|☪ Cᴀᴘ. 052 ☪| ᴜɴᴀ ᴅɪᴏsᴀ ᴏᴍᴇɢᴀ ✔
—Pero con una condición —Dije cerrando mis ojos, suspirando a la vez y luego los abrí, no podía arrepentirme de mi pronta decisión, menos ahora que pensaban matar a mi alfa.
Al amor de mi vida.
—La que tú quieras, mi pequeña —Daniel me miró serio y sólo solté lo que tenía en mente.
—Me dejarás un baño a mi disposición, junto a un botiquín de primeros auxilios, quiero curarlo y estar a solas con él —Daniel no dijo nada al respecto y asintió.
—Si veo algo extraño, lo mato —Tragué saliva al escuchar eso.
—Eso no pasará, pero necesito al menos una hora para poder sanarlo —Él asintió e hizo unas señas a sus hombres.
—Hagan lo que mi prometida pidió —Dió la orden.
El sádico y el loco le quitaron las cadenas que se aferraba en sus manos, bajandolo poco a poco de donde estaba colgado. La mosca me pidió que lo siguiera al baño más cercano, que era en el piso de arriba dentro de la casa, asentí y fui detrás de él, sin dejar de mirar atrás, no quería que de repente los papeles cambiaran y fuera una trampa.
Ya conocía al personaje.
Una vez dentro del baño, les pedí algo de ropa para Jung Kook, no creo que ellos quieran que él ande desnudo por ahí, aunque por mí no habría problema. El gato me trajo lo justo y necesario para no andar desnudo; el sádico y el loco sentaron a Jung Kook en el suelo junto al inodoro, el mono dejaba el botiquín encima del lavamanos y Daniel me dedicaba una última mirada antes de cerrar la puerta.
—Por Dios, Kook, ¿Qué te hicieron? —Me acerqué a él y lo abracé fuertemente.
—¿Por qué no me dejaste morir?, Acabas de comprometerte con mi primo —Me separé un poco de él sólo para mirarlo a los ojos.
—¿Es tu primo? —El leve movimiento de cabeza que realizó lo tomé como una afirmación— No se parecen en nada y sobre dejarte morir, jamás, daría mi vida por ti, Jung Kook —Mis ojos comenzaban a cristalizarse.
No quería que esto fuera real.
—Jules —Lo miré directamente a los ojos, detallando su mirada adolorida— Te amo —Y sentí un profundo dolor en mi pecho, porque yo también lo amaba.
—Yo también te amo, Kook, —Besé de forma tierna sus labios con un simple "pico"— pero elegiste el momento menos romántico para decirlo —Sonreí alzando mi mano para tomar el botiquín que habían dejado encima del lavamanos.
—No quería morir y luego recordarme por el resto de mi eternidad siendo un espíritu el porque no pude decírtelo antes, cuando estaba vivo, porque era un completo cobarde —Cerró sus ojos y sólo pensé que si seguía hablando se pondría aún más débil.
—No eres ningún cobarde, Kook, jamás vuelvas a decir eso —Acuné su rostro con una de mis manos, mientras que con la otra buscaba uno de esos pañitos para desinfectar y necesitaría unos cuantos.
—Es la verdad —Abrió sus ojos y enfocó su vista en mí, para ser precisa en mi cuello y enseguida frunció su ceño.
—¿Qué? —Por un momento pensé que la marca temporal se había borrado, pero ésta mañana la había visto allí.
Bajé mi mirada y ví un chupeton, uno de tantos que me había dejado Daniel hace unos días atrás. Lo miré pidiéndole disculpas, pero tenía miedo de que se enojara conmigo por dejarme violar, podía haber puesto resistencia y quizás no tendría aquello en ese lugar tan visible, sagrado y propio de tu Alfa.
Podía ver la repulsión en su rostro, justo cuando me miró de nuevo a los ojos y se apartó de mi bastante brusco, poniendose de rodillas contra el inodoro, ni tiempo le dió de levantar el asiento cuando comenzó a vomitar todo lo que tenía en su estómago.
Me acerqué a él con cuidado y acaricié su espalda, mientras sacaba todo lo que se le había revuelto dentro. Al terminar, me puse de pie y visualicé un vaso vacío, lo enjuagué y llené de agua, se lo extendí y de inmediato tomó del vaso para limpiar su boca, dentro de los gabinetes que habían busqué pasta dental y curiosamente había un cepillo de dientes sin usar, le dí ambos.
Repitió el proceso de limpieza por más de cinco veces y se sentó nuevamente en la alfombra de color azul que había en el suelo.
—Lo voy a matar... Por haberte tocado —Negué. Él no iba a matar ni a una mosca en su condición.
—No, no vas a matar a nadie —Tomé una de esas famosas toallitas y limpié las heridas, pero volvían a sangrar, eran muy profundas.
—¡Jules, maldita sea, duele! —Se quejó como el niño cobarde que era.
Sabía que necesitaría algunos puntos en cada incisión que le habían hecho, casi derrotada recordé las palabras de mi hermano “cuando tu loba se sienta lista, sacará todo su poder a la luz, uniéndote con Jeon, formando la pareja mas fuerte de todos los tiempos; además, todos estarán a tus pies por ser la única de tu especie” ¿Qué demonios significaba eso?
¿Cómo sacamos nuestro poder?, Quiero salvarlo, necesito salvarlo —Mi loba sabía más que yo en estos momentos.
“Necesita beber de nuestra sangre” —No podía creer lo que me estaba diciendo.
Pero Jung Kook no es un jodido vampiro —Dije más que obvia.
“Nuestra sangre hará más rápido el proceso de sanación, de recuperación casi instantánea, sólo confía en mí —Suspiré y dejé la toallita toda llena de sangre a un lado.
—Kook, necesito que muerdas mi cuello —Él me miraba confundido.
—No haré eso, no puedo marcarte dos veces —Dijo en su defensa.
—Entonces, muerde en el mismo lugar —Pedí, pero no se inmutó— ¡Ahora! —Cerró los ojos, pero no hizo nada.
Me saqué la camisa, dejando mis pechos al aire, si necesitaba un incentivo, yo se lo daría. Me acerqué a él, dejándole mi cuello a su disposición y hablé:
—Abre los ojos y muerdeme —Los abrió, unos bonitos ojos blancos salieron a relucir y me recorrió desde mis ojos, mi cuello, hasta mis pechos— Necesito que me muerdas ya... —Mis palabras quedaron suspendidas en el aire, me mordía justo en el sitio que le había indicado, mientras con una de sus manos traviesas acariciaba mis pechos— Sí, así —No mentiré, dolía como no tenían una idea, pero por Jung Kook haría cualquier cosa.
Cerré los ojos, comenzaba a sentirme débil y dejé que Jung Kook me sostuviera, hasta que paró y me acomodó encima de él para acariciarme el cabello.
—¿Quién eres? —Preguntó con su voz tan característica y ronca, algo me decía que había funcionado.
—Una Diosa Omega —Nuestra respiración era tranquila, al igual que nuestro ritmo cardíaco.
—Cada día me sorprendes más —Dijo depositando un beso en mi cabello— Cada día me enamoro más de tí —Sonreí contra su cuello.
Este era mi Jung Kook, siendo romántico en momentos que realmente no lo eran, pero él los convertía en uno.
Necesitaba recuperarme, me sentía débil, no sabía cuánta sangre había extraído la persona que amo, pero apuesto lo que sea que mi sangre se regenera igual de rápido. Sin dudas era una omega fuerte y muy difícil de roer.
Luego de unos diez minutos abrazados, me separé de él, me sentía lista para volver a lo que estaba haciendo. Admiré su cuerpo y no tenía rastros de alguna cortada, moretón o siquiera una pequeña cicatriz, su piel estaba suave y muy lisa.
—Pensaba que las Diosas Omegas estaban extintas —Opinó viendo su cuerpo tan asombrado como yo— Tienen poderes increíbles, ¿Cómo supiste que eras una?
—Mi hermano me lo dijo la última noche que estuve en la clínica y no sabía lo que significaba hasta hoy —Jeon desvió su vista de su cuerpo, mis ojos y se fijó en mis pechos, haciendo que mis pezones se pongan muy erectos.
Jesús, me daba escalofríos cada vez que me miraba de esa forma. Con deseo.
—Ni se te ocurra, Jeon —Tomé mi camisa y me la coloqué— ¿Sólo estabas tú cuando te atraparon? —Aquella mirada tan perfecta, se desvaneció, era obvio que no.
—No. Jin, Ho Seok y tu hermano estaban conmigo, sólo a ellos los dejaron vivos, a mis otros alfas de confianza los mataron en mi cara —Bajó su cabeza, como si todo lo que estaba pasando fuese su culpa— Debí protegerlos, debí protegerte y mira dónde terminé, soy el peor Alfa.
—No, claro que no lo eres. Quizás jugabas con muchas mujeres antes de que yo llegara, pero eso no te quitó tu fama del gran Alfa. Todos te admiran y adoran por como estos últimos años los has protegido, ¿Y crees que por una pequeña equivocación van a dejar de idolatrarte?, Estás muy equivocado.
—No es eso, Jules, si no pude protegerlos, no puedo proteger a nadie —Negué.
—No tienes porque hacerlo solo, yo estoy aquí y te ayudaré a salvar a nuestra raza —Sonrió de lado, había sonado como una heroína— Ahora mueve esas nalgas que te voy a bañar —Y su sonrisa se esfumó.
—No, eso si que no —Lo miré divertida, mientras el se rehusaba a la idea de ser bañado por mi persona.
—Así te acostumbras para cuando nos casemos.
Esto sería muy divertido.
GRACIAS POR LEER❤️
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