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9. Sombras del pasado


El día después de lo sucedido, todo parecía normal entre nosotros. Jungkook y yo actuamos como si nada hubiera pasado, como si aquel momento hubiese sido lo que ambos necesitábamos para liberarnos de la tensión acumulada. Tampoco le iba a confesar que me estaba comenzando a gustar, eso podría hacerlo en un futuro, viviendo mas momentos juntos.

Y puedo asegurar que funcionó de maravilla 

Me sentía más ligera, más enfocada y aproveché el día para hacer algunas cosas pendientes y, entre ellas, había decidido llamar a papá. Tenía que agotar todas las opciones posibles, especialmente después de ese sueño que me seguía perturbando y no me quería dejar en paz.

—¿A qué se debe esta sorpresa de tu llamado? — escuché su voz al otro lado de la línea.

Miré la pantalla del teléfono para asegurarme de que había marcado bien el número. Para mi sorpresa, si era él.

Y Jiwoo sonaba sobrio, que era lo mas sorprendente.

—Para hacerte preguntas, ¿para qué más podría ser? — respondí con un tono casual.

—¿Estoy en uno de tus tantos casos? Me siento halagado — soltó una risa burlesca, mientras yo solo rodaba los ojos.

No tenía tiempo para sus bromas. Directa al punto.

—Lo haré sencillo, necesito saber sobre Doseok. ¿Sabes dónde puedo ubicarlo?

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea, lo suficiente para notar su sorpresa.

—¿Doseok? ¿Seo Doseok? — preguntó, como si le costara creer lo que había oído. — No he hablado con él en muchísimo tiempo, años. ¿Por qué quieres saber de él?

Mi alivio fue instantáneo, aunque no lo demostré. No estaba loca; Doseok existía. Sin embargo, esa revelación también me sumió en la inquietud de lo extrañas que se habían vuelto las cosas desde que tomé este caso.

—Hubo un accidente aquí en Seúl, ¿sabes? — mentí a medias, buscando darle lógica a mi investigación. — Murió una chica, Kim Hanni, hija de Kim Jaesung. Estuve investigando sobre el caso, y parece haber muchas conexiones. Quiero saber sobre las personas que la vieron antes de morir, y podría ser que Doseok o su hija la hayan visto.

—¿La hija de Jaesung murió? — se oía muy sorprendido.

—¿También lo conoces?

—Éramos... como decirlo... —guardó silencio un momento —muy amigos en nuestra época universitaria. — dijo sin más — que triste, debe estar devastado.

—Lo está — aseguré.

—Si estás investigando, ¿por qué no preguntas directamente al equipo a cargo? — replicó con lógica, y yo me mordí el labio con frustración.

Sabía que me diría algo así.

—Porque tú sabes cómo soy, me gusta investigar por mis propios medios. Y aquí en Seúl no me dejan involucrarme en el caso, no soy de la jurisdicción.

—En todo caso, ¿qué haces en Seúl? — su tono cambió, más serio, como si realmente estuviera preocupado.

Suspiré. No tenía ganas de entrar en detalles, menos con él.

—Larga historia que no me apetece contarte.

—No conozco su paradero actual, pero su abuelo podría saber algo. Si aún está por ahí.

Casi di un pequeño salto de emoción. Anoté rápidamente en mi libreta mientras contenía mi entusiasmo.

—Soy toda oídos, Jiwoo.


Había obtenido la dirección del anciano y, sin pensarlo demasiado, decidí ir hasta allí. No podía esperar más, no podía perder ni un minuto adicional. Esta vez iría sola, pues Jungkook seguiría investigando sobre aquella chica y su horrible muerte, mientras yo buscaba respuestas por mis propios medios.

Kim Hanni y su horrible final.

Mientras el vehículo avanzaba, miraba por la ventana intentando ordenar mis pensamientos. No sabía si estaba haciendo lo correcto, si esta decisión me llevaría más cerca de la verdad o solo me metería en más problemas. No tenía idea de quién estaría detrás de la enorme puerta que se alzaba frente a mí.

—Al menos no se ve como en el sueño... — murmuré, intentando calmarme. No necesitaba ponerme en el peor escenario mentalmente. Ya era suficiente con lo extraño que estaba siendo todo.

Estaba demente por estar aquí.

Tomé aire, salí del auto y caminé hacia la entrada con paso firme, aunque por dentro algo en mí temblaba. Mi mano descansaba cerca del arma de servicio que llevaba conmigo. Una lección básica de supervivencia: nunca debías confiar del todo en nada ni en nadie.

Me detuve frente al timbre. Mi dedo estaba a milímetros de presionarlo cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Una sensación helada, como si alguien estuviera parado justo detrás de mí. Giré de inmediato, la mano rozando el arma, lista para lo que fuera. Pero no había nadie.

—Me estoy volviendo loca... — musité mientras me frotaba el puente de la nariz, tratando de recuperar la compostura. — ¿Es esto una señal de que no debo hablar con él? ¿Es eso?

Mi intento de humor sonó vacío incluso para mis propios oídos. Nada de esto tenía sentido. Todo era extraño, retorcido, y mi mente luchaba por encontrar una lógica.

Decidí confiar en mis instintos y comencé a rodear la casa con cautela. Quizás había algo más que pudiera descubrir antes de hablar con el anciano. Mis pasos eran ligeros, casi imperceptibles, mientras recorría el perímetro de la vivienda.

Entonces lo vi.

Un garaje o una especie de bodega destacaba entre la vegetación descuidada del lugar, era como el espacio que nadie venia a ver. Algo en su estructura. Me acerqué un poco más, inspeccionando los detalles. La pintura parecía diferente ahora, renovada, pero había algo inconfundible en el lugar...

Era el espacio que había visto en mi sueño.

Me quedé inmóvil, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a inundar mi sistema.

—¿Qué clase de mierda retorcida es esta? — susurré para mí misma, con la mirada fija en aquel lugar. No estaba comoda para nada, sentía todo mi cuerpo temblar.

Todo se sentía surrealista. Lo que antes parecía solo un sueño estaba frente a mí, tangible, real. Mi mente estaba horrible, luchando por procesar qué significaba esto y cómo debía actuar. Como mierda de actuaba después de esto.

Sentí nuevamente ese escalofrío en la espalda, pero esta vez sí había alguien detrás de mí. Mi corazón comenzó a latir de forma exagerada, como si quisiera salir de mi pecho, pero sabía que no podía demostrar nada. No frente al anciano que me observaba con una expresión de confusión.

—¿Qué haces merodeando mi casa, chica?

Pestañeé varias veces, intentando mantener la calma. Tenía que ignorar el temblor en mis manos, fingir demencia si era necesario para no arruinar nada de esto.

—Buenas tardes — dije, adoptando el tono más profesional posible mientras le ofrecía una pequeña sonrisa —. Mi nombre es Lee Heesul, soy detective en... — hice una pausa breve para pensar bien mis palabras — la comisaría de Seúl, y estamos llevando a cabo una investigación relacionada con la reciente muerte de una joven.

El hombre, de cabello blanco y espalda ligeramente encorvada, alzó una ceja. Su expresión no cambió demasiado, pero pude notar cómo me evaluaba, como si intentara decidir si yo era una amenaza.

—Oh, sí, vi las noticias — respondió con una voz rasposa que delataba años de consumo de cigarrillos. — Qué lamentable que se pierdan vidas tan jóvenes y con todo un futuro por delante. — Negó lentamente con la cabeza, como si estuviera afligido. Pero había algo en su tono, algo casi forzado. — Pero, ¿qué tendría que ver yo con eso? Esa pobre niña decidió acabar con su vida. ¿Por qué vendría la policía a mí?

Mis manos se tensaron en los bolsillos, pero no podía perder la compostura.

—Oh, no, no es nada grave, señor — aclaré rápidamente —. Solo es una investigación de rutina. Verá, se descubrió que su nieta, Seo Jihee, conocía a la víctima. Nos preguntábamos si usted la ha notado comportándose de manera extraña últimamente. Solo queremos descartar cualquier posibilidad de intervención de terceros.

El anciano me analizó de pies a cabeza, con una lentitud que me puso los nervios de punta. Y entonces, como si algo en mi respuesta le causara gracia, su rostro se transformó en una amplia sonrisa. Pero no era una sonrisa cálida, sino algo más... burlón, casi cruel.

—¿Qué le hace pensar que mi Jihee se relacionaría con alguien como ella?

Parpadeé, confundida por el tono despectivo de su respuesta.

—¿Disculpe?

—La disculpo — replicó con ironía, encogiéndose de hombros. — Mi nieta jamás se relacionaría con niñas que no saben qué hacer con sus vidas, más que meterse en prostíbulos y acabar como lo hizo esa joven...

Su voz, tranquila y pausada, tenía un filo que no pude ignorar. Mi cuerpo se tensó y un calor de indignación subió por mi pecho.

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra, señor. Su nieta puede relacionarse con quien desee, y según los datos que tenemos, pudo haber coincidido con Hanni. No estamos culpando a Jihee de nada; solo queremos comprender mejor lo que sucedió con ella. — Mi tono se endureció sin que pudiera evitarlo, reflejando la frustración que sentía. Maldito anciano infeliz.

El hombre sonrió nuevamente, pero esta vez su expresión tenía un dejo de triunfo.

—Jihee no vive aquí — dijo con una ligereza que casi me enfureció más —. Pero estoy completamente seguro de que no sabe nada y está perdiendo su tiempo. — Se encogió de hombros y dio un paso hacia mí. — Ahora, ¿puedo hacerle yo una pregunta?

Dudé si responder, pero quería saber que mas iba a salir de su asquerosa boca.

—Dígame.

—¿Desde cuándo trabaja usted para esta unidad? — Su mirada se volvió afilada, evaluándome como un halcón. — Porque apoyo activamente el trabajo de nuestros policías, pero a usted... — dio otro paso, invadiendo mi espacio personal — jamás la he visto por aquí. Entonces, dígame, ¿dónde trabaja realmente?

Mis músculos se tensaron al instante, pero me mantuve firme. No podía flaquear ahora, no cuando estaba tan cerca de obtener respuestas.

El ambiente se sentía denso, cargado de una energía que me hacía dudar si estaba soñando o despierta. Pero no me iba a dejar intimidar, no por este hombre ni por su actitud prepotente. Sentí cómo mi boca comenzaba a hablar, sin pensar demasiado, dejándome llevar por la indignación.

—Ups, me descubrió. Eso fue muy rápido, ¿no ha pensado en unirse a la policía de investigación? — solté con una sonrisa que rozaba la burla.

El anciano entornó los ojos, claramente irritado.

—Oh, la chiquilla tiene una gran boca.

—Exactamente. Y no, no soy de aquí, pero eso no me impide cumplir con mi deber.

—¿Y ese deber es...? — me instó, su tono denotaba diversión, como si todo esto fuera un juego para él.

—Descubrir qué sucedió con aquel chico desaparecido hace muchos años atrás — respondí con simpleza, observando su reacción. Sí el quería jugar, yo también podía hacerlo.

Él curvó una ceja y me analizó.

—¿Qué chico?

—Ya sabe, señor Seo. Por los años que tiene, claramente estuvo aquí cuando sucedió aquella desaparición. — Mi tono imitaba el sarcasmo con el que me hablaba, aunque internamente dudaba si estaba tomando el camino correcto.

De pronto, él soltó una risa que me descolocó levemente. Una carcajada que se podía escuchar hasta en otra cuadra.

—Pero muchacha, eso se cerró hace años atrás. ¿No crees que hay cosas más importantes que hacer?

—Se cerró por falta de pruebas, pero poco a poco estoy obteniendo respuestas.

El anciano soltó una risa burlona, como si no pudiera tomarme en serio.

—Estás jugando, ¿verdad? — preguntó mientras levantaba una ceja. — Para mí que el chico se escapó por su cuenta, y tú aquí, jugando al detective. ¿Cuántos años tienes, eh?

—Mmh, no tantos como usted — respondí, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas de frustración. — Pero déjeme decirle algo, tengo un sexto sentido para saber cuándo la gente oculta cosas. Y se puede percibir que aquí, en este lugar... — apunté hacia el garaje — ocurrieron cosas que no quieren que salgan a la luz.

El cambio en su expresión fue inmediato. Su sonrisa desapareció y la burla se transformó en una rabia contenida.

—Mira, estúpida, más te vale que dejes de jugar conmigo si no quieres que hable con tus superiores y te despidan por ser una completa...

—Creo que esas no son maneras de hablarle a una dama, ¿no cree?

Ambos volteamos hacia la voz. Y ahí estaba Jungkook, caminando con calma, pero con una mirada afilada que logró que el anciano retrocediera un par de pasos, como si el simple hecho de verlo lo afectara profundamente.

—¿Q-qué... q-qué estás...?

—Ayudando a mi compañera a resolver este caso, ¿no es obvio? — respondió Jungkook con una tranquilidad pasmosa, mientras el señor Seo se tocaba el pecho, sus respiraciones volviéndose erráticas.

—Es imposible... t-te pareces...

—Me parezco a él, ¿verdad? — respondió Jungkook, con la misma calma, pero sus palabras parecían llevar un peso que yo no entendía del todo.

Mi mente estaba en caos, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. Miré al anciano desplomarse lentamente en el suelo, sus manos apretando su pecho con fuerza.

—Necesita una ambulancia... — murmuré mientras sacaba mi teléfono, pero no podía apartar los ojos de Jungkook.

—Es imposible... — repetía él en incontables ocasiones.

—¿Quién eres, eh? — pregunté sin poder apartar la mirada, sintiéndome levemente perdida —¿Me has estado mintiendo? ¡¿Quién mierda es el chico que desapareció aquí?! — grité, con una mezcla de desesperación e ira mientras marcaba el número de emergencias. — ¿Es tu hermano? ¿Algún familiar? ¿Cuándo dejarás de jugar conmigo?

Él negó rápidamente.

—No estoy jugando contigo...

—¡Entonces dame respuestas de una vez! — grité nuevamente, mi voz temblando de frustración. — He tenido sueños que me están carcomiendo por dentro. Soñé que algo macabro sucedió aquí. ¿Soy de ayuda o solo estás usándome para algo más? Estoy cansada, Jungkook. Muy cansada.

Él suspiró, frotándose la cabeza con cansancio.

—Heesul, te has convertido en alguien importante para mí — comenzó a hablar —. Sabía desde el principio que podía confiar en ti para descubrir la verdad. No podía hacerlo solo, porque... porque siempre la cago — de encogió de hombros —. Una y otra vez. Tú has sido el ancla para que pueda estar tranquilo sin cometer estupideces.

Su sinceridad me golpeó como un puñetazo, pero no aliviaba mi confusión. Miré al anciano, ahora completamente inmóvil en el suelo, su rostro aún congelado en una expresión de puro terror.

—¡¿Hacer qué, Jungkook?! ¿Puedes ser claro alguna vez?

Jungkook me miró, con un brillo extraño en los ojos.

—Descubrir la verdad.

Y antes de que pudiera procesar lo que significaban sus palabras, el caos comenzó a desatarse.



Me disculpo mucho por tardar tanto. Han sido días ajetreados, muy ajetreados y desgastantes, pero debo terminar esta historia por el esfuerzo de las chiquis, ya saben 😭.

Si han leído las historias, ¿cuál creen qué es la verdad? Estoy interesada en leer que piensan, que va a pasar en el próximo o que puede pasar en esta historia 🤔 jiji

Me despido y prometo subir otro pronto, EL CAPÍTULO DECISIVO 🙀🫰🏻

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