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2. Discipline School

CAPÍTULO 2

Sí la partida de alguien no doliera entonces la ausencia no tendría sentido.

Max

Un año más en el Discipline School, casi un año de su partida, y aún no hay nadie tras las rejas. Sí no fue el monstruo de Palacios, como tanto asegura mi madre, entonces ¿quién? ¿quién más tendría razones para quererlo muerto? Era un ser de luz, que no haría daño a nada ni nadie, no sin una provocación.

Todas las vacaciones me las pasé entrenando, leyendo, informándome, buscando en la base de datos del colegio de manera ilegal, pero no encontré nada, nada más que lo que ellos quisieron ocultar hace veintiún años, Darck Players se hacían llamar, jugadores oscuros, portadores de la muerte. Todos ya los han olvidado, los han convertido en una vaga leyenda, mística e increíble. Mi padre me dijo que los derrotaron, los asesinaron y los que quedaron fueron enviados a un reformatorio para después cumplir la condena que les correspondía por asesinos en una cárcel...pero ya pasaron veintiún años, y lo que muchos creen leyenda puede estar de regreso.

—Gaia como siempre, y tan hermoso que estaba el día. Sabía que te encontraría aquí, al menos tú te libraste del alboroto —resoplo Erick al tiempo que azotaba la puerta de la azotea. Desde que mi padre falleció de manera misteriosa, me gustaba venir aquí, me relajaba, podía pensar a gusto y aislarme del bullicio. Erick era el único que sabía que me gustaba venir aquí, pero casi nunca subía, porque le daba flojera subir escaleras hasta acá, y porque sabía que sí venía aquí era porque quería estar solo.

—¿Ya llego? —pregunte mientras lo miraba por encima de mi hombro.

—¿No la has visto desde aquí? Llego en nada más y nada menos que un Audi, junto a Brenda y Glenda. Y adivina de qué color era.

—Rosa— me gire a verlo en cuanto puso una mano sobre el barandal.

—Ahora adivina lanzando qué a su paso...— hizo una mueca mientras me veía.

—No lo sé, dinero tal vez...— dije encogiéndome de hombros.

—Eso sería ser humilde, la niña arruino mi placentera plática con un par de chicas muy guapas por cajas con la edición limitada de break hearts, los collares esos de diamantes negros que modela su mamá, todas se volvieron locas y corrieron hacia Gaia solo para tener un estúpido collar— bufó.

—Para ella eso es como caridad, compartir a lo que pocos tienen acceso, o algo así, ya la conoces, su forma de ser humilde no es tan...humilde.

—Humilde será el día en que no use ropa de Chanel —dijo en un tono sarcástico.

—Sabes que jamás lo hará, y ya no sé de qué te quejas, al fin y al cabo pudiste huir del alboroto, seguro que las chicas con las que estabas te buscan al rato —dije al tiempo que pasaba una mano por mi cabello.

—Yo no hui, solo protegía mi seguridad integral de una loca que tiene una amiga que se muere por ti, lo menos que quería era que me bombardeará con preguntas sobre ti, aunque ya hablando en serio bro, ¿Cuándo llegará el día que te enamores? —y aquí íbamos otra vez. Erick piensa que para superar la muerte de mi padre lo que necesito es enamorarme, pero yo no quiero ni dar ni recibir ese tipo de sentimiento, lo que yo quiero es...el dulce sabor de la justicia, o la venganza.

—No empieces maestro, ¿sí? —lo frene en seco — que lo que soy yo no me pienso enamorarme de ninguna loca, y los dos sabemos que eso es lo que aquí más abunda.

Lo menos que quería era terminar aceptando a alguien a mi lado solo para pasar y de paso perder mi tiempo, que es lo que hacen todas las parejas de este colegio.

—Pues que pena tener que informártelo de esta forma— puso una de sus manos sobre mi hombro— pero tooodas las mujeres están locas, si buscas una cuerda, pues serán las de una guitarra, porque lo que es una mujer lo dudo, a menos que...lo que busques no sea una mujer— se mordió el labio inferior mientras entrecerraba los ojos en mi dirección.

—¿Qué estas insinuando? Que me gusta Darío o alguien similar— saque su mano de mi hombro y lo mire con indignación, cuando Erick se ponía en este plan, se volvía intolerable.

—Jajaja, no lo tomes a mal solo era una broma, por supuesto que sé que te gustan las mujeres, solo que a veces me preocupas bro —se defendió reprimiendo un risilla.

—Por supuesto que me gustan las mujeres, y obviamente también sé que todas las mujeres están locas, cada una a su manera tal vez —respondí con indignación— pero espero y tengo la esperanza de que la loca que me toque a mí, será una loca tolerable, una que me entienda, comprenda, la única que ponga mi mundo de cabeza, a esa chica la llamare orgullosamente mi loca.

—Guao bro que palabras tan inspiradoras —se llevó una mano al pecho con dramatismo —pero mejor bájale, no me vayas a pegar tu melosidad, con las cursilerías de Glenda ya he tenido bastante— hizo una mueca asqueado. Erick era un pica flor empedernido, nunca le decía que no a una mujer, menos sí esta era bonita, pero con Glenda era diferente, a pesar de que era bueno, bonita, Erick nunca la había dejado acercarse, y nunca me había querido decir por qué exactamente. El caso es que nunca lo había visto enamorarse de verdad, siempre vivía amores pasajeros, de no más de un mes, vivía preguntándome cuando me enamoraría yo, pero él aún no lo hacía seriamente.

— Oye, por cierto ¿Qué has estado haciendo todas estas vacaciones? Te llame una y mil veces para armar un plan y salir, pero rara fue la vez en la que contestaste o te dignaste en al menos dejarme un mensaje —dijo cruzándose de brazos indignado.

—A diferencia tuya, yo estuve algo ocupado —conteste mientras enrollaba las mangas de mi camisa negra hasta los codos.

—Estuviste entrenando desgraciado —ahogó un gritillo mientras manoseaba mi brazo, recorriendolo con ambas manos desde mi muñeca hasta el hombro. Aparté mi brazo de su alcance con desagrado.

—Te dije una y mil veces que estaba ocupado —le recordé, al tiempo que reacomodaba la manga de mi camisa.

—Sí pero también pudiste invitarme a entrenar, pude al menos haber ido a hacerte compañía. Sabes que somos amigos, y por más desgraciado que yo sea, nunca te dejaría solo en esto, ya ha pasado un año, es hora de que sueltes su recuerdo, que lo dejes descansar en paz.

—En paz solo podré estar el día en que se le haga justicia, el día en que sepa quién fue el culpable...solo ese día. Así que no me pidas imposibles hasta entonces Erick —le conteste con un tono de voz que sonó grosero, es mi amigo, pero cuando toca ese tema, cuando me pide que haga como sí mi padre no haya muerto de forma injusta y abominable, me es difícil controlarme.

Erick se quedó pasmado, con sus labios cerrados en una dura línea. Me aclare la garganta, y me disculpe por el tono en el que le había hablado, pero no por lo que le había dicho, porque esa era la verdad.

—Está bien, te entiendo, y sé que estás en todo tu derecho de estar enojado y anhelar justicia, pero como amigo— subió una mano hasta mi hombro y me dio un pequeño apretón —solo quiero lo mejor para ti, y me gustaría mucho que volvieras a ser el mismo de antes...sé que después de lo que paso es casi imposible, pero, espero que al menos un día puedas estar en paz contigo mismo, yo también lo conocí y sé que a él le gustaría verte feliz y no amargado.

Asentí con la cabeza, como señal de agradecimiento. No podía darme el lujo de perder al último amigo que me quedaba, la culpa por lo que paso con Mahelo me ha atormentado en estos últimos dos años, no quisiera sumar a Erick a la lista de personas a las que he lastimado sin querer.

—Qué te parece sí borramos este pesado ambiente de tensión, y nos vamos a relajar a la cafetería— propuso.

—Sabes que hoy es el primer día, y todo debe estar repleto, así que yo preferiría ir directo a mi habitación, al menos hasta que los padres de los nuevos se vayan

—Nuestra habitación querrás decir, porque déjame decirte amigo mío que seguimos siendo compañeros de cuarto.

—Claro, claro, lo que tu digas, pero este año ni sueñes que voy a ayudarte con tus tareas— remarque mientras avanzaba hacia la puerta.

—Oye, que mal amigo eres, el año pasado pase rosando historia y matemáticas— protesto a mi espalda.

***

—Bro, siento que fue una suerte estar en el mismo dormitorio desde primero ¿no lo crees? —dijo Erick recostado en su cama mientras navegaba en redes sociales.

Su cama estaba junto a la ventana, no soporto la luz solar al despertar y por eso me he quedado la cama de en medio. Me encontraba leyendo un libro sobre los derechos humanos que había encontrado en la pequeña estantería de la habitación, este año cambiaron algunos libros de allí, pero todos tenían que ver con lo mismo:

Como ser más rico.

Cómo hacer crecer tu negocio.

Como piensan los inteligentes.

E incluso había uno que decía: Como dejar la mentalidad de un tonto, ese se lo lance a Erick a la cara, lo necesitaba, es como sí el libro hubiera sido escrito para él, pero obviamente no lo iba a leer, su pereza siempre ha sido muy grande cuando de libros se trata.

—¿Suerte? ¡Ah! la tuya porque lo que soy yo voy a tener que empezar a venderte las tareas este año —susurre tratando de no perder el hilo de mi lectura, apenas y logre escuchar el gritillo de indignación que ahogo Erick con una de sus manos.

—¡Ey bro! No te expreses así, haces que suene como si yo fuera un vago, y no lo soy, llegar hasta aquí me ha costado— remarco girando su mirada hacia mi.

—¿Costarte? Si nunca me pagas, lo único que gastas es saliva para convencerme —Arremetí sacando mi mirada del libro dirigiéndola hacia el.

—Tú sigue levantándome falsos, mientras yo... no me lo creo —dijo cambiando el tono de su voz a uno más profundo, mientras veía con asombro algo en su celular —No vas creer lo que estoy viendo bro.

—Adivino —rodeé los ojos, Erick podía ponerse así de asombrado hasta por un meme sin gracia —un reguetón de Julio Jaramillo —ironice.

—Confieso que eso sería una verdadera joyita —soltó una carcajada —pero solo porque de todas maneras te vas a enterar y yo quiero tener la primicia de tu cara —se bajó de su cama y en un brinco cayó sobre la mía —mira lo que han posteado de Gaia y su escuadrón.

—No es acaso el vídeo del alboroto que armo hace rato, como todos los años —dije mostrándole poco interés, siguiendo con la mirada mi libro.

—No bro, los alborotos de los años anteriores no tienen nada que ver con el de este año, es que lo veo y no lo creo, con decirte que hasta Brenda termino de culo en el suelo —dijo tratando de controlar sus carcajadas.

—¡Que!. No te creo. ¿Cómo? —Deje a un lado el libro para observar la pantalla de su móvil. Eso que decía sonaba demasiado increíble, Gaia era la reina de su entrada ni sé que cada año el primer día escolar, pero nunca pasaba más del alboroto de chicas queriendo obtener algo de lo que ella les regalaba, lo cual me parecía totalmente absurdo, pero a cada loco con su caso ¿no?

—No lo sé, creo que las que lo hicieron son nuevas, peeero estas chicas de entrada ya me gustan.

En el video se veía como Gaia tomaba del brazo a una chica con chaqueta e intentaba darle una de sus cajitas de bienvenida, pero la chica no la tomo, al contrario la hizo a un lado e intento seguir con su camino junto a otra chica, pero Gaia insistió— ella jamás soportaría ser rechazada por alguien y menos públicamente— la chica se molestó le dijo un par de cosas que por el bullicio de alrededor no logre entender, y al final derrama lo que parece jugo de mora sobre el costoso traje brillante color rosa de Gaia. Gaia se ve molesta e irritada, pero es Brenda quien intenta salvar su dignidad y golpear a la chica que lo hizo, y al intentar hacerlo, la chica más bajita defiende a su amiga y hace a Brenda a un lado bruscamente, la detiene y la hace tropezar, para luego enredarse con sus propios pies y caer de culo al suelo.

No vi más del video, le devolví el celular a Erick. Vaya, al fin una chica con agallas que puso a Gaia y a Brenda en su lugar, estoy casi seguro que Glenda lo único que hizo mientras sus amigas eran humilladas fue morderse las uñas, pues no la vi en ninguna parte del video.

Debo admitir que en el fondo siento pena por Gaia, nunca ha sido una persona sencilla, pero fue mi primera amiga, mucho antes de que conociera a Brenda y a Glenda, claro, gracias a eso, ella conoce todo de mí, desde quien es mi madre hasta... mi más preciado secreto, y tengo que admitir que a pesar de todo al menos sabe cómo guardar un secreto.

—Increíble, siempre supe que algún día encontrarían su talón de aquiles, y tal parece que la misma Gaia la retuvo cuando quiso irse.

—Y que no se te olvide Brenda en el suelo y Glenda congelada —añadió Erick con voz burlona.

—Sí ayer me hubieran dicho que algo así pasaría hoy no lo hubiera creído, no me puedo ni imaginar como esta Gaia —dije volviéndome hacia mi libro.

—Por supuesto que no puedes imaginar como esta Gaia, tu mente tiene que estar invadida del como ir a consolar a Brenda, no digas que no galán, eh—. Insinuó con voz burlona sarcastica, subiendo y bajando su cejas de forma divertida.

—Lo creas o no, eso es lo que menos me preocupa, al menos Gaia tiene más ubn porcentaje más alto en cuestión de tolerancia comparada con Brenda.

Y lo decía en serio, la única protesta que tengo contra Gaia es revelarle el nombre de mi madre a sus amiguitas, en especial a Brenda. Se podría decir que toda mi vida he tratado de llevar un perfil bajo y de ganarme las cosas por mi propio mérito y no por ser hijo de alguien importante. Pero desde que Brenda se enteró de quien es mi madre no me la he podido quitar de encima.

—Bro —chillo Erick poniéndose de rodillas sobre la cama, como sí acabara de descubrir algo insólito. —¿Qué te parece si vamos a ver como esta Gaia? Después de todo somos como sus amigos ¿no? —propuso dejándose caer boca abajo sobre mi cama.

—¿De cuándo acá, te importa cómo se siente Gaia? —quise saber dedicándole una mirada fija.

—Desde que necesito obtener la primicia de lo que hará para vengarse —contesto de forma burlona.

—¿Y tú crees que Gaia es tan idiota como para decirte lo que va a hacer?. No mi rey la estas subestimando —puntué mientras golpeaba su cabeza con una almohada.

—Ya, pero...

Mientras discutía con Erick la puerta del dormitorio se abrió y el tercer huésped llego. El año pasado compartíamos cuarto con Dylan, pero se cambió al Revolutión School, era un tipo muy arrogante y pesado, pero me había acostumbrado a ignorarlo, y ahora gracias a su partida tendría que acostumbrarme a la presencia de otro extraño, de quien sabe que grado de irritabilidad. Como le habían asignado nuestra misma habitación entro sin siquiera tocar, era un chico bien parecido de pelo color negro, y bastante alto ya lo hacía jugando en el equipo de básquet.

—¡Hola! ¿Qué tal? Me llamo Jefferson, pero todos me llaman Jeff, eh, me asignaron esta habitación, así que...mucho gusto —se presento con una gran sonrisa, su voz era profunda y su forma de moverse relajada. Se acerco y chocamos los puños en forma de saludo.

—Mucho gusto, me llamo Maximiliano, pero todos me dicen Max, bienvenido.

—Gracias.

—Welcome, me llamo Erick, y, bueno, todos me dicen Erick.

A veces Erick es un poco pesado y hoy es uno de esos días en los que todo le parece gracia, pero al parecer al nuevo le agrada, lo que quiere decir que tendré que armarme de mucha, muchaaa paciencia con este par.

—Eres nuevo ¿verdad? —quise saber, al tiempo que el chico se dejaba caer sobre su cama.

—¿Se nota mucho?

—No suelen haber muchas caritas que yo recuerde en este colegio, pero sí de algo estoy seguro es de que la tuya nunca la había visto Jeff —se adelantó a contestar Erick.

—En eso tienes razón, soy nuevo, y desde ahora su compañero de cuarto.

—Excelente, solo dime una cosa, ¿a quién le vas? Al bicho o a la pulga — Erick se inclinó hacia él con curiosidad, entrecerrando sus ojos.

—Como que a la pulga, a el bicho obvio —en un abrir y cerrar de ojos ambos estaban haciendo el clásico salto de Cristiano Ronaldo y gritando como él su famoso siiiu. Definitivamente tendría que armarme de paciencia con ese par, más los días en que CR7 tuviera un partido.

—Bueno los dejo para que hablen, los veo luego —informe mientras me acercaba a la puerta.

—¡Hey bro! ¿Dónde vas?— quiso saber Erick, mientras abrazaba lateralmente a Jeff.

—A un lugar dónde pueda terminar mi libro —se lo mostré levantándolo en el aire antes de cerrar la puerta a mi espalda.

***

No pensé volver a la azotea tan pronto, pero era el único lugar del colegio en el que podía leer a gusto, reflexionar y hacer un recuento de los hechos, en cada libro encontraba una frase que me hacía reflexionar sobre el ¿Cómo? El ¿Qué? O el ¿Quién? Mi padrastro, el que ante todos era mi padre tenía razones y armas de sobra para hacerlo, pero para acusarlo necesitaría evidencia, evidencia que no dejo, e incluso sí intentara atacarlo físicamente la única que se vería afectada sería mi madre, y lo menos que quisiera es verla sufrir por mi culpa. Aunque mis sospechas recaen sobre él más que en nadie, no puedo confirmarlo bajo ningún medio, por otro lado también esta la espinita que ha crecido en mi respecto a los Darck Players, a papá no le gustaba hablar mucho sobre ellos, pero lo poco que me dijo sonaba a advertencia:

Son impredecibles.

Se camuflan con la noche.

Juegan con tus miedos y te conducen a la muerte.

Sí te fichan, ya podías darte por muerto.

¿Y sí lo ficharon? ¿Y sí lo mataron por deporte?

Un fuerte estruendo del otro lado de la pared blanca — o lo que quedaba de blanca— me saco de mis pensamientos, aquí nunca subía nadie, que alguien lo hiciera borracho de forma clandestina, sería normal, pero por la noche, al menos que...y sí los Darck Players ya iniciaron su juego....

—¡Eres una estúpida! No, esa imbécil es una estúpida. Solo quería pasar desapercibida, solo quería un día normal en el que todos me ignoran y me ven con mala cara, pero ahora...hasta la muerte sería mejor que vivir mi vida.

¿Muerte dijo?

No puede ser...se va a suicidar.

No, no, no yo tenía que evitar eso a toda costa, más sí era una posible víctima de los Darck Players, sí lo era entonces mi teoría estaría confirmada, ellos estaban de vuelta...

—¡No! Espera— me escuche gritar cómo sí la tuviera en frente.

Silencio, por un par de segundos hubo un silencio atroz que me hizo inclinarme sobre el barandal para asegurarme de que no había saltado.

—¿Quién está ahí? —pregunto una voz femenina con recelo.

—¿Quién eres tú? — conteste con otra pregunta.

—Yo pregunte primero.

—Soy alguien que no quiere que cometas una estupidez —me acerque a la pared para que pudiera oírme del otro lado.

—¿De que estas hablando? — su voz sonaba irritada.

—¿A qué has venido aquí arriba? — quise saber.

—Y a ti que te importa— contestó molesta. Quisa solo era una chica con un mal día, no una víctima de los Darck Players. Carajo, por sacar conclusiones por adelantado ahora estaba en medio de una discusión con una perfecta extraña.

—Me importa porque este es mi espacio, nadie sube aquí arriba a excepción de mi —me excusé lo mejor que pude, sí ella podía sonar molesta y altanera yo también.

—¿Sabes? No me interesa tu pasado. Antes era tu espacio, ahora es mi espacio, ¿tienes algún problema? Pues me vale.

—¿Te vas por tu cuenta o voy del otro lado y te saco yo? —dije cruzándome de brazos. Era cierto, no me gustaba que invadieran mi espacio, este era mi refugio, mi lugar, y aunque hubiera una pared de por medio el solo saber que alguien podía estar del otro lado me altera los nervios.

—¿Cuál es tu problema? No te creas el ombligo del mundo, y que sepas que no te tengo miedo, vine aquí solo...solo porque quise apartarme del mundo un rato, nunca tuve intención de invadir el espacio de nadie, tampoco pensé que hubiera alguien en este colegio que le gustara subir aquí, pero eso no significa que tenga que irme, ok.

Aunque sonaba molesta, sus palabras parecían sinceras, totalmente sinceras, incluida la parte de que yo no era el ombligo del mundo. Podía entender que quisiera alejarse un poco del bullicio y del estrés que transmitían la multitud de estudiantes, yo lo hago, pero...es extraño que alguien más también se sintiera abrumado por eso, especialmente una chica, cuando la mayoría de chicas de este colegio disfrutan presumir y ser alagadas. Por un instante me sentí como un imbécil, la azotea era lo suficientemente grande para dos personas, muy aparte del hecho de que hay una pared dividiéndola, estaba siendo un imbécil con alguien que probablemente se sentía igual que yo respecto a los demás allí abajo.

—Bien, admito que tienes razón, lo siento. Tampoco es que sea muy común que alguien suba aquí, sinceramente pensé que eras un alma en pena que venía a intentar suicidarse.

Un bufido, seguido de una carcajada sonora se escuchó del otro lado de la pared. Definitivamente fue mi error, ella no había venido a suicidarse, solo estaba teniendo un día de mierda, y hace unos instantes yo estaba contribuyendo a eso.

—Sé que mi existencia para muchos resulta poco provechosa, pero tampoco pienso darles el gusto de desaparecer por mi propia mano —respondió en un tono casi divertido, su voz e incluso su manera de hablar eran totalmente diferentes a cualquiera que hubiera escuchado antes, sonaba más, despreocupada, fuerte, pero al tiempo frustrada, no lo sé era un misterio.

—¿Entonces qué? Subiste hasta aquí solo a pensar.

—Aparte de alejarme un poco del mundo, sí obvio, me gusta sentir mi soledad y observar el cielo mientras ignoro a los demás o viceversa —soltó un suspiro como sí al decir esas palabras sacara un peso de su pecho.

—¿Te gusta observar el cielo?

—¿A quién no?

—A mí no, menos sí está haciendo sol.

—Qué raro eres, obvio que cuando hace sol debes usar gafas sí quieres verlo.

—Ok chica cielo que normal eres, gracias por el consejo.

—De nada tormentito.

¿Tormentito? ¿Yo le parecía un tormento?

— Ok, chica cielo, no sé cómo, pero has logrado caerme casi bien, así que te propongo una cosa, tú te quedas de tu lado de la azotea y yo del mío, así ni yo invado tu espacio ni tú el mío ¿está bien?

Por unos segundos se prolongó el silencio, probablemente estaba pensando, o probablemente ya se estaba yendo.

—Va, acepto, tú de tu lado y yo del mío, pero hay de ti que un día suba y te encuentre de mi lado —advirtió retomando el tono amenazante en su voz.

—¿Pretendes volver a venir? — inquirí curioso.

—¿Tú no? Porque me harías un favor, eh. Lo único que quería era silencio, paz y tranquilidad, huir del bullicio por un rato, pero resulta que me encontré de frente, bueno hipotéticamente hablando, me encontré con un tormento —se quejó ofuscada.

—Óyeme en el mejor de los casos mis intenciones eran buena. Primero: pensé que querías suicidarte, y te detuve. Segundo: a pesar de que todo este es mi espacio tuve la generosidad de compartir contigo parte de la azotea. Ahora que ¿sí quieres me callo?

—No pues, que generoso —hablo con sarcasmo —y gracias, sí te callas verdaderamente me harías un favor.

No respondí, me pidió silencio y silencio obtendría. Que chica tan rara. No es que yo sea precisamente el chico más cuerdo y normal del colegio, pero ella...ella es distinta, distinta a todas las chicas que he conocido en mi vida.

No sé sí fue o sí continuaba del otro lado, yo me mantuve con la espalda apoyada en la pared mientras leía mi libro, inicialmente a eso era a lo que había venido, no a discutir con una chica, menos con la chica cielo.

El cielo, le gustaba ver el cielo ¿por qué?

En lo personal yo no podía hacerlo, porque en el fondo sabía que mi padre podría estar allí observándome, y la culpa del no hacerle justicia me carcomía por dentro, no tenía las agallas para alzar la mirada, esa era la verdadera razón.

Los segundos, los minutos, y probablemente una hora siguieró su curso. Termine el libro de trecientas cincuenta páginas, y del otro lado no se volvió a escuchar ni siquiera un suspiro. Suspire con pesades al leer el último párrafo del libro, una vez que terminara, me iría, y mi día continuaría igual de aburrido, con cada segundo escuchando a mi consciencia reprocharme mi impotencia e inutilidad, sin poder hacer justicia, con la única diferencia, que esta vez tendría la inquietud de saber sí la chica cielo se fue o al igual que yo estuvo todo este tiempo del otro lado.

Cerré el libro en mi mano e hice un ademán de ponerme de pie cuando una voz femenina, pero esta vez en un tono más suave se escuchó del otro lado.

—Sé que soné...algo grosera hace un rato, pero este no ha sido precisamente el mejor de mis días, lo siento, y, gracias por dejarme este lado de la azotea para mí, no sé sí sigas del otro y tampoco sé sí me estas oyendo, o sí estoy hablando como una estúpida, pero...bueno saque eso de mi cuerpo, así que, ya me voy.

Seguido de eso escuché unos sonoros pasos alejarse hasta azotar la puerta, apenas y tuve tiempo de reaccionar ante sus palabras. Mis labios se curvaron en una sonrisa, así que no soy él único que disfruta de la soledad y el silencio, aparte de mi en medio de este colegio hay una chica, una extraña y misteriosa chica cielo.

***

Me quede frente a la puerta de la habitación con una mano sobre la perilla mientras inhalaba profundamente, llenando de aire mis pulmones como sí eso llenara mi alma de paciencia y tolerancia. Después de la muerte de mi padre, convivir con otros me resultaba molesto, tanto que me encerré en una habitación durante un mes, comiendo una vez al día obligado por mi madre, no quería ver ni saber de nadie, ni siquiera de Erick, salir de allí implico que un psicólogo fuera hasta mi casa, estuve en tratamiento durante dos meses, luego mi padrastro me trato de marica e inmaduro, me llene de ira y abandone el tratamiento y para evitar tener que verlo decidí volver al Discipline School, la terapia me ayudó mucho, y dejarla probablemente fue una idiotez cometida gracias a un impulso. Confieso que a pesar de que a veces suelo ser grosero con Erick, debo reconocer que se se comportó como un verdadero amigo durante mi duelo y mi proceso de reincorporación al colegio después de haberlo dejado, de alguna u otra forma sientía que aquí es dónde se escondían los cómplices del asesino. En resumen, el año pasado fue un año de mierda, y aunque ahora estoy mejor, o al menos ya procesé gran parte de mi dolor, aún me costaba convivir con lo demás, es como sí la muerte de mi padre se haya llevado consigo mi tolerancia hacia los demás, el año pasado hice mi mejor esfuerzo por ignorar a todos, pero este año sería diferente, este año tenía que hacer justicia, aunque eso implicara hacer cosas que no me gustan.

Las voces de los chicos en medio de una conversación bastante amena se escuchó del otro lado de la puerta.

— Oye Erick, casi me salen raíces en la cafetería, nunca llegaste, quede como novio de pueblo, vestido y alborotado —le recrimino Jeff a Erick.

—Discúlpame bro, es que no sabes, conocí a una de las chicas que le hicieron el día de cuadritos a Gaia Remington —chillo Erick emocionado. Pobre de la chica que le de entrada...

—¿Quién es Gaia? — cuestiono Jeff, sin darle más espera, entre en la habitación, y conteste antes de que Erick lo hiciera.

—Gaia es simplemente la mujer más pesada que veras y conocerás en toda tu vida.

—De soltero claro, porque cuando tengas suegra ya tendrás a una mujer más a la que detestar —añadío Erick en un tono divertido antes de echarse a reír junto a Jeff. Yo bufe por lo bajo ante su falta de seriedad.

—Broo no sabes —dijo Erick pasando su brazo alrededor de mi cuello —me encontré con una de las chicas del video más viral de todo el Discipline School, y tengo que admitir que no está nada mal, es más, ella es muy mi tipo —me dio un pequeño golpecillo con su puño en las costillas al tiempo que subía y bajaba las cejas divertido.

Puse los ojos en blanco, y me zafé de su agarre.

—Erick desde que recuerdo medio colegio ha sido tu tipo —le recordé —solo hasta que te aburres, o se te pasa el encanto, así que la verdad lo mejor que puedes hacer es mantenerte al margen de alguna de las justicieras —hice referencia al hashtag que los haters de Gaia usaron al postear el video —Ellas ya están sentenciadas para todo el año, Gaia no las dejara en paz, y si te acercas hasta tu podrías salir salpicado, eso va para los dos, eh —concluí paseando mi dedo índice entre los dos.

—Pues gracias por la advertencia, pero parece que no me conoces del todo, yo no me voy a casar con alguna de las justicieras, solo quiero...bueno, ya sabes, conocerlas, Gaia me conoce y no creo que se meta conmigo —señalo Erick con el aire de galán empedernido que tanto lo caracteriza mientras se pasaba una mano por el cabello.

—Pues yo soy nuevo, y no conozco ni a las justicieras, ni a la tal Gaia, así que como que sobro en este asuntito — dijo Jeff mientras se dejaba caer sobre su cama.

—Ojalá y aprendas algo de Jeff, Erick, te haría bastante bien mantenerte al margen de ese asuntito —remarque entrecerrando los ojos hacia él.

—Se nota que nunca has sentido interés por nadie, es que acaso nunca llegara una mujer que te genere curiosidad, ternura, o risa a lo menos —soltó en un tono ofuscado, sin pensarlo dos veces, olvidando totalmente que estábamos hablando delante de Jeff, quien aún es un desconocido para mí.

Pero tampoco es como si hubiera dicho algo que no fuera cierto, mientras Erick era el mil y un amores, yo trataba de mantener al margen a toda chica que se me acercara, antes de la muerte de mi padre lo hacía porque todas me parecían predecibles, todas buscaban la misma cosa: conocer a mi madre a través de mí, saltar al mundo de la fama a través de mi madre. Mayoritariamente esa era su motivación para acercarse a mí, también podía parecerles atractivo tal vez, pero mi gusto por la literatura en lugar de la tecnología, asía que prefirieran pasar de mí. Después de la muerte de mi padre, el brusco cambio de personalidad por el que atravesé hizo que muchas se rindieran conmigo, todas excepto Breda Césaire, una de las mejores amigas de Gaia, su determinación en convertirse en mi novia podría ser admirable sí no supiera que lo único que quiere es probar de la fama de mi madre atreves de mí. Sin darme cuenta del cómo, o el cuándo, Erick poso una de sus manos sobre mi hombro.

—Discúlpame bro, creo que me excedí —dijo apenado, formando una dura línea con sus labios.

—No te preocupes, solo dijiste la verdad —. Asumí con una voz bastante tranquila. Jeff parecía un buen tipo, y parte de mi autorecuperación era volver a relacionarme con los demás, al menos con quienes yo considere tolerables.

—Aunque creo que eso está por cambiar —añadí con mientras el recuerdo de aquella voz femenina en la azotea me invadió la mente —quizás encontré una voz para mi curiosidad.

Confesé al tiempo que Erick parecía palidecer de la impresión. Y tal vez estaba exagerando, que sintiera curiosidad por algo o alguien me parece de lo más normal, aunque después de tantos años, quizá él tenga un porcentaje de ventaja en su expresión entre incrédulo y divertido.

—¿Cómo esta eso de que hay una voz para tu curiosidad? —quiso saber haciendo un notorio esfuerzo por ocultar el chillido de emoción que quería soltar.

—Eso es asunto mío, que para nada te incumbe —conteste haciéndolo a un lado para dirigirme hacia el estante dónde dejaría el libro junto a los otros.

—Bro no seas así, yo te cuento todo.

—Hasta donde sé, yo nunca te pido que me cuestes nada.

—Auch —se burló Jeff. Erick lo miro con la boca abierta indignado.

Lo escuche soltar un bufido.

—Muy buen punto— reconoció— si hago eso es porque somos amigos, y los amigos se tienen confianza. Pero está bien, sí no me vas a contar ahora esperare a que la conciencia te pese o a que la lengua te traicione.

—Como tu digas bro —conteste perezosamente mientras hojeaba otro libro.

La chica cielo era un misterio, un enigma que solo yo conocía, y que yo descubriría, solo yo.

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