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『 6 』

—Cierra la puerta. Por favor —Elsa se hizo un lado, para que el príncipe pudiera pasar.

La cerró con pestillo. Y se sentó alado de ella, claro que a una distancia prudente. No quería causarle más problemas, o dolores de cabeza.

—Sé que no lo hizo por maldad, majestad —él intentó verla a los ojos. Pero no lo logró, ya que ella se cubría con las palmas de sus manos. Suponía que la vergüenza se lo impedía.

—¿Y tú cómo lo sabes? —Elsa abrió un poquito sus dedos, para echarle un vistazo al pelirrojo mientras le respondía.

—Anna iba a darle su vida por protegerla. Y usted también lo hizo, dio su felicidad para que ella estuviera segura, y eso, mi señorita, no es de alguien con maldad en su interior –de nuevo, no emitió sonido alguno–. Reina Elsa, ¿no le han enseñado que cuando tiene una conversación sentimental se tiene que descubrir la cara? —Hans empleó un tono divertido pero respetuoso a la vez. Quería alivianar la situación.

—No.

—Pues ahora sabe y le voy a enseñar, quiero ver esos ojos de mandona –Él se acercó más a ella, extendió sus manos y retiró lentamente las de la muchacha. Eran suaves y blancas, tal como las recordaba la última vez que pudo tocarlas. Sus rodillas chocaron un poco cuando él quiso acortar la distancia, para poder entrar en confianza, si es que acaso la había–, quiero que entienda que lo que pasó; pasó. No puede hacer nada para cambiar el pasado, pero tiene la oportunidad de mejorar su presente. Tengalo por seguro.

Ella lo observaba, un tanto confundida, es que no podía creer que, sobre todas las personas que la rodeaban, él sea el que estuviera acompañándola en momentos como estos, donde sus crisis emocionales surgían a flor de piel y no la dejaban pensar con claridad.

—¿Tú lo has hecho? —ella susurró.

Esto, al ojiverde, le cayó como un balde con agua fría sobre la espalda.

¿Lo había hecho?

—Lo he intentado —mintió.

—¿Y has visto que funcione?

Él lo meditó unos segundos, —Pues estoy aquí, con usted. Con la persona que, en un acto de desesperación y ambición por el trono, intenté matarla. ¿Sabe? Yo sólo venía a casarme con alguna de las princesas que vendría a su coronación, pero Anna me hizo omitir eso. Literal, estaba a pocos pasos de ser rey. Creo que en el fondo, sabía que algo malo pasaría.

—¿Por qué? ¿Qué te hizo pensar eso? —se secó las lágrimas de sus mejillas con la tela de su vestido, poniendo mucha atención en lo que Hans respondería.

—Nada bueno me pasa, jamás –y lo acentuó rodando los ojos con burla–. Sería un milagro si sucediera.

El lugar se quedó en completo silencio, sólo con el palpitar de dos corazones jóvenes, luchando por tener un hogar en el cual protegerse.

—Ya no quiero ser un monstruo –En un momento de debilidad, o de desprendimiento, Elsa buscó calor en los brazos del pelirrojo, se abrió paso entre sus piernas y se acurrucó en el pecho del joven con mucha calidez, y algo de torpeza. Pareció tomarlo desprevenido, pero en cuanto la sintió cerca, en cuanto pudo oler ese adorable aroma a rosas, la recibió con tranquilidad–. Ya no quiero preocuparme por lastimar a alguien, quiero sentirme bien conmigo misma, ya no quiero soñar con las miles de formas en las que pudo haber sucedido aquella tragedia con Anna. Sólo... Sólo eso quiero, ¿es mucho pedir? —dejó salir un suspiro de cansancio, que rozó la mandíbula de Hans.

—¿Puedo decirle algo, sin que se lo tome a mal? –Ella asintió–. A veces, el mundo no necesita un príncipe azul, o un héroe. Necesita un monstruo, alguien a quien temer. He sido testigo, muchas veces, de lo que podemos llegar a hacer o ser. Doce hermanos y hermanas mayores, doce personas que me han odiado por mucho tiempo. Doce personas que me atemorizaron los primeros años de mi vida. Y de esos doce, aprendí que no tengo que mostrar miedo, que la intimidación es su mejor arma para atacar. Y eso es lo que consigue un monstruo. Si le temen a alguien, jamás le causarán problemas. Jamás lo enfrentarán.
Estoy mejorando mi presente, ayudándola. Dígame usted si esto está funcionando.

—¿Tengo que ser un monstruo, en pocas palabras? —preguntó, sorbiendo fuertemente su nariz.

—No, tiene que ser valiente. Tiene que dejar de lamentarse, su pueblo la necesita fuerte; si usted lo es, ellos lo serán. Serán todos unos monstruos.

—No creo que puedan, no creo poder.

—Ay, mi querida Elsa; todos somos monstruos. Y en las situaciones más riesgosas, lo sacan a la luz.

Ella cerró los ojos, sintiéndose más tranquila. El hielo, que mantenía congelada la habitación, fue esfumándose lentamente. Subió su mano derecha, y la posicionó en el hombro del muchacho, mientras que la izquierda atravesó su espalda desde abajo.

Estaba muy equivocada al suponer que este hombre podría apestar, su olor era exquisito. Desodorante mezclado con galletas y un perfume, uno desconocido para ella, pero que sin duda, estaría dispuesta a oler las veces que fueran necesarias. 

—¿Quiere seguir así, o prefiere algo más cómodo? —le preguntó Hans, recargando su cabeza en la puerta.

—Ah, no lo sé... ¿Qué posición sería más cómoda, según usted? —ella lo volteó a ver, con una ceja alzada y una pequeña sonrisa esbozando sus labios.

Él no quería verla. No quería ni abrir los ojos, ya que le temía a ese escote que, sin siquiera ser pronunciado o indebido, lo ponía dificultoso para respirar, o para hacer otras cosas.

—Príncipe Hans, ¿no le han enseñado que cuando tiene una conversación, tiene que ver a la otra persona? —repitió burlona.

—No quiero verla, alteza —el pelirrojo ladeó su cabeza, sin abrir los ojos.

Ella frunció el ceño. Se retiró del pecho cálido y palpitante del joven, para poder verlo, cara a cara, sin tener que levantar tanto el mentón.

—¿Por qué? —preguntó, con una mueca de confusión.

¿Las lágrimas hicieron verla horrenda?

—Porque sé, que si la volteo a ver, no será a sus ojos.

Elsa lo miró con confusión, pero como una epifanía, abrió los ojos sorprendida con un tono carmesí en sus mejillas, y observó su cuello descubierto, a tal punto que sus clavículas podían ser vistas, e inclusive más.

Rápidamente se levantó de ahí, tremendamente avergonzada.

Editado
Domingo 31 de Mayo, 2020.

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