꒰ ⌗ Diez: Jungkook y Taehyung🐰🐻! ꒱
—Pensé que todos estarían en sus casas... —Murmuró Yoongi tras ver en los pasillos algunos alumnos y unos cuantos profesores de otras materias mientras seguía de cerca a Jimin.
El peligris no había dicho ni una sola palabra después de bajar del tren, ni cuando Min intentó acercarse a él para sacarle algún tema de conversación y no mantener ese silencio incómodo y ese distanciamiento tan abrupto. Sus manitas no dejaban de temblar e intentaba ocultar ese temblor en los bolsillos de su pantalón corto, era inútil pues su cola era incapaz de enroscarse en su cintura y ondeaba inquieta detrás. Sus orejitas tampoco podían quedarse escondidas entre sus cabellos, constantemente se giraban para captar los murmullos de Min.
No sabía si había hecho mal en despertarle, ni siquiera sabía si en verdad iba en dirección al instituto.
Marchaba derecho, concentrado en respirar correctamente y con gotitas de sudor pintándose en su frente, un todos los músculos convertidos en masas de gelatina que temblaban en cada paso. Y sentía que su pecho estallaría si el Alfa de conejito seguía intentando acercarse mucho más, ya suficiente tenia con poder olerle de lejos como para arriesgarse a asfixiarse si le tenía más cerca.
Yoongi no sabía que le estaba ignorando porque Jimin jamás le había ignorado, siempre se veía al tigre ir detrás del conejo y siempre resultó tan bonito de verlo que ahora el Alfa hacía un listado mental de los errores que pudo haber cometido.
Curiosamente esa escena, la de ir uno detrás del otro ignorándose, había ocurrido un sinfín de veces cuando recién se conocieron. Era el tigre quien hablaba con la ancha espalda de Yoongi y era el conejo el que se tapaba las orejas para no escucharle.
Fue hasta llegar a su puerta que ambos se quedaron petrificados.
—Yoongi, y-yo... —Jimin tomó la palabra a la vez que empujaba la puerta de madera, el chirrido de siempre se escuchó y el Alfa alzó sus orejas atento, siendo la primera vez que hablaba después de tanto rato.
—¡Yoongi! —Suran le llamó desde la otra punta del pasillo, Jimin la vio trotar y supo que dentro de un par de segundos todo sería incómodo para él.
Tras un suspiro atrajo a Yoongi y con sus fuerzas lo metió en la sala, dando un fuerte portazo cuando ambos estaban dentro. Colocó el seguro y cuando iba a revisar que estuviera bien cerrado, se trajo el pomo de la puerta en su mano.
—Oh...
—Bueno, una cosa más que arreglar el año que viene —Susurró Yoongi arreglándose las ropas con desinterés hasta que cayó en cuenta— Estamos encerrados, ¿verdad?
Algo culpable y muy cohibido, Jimin dio la razón a su pregunta sin verle, con ambas manos en la puerta y su frente apoyada en la misma. No tardó mucho en escuchar los pasos de la pantera acercarse y sabía que cualquier cosa que le dijese a Yoongi sería escuchada por ella por su excelente oído.
—Si quieres puedo intentar abrirla-
—No. —Musitó en un extraño suspiro que confundió al otro— Nos echarán la bronca si salimos ahora... es mejor recoger y luego salir, ¿no te parece? —Preguntó girándose sobre sus talones, evitando el contacto visual y centrándose de lleno en otra cosa en cuanto pudo.
Yoongi no añadió nada, se limitó a obedecerle en silencio e involuntariamente aspiró su aroma para percibir algún cambio que le diese una pista sobre ese humor tan... distinto. Algún día le pilló decaído y no supo qué hacer, dada la circunstancia quiso conocer si por el aroma que ahora soltaba podía descubrir qué sentimiento estaba controlando su ser.
Y la suave lavanda le acarició el alma, dejándose llevar más por la vainilla se acercó a su escritorio dándole la espalda a Jimin, revisando sus cosas encima de su mesa fue menos disimulado e inhaló una vez más su aroma. Oh, el olor a bizcocho que tanto le recordaba a su infancia regresó a su nariz de manera mortal.
Jimin estaba sumamente asustado, miedoso y temblaba mucho más que al venir al instituto, no podía sostener una hoja sin que ésta se arrugara entre sus manos. Tenía los ojuelos cristalizados y no tenía ni idea del por qué.
El Alfa del conejito no era muy violento ni mucho menos tosco con las demás personas en general, pero sí que tenía problemas para relacionarse con los demás, excepto con el Omega de Jimin.
—¿En verdad quieres esperar hasta que tengamos todo recogido? —Inquirió el pelinegro y sin poder evitar acercarse se colocó a su lado buscando sus ojitos grises, sabía que éstos jamás lograrían mentirle.
El peligris no pudo sostener su única regla implantada por sí mismo y volteó a verle en cuanto su fragancia fue siendo mucho más fuerte, justo cuando su Omega pedía un acercamiento y la parte humana luchaba por negarle aquello.
—S-Sí... —Susurró.
Una de sus orejitas giró hacia la puerta.
—¿Yoonie? —Los nudillos de la pantera chocaron varias veces con la puerta y sin poder retenerlo el Omega empezó a enojarse.
Como él no controlaba su aroma y ni siquiera sabía la existencia de variaciones según el estado de ánimo de la persona, no contaba con que Yoongi conocía cada cambio en él. Antes estaba triste, muy triste al saber que empezaba a perder la batalla con su corazón y que poco a poquito ese Alfa tomaría totalmente sus pensamientos, dentro de poco se volvería un chiquillo llorón entre las sábanas de su cama para superarle en el verano porque no piensa confesar nada que no esté comprobado por su parte humana. No tiene intenciones de volver a unir los pedacitos de su corazón, no quiere atar a Seokjin mucho más tiempo.
Y ahora, con esa persona fuera, su aroma se había vuelto una mezcla de fuertes fragancias y, como dijo un día Eunchae, todo ardía con tanto furor en su interior que era imposible no expresarlo de la misma manera. Su ira no era fácil de retener.
—Te llamaré luego, tengo cosas que hacer —Dio un grito Yoongi desde dentro, sin moverse, sin apartar sus ojitos negros de los grises bonitos del Omega.
—¿Puedo pasar? Podría ayudarte.
—Me las apaño bien, Jiminie me ayuda.
Ella sí sabía gruñir, como cualquier Alfa en la actualidad. Pero Jimin no sabía que era una Alfa, tampoco era obligatorio pertenecer a su casta para coquetear con Yoongi realmente.
—Oh... —Retrocedió un par de pasos únicamente para pisar con más fuerza y molestar al tigre— Búscame más tarde en la cafetería entonces...
No obtuvo respuesta y después de diez segundos se marchó.
Jimin empezaba a hiperventilar con la mirada del Alfa retándole.
—¿Ocurre algo malo? ¿Todo bien en casa? —La preocupación se adhirió completamente a su tono de voz y un tímido Jimin agachó la cabeza— ¿Puedo ayudarte? —Tomó el posabrazos de su silla y tiró suavemente, para después agacharse frente a él.
De esa forma no podía huir de sus ojos.
—Estoy bien —Musitó y se agarró de su mesa para mover su silla una vez más pero Yoongi no se lo permitió.
—Estás muy raro desde que bajamos del tren, ¿he hecho algo malo para que estés así?
Un Jimin en circunstancias normales y niveles respiratorios normales habría contestado sin tapujos: "el mero hecho de tu existencia está mal para mi, pero eres un hombre muy creyente de lazos hechos por la luna y si yo llego a contarte todo lo que me pasa, acabarás aprovechándote de mi como todos. No, no has hecho nada mal"
Pero el Jimin de este momento no estaba disponible para soltar aquello.
—Estoy muy cansado, ¿si? No he dormido bien y mis sobrinas han hecho un escándalo esta mañana y... —Tragó con fuerza saliva cuando el recuerdo de su sueño le obligó a ver los labios del Alfa.
Fue como ver la luz al final del túnel. Pero Jimin no se quería meter en ese túnel oscuro y lleno de peligros, no quería volver a experimentar solo por ser Yoongi.
Retuvo los impulsos que en un sueño no logró suprimir, parpadeando muchas veces para asegurarse que no estaba soñando y que el Yoongi que estaba frente a él era muy real y no compartía sus sentimientos.
—¿Es solo eso? —Insistió y agarró una de sus manos para calmar el temblor, se hizo presente por unos cuantos segundos la corriente eléctrica y luego reinó el alivio— ¿Quieres ir a por algo de beber? ¿Un café o un chocolate?
—Yoongi... —Susurró y pese a estar feliz por su acto y contacto, Jimin apartó su mano, perdiendo así su soporte y comenzando a temblar una vez más, y se echó hacia atrás empujándose con sus piernas, dejándole allí— Vuelve a tu lado... —Su labio tembló y no quería decir lo siguiente— Estás invadiendo mi espacio... —Se dio por vencido y decidió verle a la cara, sorprendiéndose al verle con las orejas gachas y una expresión asustada en el rostro.
—Oh... lo siento, olvidé... —Se alzó confundido y desorientado, jugando con sus manos— Olvidé la frontera... —Sonrió intentando calmarse, intentando lucir tranquilo cuando aquella frase machacó su corazón de la forma más cruel de todas porque le pagaron con la misma moneda.
¿En qué momento invirtieron las tornas?
Yoongi lo sabía.
Jimin también.
El vil momento en el que el latido de sus corazones colisionó y empezaron a sincronizar su ritmo cuando estaban juntos, las corrientes eléctricas no eran más que señas de sus partes animales reclamando a la persona su lugar pues después de unos segundos con sus pieles en contacto, el dolor desaparecía y dejaba un sutil frescor y alivio.
Cuando se enamoraron los papeles de cada uno fue convirtiéndose en el que tenía el contrario, sería por miedo o por cobardía.
El papel de Yoongi lo tenía Jimin entre sus dedos y no podía parar de ver todo lo mal que tenía eso, todo el daño que causaba con cada palabra salida de su boca, lo feo que se sentía tratar a alguien como una persona tonta a sabiendas de sus problemas. Los ojitos grises se bañaban en lágrimas y se preguntaba si Yoongi sabía desde el principio que él tenía problemas médicos. Quería pensar que no, que Min actuaba así sin saberlo.
Y Yoongi no dejaba quebrarse por el papel de Jimin, no podía creer que tan bella persona ignorase sus malos tratos únicamente por tener un amigo en ese edificio tan vulgar y cruel. Jimin siempre le trató bien y aún así no supo cuidarlo.
Las orejitas de Jimin se escondieron cuando los pasos de varias personas fueron haciéndose más fuertes en el pasillo, escuchó el tintineo de las llaves y escuchó murmullos.
Un rato después la puerta se abrió y Taehyung se rasgó el ojo derecho con pereza.
—Estáis vivos... wow, que suerte... —Dijo fingiendo alegría— No los veo asustados... ¿en serio estaban pidiendo ayuda?
Jimin se giró hacia Min.
—Yo necesito ir al baño, sí... —El conejito se levantó y salió rápidamente, esquivando a Taehyung en la entrada pero deteniéndose de golpe cuando cuatro niños de unos cinco años le impedían el paso.
—Yoonie, te presento a mi rebaño de gatos —Esta vez lo dijo en un tono más suave y alegre, haciendo que los pequeños formaran una fila y se enderezaran, saludando tímidamente— Pasen, Jiminie está deseando verlos...
Y así, Yoongi se hizo a un lado para que el grupo de gatitos ingresara a la sala, encontrando detrás de Taehyung a Suran, seguramente ella le pidió a Taehyung una de las llaves para abrir la puerta y el Omega peliplateado negó la petición y aprovechando el inconveniente se trajo a su mini ejército de felinos.
—No sé qué le hicieron a la puerta pero asegúrate de no llamar la atención más veces —Le dijo Taehyung antes de irse, extrayendo la llave del juego que traía entre manos para luego entregársela al Alfa— Me llevo a mis cachorros y tú deberías de animar a Jiminie.
Yoongi no sabía hablar con Jimin . El Omega ya tenía todo la información puesta en un solo folio y cuando le veía soltaba todo de golpe sin dejarle opinar u objetar, quedándose siempre varado sin decir nada. Taehyung lo sabía todo y no entendía cómo.
—Vale.
—Vamos, papá debe tener el almuerzo preparado —Se dirigió ahora al grupo de gatitos pequeños y fue un ataque de ternura para Yoongi ver marchar a los cuatro cogidos de la mano siguiendo a Taehyung en una fila de patitos.
El primero de ellos tenía el pelaje negro y el que le tomaba de la camiseta cambiaba totalmente a una tonalidad castaña, los dos restantes habían combinado el pelaje de sus hermanos con el de sus padres, siendo uno de color menta con manchitas blancas y el restante portaba un color anaranjado con poquitas manchas negras.
Un amor de gatitos.
Ya entendía el dibujo que Jimin hizo de Taehyung y Jungkook, pues todos eran gatitos y el color menta del tercer gatito tenía que ser el de Jungkook.
—Me preocupé y le pedí a Taehyung algo de ayuda... —Confesó la pelinegra acercándose a Yoongi de forma peligrosa, echó un vistazo hacia dentro y pilló a Jimin viéndolos directamente con el ceño levemente fruncido, contenta con lo visto volvió a dirigirse a Yoongi, solo que esta vez atrapó una de sus manos y relamiendo sus labios volvió a hablar— Veo que no has empezado, ¿quieres que te ayude?
—Gracias por avisar a Taehyung—Dijo incómodo intentando rechazar su contacto— Iré al baño primero, pero de verdad, no necesito tu ayuda.
—Ve al baño, yo iré recogiendo el escritorio —Le soltó y girándole por sus hombros le animó a avanzar— No tengo nada más interesante que hacer...
Yoongi se dejó hacer, cansado. Anduvo un par de pasos y antes de girar escuchó que la pelinegra había reanudado sus pasos, pero la puerta volvió a cerrarse de un portazo antes de que ella pudiese poner un pie dentro de la sala. El Alfa apresuró su paso tras entenderlo.
—¿Les pasará algo si les doy chocolate? —Jungkook preguntó mientras repasaba con la mirada los diferentes tipos de bollos en las vitrinas, todos ellos tenían algo de chocolate y preocupado vio a los costados— Les compraré sándwiches de atún...
—Kookie—Exclamó el Omega del otro lado de la línea móvil, con uno de sus cachorros en la espalda y los tres restantes yendo delante— Creo que los sándwiches de atún están bien, compra algo para que beban...
—¿Zumo? ¿Leche? ¿Agua? ¿Refresco? —Leyó al tiempo que preguntaba, con una expresión cansada en el rostro— Les compraré leche...
—¿No les hará daño combinar leche con atún? —Inquirió metiéndose en una de las puertas del pasillo, el grupo de tres gatitos entró después y como bien habían aprendido, se fueron a sentar en las colchonetas.
Taehyung y Jungkook no eran expertos con los niños, sus cuatro cachorritos llegaron sin aviso previo y los meses de gestación no fueron suficientes para prepararlos mentalmente, tampoco lograban organizarse muy bien algunas veces y por ello tuvieron sus problemas al principio. Pero lejos de eso, los cuatro gatitos entienden a sus padres y ninguno de ellos causa problemas graves.
Tienen sus anécdotas insólitas como cuando los perdieron a todos en el centro comercial y los encontraron en un supermercado eligiendo pienso para gatitos porque se robaron un pequeño minino de la tienda de animales y buscaban alimento para este.
Algunas veces los dejaban con los padres del Alfa y aprovechaban a descansar. Pero otras veces no disponían de esa ayuda y llevaban a su mini ejército de felinos a su trabajo. Normalmente comen en su colegio, un menú muy adapto para ellos pero ahora que han empezado las vacaciones, son los padres los que deben buscar soluciones.
Y no tenían ni idea.
—Uhm, llamaré a mamá y le preguntaré —Dijo rendido el Alfa— ¿Te los has llevado a dormir?
—Sí, Yugyeom ha caído en el camino al baño y Hoony está empezando a llorar...
—Vale, dame cinco minutos y voy a ayudarte.
Tal vez ser padres era mucho más complicado de lo que les contaron y mucho más cuando son muchos niños, pero Jungkook sabía que Taehyung se estaba esforzando en ser el mejor padre de todos para sus pequeños angelitos.
—Creo que me va bien, puedes estar tranquilo —Musitó acostando el cachorro que traía a cuestas en una de las colchonetas— Te veo luego. Te amo.
—Bien... —Sonrió más aliviado y se rascó la nuca— Y yo a ti.
La puerta volvió a abrirse para dejar ver a Yoongi con una bolsa blanca de plástico, no se escuchó a nadie más y tampoco había rastro de la pantera. Volvió a cerrar y aseguró la puerta con la llave, dirigiéndose a su sitio únicamente para dejar su cartera y su teléfono, luego se dirigió al centro de la sala y desde allí vio a Jimin apilando fichas y láminas, ignorándole completamente. Jeon se sentó en el suelo y dejó la bolsa en la frontera morada.
—Jiminie —Llamó— Come conmigo. —Jimin suspiró y negó, continuando su trabajo— He traído pastelitos de fresa... —Murmuró buscando desesperadamente una afirmación.
Cuando se giró en su dirección sonrió contento de captar su atención, aún así no abandonaba la expresión triste y decaída. Sabía que el conejito seguiría insistiendo en que comiera con él y sin más fue a sentarse frente a él. Cada uno estaba en su zona de trabajo y la bolsa era lo único que unía sus intereses.
Yoongi sacó el recipiente transparente de los pastelitos de fresa y los colocó del lado de Jimin, no tardó mucho en buscar los botellines de leche de chocolate y el batido de fresa. Le entregó al tigre el que tenía una fresa pintada en la etiqueta y él se quedó con el de banana.
—¿Cuánto te debo? —Preguntó rompiendo el empaque de los pastelitos.
—Invito yo. —Jimin asintió— ¿Te gustaría ir a...
—No estoy interesado en citas. —Murmuró tomando un pastel, entregó el resto a Yoongi.
La actitud delicada que antes tenía al hablarle y las acciones torpes se habían esfumado, lo que era antes una amena conversación en el suelo con sus comidas favoritas se había convertido cruelmente en una terrible situación incómoda.
—No sería una cita, solo es... pasear... —El tigre negó sin más, dando un pequeño mordisco al dulce, negándole el contacto visual y centrándose como un cobarde en lo que tenía entre sus dedos— Está bien...
Podría haber ido diferente, tal vez como Yoongi lo había planeado desde que salió de la sala, pero no esperaba chocar de la nada con esa corteza de acero y mucho menos pensó que Jimin podría ser de esa forma.
Si el pequeño almuerzo se hubiera hecho unas semanas antes, posiblemente estarían enfrentados con otro tipo de personas, con las que estaban totalmente enamoradas y completamente comprometidas a dar pasitos si se podía. Cuando se habían igualado los tratos y se llevaba bien, previo a cuando invirtieron sensaciones y sentimientos.
Jimin estaría más coqueto, feliz por el momento en el que tenía a Yoongi proponiéndole una cita mientras disfrutaban de pastelitos de fresa con batidos. Estaría sonriendo, sonrojado por la propuesta y emocionado.
A Yoongi en cambio se le vería más aventurero y quizá se habría atrevido a robarle un beso en la mejilla con la excusa barata de querer quitarle nata, podría incluso confesarle que, detrás de un historial vacío de primeros amores, él es la primera persona que ha podido enamorarle.
—¿Qué hice mal? —Lo preguntó apartando el recipiente de los pastelitos, encogiéndose en su lugar y cambiando poco a poco la intensidad de su aroma.
Cuando Jimin volteó a verle, notó que no había comido nada. Ni los dulces de fresa, ni el batido de chocolate que tanto le encantaba. E ignoró su pregunta, como si la hubiese dicho tan bajita pero tan bajita que ni siquiera sus orejas hábiles la habían captado. Pero Yoongi conocía sus habilidades y sonrió dolido.
—Me porté horrible cuando recién nos conocimos y mantuve ese trato por un tiempo hasta que... te conocí bien —Musitó débil, sintiendo las palabras atorarse unas detrás de otras hasta obstruir el paso de las primeras. No podía localizar la parte racional de todo lo que quería decirle pues una idea estúpida estaba cruzando las fronteras de la línea en el suelo— Debí borrar la frontera hace mucho tiempo y debí decirte que me gustaba que jugaras con mis orejas porque... —Se burló de sí mismo soltando una carcajada, tratando de sacar la tensión de sus pulmones y respirar bien de una vez— Debí hacerlo porque... —Dejó de lado las cosas que estaban entre ellos y rozó sus dedos por la tiza.
Era casi un milagro que después de tantos meses perdurase como la primera vez, Yoongi la repasaba todos los días para molestar al tigre y por ello aguantaba bien el paso del tiempo. Aún así le resultó sanador ver cómo se borraba tras el trazo de sus dedos por encima, llevarse en la punta de sus dígitos el color morado que por muchos meses marcó un duro golpe para Jimin.
Finalizó borrando todo lo posible con su mano abierta. Jimin le seguía con sus ojitos grises brillando, en sus labios fruncidos había nata del último bocado que dio a su pastelito y con esa expresión asustada pero emocionada recibía los ojitos negros del Alfa.
Tragó duro y no tuvo tiempo de analizar bien lo que su corazón le gritaba, únicamente quería besarlo.
Lo primero que hizo fue pellizcarse y con una mueca molesta y adolorida clavó la mirada en Min.
Ante cualquier pronóstico, pellizcó también al Alfa.
Y para liberar cualquier duda, Jimin se inclinó hacia él para atrapar sus orejitas y agitarlas con desesperación.
—Duele. Duele. Duele —Se quejó sin intentar quitárselo de encima— ¿Hago figuras con tu cola a ver si te gusta?
—¿Qué ibas a decir antes? —Le preguntó y los ojitos del conejito brillaron muchísimo al tenerle así de cerca.
—Es... —Tragó inseguro de sus palabras— Es que... tu Omega... no sé, tal vez no puede decirte nada porque no sé si tu Omega pueda reconocer a mi Alfa y si no es así, da igual lo que te diga...
—Yoongi—Se quejó y le agarró de las mejillas— Gruñe.
De todo lo que le pudo haber pedido en un momento tan... extraño, Park le soltó aquello con una expresión seria en el rostro.
—¿Cómo te voy a gruñir? Y-Yo no-
—Molesta a mi Omega —Pidió.
—Jimin...
—Mi Omega reconoce a tu Alfa únicamente cuando gruñes o sueltas tu aroma y ahora mismo no sé porqué hueles tan feo...
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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