6. Señales.
Sentí como si hubiera dormido en la mejor cama del mundo.
Mi cuerpo estaba ligero, sin el peso de la tensión que había cargado por días. Todo estaba en paz, hasta que una sensación de calor comenzó a incomodarme.
¿Por qué hacía tanto calor?
Abrí lentamente los ojos y me encontré enredada en algo — o mejor dicho, en alguien. Jungkook había cruzado la línea, literalmente. Estaba abrazado a mí como si fuera un koala y yo su árbol personal. Su brazo pesado descansaba sobre mi cintura, y su respiración era calmada contra mi cuello.
No pude evitar soltar una pequeña risa, aunque el calor de su cuerpo comenzaba a sofocarme un poco. Este maldito idiota había cruzado la línea.
—¿En serio, Jeon? —murmuré, moviéndome levemente, pero él apenas se inmutó, aferrándose un poco más como si temiera que escapara.
Al menos alguien estaba disfrutando de su descanso.
Jungkook se quejó, emitiendo un sonido ronco, pero no se alejó ni un centímetro de mí. Con un suspiro, tuve que usar mis manos para empujarlo, logrando finalmente liberarme de su agarre y recuperar mi espacio personal.
—¿Por qué estás tan cerca? ¿Así duermes siempre? —inquirí mientras me levantaba y me dirigía a la ventana. El día estaba completamente despejado, y algo en el aire me indicaba que sería un buen día. Era muy temprano, el sol recién se estaba asomando en el horizonte.
Él talló sus ojos, aún medio adormilado, y murmuró:
—Mmh, no, solo tuve un sueño en donde abrazaba a mamá y bueno... al parecer, por un acto inconsciente, terminé abrazándote a ti. ¿Por qué eres tan buena para quejarte?
Lo miré de reojo, sorprendida de lo bien que se veía recién despierto. Casi me molestaba lo injusto que era eso.
—Bueno, te lo dejaré pasar por esta vez —respondí, intentando no sonreír.
—Gracias. No podría continuar con mi día si no lo dejabas pasar —respondió con un tono cargado de sarcasmo, al que decidí no darle importancia.
Con un movimiento rápido, me dirigí al baño para darme una ducha corta. El día recién empezaba, y había demasiadas cosas que hacer como para perder tiempo.
—¡No te tardes tanto! ¡Quiero ducharme también!
Rodé los ojos cuando escuché su voz y decidí ignorarlo para concentrarme en lo mío.
El primer destino sería la comisaría, no perdería mas tiempo.
Después de asearnos, salimos rápidamente hacia la primera comisaría de Seúl. Desde el exterior, la diferencia en infraestructura era notoria, mucho más moderna y pulcra que lo que estábamos acostumbrados.
—Vaya, los recursos se van directamente a este lugar, al parecer —dije con un tono divertido, sin querer sonar resentida.
—Es la capital, tener una buena fachada es clave para que los turistas no piensen mal —respondió Jungkook con tranquilidad.
—Claro, ¿quién va de turista a Boseong? —solté una risa que trataba de disfrazar el sentimiento amargo. Era triste pensar en cómo nuestro pueblo quedaba casi olvidado.
—Pero es tranquilo. Yo me quedo con la calma y la paz que siento en aquel lugar —Jungkook se puso serio de repente—. Siento que vuelvo a ser yo, después de muchísimo tiempo.
—¿Vuelves a ser tú? ¿Tienes un pasado oscuro? —bromeé, esperando una respuesta ligera, pero su semblante cambió drásticamente. Su mirada se volvió oscura, y una sonrisa burlona apareció en su rostro.
—Todos tienen un pasado que no es grato, ¿no?
La atmósfera se tensó de repente, y por un segundo, sentí que Jungkook había cambiado su personalidad. Quizás estaba paranoica, porque apenas dijo esas palabras, soltó una risa ligera dejándome en un estado de confusión extrema.
—¿Y el chiste es...? —empecé, esperando que aclarara su comentario.
—Tú cara. Quizás te pusiste así porque tienes un pasado que quieres olvidar o enterrar —me respondió, su tono ligero, pero sus palabras golpearon más fuerte de lo que esperaba.
—Créeme que mi vida no es la más interesante —respondí, queriendo desviar la conversación.
Jungkook arqueó una ceja, como si no pudiera creérselo.
—¿Cómo así? Una chica interesante que no tiene una vida interesante.
Suspiré, dándome cuenta de que no había manera de esquivar la conversación. Lo solté con simpleza, como si ya no me afectara, como si no importara.
—Mi mamá me abandonó cuando era pequeña, y se hizo cargo de mí un hombre borracho que nunca tuvo ninguna responsabilidad con su hija. Y eso es más normal de lo que crees, entonces, afirmo que mi vida no es tan interesante.
Jungkook me miró con algo que parecía comprensión, pero también con una intensidad que no esperaba.
—Pero saliste adelante sola, y ahora eres una de las mejores detectives, teniendo muchísimo reconocimiento. Para ti... ¿eso no es algo sumamente interesante?
Me quedé en silencio. Sus palabras resonaron en mí de una manera que no esperaba, dejándome sin respuesta. Y es que, deben comprenderme, nunca nadie me había dicho cosas así.
Pude sentir cómo mis mejillas se calentaban, y como estaba siendo habitual últimamente, me ruboricé.
—Planteándolo así, podría decirse que sí —asentí, tratando de mantener la compostura mientras colocaba una mano en mi mejilla, intentando que no se notara.
—Vamos, preciosa, date algo de crédito —dijo Jungkook, tocando la punta de mi nariz de manera juguetona antes de salir del vehículo.
Me quedé pasmada en el asiento, sin poder moverme. ¿Qué acaba de pasar? Lo vi voltearse y hacerme una señal para que caminara con él. Respiré profundamente, intentando calmarme, y me saqué el cinturón de seguridad.
—Son solo elogios, nada más que eso —me repetí a mí misma, mientras finalmente salía del auto y caminaba a su lado hacia el recinto.
El lugar era un caos comparado con nuestra pequeña comisaría. Oficiales iban y venían sin percatarse de nuestra presencia, como si fuéramos completamente indiferentes ante sus ojos. En una esquina, seis oficiales estaban sentados frente a sus computadoras, escuchando denuncias de personas y parecían aburridas, sin prestarles demasiada atención a sus inquietudes. El bullicio, el movimiento, todo era mucho más ajetreado aquí.
—¿Con quién debes hablar? —preguntó Jungkook, mirando alrededor.
—Con el alto mando, pero primero probaré suerte con la chica de allá —respondí, señalando con la barbilla a la única oficial entre tanta testosterona.
—Bien. Te esperaré por aquí. Suerte.
Asentí y me dirigí hacia ella. Nuestras miradas se cruzaron, y noté la confusión en su expresión. Al acercarme más, saqué mi placa para presentarme.
—Buenos días, soy la detective Lee Heesul de la vigésima comisaría de Boseong.
Inmediatamente relajó su postura.
—Buenas. Oficial Kim Haneul, ¿qué te trae por aquí?
—Verás... estoy investigando un caso que ocurrió hace mucho tiempo, y estoy buscando más pistas de las que tengo ahora —expliqué mientras sacaba la hoja dentro de una bolsa y los zapatos desgastados que habíamos llevado con nosotros. —Esto pertenecía a alguien desaparecido. ¿Crees que aquí puedan tener archivos relacionados con ese caso en particular?
—Si me dices el nombre o más detalles, podría revisarlo.
—Eso es lo complicado —dije con un suspiro—. No tengo más que esto. Por eso quería saber si aquí conservan objetos o registros que puedan indicarnos qué pasó con ese chico desaparecido, en que año fue, mas pistas que esto.
Kim Haneul frunció el ceño, pensativa, y luego asintió lentamente.
—Puedo echar un vistazo en los archivos antiguos. No prometo nada, pero tal vez tengamos algo guardado.
—Gracias. — le hice una leve reverencia y volteé hacia Jungkook para levantar mi dedo pulgar en respuesta.
Esperé pacientemente a que la oficial Kim regresara con alguna información, pero en lugar de ella, vi acercarse a un hombre de cabello canoso, con el rostro surcado por arrugas que delataban su edad y años de servicio. Su expresión no era precisamente amigable, y me escaneó de arriba abajo con una mirada que me hizo sentir extremadamente incómoda.
—Detective Lee, ¿no es así? —Asentí, sintiendo su tono acusatorio—. Me gustaría saber si tiene alguna orden para estar investigando aquí un caso que ni usted parece saber de cuándo es.
El comentario me tomó por sorpresa. Levanté una ceja y traté de mantenerme serena.
—Buenos días. ¿Usted es...?
—El comisario Seo Jaekyung —me interrumpió, sin siquiera ocultar su hostilidad.
—Un gusto. —Forcé una sonrisa antes de continuar—. Primeramente, no estoy cometiendo ningún delito. Esta hoja indica que el último paradero fue en Gangnam, Seúl, y quiero entender por qué el caso fue cerrado sin más explicaciones. ¿Por qué tanta incomodidad con mi presencia?
—¿Cómo es que usted tiene esos objetos? —preguntó, con una expresión de horror que no había esperado—. ¿Está jugando conmigo?
—¿Perdón? —respondí, sin entender a qué se refería—. Esto fue enviado a nuestra comisaría. ¿No le parece extraño?
El comisario se quedó en silencio, claramente incómodo. Finalmente, soltó un suspiro y bajó el tono de voz.
—Mire, en nuestro poder no hay nada más. Las zapatillas fueron todo lo que se encontró, y todo indica que el chico se fue por su cuenta. No entiendo porque tiene usted esos objetos.
—¿Por su cuenta? —Me acerqué un paso, irritada—. ¿Dejaría alguien sus zapatillas si planeaba desaparecer por voluntad propia? Esto suena a una negligencia...
El comisario miró a su alrededor, claramente nervioso, y cambió de tema sin querer responder.
—No puedo compartir más información. Es un caso cerrado.
Justo en ese momento, un grupo de policías salió apresuradamente hacia la puerta, lo que llamó mi atención.
—¿Qué sucede? —preguntó el comisario a uno de los oficiales que ajustaba su uniforme.
—Una urgencia en la sexta avenida —respondió el oficial, saliendo rápidamente — otra chica con pensamientos suicidas. Ya se llamó a bomberos también.
Observé a los policías subirse a las patrullas y alejarse con las sirenas encendidas. Miré al comisario, quien no me ofreció más que una sonrisa forzada.
—No piensa ayudarme, ¿verdad?
—Lo siento, pero no. Que tenga buen día.
El comisario desapareció por el pasillo, dejándome con más preguntas que respuestas. La frustración me recorría el cuerpo, y salí de la comisaría con una cólera que casi me hizo patear la puerta. Busqué a Jungkook, solo para encontrarlo sentado dentro del auto, jugando con su celular. Abrí la puerta de un golpe y me metí en el asiento, furiosa.
—Gracias por tu ayuda, Jeon.
—No creo que mi presencia hubiera ayudado en nada —respondió con una calma que me enfureció más.
—No sé, quizás si hubiera ayudado — farfullé — Vamos a esa emergencia que mencionaron. —intenté relajarme y encendí el vehículo sin pensarlo dos veces.
—¿Por qué?
—Porque... —Tocaba mi pecho, que comenzaba a doler—. Siento que necesito algo de adrenalina para olvidar el mal rato.
—¿Te fue tan mal?
—Más que mal... esto huele a algo turbio —admití mientras aceleraba—. Algo no encaja.
Jungkook me miró de reojo, suspirando antes de encogerse de hombros.
—¿Cómo a corrupción? —preguntó con seriedad.
Me sorprendió que Jungkook pensara lo mismo que yo. No era algo común que coincidiera con mis corazonadas, pero esta vez ambos sentíamos que había algo muy mal. El lenguaje corporal del comisario Seo había sido más que elocuente: nerviosismo, evasivas, incluso miedo. Y todo por un caso aparentemente cerrado desde hace décadas. No era lógico.
Mientras conducía, mi mente se llenaba de preguntas. ¿Qué ocurrió realmente con aquel chico? ¿Por qué tanto misterio en torno a unas simples zapatillas y una hoja seca? ¿Qué es lo que no quieren que descubramos?
Jungkook permanecía en silencio a mi lado, pero sabía que él también lo estaba procesando. Quizás, ambos sentíamos esa incomodidad que aparece cuando algo no cuadra, cuando el instinto te grita que sigas escarbando.
¿Qué secretos se escondían bajo ese caso olvidado?
—Es lo más probable — murmuré, pero mi mente estaba en otra parte.
Con ayuda del GPS, llegamos rápidamente a la sexta avenida, tal como había mencionado aquel oficial. El lugar estaba acordonado, rodeado por luces de ambulancias y patrullas que reflejaban el caos en las caras tensas de los oficiales. La sensación en mi pecho empeoraba a medida que nos acercábamos.
—Parece que algo muy malo sucedió — dijo Jungkook con voz grave mientras ambos bajábamos del auto. Caminamos con cautela, nuestras miradas capturando la escena, pero el malestar en mi pecho seguía aumentando. No tenía por qué estar aquí, no tenía sentido, pero algo me empujaba hacia adelante.
Un oficial se acercó rápidamente, extendiendo una mano para detenernos.
—No pueden pasar, solo personal autorizado.
Sin pensarlo, saqué mi placa, y Jungkook hizo lo mismo a mi lado, como si estuviéramos completamente en sintonía. Sorprendentemente, el oficial no hizo preguntas, solo nos dejó pasar. Era un riesgo, lo sabíamos, pero algo me decía que debía estar aquí.
Al acercarnos más, el panorama se volvió desgarrador. En el pavimento yacía el cuerpo de una joven, con un charco de sangre bajo su cabeza. La escena me golpeó como un puñetazo al estómago, pero más que el horror de la imagen, era ese dolor en mi pecho que crecía, como si algo en mí conectara con esa tragedia de una manera inexplicable.
Mi estómago se revolvió.
La imagen me dejó completamente estática, congelada en el lugar como si de pronto el tiempo se hubiera detenido. Todo en la escena gritaba "suicidio". El cuerpo de la joven, el ángulo de la caída, el charco de sangre bajo su cabeza… Era algo que ya había visto antes, que se había vuelto habitual en mi línea de trabajo, pero esta vez sentía una tristeza profunda que no lograba explicarme. Quizás era por lo joven que se veía. Quizás porque tenía toda una vida por delante, y ahora todo había terminado de una forma tan brutal.
Mientras mis pensamientos me arrastraban hacia esa tristeza, un murmullo se alzó por encima del bullicio de los policías y los paramédicos. Miré hacia arriba, buscando la fuente, y escuché a alguien decir:
—Es la tercera vez este mes, pero es la mas joven...
Me perdí en sus palabras. Miré mas arriba y mis ojos permanecieron fijos en la figura que se asomaba desde la azotea. El viento hacía que su silueta pareciera más borrosa, pero había algo en su postura, en la frialdad con la que observaba desde arriba, que me hizo sentir una punzada en el pecho.
No fue un suicidio... esas palabras resonaban en mi mente con fuerza.
Jungkook trataba de llamar mi atención, pero sus palabras llegaban como un eco lejano, deformado. Intentaba sacarme de mi trance, pero todo se sentía irreal, como si el tiempo se hubiera ralentizado y yo estuviera atrapada en ese momento, viendo al hombre en la azotea sin poder reaccionar.
El malestar en mi pecho aumentaba, y mi respiración se tornaba pesada. Algo en esa escena, en esa figura indiferente allá arriba, me estaba arrancando la calma. Jungkook, desesperado, agitó mi hombro, pero mi vista seguía fija, mis sentidos desconectados del mundo real.
Finalmente, con un esfuerzo titánico, giré la cabeza hacia él, pero las palabras seguían sin salir. Lo único que podía hacer era señalar hacia arriba con un temblor en la mano, señalando hacia el hombre que continuaba mirándonos desde lo alto.
Finalmente, las palabras salieron de mis labios, aunque mi voz temblaba con una mezcla de miedo y desesperación.
—H-hay alguien ahí... en la azotea... — murmuré, apenas audibles, pero suficientes para que los oficiales cercanos me escucharan. Sentí cómo cada mirada se clavaba en mí de inmediato, expectantes, confundidas.
—¿Qué dices? — preguntó uno de ellos, claramente dudando de lo que acababa de escuchar.
—¡Alguien está en la azotea! — grité, mi voz rompiendo el silencio con fuerza, como si de repente todo el aire que había contenido finalmente explotara en un solo grito. Mis palabras parecieron cobrar vida, invadiendo el ambiente con una urgencia innegable.
De inmediato, los oficiales reaccionaron. Siete de ellos corrieron hacia la entrada del edificio, mientras otros comenzaron a dar órdenes a través de la radio, comunicándose con el equipo dentro. La atmósfera cambió drásticamente; lo que antes era un escenario controlado ahora se había vuelto caótico. El murmullo de las comunicaciones y el sonido de botas corriendo por el pavimento llenaban el aire, pero yo solo podía pensar en la figura en la azotea, fría y distante, mientras una sensación de vacío y desconcierto me recorría el cuerpo.
De pronto, algo cayó a mis pies, tan rápido y silencioso que nadie lo notó, ni siquiera Jungkook, quien seguía observando el caos a su alrededor. Mi instinto me empujó a agacharme y con un pañuelo, recogí el objeto del suelo.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, erizando cada vello de mi piel. El aire pareció volverse más denso, y una extraña sensación de incomodidad me invadió. Algo no estaba bien, lo sentía en cada fibra de mi ser. Esto no era una simple coincidencia.
Abrí lentamente la mano que sostenía el pañuelo y lo vi: un crucifijo. Pequeño y de plata, pero imponente en su simplicidad. Miré nuevamente hacia arriba, para percatarme que aquella presencia ya no estaba.
El metal frío y gastado no me transmitía tranquilidad. Al contrario, me llenaba de preguntas sin respuestas, como si fuera una pieza más de un rompecabezas oscuro y macabro.
¿Por qué estaba aquí? Lo que debía ser un símbolo de fe y esperanza me dejaba ahora con más dudas que certezas. Y mientras lo sostenía, una sombra de inquietud creció en mí, como si este pequeño objeto fuera el inicio de algo mucho más grande y perturbador.
No me corresponde actualizar hoy, pero haremos una excepción
Recuerden que esto es una colaboración mis chiquis y mi historia es última de las cuatro publicadas.
WangNini_ revenge: the lust
dorasilove revenge: the rich
NewHopeland revenge: the lies
Así es el orden 🧚♀️.
Las dejo en modo detectives luego de este capítulo.
Nos vemos en una próxima actualización ❤️🧚♀️. (que serían los domingos 😅)
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