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꒰ ⌗ cuarto: oso 🐻 ! ꒱

El lugar fue elegido por Jimin pero realmente ambos admitieron haber frecuentado el acogedor restaurante y divertidos comentaron que no era por algo en especial, simplemente pillaba de paso antes de entrar al metro y marcharse a sus casas, por lo que almorzar allí y luego irse con el estómago lleno era lo más atractivo para los maestros más jóvenes.

Sentados uno frente al otro, las cosas podían tomar un rumbo diferente al que habían dictaminado cada uno por separado tras conocerse. Es decir, día a día, Yoongi ve la espalda del pelinaranja por horas y horas, sintiendo su presencia algunas veces en su propia espalda, cuando le respira en la nuca y siente sus dedos largos y cálidos colándose con mimo en su cabello para atrapar sus orejitas. El aroma del chico es algo que ha asociado a un pequeño hogar en el trabajo, teniendo en cuenta que los adolescentes están en fase de presentación y algunos de ellos tienen problemas con sus aromas, llegar a su pequeña y cutre sala es lo más gratificante para su sensible olfato.

Y recién ese día experimentaba una aceleración anómala en su corazón por una cercanía que jamás se había replanteado.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —Murmuró el Omega pasando la yema de su dedo índice por el borde del vaso de cristal, jugando con algo mientras dejaba que Min apreciase sus luceros exóticos. El otro asintió pasando un trago de saliva antes de dispersar su mirada a otro punto— ¿Cuál es tu raza?

De todas las preguntas que Yoongi había formulado en su cabeza en esos segundos de tensión, en esos segundos en los que Jimin toqueteaba su vaso y le veía con cierta intriga, ninguna se asemejó a tal cosa.

¿No lo sabía? Oh. Debió sospechar. Jimin no podía gruñir, no controlaba su aroma y tenía una condición médica que le imposibilita ciertas relaciones sociales, por lo que no era de extrañar que algo similar a la carencia de olfato se presentase también.

—Soy un Alfa... —Respondió cohibido, miedoso de que decirle aquello fuese algo negativo.

—¿Cuál... cuál es tu aroma? ¿Me lo podrías describir? —Sus belfos fueron moviéndose hasta hacer una mueca desilusionada.

Podía percibir el aroma de cualquier cosa inanimada, de las fragancias naturales de la flora, de las comidas que se cocinaban en los fogones del restaurante de su madre todos los sábados, como un sin fin de desagradables olores callejeros. Pero era incapaz de disfrutar del aroma de las personas que le rodeaban. Para cualquier otra persona que ya pudiese captar esos aromas, perder esa habilidad sería un premio. Para él era horrible.

Min parpadeó un par de veces antes de arrojar el aire en una bocanada que luego recuperaría con una sonrisa tímida.

—Creo que es una mezcla de... —Se mentalizó para descubrir su propio aroma. Jimin se remueve hacia delante, colocando su rostro entre sus largas manos, entonces lo pone muy nervioso— F-Fresas con... —Traga saliva evitando los luceros preciosos del chico— Algo amargo pero no sé qué es, me dijeron que algunas veces también tenía algo de olor a libro nuevo...

—Cuando compras un libro y hojeas rápidamente, el olor que desprende —Siguió el pelinaranja sorprendiendo al Alfa— Me encantaría olerte, tienes mis aromas favoritos —Dijo sin darle mucha más importancia, bajando sus hombros y apartando la mirada por fin.

Y sobre ellos se disipa cualquier rastro de tensión e incomodidad, se plantan allí como si fueran conocidos de toda la vida y las conversaciones los envuelven tanto que terminan su comida sin darse cuenta. El vino que les dejaron ya no tiene ni una sola gota del líquido oscuro y en sus copas aún guardan un poco.

Las risas se les escapan, sus ojos son imanes que se pegan a los contrarios todo el tiempo y entre tanto tonteo, Jimin siente que ha perdido la consciencia y ha encontrando en los luceros negros de Yoongi una galaxia de bellos destellos en los que se quiere perder.

Pasaron mucho más tiempo del que debían y eso lo saben cuando vuelven a cruzar la puerta de madera clara con vidrieras azules, encontrando un bello atardecer anaranjado que amenaza con marcharse. Se pintan algunas estrellas a lo lejos y la luna ya quiere ocupar su sitio y desde lo lejos envidia al sol que aún les alumbra.

Los ojos de Jimin brillan desde abajo al apreciar todo el lienzo repleto de colores cálidos, el alcohol del vino no hace tanto efecto en él, pero pierde el equilibrio cuando pasa mucho tiempo apreciando el cielo. Yoongi le toma de los hombros antes de que caiga y Park se mofa como un cachorro.

—¿Te acompaño a casa? —Preguntó, enderezándole y andando con el más bajo a su lado.

—Mamá me matará si llego a casa con un Alfa —Murmuró pero no se negó a andar, el brazo de Yoongi pasaba por sus hombros y le mantenía en equilibrio.

—Somos compañeros —Recordó.

—Oh... ¿eres mi compañero?

—Trabajamos en el mismo sitio.

—Ah... —Los ojuelos grises del Omega se quedan varados, su boca entreabierta parece querer decir algo y por más que Yoongi le presione con la mirada, Taehyung se regresa hacia él para sonreír— Hola, Yoonie.

El aludido se queda atónito.

—Hola.

—¿Me dejas...

Y antes de que Yoongi pudiese rememorar aquella pregunta y sacar conclusiones, el pequeño se le ha escapado del brazo y corre detrás de él. Y el Alfa también había tomado vino, también tenia la certeza de que estaba algo borracho, así que no quiso girarse a buscar al otro. Sin embargo Jimin regresó a él.

Se subió a su espalda y como si fuese un experto en la técnica, enrolló sus piernas en la cintura del más alto y los brazos alrededor de su cuello. Le sacó todo el aire acumulado en sus pulmones en menos de treinta segundos.

Aún así le sujetó mientras reía.

Puede que Yoongi tuviese en su organismo alguna que otra neurona borracha, o también estaba la posibilidad de que su Alfa fuese alguien coqueto que no deja escapar a un bello Omega como el que se le subió a la espalda y le pidió entre hipidos que le llevase a su casa pues eran compañeros de trabajo.

Y así, con el tigre subido como koala y el Alfa sonriente, se metieron en el metro.

Llegaron unos minutos después a un barrio muy diferente al de su zona de trabajo, con edificios más bajos y casas independientes de varias plantas, con calles más estrechas de un solo carril e incluso tiendas más pequeñas y hogareñas. Los locales empezaban a bajar las persianas de metal y a cerrar todo tipo de ventanas y puertas, asegurando todo con llave para marcharse a sus hogares, que viendo más o menos el lugar, seguramente les pillaba muy cerca.

Algunas personas saludaban al tigre peligris que llevaba a cuestas, llamándole en muchas ocasiones como "cachorro"

Le parecía bonito que la comunidad acogiese así de bien a Jimin, como si todo el barrio fuese su familia y todos le quisiesen tanto como un miembro más.

—Adiós, cachorro —Pronunció una señora de canoso pelo enmarañado, casi ocultando el par de orejitas redondeadas que se le movían lentamente entre tanto cabello.

—Adiós, Señora Min —Respondió sonriente desde arriba, agitando su mano al ver pasar a la mayor con su bastón de madera y sus gafas cuadradas abajo del puente de la nariz.

Unas cuantas calles abajo y Jimin le enseñó su casa. Una de fachada sencilla que se iluminaba por bonitas linternas a los pies del porche, era toda de un color beige y las columnas exteriores se pintaban de un color blanco, así como los marcos de las ventanas. Antes del porche tenía una pequeña y verdosa zona de jardín, no había ni un solo hueco existente para una flor más y las enredaderas que caían por algunas paredes eran los complementos perfectos para toda aquella pieza de arte.

—Mamá tiene muchas flores —Comentó Jimin bajando de la espalda del Alfa por segunda vez, siendo la primera en el metro para ir más cómodos— Jinnie las cuida más que ella pero todos le damos el mérito a ella... —Añadió y Yoongi sonrió conmovido.

—Debe de ser una mujer muy cariñosa contigo —Le dijo en consecuencia.

Un día escuchó que las personas que cuidaban de la flora eran las mismas que otorgaban esa dedicación y cariño a sus seres queridos, como si fuese parte de su jardín, de su zona de paz, mimando a quien veía como una flor más.

Sin embargo, Jimin le dedicó una mirada entristecida y apartó la mirada de él, asintiendo suavemente.

—¿Quieres pasar?

—Me gustaría, pero debo volver a casa ya. Se me hace tarde y tengo trabajo por delante... —Murmuró apenado.

—Oh... está bien —Como si su rostro no pudiese mantener una faceta triste por mucho tiempo, las comisuras de sus labios se separaron para formar una bonita sonrisa de labios cerrados— Nos vemos mañana.

—¡Tío, has tardado mucho hoy!

—¡Chaewon ha roto tu ventana!

Y de la puerta de madera blanca pasaron corriendo dos pequeñas de cabellos morados que fueron a pegarse en las faldas del recién llegado, mismas que le bombardearon rápidamente con un sinfín de gritos y quejas, como si llevasen muchísimo tiempo sin ver al tigre que las abrazó incluso con su cola.

—Yo también os extrañé. —Respondió él con dulzura en sus palabras.

Pero no fueron las únicas que salieron por la puerta, tampoco eran las únicas que conocía de otro sitio. El secretario del instituto, ese mismo que recorría todos los pasillos repartiendo tizas y fotocopias, era el mismo hombre que llegó decirle algo a Jimin pero que acabó viéndole sorprendido.

—Mimi, Jin y Nam son iguales que tú así que no te puedes quejar de tu nuevo sistema de ventilación...

Bueno, al menos sabía que Seokjin  y Taehyung eran hermanos, por lo que Eunchae y Chaewon eran sus sobrinas.

El profesor de biología tenía un carácter... un tanto especial y moldeable según la persona que tenía enfrente. Yoongi solo llevaba seis meses impartiendo clases por primera vez y el curso se le estaba desvaneciendo entre las manos, no se quejaba y estaba bastante contento con el alumnado y algunos de sus compañeros, pero recibir tal regaño de parte de aquel profesor fue algo... nuevo.

No era un cobarde ni un mentiroso, por lo que no negaba que casi se le escapan las lágrimas cuando la voz tosca y demandante del hombre resonó en sus tímpanos, haciendo que sus orejitas se agacharan cohibidas. Y no era tampoco por ser un híbrido de conejo, al contrario, era un Alfa bastante fuerte. Pero aquello le pilló de improvisto.

Al parecer, un alumno escapó del instituto en la hora de Yoongi. Aún se desconoce si lo hizo antes de empezar la clase, durante la explicación, o si en cambio esperó a que terminase para salir a hurtadillas. Y como si Min fuese el responsable de aquella mala decisión, Namjoon aporreó la puerta de su sala a segunda hora de la mañana como si quisiese que todo el departamento entero le pusiera como un criminal e insensato.

—Que sea la última vez que algo así llega a pasar en tu horario, de lo contrario pasarás a las manos de la justicia —Sostuvo su mirada tanto como vio necesario— No estaré de tu parte jamás si algo le ocurre a otro cachorro de tu clase, por mí te puedes podrir en los juzgados.

Yoongi no podía decirle nada. No tenía excusas, ni se las podía inventar sobre la marcha, tampoco tenía gritos guardados en su garganta para poder defenderse de tal acusación y era muy incapaz de mostrar a su Alfa en ese momento. No lo haría en presencia de Jimin

El chico de cabellos grises estaba parado a unos metros de la puerta donde Namjoon le aporreaba a gritos, en silencio con sus orejitas tapadas por las manos de Seokjin y sus ojuelos bien abiertos viéndole fijamente a él. El gris de sus iris siempre llegó a fascinarle, podía verse reflejado en ese mar cristalino y exótico, pudo verse como un cobarde tras los inocentes luceros de alguien que jamas podría recibir una reprimenda así.

Cuando Namjoon se marchó repitió su acción de cerrar de golpe, entonces todo el pasillo cerró sus puertas y ventanas por donde estaban al tanto de cada palabra y acción, menos los hermanos Kim-Park.

—Volveré con un café y algo para que almuerces, no te preocupes por esto, ¿si? —Seokjin le dijo, acariciando con cuidado sus dos orejitas dañadas por los estruendos, le sonrió con cariño y le besó en la frente.

—Te quiero mucho, Jinnie —Dijo tímido mientras se separaba de él.

—Y yo a ti —Susurró sabiendo que esas hábiles orejitas captarían hasta los suspiros que dejaría salir al final del pasillo.

Entró despacio, cerró despacio y tuvo miedo de ver al Alfa, ingenuamente pensaba que estaría insoportable y con el orgullo tan herido que pagaría toda la rabia con él, gritándole y tirando cosas de sus escritorios.

Pero lo encontró allí. Sacando un paquete de bolis de colores pastel, con la otra mano controlaba el reproductor de música y todo parecía estar normal.

Su colita vaciló desconfiada.

—¿Quieres un boli nuevo?

La pregunta le sorprendió.

Pero aún así se le vio sonreír con picardía echando las manos hacia atrás al entrelazarlas bajo su colita e inclinándose un poco hacia delante, viendo con los ojuelos iluminados el nuevo paquete que abría con cuidado el Alfa.

—¿Color? —Preguntó sacándolos todos y los exhibió con una sonrisa, entre sus manos la variedad de todos los que tenía disponibles.

Jimin casi se desmaya.

—E-El morado está bien... —Habló entre dientes, algo desconfiado.

No estaba tan acostumbrado a este nuevo Yoongi, le gustaba más el otro hasta cierto punto. Es decir, antes era gracioso sin querer realmente serlo, tenía ese odio y resentimiento hacía él cuando jugaba con sus orejitas y no era un sentimiento sólido en verdad. Yoongi se molestaba con él muchas veces, pero jamás llegaba a hartarlo tantísimo. Y luego hablaba mucho con él sobre si trabajaba o iba a pasear, la charla daba comienzo cuando pillaba a Jimin escarbando entre sus cosas para sacar algo antes de su llegada, continuaba cuando el Omega se excusaba con lo primero que se le pasaba por la mente y tomaba sentido cuando Min tomaba su vieja silla y se sentaba a trabajar con el tigre yendo de aquí para allá.

El Yoongi de antes bebía su zumo haciendo todo el escándalo del mundo, el de ahora trae bollitos de fresa y los come en silencio mientras ve por las ventanas.

El Yoongi de ahora le da su material sin necesidad de jugar al ladrón y al policía.

El Yoongi de ahora es aburrido.

—¿Esto es una especie de rendición? ¿Me darás tus materiales? —Preguntó haciendo pequeños esos ojitos suyos tan bonitos, meneando sus labios en un mohín.

El Alfa se alzó de hombros mientras dejaba caer el mentón, no queriendo que Jimin viese de él una faceta que le hacía sentirse inferior, o tal vez se sentía algo desubicado después de haber descubierto un aroma distinto en la atmósfera esa mañana al entrar en la sala. Tendía a quedarse en su escritorio desde que llegaba hasta que le tocaba impartir clases, hablaba con Jimin todo el tiempo y no era el tipo de persona que se pone nerviosa ante otra de la nada. Pero ese día, justo al pasar por la puerta captar la varianza mínima de un aroma agridulce, su persona entera decidió reorganizar su forma de ser.

Cohibido, tímido, vacilante y algo acobardado intentaba hacerse pequeño en su lugar de trabajo, intentaba inútilmente no compartir nada con Jimin y no sabía la razón.

Le asustaba estar así.

Pero también tenía un muro de sentimientos y sensaciones que se enfrentaba a esa faceta, una gran extensión de duros e infranqueables ataques de querer estar cerca de él. Otorgarle un contacto más íntimo, olfatearle tan detenidamente hasta deshilachar cada hebra que conformaba su delicioso aroma. Quería que Jimin cruzara su zona, que su cola sensual le tocase, que esas grises orejitas hábiles estuvieran entre sus dedos, quería más que todo poder definir lo que veía en el interior del perfecto y cristalino gris de sus ojos.

Le asustaba el doble tener una batalla a muerte entre dos personalidades totalmente opuestas librándose en su interior mientras el causante de todo aquello estaba viéndole así.

—Tómalo, ¿si? —Murmuró dejándolo en su escritorio, obligando de cualquier forma a que Jimin tuviese que violar la regla del espacio personal.

Tal vez Yoongi quería eso.
Tal vez Yoongi ideó un plan.
Tal vez Yoongi esté muy confundido.
Tal vez Yoongi haya leído mucho sobre las almas gemelas.
Tal vez Yoongi no pensó bien.
Tal vez Yoongi se levantó de su mugrienta silla con un propósito.
Tal vez... solo tal vez Yoongi esperaba que Jimin volviese a sus aires de Omega mimoso.

—Gracias... —Musitó.

—No hay de qué... —Respondió.

Fingió buscar algo en la estantería, dándole la espalda, doblegando la posibilidad de querer girarse cuando Jimin invadió su zona.

Pero en ese momento, el maravilloso momento, Jimin se arrimó a él por detrás pasando sus manos por su cintura y pegando su mejilla en su espalda, abrazándole de la nada con un cariño extraño subyaciendo de algo que antes quiso ignorar.

Sintió la lavanda rozándole la nariz, la vainilla haciéndole cosquillas en los pulmones, la manzanilla curó cualquier mal que pudiese tener sin saberlo.

Allí encontró un cuarto olor.

Olor a pan o galletas recién horneadas. Las fragancias hogareñas lo devuelven a la niñez. A desayunos y meriendas en familia. Cierra los ojos, ¿está en casa?

¿Ese era su aroma? ¿Toda esa gama complementaba su aroma?

Yoongi no se asustó por el abrazo pero su interior ardió en millones y millones de hormonas de adrenalina chocando con las pocas células que aún cumplían su función.

—Perdón por pasar —Habló con la voz chocándole en la espalda al otro— Pero siento que necesitas un abrazo...

Tal vez Jimin era diferente a él.

Tal vez Jimin le gustaba.

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱

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