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Dɪᴇᴢ

Llegamos al local y al entrar, nos recibió la melodía de Shattered Dreams de Johnny Hates Jazz.

Estábamos las tres solas en el recibidor, cosa que se me hizo extraña porque eran casi las cuatro de la tarde, así que ya la hora de almuerzo había pasado.

Nos topamos con paredes de ladrillo casi tapizadas con pósters de todo tipo y dos juegos de muebles pequeños de cuero. También habían dos mesitas de centro sobre las cuales estaban colocadas varias revistas de tatuajes, y detrás había un pequeño mostrador con una computadora y una caja registradora. Justo allí estaba el equipo de música. Más para atrás habían tres puertas de madera oscura.

El ambiente era realmente pacífico y placentero con aquella música y esas velas aromáticas de lo que identifiqué como jazmín.

-Bueno, como el buenorro de tu novio parece no estar, tocaremos el timbre para asegurarnos.

Yo sólo me quedé sentada en un sillón con vistas a las tres misteriosas puertas y reí por el comentario de YuQi.

La susodicha fue al mostrador y tocó el pequeño y tradicional timbre que allí había (y que hasta el momento no había visto). Sin embargo, lo tocó tantas veces, que Ann y yo tuvimos que correr a apartarla del aparato.

-¡Ya bas...!

Las palabras de la brasileña quedaron en el aire cuando la puerta de la izquierda se abrió.

Era él, sí. Estaba hablando con otra persona dentro de esa habitación, pero pude reconocer su voz y su rostro inlcuso con aquel largo cabello que caía sobre sus lóbulos y esa ropa ancha que portaba.

Pero muerta me quedé cuando lo ví más de frente y noté su brazo derecho completamente tatuado y aquel piercing que sobresalía también de su ceja derecha el cual pronto fue cubierto por su flequillo.

Una vez se volteó por completo que cerró la puerta a sus espaldas, alzó la mirada y reparó en la mía.

Su rostro mostró tanto asombro como el mío y la euforia de nuestros cuerpos era compartida, pues no dudamos en correr a abrazarnos.

Bueno...él me abrazó. Yo salté encima suyo y rodeé su cintura con mis piernas.

-¡Lu!¡Lu!¡Mi hermosa Lu!-sus palabras sonaban ligeramente amortiguadas pues tenía el rostro enterrado en mi cuello tal cual el mío en el suyo.

-Te extrañé mucho, idiota.

Volver a escuchar su risita casi me derrite.

-Yo también te extrañé mi pequeña viejita.

Alejando un poco nuestras cabezas, nuestras narices se rozaron y no pasó ni un sólo segundo antes de que nuestros labios se volvieran a juntar.

Juro que los ojos se me cristalizaron bajo los párpados al sentir de nuevo su boca en la mía.

Me gustaría decir que no dejamos de besarnos, pero no fue así.

Tenía que ser justamente YuQi quien carraspeara y nos sacara de la burbuja que habíamos formado de repente.

Lo admito. Por un segundo me olvidé de que ellas estaban ahí.

Con Every Breath You Take de The Police, él me devolvió al suelo y aún sin quitar su mano de mi cintura, caminó de vuelta hasta donde estaban mis amigas, cuyas miradas juguetonas me hicieron sonrojar y al voltear a ver a mi chico, noté el mismo efecto.

-Perdonen que le hayamos interrumpido la escenita, pero como verán, no se come frente a los pobres-siendo china, no sé de donde YuQi saca tantas locuras...quizás de donde mismo yo.

JungKook soltó una risilla y les extendió su mano libre, siendo la misma YuQi la primera en tomarla, siguiéndola Ann, quien le regaló una sonrisa más sincera.

-Un gusto conocerte, JungKook. Nosotras somos Song YuQi-señaló a la china, quien hizo un gesto de "peace and love" que hasta a mí me dió risa-, y Ann Da Silva. Somos mejores amigas de Lucy y hemos venido aquí a traértela.

Mis ojos se abrieron con impresión y no dudé en tomar la palabra.

-Entonces ¿Lo del tatuaje a juego era mentira?-casi que exclamé ofendida.

-Claro que no-YuQi frunció su ceño-. Pero el motivo principal de traerte aquí era para que volvieras a encontrarte con tu novio. De seguro se pondrán a hacer cositas ricas y como que nosotras no tenemos por qué estar presentes.

Si antes mis mejillas estaban coloradas, ahora era un tomate completo.

Mis amigas rieron y se encaminaron a la puerta.

-Dejaremos la cita de los tatuajes para otro día. Mientras, aprovechen-Ann agitó su mano a modo de despedida antes de salir del local.

Pero YuQi sieeempre tiene la última palabra en estos casos, por lo que, asomando su cabeza desde afuera, exclamó:

-¡Usen condón!

-¡Lucy se pone la inyección todos los meses, boba!

-Ah...

Fue tanta la vergüenza que me dió aquella discusión entre mis amigas antes de que finalmente se fueran, que me escondí en el pecho de JungKook, quien rió y rodeó mis hombros, abrazándome con fuerza.

-¡Mierda! Y justo ahora tengo un cliente-lloriqueó y sentí su nariz aspirar sobre mi cabello.

Ahora quien reía era yo.

-Ve con él-lo miré y comprobé que las sonrisas no se borraban de nuestros labios-. No me voy a ir a ningún lado.

-En efecto. Estarás pegada a mí como lapa todo el tiempo que dure ese tatuaje, que por suerte es sencillo-me guiñó un ojo y chocó rápidamente sus labios con los míos-¡Joder, que sí que te extrañé un montón!

Beso tras beso, yo lo único que podía hacer era sonreír, y en un último momento lo alejé.

-Anda. Vamos con tu cliente. Mientras más rápido acabes, más rápido tendremos tiempo a solas.

»»»

-¡Te dije que te iban a botar de la empresa, idiota!-aprovechando mi posición, pellizqué su pezón por encima de su pullover a modo de regaño pero él sólo se retorció de la risa.

-De todas maneras iba a renunciar-su tatuada mano jugueteaba con mis largas hebras-...Te dije que sólo estaría rentado para tí.

Luego de terminar con su cliente (el cual nos miraba muy contento porque le recordábamos a él y su novia), canceló todas sus citas del día y me llevó por la puerta de la derecha (ya que la izquierda era su estudio y la del medio un baño) donde estaba su pequeño departamento, el cual me recordó mucho a la habitación del hotel dado que sólo tenía una sala-cocina-comedor, un baño y un cuarto.

No lo pensamos mucho cuando nos tiramos en el sofá (que también era de cuero) y nos quedamos rescostados; yo sobre su cuerpo, jugueteando con su cadena de plata y él acariciando mi cabello. Estábamos poniéndonos al día y él recién había empezado con su despido de la empresa de los novios de renta.

-Bobo-pucherré y le mordí suavemente una mejilla, volviéndolo a hacer reír.

-Luego de eso simplemente seguí trabajando aquí en el estudio y en el restaurante. Entonces un señor de clase alta llegó a comer al negocio y aparte de dejar propina, dijo que nos recomendaría a sus socios y ahora el lugar está lleno a casi todas horas y pudimos contratar un poco más de personal, por lo que me dejaron trabajar únicamente en el estudio.

-Hablando de eso-ladeé la cabeza y tomé su brazo tatuado para examinarlo con detenimiento-¿Cuándo te hiciste tantos tatuajes?

-Mi amigo vino de vacaciones por un año completo y me los hizo todos antes de irse. Me dijo que era una falta de respeto que un tatuador no tuviera siquiera un tatuaje temporal y bueno...eso fue lo que salió. También lo del piercing. Probé ponerme unas pegatinas un día junto a mi hermano y me gustó el resultado, así que simplemente me hice una perforación real.

Estoy segura de que mis ojos brillaban tal cual un par de estrellas pues su tierna sonrisa me lo hizo saber.

-El cabello largo me lo dejé porque me prometí a mí mismo cortarlo el día que aceptara mis sentimientos frente a tí, así que ya puedes irle viendo el largo que tiene. Por supuesto que tuve que cortarme las puntas para mantener el estilo, pero bueno, la idea es esa. Ahora ya puedo cortármelo cuando tú quieras.

Sonriente, me volví a recostar con la cabeza en sus clavículas y seguí jugando con sus cadenas.

-No te cortes nada. Te ver hermoso así. De hecho...creo que cada día te pones más bonito.

-Y tú igual, Lu. Mira cuánto te ha crecido el cabello. Ya puedo jalarlo.

Cualquiera pensaría que lo decía con segundas intenciones, pero el muy cabrón se refería literalmente a halarlo.

El jalón que le dió a uno de mis mechones fue tan fuerte, que solté un grito y todo.

-¡Oye!¡Eso dolió!-como venganza, también halé un mechón de su cabellera.

-¡Auch!-se quejó, y enarqué una ceja en su dirección-. Bien. Me pasé un poco.

Bufé risueña y negué con la cabeza, besando su mejilla cortas y repetidas veces.

-Cuéntame de tí, Lu ¿Cómo le ha ido a mi viejita más pequeña?

Sin poder evitar reír ante su apodo, le sonreí.

-He estado bien. Yendo a citas acordadas por mis amigas regresando siempre con las manos vacías, tranajando en la empresa de mi madre de la cual me echó justo ayer por tener un tatuaje y de paso me quitó el apellido por supuestamente pertenecer a ma mafia y bueno...ayer entre mi papá, mi madrastra y las chicas me ayudaron a buscarte de nuevo. Dijeron que debía forzar un poco a la suerte si quería conseguir lo que deseaba.

Sus ojos me vieron con preocupación y sus manos apretaron sutilmente mis mejillas.

-Luego hablamos de lo demás. Pero quiero saber cómo te sientes con lo de tu madre. Que te boten de la familia no ha de ser fácil.

Imité su acción y apreté sus mejillas, abultando cómicamente sus labios.

-Estoy bien, bonito. Realmente me dieron lo que quería: separarme de esa familia tam tradicionalmente ridícula y explotadora. Estoy bien contando con mi padre, mi madrastra, mis primos y mis amigas...y contigo, si quie...

-Claro que cuentas conmigo-rápidamente me interrumpió-. Conmigo y todos los Jeon-sus cejas fruncidas y su mohín me dieron una imagen sumamente tierna suya-. Ahora cuéntame cómo es eso de las citas.

-Pues...citas-me encogí de hombros-¿Tú no tuviste citas?

-Una que otra clienta me invitó a salir, pero se les notaba a la legua que sólo querían aprovecharse de este pobre cuerpo-la burla estaba reflejada en mi expresión pero eso a él no le importó-. Igual cuando intentaba sacarles plática la cosa no fluía ¿sabes?

-No eras tú-suspiré, dejando caer mi frente en la suya-. Ninguno de ellos conectaba conmigo como tú y por eso nada funcionó.

Su sonrisa de lado coincidió con el alivio en sus irises.

-Me alegra saber eso ¿sabes? Porque yo pienso cumplir con mi promesa.

-Yo también la pienso cumplir, Koo.

Tiernas y brillantes miradas acompañaron sus palabras y mi mundo interior se agitó de sobremanera.

-Te quiero muchísimo, Lucy. Me tienes loco porque hasta hace pocas horas estaba soñando despierto, pensando que estabas a mi lado en la cama. Pero ahora estás aquí de verdad, y yo no te pienso dejar ir, no. No quiero y no puedo. Mi corazón sólo se agita por tí.

Quise controlarlo, pero al final una traicionera lágrima terminó por rodar por mi mejilla y antes de que cayera en la suya, la limpió con su pulgar.

-Me tienes enamorada hasta los huesos, JungKook. Nunca borré las fotos que teníamos y te juro que no había noche que no me fuera a la cama sin antes verlas esperando soñarte. Hasta ayer mismo lo hice, aún teniendo la esperanza de que de veras el Serendipity fuera tu estudio.

-Eso significa que...¿No te irás nunca más?¿Estás dispuesta a estar conmigo probablemente hasta que la muerte nos separe?

Una sonrisa amplia se dibujó mi rostro y mi nariz hizo un suave recorrido por sus mejillas y barbilla.

-Estoy dispuesta a todo si es contigo, Koo...incluso a ayudarte a bañarte bien.

-¡Oye!-su carcajada me contagió-¡Yo me baño bien!

-Te bañas primero la mitad izquierda del cuerpo y luego la derecha ¡Hasta te hiciste una línea de división con el jabón en el pene la vez que te ví! Así no te puedes bañar bien.

-Pero yo me baño bien-lloriqueó viéndome casi morirme de la risa por lo que terminó sonriendo-. Bueno, acepto con la condición de que seas tú la que me bañes.

-Lo haré-asentí rendida y divertida-¿Y tú?¿Me soportarás con mi mal humor de vieja?

-Por supuesto, mi amor-solté un pequeño gritito del susto que me dieron sus manos al azotar y apretar mis glúteos por encima de mi short, así de repente-. Entonces, estando todo aclarado, señorita Lucy Parker futura de Jeon...¿Podría besarme? Muero por comerme esa hermosa boquita.

Exactamente eso hicimos apenas nuestros labios volvieron a tener un contacto más duradero.

La temperatura de nuestros cuerpos fue subiendo poco a poco y nuestras manos cobraron vida propia, deslizándose las mías bajo su camisa y las suyas en los bordes de mi short de mezclilla

Rompiendo el beso por pequeños segundos, lo ayudé a quitarse su pullover y mi blusa, dejándome en sujetadores.

Otra vez volvimos a besarnos hasta que él provocó que nos separáramos con sus palabras.

-Pon las rodillas en el sofá y abre las piernas-lo miré confundida mas obedecí de todas formas, recibiendo su pícara mirada.

Me tomó por sorpresa que comenzara a arrastrarse hacia abajo, dejando un camino de besos hasta llegar a mi adomen. Sus manos trabajaron rápido en deshacerse de mis shorts y apenas los corrió junto a mis bragas hasta la mitad de mis muslos, dejó que su lengua recorriera toda mi vulva de arriba a abajo.

Lo sentí gruñir y el jadeo que solté al él apretar mis glúteos fue ahogado.

-Estás tan húmeda con sólo una lamida...

Pero por mucho que quisiera, no podía responderle, pues el ritmo de su boca ya me tenía en un limbo de placer increíble.

Si aquella primera vez había parecido una gata en celo, esta vez maullaba por dos pues él se había propuesto aumentar la intensidad de la situación.

De hecho, fue tanto el deleite que provocaron sus constantes lamidas y succiones, que mi orgasmo llegó sacudiéndome toda al punto de perder el equilibrio y de mis caderas hacia arriba ya estaba en el suelo sobre la alfombra.

Escuché su burlona risita, y quise matarlo, pero estaba tan pasmada que no podía.

Él mismo terminó de recostar mi tembloroso cuerpo en la alfombra, pero abrió mis piernas y allí se colcocó.

Un gemido agudo y duradero, acompañado del retorcimiento de mi figura y mi mano intentando detener la suya fue lo que siguió. Estaba demasiado sensible y él había introducido dos dedos en mi interior.

-Jun..-jadeé y por entre medio de los cabellos que con la ligera capa de sudor se habían pegado a mi cara, logré conectar su mirada con la mía. Aquella sonrisa no la cambiaba y la ensanchó más cuando metió un tercer dedo y yo aullé.

Sí, a lo lobo salvaje.

Pero no es culpa mía, es de él, quien recién metía un cuarto dedo y cuando comenzó un vaivén acariciando mi clítoris con su dedo pulgar, estallé en lloriqueos.

¡Que estaba muy sensible y eso me estaba matando, carajo!

Pero no me quejo como mismo no lo hice ese día. De hecho, hasta moví mis caderas para él.

Estaba cerca del segundo orgasmo, sintiendo sus dedos apoderarse de mi interior con rapidez (dado que estaba más lubricada que una fábrica de vaselina), y, como es una costumbre suya para torturarme más, se detuvo lentamente hasta quitar por completo sus manos de mí.

¿Que si me quejé?

-Juro que te voy a demandar, Jeon JungKook-pero mi gruñido sólo lo hizo reír.

Quería encontrar alivio aunque fuera frotando mis piernas entre sí, pero las suyas seguián manteniéndolas abiertas aún si él estaba en función de quitarse los pantalones y el boxer.

Cerré mis ojos, tratando de relajarme, pero los volví a abrir cuando él terminó de sacar mi shorts y bragas con prisa y se colocó a mi lado, dándome un empujoncito para quedar de lado, con la espalda apoyada en su pecho. Una de sus manos se encargó de zafar el sujetador mientras que la otra serpenteaba por mi cintura hasta llegar al frente y retirarlo por completo, dándole paso libre a toquetear mis pechos a su antojo.

Su mano derecha acarició la parte interna de mi muslo, alzándolo en el proceso, haciéndome mantener la pierna doblada hacia arriba.

Sopló sobre mi cara para retirar los mechones, y con mi propia mano le facilité el trabajo.

Su sonrisa ne contagió, pero me quedé con ganas de que me besara cuando ese ósculo fue el primero de los que recorrieron por mi cuello y hombro.

Antes sentía su erección rozar mis nalgas, pero ahora la tenía acariciando de adelante hacia atrás mis pliegues, sacándome millones de suspiros y apretando mis puños.

Y así de rápido pasó todo.

Poco a poco su miembro fue introducido en mí mientras esa caliente y tatuada mano acariciaba mi botón.

Las embestidas eran rápidas y profundas, y mi garganta pronto se secaría de tanto gritar, porque a ambos nos estaba importando un bledo si se enteraban los vecinos o no que estábamos teniendo el mejor reencuentro de todos los siglos.

Oír sus altos y roncos gemidos en mi oído, erizó mi piel más de lo que sus caricias en mis pezones y clítoris hacían y mis manos se llagaron a sus brazos para hincar las uñas en cualquier trozo de piel al alcance.

Me miró a través de sus oscuros cabellos (que tamabién se habían adherido a su rostro) con su perversa sonrisa y su mano izquierda fue a parar a mi cuello, donde ejerció una pequeña presión y me hizo doblar la cabeza para que nuestros labios pudieran juguetear junto a nuestras lenguas.

Las embestidas aumentaron de ritmo al igual que el agarre en mi cuello y nuestros gemidos.

Estaba altamente sensible, así que había sido todo un logro para mi mantenerme hasta aquel punto, pero cuando exploté, lo hice con todas las de la ley.

Mi agudo maúllo debió oírlo mi padre allá en Inglaterra y la alfombra fue salpicada por el resultado de tal clímax.

Un puto squirt. JungKook fue y es el único hombre que ha logrado hacerme sentir en las nubes al punto de llegar a un jodido squirt.

Salió de mí y se dedicó a mimarme con besos entrecortados por mis constantes jadeos.

-Hoy me dejarás al mando, bonita-suspiró en mi mejilla, echando su cabello hacia atrás-. Hoy yo quiero adorarte únicamente a tí y bajarte el cielo, la Luna y las estrellas.

La sonrisa tironeó sola de mis comisuras antes de volver a besarlo con esa pasión que sólo ambos compartimos.

Me ayudó a ponerme de pie y caminar los pocos metros de distancia hacia su cama, pero mis piernas temblaban tanto, que terminamos cayendo al frío suelo de loza.

Sí, porque si yo caía, él iba conmigo...para prevenir futuras burlas de su parte.

-¿Estás bien? El piso es algo duro ¿no te duele nada?

Sonriente, negué con la cabeza y acaricié sus mejillas. Ahora éstabamos cara a cara y podíamos besarnos más abiertamente.

Peeero, la fiesta no acababa, no.

Separándonos, se colcó de rodillas y elevó mis piernas hasta dejar mis pies sobre sus hombros, alzando mi torso con ello.

Muy pronto estaba volviendo a adentrarse en mí de manera lenta, con un vaivén de caderas entre ambos (aunque las mías fueran jaladas por sí mismo) profundo y paciente.

Por suerte esta vez nos controlamos un poco más con los gemidos...pero cuando nuestras miradas chocaron...

-A la mierda. No puedo aguantar tanto tiempo sin hacerte el amor como a mí me gusta.

Reí de su frustración, pero tuve que morderme el labio cuando las embestidas comenzaron a ser salvajes.

-¡Oh, no, nena!-gruñó, dando una última embestida que me sacó un gritito-. Eso, hermosa Lu. Gime para mí y no te contengas.

Y pues...la carne es débil, y yo sólo acaté sus órdenes.

Es que me encanta cuando se pone así.

Por claros y sólidos (muy sólidos) motivos, estar en el suelo ya se nos estaba haciendo incómodo por mucho que estuviéramos gozando de lo que en él hacíamos, así que JungKook, aún dentro mío, enredó mis piernas en su cintura a la par que yo mis brazos en sus hombros y luego se colocó de pie conmigo trepada en medio de un salvaje beso.

Quizás fuera ese deseo que siempre tengo de complacerlo a él también el que me llevó a sacar fuerzas de donde no creía tenerlas y mover mis caderas en círculos con su falo enterrado en mi interior.

-Carajo-jadeó, deteniendo su andar cuando ya estábamos a una corta distancia de la cama-. Así, nena, así.

Él mismo me ayudó a moverme con mayor facilidad, autopenetrándome y dándome el gusto de sentirlo apretarme con fuerza.

Inesperado fue el brusco ajetreo que hizo cuando me lanzó al borde de la cama y salió de mí como si no pareciera haberse llevado mi alma consigo.

Me apoyé en ambos codos y pude quedar más cerca de su rostro para poder seguirlo besando, y quise llegar a más, pero él lo hizo por mí. Hizo a sus labios deleitarse con la piel de mi cuello y hombros, siguiéndole mis clavículas y senos en los cuales se detuvo a dar un par de lamidas y bajó luego por todo mi abdomen y vientre hasta llegar nuevamente a mi coño, el cual estaba sonrosado por toda la actividad, súbita además, que había tenido. Lo lamió y besó con delicadeza, pero todo el lubricante lo desvió más abajo.


Con tan sólo mirarlo ya sabía lo que venía así que, tan sonriente como él, cuando se arrodilló y penetró mi zona trasera, colgué una de mis piernas de su hombro y la otra él se encargó de dejarla casi completamente horizontal.

Esta vez sí tuvo que ir con movimientos más lentos, pero de igual forma creamos un compás lo suficientemente satisfactorio para ambos.

Estaba amando ese reencuentro, de veras.

Con mis manos amasando mis senos y sus brazos a cada lado de mi cintura impulsando su pelvis, acallamos nuestros gemidos con besos torpes y bruscos.

Llevé mis manos a su espalda cuando la cosa se comenzó a salir de control, y no dudé en arañar dicha zona con mis uñas cuando dió una última embestida que sacudió todos mis sentidos.

-Ven, Lu-aunque estaba un poco molesta porque no me había acabado de dar mi tercer orgasmo, lo seguí cuando se sentó en el colchón recostado en el espaldar de la cama y palmeó sus muslos-. Vamos. Móntame de espaldas, pequeña.

¿A quién le brillaron los ojos como a niño que ve un caramelo?

¡Exacto!

A mí, que gustosamente accedí a su petición, pegándome a su pecho y echando mi cabeza hacia atrás para morder su cuello mientras mi mano volvía a guiar su falo a mi entrada.

-¡Agh!¡Lucy!-gimoteó. Me había dado cuenta desde aquella vez que su punto débil era la zona de su cuello cerca de la mandíbula, así que allí estaban concentradas, mayoritariamente, mis lamidas y mordidas mientras comenzaba con mi meneo.

Pero bueno, como él estaba en su modo bruto ese día, simplemente guió mis movimientos de modo tal que las penetraciones volvían a ser fuertes.

Sentándome sobre su pelvis, de nuevo su mano estaba en mi cuello y me hizo echarme hacia atrás, colocando mis piernas dobladas en forma de triángulo a cada lado de sus muslos. Entonces tomó de nuevo el control de la situación y sus caderas parecían una máquina de tan rápido y tan duro que se movían.

Un mar de gemidos y gritos era lo que inundaba la habitación, y sus mano libre recorría mi piel con una parsimonia que me erizó de pies a cabeza.

Lógicamente llegó un punto donde se cansó, por lo que yo volví a estar al mando de la situación.

Apoyada en mis rodillas, me liberé de su agarre e incliné mi cuerpo hacia adelante, moviendo únicamente mi trasero hacia arriba y abajo.

Que gimiera alto y maldijera en voz baja me hizo reír con orgullo, sabiéndolo complacido cuando sus manos simplemente se sujetaron de mis glúteos para apretarlos y ayudarme a moverme más fácil.

Estábamos cerca, lo presentía, pero, de nuevo, lo detuvo todo, y salió, empujando mis piernas para darme la vuelta y cernirse sobre mí.

Sus antebrazos quedaron bajo mi espalda, sujetando mi cabeza, y mis manos fueron llevadas a su espalda cuando me penetró lenta y tortuosamente a propósito.

Me miró y sonrió, gesto que correspondí y aproveché para apartar algunos rebeldes cabellos que se habían interpuesto en su vista.

-Te ves tan hermosa con todo el cabello revuelto, cubierta de sudor y toda sonrojada dejándome adorarte-besó cortamente mi mejilla y bajó por mi mandíbula hasta mi cuello-. Lamento si te molestas luego, pero necesito hacerlo.

Jadeé gustosa cuando la succión a mi cuello se volvió más profunda y sonreí al darme cuenta de lo que hacía.

-Mía...eres mía y todos deben saberlo-volvió a alzar la cabeza y yo llevé mi mano a su nuca para halarlo cerca de mi boca.

Lo imité y dejé una hermosa marca, bastante visible, en su cuello, observándolo sonreírme cuando volví a mí antigua posición.

-Ahora ya todos sabrán que eres mío...y me importa muy poco si a alguien le molesta.

En medio de su risita, volvió a besarme y otra vez sus caderas cobraron vida.

Ciertamente nuestros gemidos (que más bien eran gritos) se estuvieron escuchando hasta poco después del anochecer, pero no hubo mejor sensación para mí en aquel entonces que dormir abrazada a él luego de haber hecho el amor como un par de conejos.

»»»

Cuando abrí mis ojos, no tenía idea de qué hora era y a través de las cortinas de las ventanas aún se notaba el cielo oscuro.

Estaba abrazada a la espalda de JungKook, por lo que me separé poco a poco sin despertarlo y salí de la cama soltando un silencioso bostezo.

Algo estremecida por el frío del suelo chocando directamente con mis pies descalzos, y guiándome por la escasa luz que entraba por las ventanas, llegué a la sala, donde me arropé rápidamente con el enorme pullover de JungKook y, logrando conseguir mi celular en mi bolso que estaba en uno de los butacones, encendí mi linterna, mirando de paso que eran las seis de la mañana, y me guié hasta los zapatos de JungKook, los cuales había dejado en la entrada y me coloqué sus medias.

Entonces caminé en silencio hasta la cocina, asegurándome de que al encender la luz mi chico no se despertara, y comencé a registrar.

La nevera y los estantes estaban bastante llenos, por lo que me pude dar el lujo de preparar un buen desayuno.

Tosté unas rodajas de pan y les unté mantequilla en lo que el café se hacía, las dejé en dos platos sobre la isleta y abrí la nevera a ver si había la leche de plátano que tanto le gusta a JungKook y de paso algo de mermelada que siempre me gusta desayunar con eso.

Cerré mis ojos al sentir el delicioso aroma del café recién hecho, mas pegué un respingo cuando JungKook llegó a mí de repente y abrazó mi cintura desde la espalda.

-Hum...si así me vas a dar los buenos días siempre, te rapto y te traigo a vivir conmigo.

-No tengo problema con eso-risueña, cerré la puerta de la nevera y giré sobre mis talones para encararlo, enredando mis brazos alrededor de su cuello.

Aún tenía los ojos entrecerrados, señal de que recién había despertado. Por lo menos se había puesto unos boxers.

Riéndome al verlo intentar ayudarme a pesar de tropezar con sus pies, ambos nos sentamos en las butacas altas de la isleta.

-Por primera vez no tengo ganas de ir a trabajar.

-Oye, pero si te pondras así por mi presencia, no me mudo contigo.

Sus ojos se abrieron ampliamente de repente y negó con un puchero.

-No, no, no, no-echándose hacia adelante, dejó caer la cabeza sobre mis pechos y abrazó mis caderas-. Prometo ser un niño bueno.

¿Cómo no reír con eso?

-Es que hoy tenemos muuuchas cosas que hacer-aún pegado a mí, murmuró.

-¿Cosas como cuáles?

-Pues...tú tienes que buscar trabajo, pero si no quieres salir yo encantado te tomo como ayudante, y al mediodía siempre voy a almorzar con mi familia, así que aprovecharé y te presentaré ante ellos.

-Oh...pero ¿cómo me presentarás si aún no soy tu novia?

Su cabeza se alzó coincidiendo con la mía. Ladeó la misma y con una divertida sonrisa me dijo:

-Mi pequeña viejita ¿me concedería usted el placer de tenerla a mi lado como mi novia real, para hacerle el amor y besarla todos los días?

-Hum-fingí pensármelo y entrecerré los ojos-...Te falta algo.

En un principio pareció confundido, pero luego cayó en cuenta y rió a mi par.

-Cierto. Nos falta el anillo de compromiso. Espera un momento.

Me sorprendí ante su sugerencia y lo detuve antes de que se levantara y fuera al cuarto.

-¿Aún conservas el anillo que compramos para engañar a mi familia?

-¡Por supuesto!¿Tú no?

Con rapidez, volví a mi bolso y saqué mi monedero, dentro del cual había una pequeña bolsa y allí estaba el anillo.

Me sonrió de igual forma y en un parpadear ya había ido y regresado del cuarto con la joya en mano.

Volviéndonos a sentar en las butacas con los dos anillos en la encimera, carraspeé y enarqué una ceja, pidiéndole indirectamente que procediera.

La situación nos divertía, así que él simplemente se arrodilló ante mí, cosa que realmente me causó gracia pues su boca quedaba poco más abajo de mis rodillas.

-Parker Lucy, hermosa dama y gruñona anciana-apenas había abierto la boca y ya estaba descojonándome de la risa-, sé mi novia y esposa. Prometo ser un buen marido, amarte en cuerpo y corazón y dejar que me manipules como muñeco si eso lo deseas. Yo sólo te pido que amanezcas conmigo cada mañana y me des el último beso antes de dormir ¿Aceptarías?

-Si me tatúas gratis, sí.

Con su risa de por medio, fue besando mis piernas y muslos y luego se reincorporó para tomar mi anillo y colocarlo en mi mano derecha.

Repetí la acción con la suya y lo acerqué más con mis piernas enredadas en sus muslos, cosa que lo hizo reír.

-Bien, jovencito, ahora cierre la propuesta con broche de oro.

Y aquel beso, tan suave como pasional, fue quien dió inicio a un nuevo y alocado comienzo en nuestras vidas, donde no había cabida para dudas y, sobre todo, cada sentimiento y etiqueta era complemente real.

En fin, la felicidad.

⎝• 𝐹𝐼𝑁 •⎞

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