Cuando la inspiración llega.

Cuando en el cielo las estrellas alberga.

Y en mi ventana la luz se refleja.

Cuando las preguntas mi mente aquejan.

Y cuestiono toda mi existencia.

Los niños temen.

Y no de cosas de la realidad.

Siendo de aquello de debajo de su cama está.

Pero yo.

Pienso y mi.

¿Por qué no he de poder escribir ...

Las alegrías de una niña.

Y no las lágrimas de una efeba.

Porque es que la felicidad a mi mente no llega.

Y en cambios la tristeza se apodera.

Porque es que no puedo dar la luz en mis letras.

Y, en cambio, demuestro lo malo en cada una de ellas.

Porque en el reflejo de mi venta está.

Está aquella niña que la sonrisa siempre mantenía.

Aquella en la luz desbordaba.

¿Por qué es que no puede ella ser quien escriba?

Porque las 1 de la mañana llega.

Y la inspiración se acaba.

No hay niñas en la venta.

Ni llanto de pequeños.

Solo una chica cuestionando de aquello.

Que la media noche le plantea.