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『 24 』

—Reina Elsa, la cena ya está lista —avisó una chica de la servidumbre de los Weterford.

—Ya voy, sólo permítame terminar con esto —respondió de forma amable, mientras sacaba su ropa de las maletas.

Y con esto, cerró la puerta.

Cuando el último traje que sacó de la valija se encontraba colgado con un gancho dentro del armario acompañando a los otros diez cambios de ropa, se dispuso a caminar al comedor.

El pasillo era largo y ancho, con muchas puertas a los costados, unas abiertas, otras cerradas. Parecía ser de los hermanos que aún vivían ahí, pues la mayoría de las habitaciones estaban disponibles, sin rastro alguno de que alguien estuviera durmiendo ahí.

Pero hubo una que le llamó mucho la atención. Y no sabía si por el rechinido de un mueble, o los ruidos extraños que salían de ahí.

Giró a ver a todas partes, verificando si nadie estaba por ahí, viendo lo que hacía.

Con pasos silenciosos, se acercó a la entrada de ese misterioso lugar, y pegó su oreja en la madera de la puerta.

—¡Ah, ah! ¡Más, más por favor! —chillaba una mujer, seguido de varias embestidas.

Elsa se llevó las manos a la boca, cubriéndola para que no salieran sus pequeñas risitas de asombro y diversión.

¡La vas a matar!
Y le llegó a la mente el recuerdo de unos adolescentes teniendo relaciones una noche de verano, cerca del castillo. Y el grito ahogado que dio la chica hizo reír a los vecinos. Esa fue la frase que la marcó varios días. Y la mataba de risa, como ahora.

Ya no se escuchaba nada dentro de la habitación, y la rubia pensó que era el mejor momento para retirarse antes de que sucediera algo bochornoso e incómodo para ella.

Y vaya que tomó una buena decisión. Porque de no haber sido así, seguramente su corazón se hubiese estrujado cual uva al ver que quien le provocaba semejantes gemidos de placer a la dama, no era nada más, ni nada menos que el príncipe menor de los Weterford.

—Ésta será la última vez, ¿me oíste, Roxanne? —advirtió el pelirrojo, peinando su melena para que luciera como si nada hubiera pasado.

—¿Cuándo había oído eso antes? ¡Oh, sí! Cuando dijiste que te irías a Arendelle a casarte con una princesa, cosa que, claramente no sucedió. ¿Y sabes qué? Da igual porque siempre vuelves a mí —burló la ojiazul, sentada en su cama abrochándose el sostén.

Hans pudo ver la capa morada que caracterizaba a la rubia, arrastrándose, dando la vuelta al final del pasillo.

—Mierda —se susurró Hans, intentando averiguar si ella había escuchado algo. O peor aún, si se había dado cuenta que era él la persona con la que Roxanne estaba teniendo sexo.

El comedor era increíblemente grande, los menores de los Weterford ya se encontraban sentados, esperando su comida.

—¡Hola majestad! Soy Thiana, encantada de conocerla —una chica, de cabello negro y ojos verdes la saludó, con un beso en la mejilla.

—Elsa —respondió la rubia, un poco confundida. No estaba acostumbrada a los afectos viniendo de personas que no conocía.

—Ven, puedes sentarte a mi lado —la tomó de la muñeca, y se dirigieron a las sillas más alejadas del asiento principal.

—¿Y ahora? ¿Por qué hasta atrás? —preguntó Hiccup, quien era uno de los que estaban cerca de ellas.

—Mamá no la quiere cerca de papá —le susurr9 al muchacho. Aunque de nada sirvió porque igual Elsa escuchó, y puso los ojos en blanco.

¿Era en serio?

—¿Qué más da? Aquí podrás divertirte con Thiana y Arianna.

—Da gracias al cielo que no te tocó cerca de Roxanne —los que estaban presentes rieron en bajo.

Otra vez ese nombre, ¿pues quién es? Pensó la ojiazul, colocándose la servilleta sobre su vestido para evitar mancharse.

Llegaron los cocineros con la comida, sirvieron en los platos, y esperaron unos minutos a que trajeran el vino.

Sin más, Hans entró a la sala con paso acelerado, buscando un asiento. Seguido de su media hermana, quien contoneaba las caderas con diversión al pobre muchacho que la miraba embobado, compañero del cocinero.

El incómodo silencio se hizo presente. Unos esbozaban sonrisas de burla a los recién llegados, y otros le dirigían miradas asesinas, tal era el caso de la hermana mayor, Elinor, quien ya se imaginaba qué tontería habían hecho aquellos dos.

—¿Cómo estuvo su viaje? —le preguntó Thiana a Elsa, intentando disipar la guerra silenciosa que ahí se había armado.

—Muy bien, gracias al cielo las olas no eran altas —rió levemente, recordando los momentos en que se asustaba cuando el barco se ladeaba.

—¿Y tú, Hans? ¿Sentiste pesado el viaje? —Jackson atacó, esperando a que el menor cometiera un error.

Porque estaba pálido y temblando, eso divertía a los demás.

—Ahm, no, para nada. Lo sentí normal —logró responder sin tartamudear.

Al acabar con el platillo ligero, le dieron la bienvenida al plato fuerte.

—¿El rey no va a venir? —susurró Elsa a Arianna, quien bebía agua.

—Seguro pidió que le llevaran la cena a su despacho. No le gusta salir mucho —contestó después de tragar.

—Y si no está Marco, no está Gothel —Emma, la señorita que estaba sentada frente a ella comentó, encogiéndose de hombros.

—Oye preciosa, ¿podrías pasarme la sal? —Eugene le ronroneó a Emma, acercándose de más a su hermana.

—Si no sales de mi espacio personal en dos segundos voy a arrancarte la lengua —amenazó la pelianaranjada, apuntándole con el tenedor que estaba usando para comer la carne.

—Uy, yo quiero ver —se metió Temperance, con tono divertido.

—Oigan, ¿alguien escuchó los chillidos de cerdo que se escuchaban en el pasillo de las habitaciones? —preguntó Jack, viendo a Hans removerse de su asiento avergonzado.

—¿Qué dices? —tosió Thiana, luego de estarse ahogando con la comida.

—Sí, ¿acaso nadie los escuchó? Reina Elsa, ¿usted alcanzó a oírlos? —le alzó la ceja.

—Jackson basta —pidió Vanessa, cuando se dio cuenta de las intenciones que su hermano tenía.

—Yo, eh... Nunca he escuchado a un cerdo chillar —susurró la rubia, mordiéndose el labio con nerviosismo.

—Ah bueno, esté atenta porque como a eso de las doce de la noche chance y logre escucharlos.

—Fue suficiente Jack —una voz ronca y determinada lo hizo callar. Es cuando apareció Jason, y todos los presentes se quedaron callados. Inclusive Elsa, quien después de todo no tenía de qué hablar con ellos.

Roxanne miraba la escena divertida. Todo pasó por ella, y le encantaba.

Editado
Martes 9 de Junio, 2020.

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