32. ¿Secuestro?
Capitulo 32
¿Secuestro?
María Elisa
Han pasado dos días desde que visité a mi madre en el cementerio, poco a poco me he hecho más a la idea de que ella ya no esta. Gracias a la ayuda de las chicas y a que me la he pasado centrada en los juegos de las olimpiadas no he tenido tiempo de pensar en cosas como mi padre y mi ahora tía Estefanía. De todos los chicos Noah parece ser quien me entiende a la perfección, es la que menos me pregunta como me siento, o sí tengo ganas de llorar, en lugar de eso trata de distraerme con cualquier cosa que no tenga nada que ver ni con mi madre ni con los D.P, ya sea criticando la forma de caminar de alguna de las chicas del Revolution School, o burlándose de los intentos fallidos de Brenda al acercarse a Max, aunque este último no deja de estar cerca de mi y de leerme pequeños fragmentos de los libros de su autor favorito Carlos Cautemoc Sanches, y la verdad no están nada mal, cada libro deja una huella diferente en quien lo lee, y lo digo por la forma en que Max me explica todo lo que experimenta y reflexiona sobre la vida al leer.
Por otro lado Erick y Camila parecen haber solucionado su gran problema, ahora aunque ya no se los ve derramando miel como meses atrás, se los ve más serenos el uno con el otro, según Camila decidieron no ignorar lo que él le hizo, pero sí pasar la página he iniciar después de un punto y aparte, que significa eso, pues no lo sé, solo sé que ahora se llevan aparentemente bien. Y ni hablar de Mahelo y Gaia, ese par se la viven agarrados ya sea de las manos o de los pelos, pues Mahelo ama estar con Gaia tanto como ama la nicotina...y pues a Gaia no le gusta mucho eso, razón por la que de las 24 horas que trae el día 10 son novios y las otras 14 son...bueno son horas de silencio amoroso o algo así.
Debo confesar que a pesar de la situación y de los acontecimientos de los últimos días, las voces en mi cabeza seguían molestándome, las pesadillas y las repentinas imágenes de sucesos que no pertenecen a mi vida, sino a la del chico con el que accidentalmente cree un vínculo, también seguían fastidiándome, por ello, esta noche me arme de valor, (Max y los demás prefieren esperar a que Guerra les de luz verde para actuar, pero yo no podría soportar esta situación una noche más) el enemigo estaba durmiendo bajo nuestro mismo techo, estaba a unos cuantos metros; EL D.P MAYOR, y yo iría por él esta noche. Pero esto lo haría totalmente sola.
La cosa es que los directivos del Revolution School están en los dormitorios al norte de las oficinas (los dormitorios individuales más amplios del colegio), tendría que pasar por varios salones para poder llegar; pero eso no sería muy complicado puesto que Guerra se fue de lengua y me dio la ubicación de varios pasajes que me facilitarían el trabajo. Con la Katana en mano y la ropa que normalmente uso para este tipo de eventos (la de color negro y botas de cuero) salí sigilosamente del dormitorio para no despertar a las chicas, acomodé el pañuelo en mi rostro de tal forma que solo mis ojos y mi frente quedaran a la vista. Esta noche yo misma pondría fin a las muertes causadas por la injusticia, el abuso y el odio.
—Acabare con ellos en tu memoria mamá lo prometo, aunque me cueste la vida...voy a hacer justicia por quienes ya no están en este mundo— me dije a mi misma.
Baje por las escaleras de emergencia del edificio y al final de las mismas comencé a buscar en la pared la manera de entrar en el pasaje que me llevaría hasta las oficinas. La pared estaba conformada por bloques de piedra, parecía uno de los pocos lugares históricos y sin remodelar del colegio, puesto que se notaba que eran muy viejos.
—¿Dónde carajos está?—masculle empezando a desesperarme, por más que presionaba ninguno de los bloques me daba acceso al pasaje, y fue entonces que recordé— Nada es lo que parece...y sino puedo entrar así...entonces debo mover algo mas...algo que nadie movería...y eso sería...el extintor, por supuesto— subí un par de escalones y tome el extintor entre mis manos, pero la pared seguía sin moverse; prometo que en ese instante estuve a punto de entrar en la desesperación pero mi madre debe haberme iluminado, pues se me ocurrió como último recurso presionar hacia dentro el gancho que sostenía al extintor...y entonces la mentada pared si se movió. El gancho era como un botón, un botón que nadie presionaria en su sano juicio.
Dentro del pasaje habían antorchas encendidas a lo largo de la pared, debo admitir que entrar sola empezaba a darme algo de miedo, pero no tenía tiempo para titubear, iba a hacerlo, sin importar el precio, por mi madre, y por todos aquellos que murieron injustamente.
Una vez que di un paso dentro del pasaje la pared empezó a cerrarse a mi espalda, el camino estaba iluminado y ahora no me quedaba más que avanzar. Este pasaje debe ser uno de los más antiguos, pues está lleno de telarañas e insectos, pero no soy Gaia así que puedo manejarlo. Llegado el fin del pasaje moví la última antorcha hacia la derecha (Guerra siempre nos decía que algunos pasajes de abrían así) dejándome ver el salón de química, este salón era uno de los más cercanos a las oficinas, estaba yendo por buen camino, salí del pasaje y quedé en la parte trasera del salón, por lo que empecé a avanzar hacia la puerta, más en cuanto estuve a unos pasos de la misma un P.D entró al salón plantándose frente a mí.
—Vaya, sí que te tomaste tu tiempo, ya empezaba a desesperarme— era el P.D de la moña, el líder y el más despiadado, esta vez sus ojos no se veían oscuros y penetrantes sino de un color verde...un color verde que se me parecia muy conocido.
—Lo bueno se hace esperar...y tú fin no podía ser excepción— dije al mismo tiempo que desenvaine la Katana y apunte hacia su cuello.
—¿Estás segura de lo que vas a hacer? Hoy estas solita...tus amigos no vendrán a salvarte.
—Sola o acompañada voy a terminar con tu traumada existencia gran jefe. Tú eres un ser despreciable que no ha hecho más que matar por deporte.
—¿Deporte? ¡Ja! Te equivocas, cada uno de esos engendros merecían su muerte, no aportaban a este mundo, tampoco eran personas que merecieran vivir y sí murieron, murieron por su propia boca...nadie que acosa a otra persona por sentirse superior merece un regalo tan grande como lo es la vida...¿O que opinas tu Calipsto? Alguien que tortura verbal y psicológicamente ¿merece vivir?.
Su mirada y la mía estaban conectadas pero no podíamos estar de acuerdo. Admito que su pregunta me hizo titubear me hizo pensar en el abuso que sufrió mi madre por parte de mi padre, pero yo no podía dejarme llevar por sus palabras.
—Ni tu ni yo somos los que otorgamos el regalo de la vida, por lo tanto, solo aquel que nos la dio tiene el derecho de decidir sobre ella. No vas a confundirme, lo que tú y los tuyos han hecho no tiene nombre.
—¿Y lo que vas a hacer tu sí? — dijo desviando su mirada hacia la katana, misma que ahora yo sostenía a la altura de su cuello. En eso no mentía, yo estaba por hacer lo mismo que ellos habían hecho con otros antes; mataría a alguien a sangre fría, por una supuesta justicia.
Sus palabras verdaderamente me distrajeron, momento que el aprovecho para desarmarme. Con su antebrazo golpeo y tiro hacia un lado la katana, instintivamente retrocedí. Él estaba por atacarme, y yo tenía que defenderme, como pude evadí su puño el cual venía directo hacia mi cara, me agache para evitarlo al mismo tiempo que tome la daga que guardaba en una de mis botas.
Empezó a lanzarme tubos de ensayo que había sobre las mesas, yo trataba de evadirlos refugiándome debajo de las mesas; libero la bestia que llevaba por dentro y su objetivo...era matarme.
—Vamos Calipsto, ¿no venías a matar? ¿Por qué te escondes?. Vamos sal de una vez— exigió amenazante. Mi corazón latía a mil por hora, estaba sintiendo el verdadero temor, ese imbécil tenía mi katana en sus manos, y claramente estaba mejor armado que yo.
Vine en busca de justicia, y aunque me cueste la vida la buscare hasta el final; tome el poco valor que me quedaba refuguiandome en los recuerdos de mi madre y tome un ácido de entre los tubos rotos en el suelo, por suerte el ácido estaba bien resguardado por lo que no se abrió.
—Yo no vine a matar yo vine a hacer justicia— sin más me acerqué a él a pasos agigantados y le lance el ácido a la mano con la que sostenía la Katana.
—¡AYYYY! —. Dio un grito desgarrador dejando caer la Katana al suelo; el guante en su mano estaba derritiéndose y pegándose a su piel, aproveche para tomar la katana de nuevo y esta vez no iba a darle opción a distraerme. Estaba retorciéndose del dolor en el suelo y yo sin titubear levanté la Katana para atacarlo, estuve a nada de atravesar su tráquea, pero un disparo a la altura del hombro me detuvo...sí alguien me disparo por la espalda. Caí al suelo indefensa apoyando mi cuerpo en una de mis rodillas mientras mantenía la otra flexionada y adolorida, sentía que la herida me quemaba todo el brazo, sentía una especie de jalón que iba desde mi cerebro hasta mi brazo herido, con la mirada nublada traté de reconocer el rostro de mi agresor más me fue imposible porque no era uno eran barios...y a ninguno pude verle el rostro
—Tu fin está llegando Calipso... ¿o debería llamarte María Elisa? — a lo lejos escuche decir a alguno de ellos.
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La cabeza me daba vueltas, sentía los ojos pesados y el cuerpo adolorido, más en mi mente no dejaban de retumbar las imágenes del día en que fui a ver a mi madre al cementerio.
—Mamá...mamá... ¡Mamá!
Desperté desorientada, el dolor en mi hombro no había desaparecido, pero sí los D.P a mi alrededor. Me encontraba en una especie de calabozo, solo había una pared de piedra a mi espalda con una pequeña ventana en lo alto de la misma por la que entraba un poco de luz, lo demás solo eran rejas, rejas como las de una cárcel, oscuridad, y pequeñas goteras que se escuchaban a lo lejos como ecos.
—¿Dónde estoy? — como pude me puse de pie observando todo a mi alrededor sin entender nada— ¿Hay alguien aquí? Malditos, ¿Dónde están? ¡Ayuda! Estoy atrapada. ¡Ayuda!
—Por más que grites nadie vendrá. Nuestro destino es morir aquí— escuche decir a alguien.
—¿Quien eres? ¿Donde estas?
—A tu derecha— gire mi mirada hacia donde provenía aquella voz melancólica.
En otra celda al costado de la que yo me encontraba había un chico de cabello rojizo desordenado. Estaba sentado con la espalda apoyada en la pared, una pierna flexionada sobre la cual apoyaba uno de sus brazos, tenía la cabeza agachada por lo que no podía ver su rostro.
—¿Quién eres? — pregunte con recelo.
—Soy alguien a quien la vida no le ha sabido sonreír— dijo sin levantar la cabeza.
—También te trajeron aquí los D.P ¿no?
—¡Ja!—sonrío amargamente apoyando su cabeza en la pared, dejándome apreciar su rostro, estaba algo sucio y con moretones, se nota que lleva más tiempo que yo aquí— Cabe mi propia tumba, por eso estoy aquí ¿ y tú?
—¿Yo? Yo creo haber hecho lo mismo que tú— respondí observando momentáneamente mi herida.
—No lo creo, tú estas aquí por algo más, de lo contrario ya estarías muerta— Dijo volteandome a ver, su mirada se clavo en mi ropa, de apoco empezó a subir su mirada hasta llegar a mi rostro—¿Tú?
—¿Tú? Tu eres...tú eres el chico de la otra noche— su rostro y esa mirada lo decían todo...el era el chico, no había duda.
—Y tú la loca con la habilidad extra humana— dijo entre sorprendido y enojado.
—Por eso estas vivo...por el vínculo.
—Verdaderamente no sé sí debería darte las gracias o matarte para terminar con esto de una buena vez— dijo sin pudor alguno acercándose a la reja de dividía nuestras celdas.
—Sinceramente creo que deberías darme las gracias, después de todo, por mi sigues con vida ¿no?
—¿Y eso debería alegrarme? ¿Te parece que he llevado una vida agradable?
—No lo creo, pero sí me ayudas y me cuentas todo sobre los D.P, quizá podamos escapar. Puedo ayudarte— di un paso hacia la reja donde él tenía apoyada sus manos y conecté su mirada con la mía.
—¿No lo has visto todo ya? Se supone que vives en mi mente ¿no?.
—Sí tienes razón lo he visto todo, pero no he logrado conectar las piezas, él único que puede ayudarme a hacerlo es el protagonista de la película, osea tú.
—¿Y qué vas a hacer sí lo hago? Contárselo a tus amiguitos los super héroes con tu super poder de invadir cerebros ajenos.
—Telepatía suena más bonito y menos poco creíble. Además, conmigo aquí tú ya no eres de importancia para ellos ¿entiendes?
—No es que no lo sepa, pero...
—Pero nada, por sí no te has dado cuenta estoy herida, y he sangrado mucho, sí se me infecta que es lo que probablemente va a pasar, empiece a delirar por la fiebre y entonces sí...tendré una muerte temprana, con agonía, pero sin tanto dolor, a diferencia tuya que no estas herido y probablemente te den una muerte horrible— trate de persuadirlo. Esta era mi oportunidad para aclarar todas mis dudas sobre el retorno de los Darck Players, sea cual sea el método que utilizara tenía que hacerlo hablar.
—¿De verdad puedes sacarnos de aquí sí te cuento todo? — pregunto duduso.
—Sí lo haces ahora quizá me alcance el tiempo para hacerlo.
Frustrado agacho la cabeza en medio de sus dos brazos apoyados en las rejas. Claramente lo estaba pensando, y después de unos segundos, se alejó de la reja y paso una mano por su cabello. No dije nada dejé que asimilara nuestra situación actual y lo que más le convenía antes de decir:
—¿Y bien?
—Tú ganas, voy a confiar en ti, después de todo no tengo más que perder— no pude disimular la sonrisa de satisfacción en mi rostro.
—Te escucho.
— Todo empezó a inicios del año 2021, antes de que la pandemia llegara al país, estaba en clase de educación física, pero no estaba haciendo ejercicio como los demás, estaba limpiando la bodega del estadio, con uno de mis compañeros becados, ambos siempre terminábamos limpiando el desastre o el desorden que dejaban aquellos que tenían el privilegio de pagar el colegio. ¿Sabes? Aquellos que nacen en cuna de oro jamás terminan de valorar lo que les ha dado Dios y la vida— para continuar la historia se sentó apoyando su espalda en la reja que dividía nuestras celdas— creen tenerlo todo y que jamás necesitaran trabajar o esforzarse para ganar algo en la vida. Eso y el abuso que sufrí por los que en aquel entonces eran mis compañeros me empujaron a aceptar ser parte de los Darck Players. Una organización liderada por becados, dedicados a hacer justicia por aquellos que sufrían de abuso en silencio. Al principio creía que solo se trataban de pequeños castigos, pequeñas...lecciones...pero después de entrar en el campamento y recibir el entrenamiento me di cuenta de que no estábamos siendo entrenados para sanar sino para matar. Una vez dentro ya no puedes escapar, y aunque mis principios me lo impedían más de una vez...maté y vi matar, de forma directa e indirecta. Sin darme cuenta me convertí en la mutación del monstruo que tanto daño me hizo en un principio, ya no era yo al que acosaban ahora yo podía acosarlos y matarlos a ellos sí a mí me placía. Entre en un mundo oscuro, un mundo del que cuando quise escapar estuve a punto de encontrar la muerte...los cuatro mayores me lo dejaron claro o mataba o moría, y yo decidí matar...digamos que gracias a ti no tuve que ser partícipe de otras atrocidades que no sean el suicidio.
—Claramente no soy quién para juzgarte...pero me gustaría preguntarte ¿te arrepientes de lo que has hecho? — pregunte observando su espalda.
—Estando aquí, tiempo me ha sobrado para hacerlo. Mis padres son personas de pocos recursos...ellos deben estar muy preocupados, soy el mayor de cuatro hermanos, se suponía que sí me graduaba del Discipline School tendría muchas oportunidades para sacar a mi familia adelante...se suponía que yo estaba aquí para estudiar...no para matar a nadie— su voz comenzaba a quebrarse y la verdad es que me dolió mucho escuchar sus palabras. Me acerqué a él y puse una mano sobre su hombro, estaba llorando, lo hacía en silencio y no me daba la cara, debe sentirse fatal, y de alguna manera lo entiendo.
—Está bien, encontraremos la forma de salir de aquí, tranquilo. Suelta todo lo que llevas dentro y no te avergüences...los hombres también lloran, no eres de hierro.
Mis palabras solo hicieron que él rompiera aún más en llanto, pero ahora podía escuchar sus sollozos y sentía que había tomado mi mano entre la suya. Él debe llevar muchos meses aquí, imagino lo duro que ha sido sobre llevar su vida todo este tiempo, sin nadie con quien hablar, sin saber de su familia, sin tener tres comidas dignas al día...y con suicidios que él provocó sobre su consciencia. Necesita ayuda, no solo para salir de aquí sino también para sanar y auto perdonarse.
—Gracias— dijo con una voz débil.
—No tienes que agradecerme nada a mí, sino a quien desde allá arriba siempre ha estado contigo...cuando me sentía sola, él era mi única compañía, mi único apoyo, y él único al que le contaba todo entre lágrimas sin miedo a ser juzgada, tú deberías hacer lo mismo— no miento al decir esto, Dios siempre ha estado para mi cuando más lo he necesitado, es el único que conoce las batallas que he tenido que librar sola, y él único que me conoce realmente.
—Lo tendré en cuenta...pero esto no será fácil, no solo le falle a mi familia, le falle a él, me falle a mi mismo...yo no debería seguir viviendo...yo soy una escoria.
—No lo eres, sí lo fueras no tuvieras ni una gota de arrepentimiento. No te juzgues a ti mismo, él único que decide hasta cuando podemos vivir es aquel que nos ha dado el regalo de la vida, mientras él no nos la quite, significa que aun tenemos razones y misiones para seguir viendo...vivimos por un motivo y morimos cuando nuestra misión ha sido completada. Nada es para siempre, todo tiene un inicio y un fin...como la vida misma.
Me acogí a las palabras de mi madre, palabras que el fondo tienen un gran significado.
—¿Crees que mi misión en este mundo aún no está completa? — pregunto más tranquilo
—Sí vives es porque aún tienes mucho por hacer ¿no lo crees?
—Tienes razón, sí aún tengo vida aún tengo esperanza...puedo cambiar...puedo ayudar a los que aún no han muerto— lo escuche decir más animado.
—Entonces ¿qué propones?
—Propongo que definamos el concepto Darck Player que te permitirá descubrir aquellas cosas que aún no te han quedado claras...para que esta estúpida organización llegue a su fin— dijo poniéndose de pie, yo hice lo mismo y espere a que se girara hacia mí para oír la verdadera y tan anhelada historia del comienzo de los D.P.
—Primero están los cuatro mayores, cuatro Darck Players sobrevivientes de una anterior generación. Cuatro hombres llenos de pensamientos retorcidos y maldad, los cuatro pertenecen al ejército, pero tres de ellos ya son jubilados por lo que tienen tiempo de sobra para pensar en hacer atrocidades. Ellos fueron los encargados de estudiar y recopilar datos de los veinte Darck Players de la actual generación. Reclutaron a aquellos que, como yo, tenían la mente débil y el orgullo herido. Chicos a los cuales la palabra venganza les sonaba a sinónimo de justicia. Nos entrenaron para matar a sangre fría a quienes ellos consideraban agresores. Cuando terminamos el entrenamiento...fuimos obligados a beber de una especie de pócima que supuestamente nos daría más fuerza y haría más eficientes a nuestros sentidos, pero la realidad era otra, tiempo después descubrimos que era una droga casi letal. Una droga que sí la pruebas una vez deberás tomarla para siempre, puesto que dejarla causaría una muerte no muy bonita. Ese fue su método para obligarnos a todos a quedarnos dentro, prácticamente sabían...que en cuanto descubriéramos su verdadero objetivo intentaríamos abandonar este barco. Aun sin saber que lo que ellos verdaderamente necesitaban era un cuchillo joven con el cual asesinar a sus enemigos, una noche fuimos a iniciarnos, nuestra misión era secuestrar al jardinero del colegio sin dejar rastro. Sí lográbamos hacerlo ellos nos dotarían de las armas necesarias para vengarnos de los que denominábamos niños ricos o los privilegiados. Así fue que mientras unos planificaban su retorno a clases, nosotros planificábamos un secuestro. Bueno no tengo que extenderte esa anécdota, creo que ya sabes cómo termina, tuvimos éxito, lo secuestramos y lo entregamos a los mayores, cinco días después, el primer día de clases su cuerpo es entregado a nosotros en estado de descomposición, lo demás no es algo que quisiera contar. Desde ese momento quise abandonar la organización, pero mi sed enfermiza de supuesta justicia y la droga que controlaba mi cuerpo me lo impedían. Así que seguí adelante, acose a mis acosadores y a algunos los acorralé hasta que decidieron ponerles fin a sus vidas por su propia mano. Todo parecía ir bien hasta allí pues nadie sospechaba de nuestras identidades, ellos se suicidaban y nosotros nos encargábamos de borrar cualquier evidencia que nos involucrara, todo era perfecto hasta que...aparecieron tú y tus amiguitos, y bueno, lo que ha pasado con los Darck Players después de que tú creaste ese vínculo no lo sé...solo sé que el amigo con el que entre en la organización esta...muerto, lo mataron la misma noche que fallo en su misión...
—La noche en la que creamos el vínculo, eso quiere decir que ahora son solo dieciocho, pero... ¿Cómo sabían que había creado un vínculo?
—Yo no lo sabía, pero los mayores de alguna forma lo sabían, tú me registraste aquella noche que quede inconsciente y entraste en contacto con no sé qué y... bueno tu debes saberlo mejor que yo.
—Entiendo, y...creo que hay algo que deberías saber...los tres mayores...ya no existen.
—¿Qué? — regreso su mirada hacia mi— ¿Ustedes los...?
—Tuvimos un pequeño enfrentamiento en el que tuvimos que decidir entre...sus vidas o la nuestra— dije sosteniéndole la mirada.
—¡Ja! — sonrío amargamente— Ahora entiendo, lo que está por pasar no va a ser nada bonito chica, ellos no se van a quedar de brazos cruzados, tú eres el cebo para atrapar a tu equipo...— dijo en un tono de preocupación, más en ese mismo instante escuchamos como alguien se estaba acercando y mientras lo hacía golpeaba con algo las rejas. Nuestras miradas se dirigieron en la dirección que venía aquel ruido...
—Vaya, vaya. La Diosa del mar por fin a despertado— dijo aquel chico misterioso a unos cuantos metros, cual rostro aun no podía ver, pues aún no llegaba hasta mi celda—. Que triste que no sea por mucho...
—¿Por qué no te muestras de una vez? ¿Me tienes miedo? —dije en un tono que sabía que no le gustaría.
—¿Estas loca? En nuestra posición ponerlo de malas es lo que menos nos conviene— me dijo en forma de susurro el chico de la celda de al lado.
—Deberías escuchar a Miguel, en tu posición tus amenazas no sirven de nada— su voz estaba cada vez más cerca, podía sentirlo.
—Entonces ¿por qué no das la cara imbécil?— porque sí voy a morir no voy tragarme nada de lo que quiero decirle.
—Porque...quería darte una sorpresa...María Elisa
—¿Dylan?
Evie♡
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