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『 27 』

En otra habitación

Desde la oscuridad, una figura delgada y adulta observaba apacible el cómo sus padres dormían plácidamente en la alcoba. Mientras que acariciaba con sutileza un pedazo de tela, esperando el momento correcto.

Gothel se removió en su lugar, insatisfecha con la posición en la que había decidido dormir. Pero después de batallar unos minutos tratando de buscar la comodidad, se rindió, se sentó en la orilla de la cama, y con sus ojos medio cerrados se levantó de ahí, dirigiéndose a la cocina, sin ver ni saber lo que pasaría.

Es cuando Jason decidió salir de su escondite, caminó con cuidado hasta estar cerca de su padre, y lo miró con curiosidad.

—Disfruta de lo poco que te queda, maldito ingrato —susurró él, apretando entre su puño el guante celeste de cierta rubia.

La mujer regresó, con un vaso lleno de vino y pastillas, para ese momento, su hijo mayor ya no se encontraba ahí.

[...]

—Buenos días, majestad —saludaba la servidumbre cuando pasaban alado de la rubia. Elsa asentía con amabilidad, dándoles a entender que las había escuchado.

—¿Está segura de querer irse hoy, mi señora? Ya mañana empieza la celebración, se perdería de todo el encanto que las Islas del Sur pueden ofrecerle —le preguntó el anciano, encargado del barco en el que se había venido.

Ya estaba hasta el tope del "encanto" de este lugar.

—En lo absoluto, surgieron problemas graves en Arendelle de los que tengo que encargarme —mintió ella, pues no quería causar revuelos en tierras desconocidas.

Ya tenían suficiente con los de su realeza como para agregarle otro.

—Si es así, todo ya está listo para su disposición. Sólo díganos cuando quiera irse y lo hacemos.

—Ahora mismo, entonces.

—¿No va a despedirse? —el hombre ladeó un poco su cabeza, confundido.

—¿De quién? —arrugó la nariz confundida, el capitán señaló tras de ella con su mirada. Ésta se giró, y encaró al pelirrojo, que la esperaba junto a su hermana Thiana y Elinor a una distancia considerada.

La monarca resopló en silencio, no quería mostrar ante los demás los problemas que tuvo con el príncipe menor de los Weterford.

Caminó con lentitud hasta ellos, buscando entre sus pensamientos qué excusa darles a las dos mujeres sobre su partida. Y una muy creíble, pues intuía que no eran fáciles de engañar.

—Buenos días alteza –Thiana se apresuró a ella, y le dio un suave abrazo, el cual la ojiazul no esperaba de su parte–. Lamentamos el inconveniente que tuvo en su reino, espero que todo se resuelva —tomó sus manos, y le dio un apretón suave, transmitiendo empatía.

Elsa le echó un vistazo al muchacho desde el cuello de la princesa, quien sólo se encogió de hombros.

—No, yo lamento no acompañarlos en el evento de su hermano –dice mientras toma distancia–. Por favor, felicítenlo de mi parte, y a su prometida también.

Elinor se acercï a las chicas, y la tomó de las manos ahora enfundidas en guantes de un chillante color rosa.

—Quiero disculparme con usted de parte de todos mis hermanos por sus malos comentarios y actitudes infantiles, no quiero que por esto nos vea como una desastrosa y disfuncional familia —susurró lo último, Elsa rió en bajito.

—No se preocupe. Así son los hermanos menores: infantiles y poco cuerdos. También tengo una así en casa —se soltaron, para darle fin a la charla.

Y era turno de despedirse de Hans.

—¿Y tus guantes azules? —fue lo primero que pudo preguntar el pelirrojo sin sentirse avergonzado.

—Perdí uno en el castillo, y ya no pude encontrarlo. Sólo me traje estos dos pares —frunció el ceño, inconforme con su pésima elección en cuanto al color. Y es que no iban con las tonalidades que acostumbraba a vestir.

—No sabes cuánto quisiera regresar el tiempo y... Cambiar lo que pasó, yo... —ella lo interrumpió, con una risa amarga.

—Pero no puedes, las cosas se quedan así, y lo único que puedes hacer es no tocar el tema de nuevo, por el bien de todos —algo le dio a entender, que era una referencia al deshielo.

—Está bien, ¿puedo...? —abrió sus brazos, en señal de poder darle un abrazo.

Y cuando ella estuvo por responderle, llegó Roxanne, con sus ojos rojos y la respiración entrecortada.

—¡Elinor, es papá! —fue lo único que pudo decirle antes de echarse encima de ella a llorar.

—¿Qué pasa? —preguntó la mayor, muy confundida con las acciones de su hermana. No era alguien que llorara, y menos en público.

—Lo hizo, hizo lo que un día dijo que le haría... ¡Lo hizo, lo hizo! —exclamó, en sollozos.

—Mierda, no... —Thiana se unió al llanto, ya dándose una idea de lo que se refería su hermana.

—Tienes que irte —Hans la empujó, hasta subirla al barco.

—¿Qué? –le susurraba. Pero este no respondía. En cambio apretaba mucho su piel–. ¡Hey! Me lastimas —le reclamó.

—Capitán, llévela a su reino en cuanto yo baje de aquí —le ordenó.

—Sí príncipe —el adulto no entendía nada de lo que pasaba, pero no se atrevía a desobedecer.

—¿Qué pasa? ¡Quiero saber! —le exigió Elsa, con una mueca de confusión.

—¿Dónde viste tu guante por última vez?

—N-no lo sé, no recuerdo.

—Elsa, esto es muy importante —la tomó de los hombros, y la sacudió con desesperación.

—¡Ya basta! No lo sé, ¿okay? No tengo ni la más remota idea de dónde pueda estar, ahora dime que está pasando —y se zafó del agarre.

Hans pudo ver cómo a lo lejos los guardias iban corriendo a su dirección, vociferando que detuvieran la embarcación.

—Te amo, y haré todo lo que esté en mis manos por detener esto —y dicho esto, la besó en los labios.

El barco empezó a navegar, alejándose del muelle. El ojiverde se separó de ella, y camina a la orilla de la proa.

—¡No! ¡Hans, no lo hagas! ¡Vas a lastimarte! —le suplicó Elsa, al descifrar las intenciones del joven.

Sin más, él se dejó caer al mar.

—¡Reina Elsa, deténgase! —le exclamó Jason, acompañado de una docena de guardias.

—¡No lo hagas, Elsa! —le advirtió el pelirrojo, quien flotaba en el agua.

—Ataquen —susurró el mayor de los Weterford.

Los soldados levantaron las ballestas al mismo tiempo, y apuntaron a la rubia desprotegida.

—¡No! —chilló Thiana, y desvió la flecha de uno de los uniformados, empujándolo con brusquedad. Éste cayó al suelo.

—¡¿Qué rayos estás haciendo?! —Elinor se plantó en medio de la batalla, evitando que dispararan.

—Quítate —le ordenó Jason, con la mandíbula tensa.

—No lo haré —retó su hermana.

—Bien. Elinor Weterford, la acuso de ser cómplice de la reina Elsa por el asesinato del rey Marco Weterford, queda arrestada en espera de su castigo: La horca —un hombre tomó a la mujer de las muñecas, y le colocó unas esposas.

—¡Eres un desgraciado! ¡Esto no se va a quedar así, Jason! ¡No se quedará así, me oíste! —gritaba, forcejeando con los guardias.

—También arresten a las princesas Thiana y Roxanne —ordenó el encargado de la seguridad en el reino.

—¿Dónde está el príncipe Hans? —Jason se asomó por el muelle, y se dio cuenta que ya no se encontraba en el agua.

—Quiero que lo busquen. ¡Ahora!

Editado
Viernes 12 de Junio, 2020.

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