
7| ¿ᴇᴍᴏᴄɪᴏɴᴇꜱ?
Minutos más tarde todo terminó, ya podíamos irnos, lo supimos por una llamada del padre de Anthony diciendo "ya se pueden ir".
Anthony me acompañó a mi casa. Fuimos en su auto, él mencionó que era por seguridad y dijo que me dejara de quejar, que el auto en el que había ido hasta la casa de sus padres mañana sería devuelto. Claro que proteste durante la mitad del camino, hasta que empezó a ignorarme y me di cuenta de que no tenía sentido.
Llegamos a la dirección que le indiqué, claro que no era mucho comparado con su lujosa casa pero en mi opinión era linda.
-Se ve bien- comentó cuando llegamos.
-¿Por qué te sorprendes?- la curiosidad siempre gana y a mi solía carcomerme por dentro bastante seguido.
-No lo sé, pensé que vivías bajo un puente o algo así.- no me molestó que dijera eso, es decir, parecía que me estaba acostumbrando a sus comentarios despectivos.
-Muy gracioso- hice una mueca de reírme de su estúpido chiste mientras recogía algunas cosas que estaban tiradas por ahí.
-Okey, son las 12, este príncipe vuelve a ser el arrogante de siempre, bájate de mi auto.- dijo al ver que no me movía.
-Si si, adiós.- Caí en la cuenta de que nada hacía que cambiara semejante idiota.
-No es por ofenderte, pero espero que sea la última vez que nos veamos, siempre me traes problemas y dolores de cabeza.- comprendía su punto de vista, no había fallas en su lógica.
-Linda manera de despedir a una chica que pasó la noche contigo. – me bajé, no pretendía seguir escuchando sus comentarios, seguro se le ocurriría algo para ofenderme.
Cuando entré mi padre y mi abuela me estaban esperando, cosa que era raro porque era pasada la medianoche.
-Estábamos preocupados.- reprochó Maurice primero, tenía los codos apoyados en la mesa, como solía hacer cuando me iba a dar un sermón.
-Papá, soy detective y me califican como policía gracias a nuestro parentesco, me meto todo el tiempo en problemas de bastante riesgo. Dudo que tengas que preocuparte porque llego algo tarde.- traté de sonar amable, pero creo que no me salió muy bien porque de inmediato su rostro se transformó.
-No te olvides jovencita que eres mi hija. Y que tienes 17 años nada más.- eso me hizo dar cuenta que lo dicho anteriormente había sonado peor de lo que esperaba.
-Deberías ser agradecida con tu padre cariño- se metió mi abuela, Lizbeth mientras me ofrecía leche y algo de comer.
-Gracias abuela- es lo único que me atrevo a contestar, por la comida claro.
-¿Quién era el chico?- mi padre seguía insistiendo con sus preguntas obvias.
-Un sospechoso.- me encogí de hombros, como si fuera algo bueno estar todo el día con un acusado, yo sabía que él sabía con quién había estado así que preferí ir por el camino de apurar el testamento para luego decir "si papi, tienes razón" e irme a averiguar las cosas que necesitaba, o a dormír.
-Ah sí, ¿y qué se supone que hacían? Debo informarte que si se trata de algo sentimental, debo despojarte del caso y dárselo a alguien más...- Hablaba sarcásticamente, él sabía que yo ya sabía eso. Estaba entre los principios de cualquiera que tomara el mando de un caso: sin sentimientos con un sospechoso o posible involucrado.
-Nada, lo investigaba, nos persiguieron, estaba en peligro, supongo que me salvó y me trajó a casa. No nos vamos a casar, ni estoy embarazada, no tuvimos sexo y mucho menos nos besamos ¿Ok? Está todo bien papá. Sé lo que estoy haciendo- mi mente por dentro gritaba "¡Mentira! No sabes"
-No soy idiota Isabella, sé quién es. Debes entender que tenga miedo, esos tipos tienen dinero suficiente para contratar sicarios y matarte cuando deseen. Sabes que no quiero perder a nadie más.- lo decía por mi madre, había muerto hace varios años ya y aún lamentabamos su ausencia en la casa, sus vestidos largos arrastrándose por la sala, sus ganas de correr los muebles de la casa todas las semanas, sus cuadros, esas cosas que daban el toque de vida que necesitábamos.
-Papá, si me quisiera matar, ya lo hubiera hecho.- esta vez salió más dulce mi comentario. Pero aun sentía que su mirada me soltaba golpes.
-¿Alguna vez me agradecerás por lo que hago por ti en vez de juzgarme?- todo parecía más suave, pero el tono de tristeza que tenía me hacía lamentarse por todo.
-¿Agradecer que me hayas pagado los estudios para avanzar más rápido cuando estaba deprimida y no quería hacer nada con mi vida? ¿El facilitarme la entrada rápida a tu empresa con un cursos intensos de unos meses? Entonces gracias por ser tan poco sincero conmigo.- recordé parte del papeleo que me había recibido esa mañana... Tenía parte de eso y me sentía muy frustrada al respecto.
Es difícil enterarse que todo lo que uno avanzó en tiempos de tristeza no fueron por mérito propio, sino por dinero.
-Cariño, sabes que no es tan así.- Ahora el que se sentía amenazado era él.
-¿Y cómo se supone que es papá? Me convertiste en lo único que no quería ser, alguien que tiene lo que no merece.- me posicioné en esa delgada línea de llorar por tristeza o por frustración. De igual manera me faltaba una palabra más para derramar las lágrimas.
-Solo quería que comprendieras mi preocupación, sentía que necesitabas ayuda y que alguien te facilitara un poco más las cosas.- su preocupación era notoria, pero veamos, ¿Quién es la que queda como una idiota que no sabe un carajo?
-Cariño...- empezó a pronunciar mi anciana favorita, pero esta vez no lo lograrían. Quería una justificación mejor que la que me estaban dando.
-Ya no tengo hambre abuela.- sentía un vacío más grande que antes, recordé cuando perdí a mi madre... Quería irme a mi cuarto, quería llorar sin que nadie me molestara pero entonces mi padre habló nuevamente.
-Isa, hija. Tengo algo para ti.- Lo miré con la esperanza de que me dijera "lo de está mañana, ¡Fue una broma!"
En sus manos yacía una medallita con un símbolo en forma de infinito.
-A ella le gustaría que la tuvieses...- Él me comprendía, comprendía mi dolor, hoy se cumplían 6 años de que Raquel no se frustraba cuando la llamaba por su nombre, que no reía conmigo, que no nos tirábamos a mirar películas y comentar los chismes de la televisión, que no me aconsejaba.
La tensión en la casa yacia estos días, porque ella no estaba para arreglar nuestros problemas y decirnos "nadie se va a la cama hasta que las discusiones se arreglen".
Dejé todo de lado y lo abracé, como nunca antes. Yo también lo entendía.
-Yo ya lo tuve el tiempo necesario, ahora te toca a ti llevarlo. Quizá no pueda protegerte yo en todo momento, pero ella sí.- me dijo mientras sollozaba. Sentí que mi corazón se estrujó.
-Te quiero papá.- le dije en un intento de consuelo.
Esa noche me quedé mirando el techo de mi habitación mientras me hacía una serie de preguntas sobre la revolución de sentimientos que había sufrido en un solo día. Si no tengo un colapso creo que merezco un premio. Y de un momento a otro cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño.
Al otro día, mientras intentaba despertarme y no quedarme desplomada en esa cama, apareció alguien, como rutina de hace seis años, mi amiga me estaba esperando para salir a despejarme. Pero la cosa cambia cuando la veo con sus ojeras de me-acaban-de-romper.
-¿El chico que vende pochoclos?- fue mi saludo para sus ojitos con maquillaje corrido.
Ella solo asiente y me relata la historia mientras me levanto a cambiarme, me sentía más fuerte que ella. Minutos más tarde ya estábamos listas para el desayuno y ella seguía contándome mientras se le escapaba alguna que otra lágrima.
Mi abuela aún estaba en camisón mientras nos preparaba algo que olía delicioso.
-Tu padre dijo que te tomes el día libre, necesitas un respiro. Yo estaré dando vueltas por la casa, pero sin molestarlas.- A veces me pregunto de donde me sale esa capacidad de querer tanto a una señora.
- Desayune con nosotras señorita Lizbeth.- le dice Ava a mi abuela.
-¿Qué pasa preciosa?- le pregunta al caer en la cuenta que la adolescente a mi lado estaba llorando.
-Un idiota más no la valoró como corresponde.- le resumo, pero sin dudas mi amiga va a repetir la historia y sinceramente, es lo que necesita hasta que se cansé de hablar y se olvide.
La rubia vuelve a soltar unas lágrimas de sus lindos ojos verdes.
-Ohh cariño- se acerca a darle un abrazo mientras le dice –Tranquila niña...- ella le corresponde el abrazo - Si no funcionó, no debes llorar porque no fue tu culpa y no hiciste nada malo, simplemente no era para ti, a veces los chicos son tontos... Te aseguro que la vida te va a dar otra oportunidad, este no es el final, ¿oíste? estas aprendiendo... Solo estas creciendo, mi niña...- Vieron, ella es lo mejor del mundo para sanar un corazón roto.
-Y contigo...- dijo refiriendose a mi –tenemos una charla pendiente sobre cierto muchacho.
-Sobre el guapetón de Anthony Clifford- mi amiga pareció haber dejado atrás sus preocupaciones en segundos.
-Hablando de tontos...- le digo y creo que fue suficiente. –no arruinemos el día de nadie más.- agregué antes de que protestaran por más información.
Mas tarde salimos de compras por la ciudad, creo que me quede en banca rota después de eso, pero con unos shorts que me muero. Y cuando lleguamos a mi casa nuevamente, nos provamos por segunda vez todo lo que habiamos comprado: zapatos, vestidos, blusas, pantalones, shorts, sudaderas, comida, maquillaje, comida, lentes, comida, peliculas, comida.
-salgamos- dijo mientras se miraba al espejo, yo quede pensando eso, no estab segura de que quisiera hacer eso. –Vamos... Isa, necesitas dejarte llevar, olvidarte de las mierdas que estas pasando.-
-no lo sé Av.- realmente dudaba de que eso llenará aquel vacío que aún estaba en mi pequeño ser.
-Hazlo por mi- me puso sus ojitos de perrirto, maldita zorra.
-Tú ganas- ella hace un pequeño festejo y grita.
-Enseguida vuelvo, iremos a la fiesta de George.- George era un compañero, cuyos padres eran dueños de la parte V.I.P de un antro.
Mi celular suena, y recuerdo que la última vez que fuí a algún lugar de eos fue la noche anterior y me merecía una explicación de lo que había pasado. Entonces, le escribí a Anthony para saber al respecto:
-Creo que me merezco una explicación
¿Quiénes eran esos tipos?
Metete en tus asuntos.-
-No sabes cuánto ayudas,
Siempre tan cariñoso y amable.
¿Cuántas veces debo decirte no metas-
tus narices en lo que no te incumbe?
-como quieras, lamento decirte que
Mañana nos vemos en lo de Ashley"
Me dejó en visto, pero qué hipócrita.
-Bebé, no dejes que arruine tu noche.- me dice mi amiga y caí en la cuenta de que estaba a mi lado luciendo tan fabulosa como siempre. –Tu turno- agrega entregándome unas prendas, tenía razón no le daría semejante gusto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro