『 20 』
—¿Qué pensabas al preguntarle eso a tu hermano? ¡No quiero ir a la boda de la persona que más te odia en este mundo! —exclamó la rubia, notoriamente confundida.
—Créeme, Jason tampoco me quiere en su casamiento. Pero no puedo faltar, y tampoco tú —se cruzó de brazos, algo avergonzado.
Sabía que no debió haber hecho eso, pero tenía que ser congruente. Sino, sería la vergüenza de su vida.
—Van a comerme viva si voy allá. Destruí la siembra del Rey Malcom, arruiné la ceremonia de coronación de la princesa Clarisse, no, no voy a ir. ¡¿Con qué cara?! —dictó Elsa muy alterada.
—Por favor, ven conmigo —le suplicó Hans, tomándola de las manos, que estaban cubiertas por la fina capa de tela de sus guantes azules. Estaba muy alterada, y temía que se le fuera a escapar un rayo.
—No creo poder soportar tanta gente, tantos cuestionamientos, perdón Hans. Pero no puedo ir, no quiero arruinarlo de nuevo—miró a otro lado, sus ojos estaban cristalizados por las lágrimas que se guardaba.
No debiste presionarla con un tema así de delicado.
—Lamento haberte puesto mal, pero yo sé que podrás hacer esto, eres fuerte y valiente. En cambio yo, yo soy nada a comparación tuya —chistó.
—Hans —Elsa intentó reprenderlo, pero el pelirrojo la calló, al quitarle los guantes de forma lenta y cuidadosa, la rubia sólo observaba con atención.
—Te necesito, todos van a carcomer mi paciencia, y no creo que quieras enterarte que el afamado Príncipe Hans de las Islas del Sur ha molido a golpes a sus hermanos mayores y reyes arrogantes, ¿o sí? —la rubia se rió en bajito.
Tal vez no lo conocía mucho, pero Hans parecía ser el hombre que entraba a la pelea si era invitado.
—No —le respondió la otra.
—Tú vas a ser mi razón por la cual esté feliz alado de esos buitres. Al verte, sé que todo lo que digan no será cierto. Lo único que va a importarme es lo que tú pienses de mí. Por favor, ven conmigo —la sujetó fuerte de las manos para que no pudiera escaparse.
—No lo sé, esto podría ser peligroso. Para todos. Yo soy peligrosa, no quiero estropearlo todo de nuevo.
—No lo harás, confío en ti —acercó el menudo cuerpo de la chica al suyo sin ser brusco. Soltó una de sus manos para sostener el mentón de la rubia.
—Entonces, ¿lo harás? —le susurró, a pocos centímetros de sus labios.
Ante tal cercanía, Elsa titubeaba al responder.
—Es... Está bien.
—Excelente. Te va a gustar este pequeño viaje, no va a ser igual a Arendelle pero el futuro reino de Jason tiene su encanto —le guiñó un ojo a la ojiazul, y ésta sólo se dispuso a sonreírle.
[...]
—¡Buenos días, reina! —gritaron los niños en cuanto la vieron pasar, haciendo reverencias con movimientos torpes y adorables.
—Buenos días, ¿Ckaj TsroF les trajo paz y alegría? —preguntó la reina, cargando a uno de los pequeños.
—Síp, y también muérdagos, ¿o no, Mickey? —una pelirroja muy coqueta le preguntó a otro chico, que lucía tímido y ruborizado.
Elsa rió ante tal escena.
—Están muy pequeños para pensar en niños y besos, Lucy —reprendió la rubia, pero con un tono alegre y amable.
—Ay sí pero no fue mi culpa. Así que, ni modo —ella alzó sus hombros, desechando toda responsabilidad de ella.
—Reina Elsa, el príncipe Hans solicita su presencia. Quiere saber si le agrada el trabajo o no para que lo vuelva a hacer —le susurró Gregory, con una evidente mueca seria. Hablar de ese avaricioso no le resultaba agradable.
—Ahora voy. Esperen aquí —bajó a la criatura que traía en brazos y caminó al pueblo.
Un árbol había caído en el techo de un zapatero, y el pelirrojo se había ofrecido para arreglar el tejado.
Ésta fue la razón por la que Gregory tuvo una pequeña discusión con la reina, y es que, sabía que algo le ocultaba la reina, y si no le decía, no podría prepararla para lo que viniese, o peor aún, no podría atender al reino como ellos lo exigían.
Pero como siempre, ese muchacho se metió sin invitación alguna al tema. Sacándola de ese apuro con la excusa del techo, y bien que le había salido el plan, ya que no veía hasta cuando pueda volverle a preguntar acerca de eso.
—¡Vaya Hans! ¡Qué elaborado trabajo haz hecho! —exclamó Elsa asombrada, pues no tenía ni cuatro horas que había empezado y ya hasta las tejas le había agregado.
—Gracias, también pude arreglar algunas fugas que tenía. ¿Hace cuánto han hecho mantenimiento? Porque lo requería a gritos —preguntò el ojiverde, bajando por las escaleras de madera que logró crear con tablas aparentemente inservibles.
Era muy productivo cuando se lo proponía.
—No recuerdo la verdad –se rascó la nuca, intentando hacer memoria–. Quizás luego podamos mejorarlas —pensó la rubia, con una mueca de indignación.
La última vez que hicieron mantenimiento al reino ella tenía como dieciséis años.
El muchacho guardó todas las herramientas en el pequeño cobre que un aldeano le había prestado y se dirigió a regresarlas.
—Majestad, necesitamos aclarar ciertos temas —tosió Gregory, viendo que aquel intruso se alejaba de ellos.
—¿Qué temas? Yo no tengo nada nuevo qué contarte —esquivó Elsa, caminando de manera nerviosa.
—Mi reina, yo sólo estoy aquí para ayudarla y guiarla en su camino por la monarquía noruega. Pero si no hay confianza, esto no podrá funcionar —le razonó el señor. Casi sonaba como un esposo.
Le dio un escalofrío por la espalda. Ni loca.
La rubia suspiró algo cansada, y rendida empezó a contarle la razón por la que había venido el príncipe Hiccup.
—Él se presentó para...
Y recordó el pequeño favor que le había pedido Hans horas antes.
—... Para invitarnos a la boda del Príncipe Jason —se mordió el labio.
—¿Qué? —exclamó Greg, con tremenda sorpresa.
—Por órdenes del rey Marco, se llevarán a Hans unos días, y de paso, invitaron a nuestro reino. ¿No te emociona? Tengo años que no presencio una boda —susurró emocionada.
Y ya sabrán el motivo.
—¿Pero, y sus poderes majestad? —dijo, señalando sus manos enguantadas.
—Ya veré cómo controlarlos.
Editado
Lunes 8 de Junio, 2020.
No acostumbro a hacer esto, pero he publicado una nueva historia, donde involucra a nuestro querido pelirrojo, se llama Reyes del Océano, pueden encontrarla en mi perfil por si les interesa.
Gracias por la atención, y todo el apoyo a QETSM.
-Hannya.
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