deporte se tratara.

—¿Mal? ¡Mal! Mal es lo que le hacen a los pobres becados al encerrarlos en el Discipline School— respondió con los ojos muy abiertos acercando la navaja a mi rostro.

—Ni siquiera eres becado ¿por qué haces esto?

—Por qué mi hermano sí lo fue... yo tuve la suerte de ser adoptado por una familia con dinero, mientras que mi hermano gano una supuesta beca con todo pagado para estudiar en el Discipline School ¿Sabes cuanto duro con vida allí dentro?... ¡¿Lo sabes?! No duro ni tres meses antes de suicidarse... el acoso que sufrió allí dentro lo llevo a la tumba... ellos lo mataron y yo... solo le hice justicia... pero luego llegaron ustedes y se interpusieron en nuestro camino, nos pusieron trabas que nos llevaron a retrasar nuestro trabajo...por eso queremos tu habilidad, y vamos a obtenerla por las buenas o por las malas— me estaba hablando como todo un psicópata, jugueteaba con la navaja sobre mi mejilla mientras hablaba con la mirada perdida, probablemente este bajo el efecto de la droga que Miguel menciono.

Es ahora cuando me doy cuenta de que actúe impulsivamente y que sí muero aquí va a ser totalmente por mi culpa, y lo peor de todo es que voy a morir y ellos van a seguir viviendo para hacer atrocidades. Lo único que me consuela es saber que al menos me reuniré con mi mamá.

Solo espero que los chicos no cometan una imprudencia como la mía y que sean felices algún día.

—Espera Dylan, no te emociones demasiado— el D.P vuelve su mirada hacia mi— antes de morir ella debe hablar, por las buenas o por las que sea...

Evie.

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