Capítulo 1 ⃟☽ᝦ
“Soy como una maldición pero a la vez tu bendición. Solo debes saber elegir el camino a seguir.”
-SofiMin0093-
Siglo XVIII
La luna estaba en su punto más alto, reluciendo entre la blanquecina neblina de la madrugada tal cual si fuera el alma del bosque. Helaba en las estepas y todo permanecía en un profundo silencio.
Una mujer encorvada, vestida de arapos, con los cabellos enmarañados adornados por algunos copos de nieves se habría paso entre las ruinas de aquel valle que parecía estar casi muerto. El vaho salía de su boca, agitada por el largo trayecto, sus piernas comenzaban a sentir la laxitud y su cuerpo a tiritar, pero no podía rendirse hasta encontrar quien cuidara de su pequeño bebé [el cual comenzaba a adoptar un color para nada sano,cosa que ella todavía no había notado.] La susodicha huía de las guerras entre fronteras de Australia, que estaba causando el genocidio de indígenas australianos, el infanticidio, entre otras atrocidades.
—Resiste un poco. Casi llegamos.—le dijo agitada luchando contra las ráfagas de viento que amenazaban con sepultarles vivos.
Tropezó con un gran montículo de nieve y cayó al suelo de bruces. El niño se desplomó junto a ella y fue donde se dio cuenta que su hijo estaba muerto, no había resistido a aquellas bajas temperaturas.
La mujer comenzó a gritar hasta el punto de sentir como si su garganta se desgarraba, pero como si fuera una respuesta instantánea a su punzante dolor o un rayo de esperanza en medio de tanta penumbra, el llanto de un niño se escuchó en aquel inmenso cementerio de nieve. Era un llanto potente, agudo y muy claro que hacía eco en el vacío. Ella se levantó apoyándose de la rama robusta que llevaba consigo para guiarse, y comenzó a mirar hacia todas direcciones buscando la fuente de semejante lloriqueo.
Justo detrás de algunos arbustos secos yacía una pequeña criatura que rondaba aproximadamente los 2 años de edad. No lucía demacrado a pesar de que su tez era casi tan pálida como el color de la nieve, sus mejillas tenían un color carmesí muy saludable llegando a ser anacrónico, parecía no molestarle el frío en lo absoluto porque ahora gorgoreaba y le hacía algunos mohines a la estupefacta fémina frente a él.
Sus ojos azules captaron la atención de su contraria de forma instantánea, era como si la hechizara con la mirada, por lo tanto ella lo tomó en brazos con celeridad.
Si no fuera por los encantos del "bebé" la mujer hubiera notado que no era más que un gato aterrador.
La mirada del gato solo transmitía una cosa...
«Mi nombre es un contrato que solo se rompe con tu traición. Ya que te la he alargado, puedes confiarme tu vida. Ahora yo soy él, tú me verás como tal y yo te ayudaré a acabar con quienes te han hecho llegar hasta aquí.»
Tras aquella frase la mujer sintió como su cuerpo comenzaba a llenarse de energía, ya no se sentía agotada. Ella lo llevó consigo y dejó atrás a su verdadero hijo muerto, creyendo que el que cargaba en brazos era el original. Justo con aquella acción lograba dejar su dolor atrás y comenzaba nuevamente.
Siglo XXI
—Años más tarde comenzaron a surgir enfermedades tales como la viruela, la gripe común, el resfriado y la tuberculosis entre las colonias de indígenas que quedaron tras los conflictos militares. Aquello redujo en amenazadoras cifras a los pobladores del lugar. Lo curioso es que la mujer que encontró al gato había sido echada de aquella comunidad tiempo antes por haber concebido antes del matrimonio. La propia familia de esta persona había quemado vivo al padre de su futuro hijo por causa del quebrantamiento a sus leyes. ¿Es casualidad que todas aquellas epidemias aniquilaran a esas personas en específico?—enmarcó una ceja denotando total incredulidad ante su propia pregunta.
—Claro que no es una casualidad. Bajang fue el causante de todo.—una de las comisuras de Alice se alzó mostrando su felicidad ante la justicia aplicada por dicho ser.
—Bajang es su nombre real, pero se dice que vive bajo el nombre de Jake. —habló la chica castaña mostrándole en un libro lo poco que se hablaba de él.
—¿Me puedes decir dónde encontrarlo? —cuestionó Alice echando su pelo hacia un costado.
—No es algo tan sencillo como eso.—le informó su amiga mirándola seriamente.
—¿A qué te refieres?—la rubia frunció el ceño con desagrado.
—No me has dejado terminar.—su interlocutora rodó los ojos con exasperación.
—Bueno termina de hablar de una vez. Tengo que encontrarlo.—golpeó su puño contra la mesa.
Alice siempre ha sido muy desesperada cuando se trata de llevar algo a cabo, y más si ese algo no está entre sus manos.
—La mujer tuvo una vida próspera porque le fue fiel a Bajang. Pero como bajo las leyes del mundo de mortales todos los que nacen, deben también morir finalmente llegó su hora de terminar el recorrido de la vida. Dado a que la mujer no tenía familia a la cual dar en herencia a la criatura, Bajang volvió a ser encerrado en el cuerpo de un bebé para así esperar de nuevo a la próxima familia que sería su dueña.
—¿Es decir que se hereda? ¿Algo semejante a ser un objeto?—preguntó Alice agrandando los ojos con asombro.
—Exactamente.—afirmó su acompañante con un leve movimiento de cabeza.
—¿Y qué familia lo tiene ahora? ¿No sabes?—habló impaciente.
—No. Solo sé lo poco que he investigado. No da grandes detalles.—negó y curvó las comisuras de sus labios hacia abajo a modo de disculpa.
—¡Mierda!—gruñó.
La castaña ya estaba adaptada al constante malhumor de Alice, así que solo se levantó de la silla para sentarse en el sofá con despreocupación. En su nueva posición espararía a que todo el berrinche de su amiga pasara.
—¿No has intentado invocarlo o algo semejante? Es un vampiro demonio, si lo traes hacia ti con una especie de ritual lo más probable es que aparezca frente a ti.—propuso Madisson a sabiendas de cual sería la reacción de Alice, pero no perdía nada con intentar.
—Ya sabes que no quiero saber nada al respecto. Odio ese tipo de cosas.—Alice estrujó con sus uñas el mantel que cubría la mesa de madera y le clavó la mirada cual aguijones afilados a su amiga.
—Bueno. Entonces jamás lograrás vengarte de ese par de brujas. Además... Bajang es todo menos un ser de luz. —Madisson se encogió de hombros.
—Lo sé. Pero él termina todo de la mejor manera posible. Sin mucha sangre o mucha oscuridad.—argumento la peli-rubia.
—¿No crees que es mejor dejar todo eso atrás y enfocarte en tu futuro? Ali. Ya eso pasó, ahora necesitas comenzar a vivir experiencias buenas y alegres. No lograrás nada con la venganza,solo abrirás más y más heridas en tu corazón. La conclusión es que solo saldrás afectada tú.—alegó.
—No me importa. Solo quiero ver sus caras de sufrimiento, dejar salir todo para finalmente sentirme satisfecha y poder ser feliz. Ya veré de qué manera encuentro a Jake. Tú no te metas en esto.—sentenció la rubia colocándose sobre sus pies y caminó hacia la cocina para llevar los platos sucios al fregadero.
—No te diré más nada. Siempre olvido que eres muy terca. Haz lo que te haga sentir bien.—suspiró rendida Madisson.
—¿Quién iba a imaginar que mi objeto de venganza llevaría un nombre tan lindo como Jake?—murmuró Alice mirando con expectativas la página del libro que hablaba sobre los diferentes tipos de vampiros.
—Bien. Yo ya debo irme. Tengo que trabajar a las 7 p.m y en el parte del tiempo anunciaron que hoy caería un torrencial de lluvia.—su amiga tomó impulso para levantarse y golpeó con delicadeza el cojín del asiento. Acto seguido tomó su cartera y se despidió de Alice dándole un beso en la mejilla que lucía una gran cicatriz.
Al rato de Madisson marcharse sonó el timbre de la casa.
—¿Quién será a esta hora?—rodó los ojos y se apartó del libro con desgano para ir a atender la puerta.
Al abrirla su rostro mostró descontento y hasta algo de temor.
—¿Quién es usted?—a pesar de sentirse algo intimidada por sus recuerdos, su voz no tembló en ningún momento.
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