58
Jayden y yo estamos en la oficina, ambos trabajando juntos en el proyecto por el que vino.
—Jayden, recuerdo que solo te ibas a quedar unos meses aquí ¿Qué hay de eso?
—No pienso irme.
—Tienes un trabajo allá Jayden.
—¿Me quieres echar?
—No dije eso...
—Pues entonces no te preocupes por eso, no me iré.
—Jayden...
—Mi amor, no nos preocupemos por eso ¿Sí? Hoy no —se acerca a mi juntando sus labios con los míos, besándome con vehemencia.
—Estamos trabajando —digo entre besos.
—Prefiero esto.
—Jayden... —jadeo.
—¿No quieres?
—No sabes lo mucho que extrañé esto. Ahora no sigamos si no vamos a acabar.
—¿Sabes que Heather? Me parece que nuestra primera segunda vez también sea en una oficina... Aunque pensándolo bien, la primera vez fue en el apartamento de tu amigo ¿No? Con esos antifaces, joder, que sexy te veías con ese antifaz y ese vestido rojo.
—Los puedo volver a utilizar cuando tengas ganas.
—Me encantaría, pero ahora no quiero perder tiempo.
Sus labios se envuelven con los míos, atrapándome en sus brazos mientras me levanta y me sienta de manera delicada sobre el escritorio. La falda que llevo puesta se levanta, logrando que mis muslos queden a la vista.
—La puerta...
—Está con seguro.
Siento su mano colarse entre mis piernas haciendo que pierda el control de mi propio cuerpo y jadee alto. Masajea mi punto, logrando que pierda el control de todo a nuestro alrededor. Su mano libre sube a mi blusa desabrochándola, dejándome solo en sujetador.
—Han crecido —jadea poniendo su mano sobre mi seno. Baja de inmediato el sujetador y dirige su boca de manera inmediata a la zona.
—Maldita sea —jadeo perdida en el placer.
—Han crecido mucho —vuelve a decir mirándome a los ojos.
Sonrío un poco pero mi expresión cambia a una muy distinta, en buen sentido, cuando baja el cierre de mi falda y me desprende de ella.
—Así mucho mejor.
Mis nervios aumentan cuando lo veo desabrochar sus pantalones.
—Joder Heather, te ves tan bonita y tan caliente así, expuesta ante mi.
No encuentro respuesta a nada, estoy lo suficientemente ansiosa para solo ver atentamente cada uno de sus movimientos, y entonces, es difícil explicar como me siento cuando deja a la vista su miembro y se acerca a besarme de nuevo mientras me acomoda en el escritorio y siento todo mi cuerpo acoplarse perfectamente a su tamaño cuando entra en mi.
—Mierda —maldigo completamente excitada.
—Joder, se siente tan bien —el escuchar a Jayden de esa forma me prende muchísimo más.
—Por favor...
—¿Por favor qué, Heather?
—Por favor dame más.
Ni siquiera ha pasado tanto y yo ya siento mi cuerpo tensándose con cada estocada que da. Intento no gritar tan fuerte porque aunque quiera, seguimos en una maldita oficina y no estoy segura quien nos puede escuchar y quien no. Al parecer Jayden nota mi dilema y habla en medio de jadeos.
—No te retengas cariño, gime tan fuerte como quieras, que todo el puto lugar se entere que te estoy haciendo mía... de nuevo.
Mierda.
Eso es suficiente para sentir el nudo en mi vientre y la necesidad incontrolable de que se mueva más rápido.
—Jayden, estoy a punto.
—Espérame Heather, espera un poco más.
No tarda mucho en indicarme que el también está listo y terminamos juntos. Recuesta su cabeza en mi pecho desnudo mientras ambos nos recuperamos.
Ya con la cabeza fría, siento mi cerebro reaccionar y poco a poco mi corazón latir a toda velocidad cuando comienzo a repetir cada segundo de la escena. ¡Maldita sea, se nos olvido el preservativo!
—Mierda ¡Jayden! —alza su cabeza de golpe mirándome con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasa? Me asustas, castaña.
—Jayden nos hemos olvidado del condón, jodida madre —me bajo del escritorio vistiéndome a toda velocidad mientras la desesperación se adueña de mi.
Siento ganas de vomitar de los puros nervios.
—Heather, dios, tranquilízate castaña —intenta tomarme del brazo pero me desprendo rápidamente y termino de arreglar mi ropa, tomo mi bolso y solo alcanzo a decir un simple "Nos vemos más tarde" antes de salir de su oficina.
En este momento juro que me importa muy poco que tan ocupada estaba, casi corro al estacionamiento en busca de mi auto y me subo dirigiéndome de inmediato a la farmacia más cercana que haya. No tardo más de veinte minutos en comprar una píldora de emergencia junto a una botella de agua y ni siquiera leo las advertencias y efectos secundarios que da, me la tomo de inmediato, sintiendo que el nudo de mi estómago desaparece poquito a poco.
Dios mío ¿Qué nivel de adrenalina es este?
Respiro profundo y conduzco de vuelta a la empresa. Cuando llego, puedo ver en la entrada a Jayden quién mira mi auto como si lo fuera a quemar tan solo con la mirada. Ni siquiera alcanzo a estacionar bien el auto cuando él ya está al lado esperando a que baje.
—¿Me puedes explicar qué te ha pasado?
—¿Qué me ha pasado de qué?
—¿Por qué te has ido así?
Entorno los ojos.
—Fui a comprar una píldora de emergencia.
—Heather...
—No es necesario que digas nada, sigo sabiendo que lo de los hijos es un límite.
—Heather...
—No te preocupes que entre más rápido se tome, menos probabilidades hay de salir embarazada así que no hay muchos riesgos de que pase y...
—Heather, me puedes escuchar.
—Jayden, ya sé lo que dirás.
—¿Ah sí? ¿Ahora lees mentes? —logra hacerme entornar los ojos.
—Habla.
—Tener un embarazo ahora mismo no sería lo más apropiado, no porqué tener hijos para mi sea un límite, si no porque ya tenemos dos que aún están muy pequeños y necesitan nuestra atención al mil porciento. Puede ser un futuro, pero ahora mismo no sería adecuado. Lamento que hayas tenido que reaccionar así por toda la mierda que hable hace años, lamento que te hayas sentido nerviosa de reacciones negativas que prometo no tendré, y lamento que hayas que tenido que tomar una píldora que hace que tengas mil cambios hormonales por un descuido. De verdad lo lamento.
Recuesto mi cabeza en su pecho, más relajada. Es inexplicable lo bien que se siente escuchar eso.
—Dios, estaba muy nerviosa.
—No lo tienes que estar más mi amor.
Estoy por responderle con un beso, pero salgo de la burbuja cuando Agus se acerca a nosotros.
—Heather, necesitamos hablar —se ve muy nervioso.
—¿Necesitamos? —pregunto viéndome las uñas como si fuera interesante.
—¿Puedo... puedo hablar contigo? —pasa saliva con fuerza y yo entono mis ojos.
—No.
—Heather, te quiero pedir disculpas por todo lo que dije ayer, tenías razón, no es mi problema y...
—¿Para que preguntas si igual vas a hablar?
—Heather, por favor. Lo lamento mucho, no aguanto que estés enojado conmigo.
—Eres un completo imbécil Agus.
—Yo... Mhm, yo creo que entraré. Ustedes deben de hablar y no es de mi incumbencia lo que te tengan que tratar.
—Pero... —intento replicar.
—Nos vemos para almorzar con los rubiecitos, castaña, te amo —deja un beso rápido en mis labios y se pierde dentro de la empresa.
—¿En qué nos quedamos? Ah si, en que eres un imbécil Agus.
—¡Lo sé! Lo lamento tanto.
Suspiro y lo miro.
—Me hablaste horrible —digo enfurecida—, además dijiste cosas que me hirieron mucho.
—Lo lamento tanto Heather, no quería decir tantas tonterías, pero no sabes lo mucho que me preocupa que te vuelvan a hacer daño. No quiero verte sufrir nunca más.
—No pasará Agus, tengo mis ideales bien plantados y jamás permitiré que me pase lo mismo de hace unos años.
—Lo lamento de verdad.
Tomo una larga respiración.
—Solo que no se vuelva a repetir —termino diciendo, incapaz de estar molesta con uno de mis mejores amigos.
—Te lo prometo —me abraza.
—Vale, vale —rio—. Tienes que intentar llevarte bien con él, me dijo que quería hablar contigo y con Andrew.
—Pues está bien, lo intentaré. Solo prométeme que estarás bien.
—Te lo prometo por mi vida.
—Pues bien. Por favor no discutamos más, se me hizo imposible dormir en toda la madrugada pensando en que no querrías volver a ser mi amiga.
Niego divertida mientras ambos entramos y nos dirigimos cada uno a su oficina.
La pelea más corta del universo.
Han pasado algunas horas desde que me tomé la pastilla de emergencia y estoy segura que el dolor de cabeza y mareo que tengo es parte de los efectos secundarios de la píldora. Respiro profundo intentando relajarme, maldita sea. Apago el portátil y me recuesto en mi asiento, pasando mis manos por mi rostro. Estoy muy cansada.
Veo la hora en el reloj que adorna mi mano y noto que ya falta poco para la hora de almuerzo, tomo mi bolso junto los archivos de avance que tengo que entregar a Agus y salgo de mi oficina directo a la de Jayden, toco la puerta y escucho el "pase". Cuando entro Jayden está trabajando junto a una de las encargadas de el proyecto que se está realizando.
—Buenas tardes—los saludo.
Jayden me sonríe y mira su reloj.
—¿Ya saldrás?
—Sí, iré a ver a los rubiecitos, cocinaré algo para ellos en casa, necesito descansar.
—Bien, dame cinco minutos y vamos juntos.
—Está bien —asiento—, te espero afuera.
Asiente mientras recoge sus cosas y le dice a la mujer que la reunión se posterga para mañana y que la secretaria ya le confirmará en que hora.
Espero paciente fuera de la oficina y Jayden no tarda en salir, tomando mi rostro y besando mis labios sin decir nada.
—Hola señor Jayden —digo divertida.
—Te diría que no me digas "señor" pero si lo dices tu, suena demasiado bien.
Entorno los ojos medio riendo, pero no lo hago del todo porque sigo sintiendo mi cabeza doler.
—Vámonos, de verdad necesito descansar.
No demoramos mucho en llegar a ver a los rubiecitos y llevarlos a la casa. Creo que Jayden nota mis ojos medio cerrarse mientras corto las verduras para el almuerzo porque se acerca.
—Castaña, creo que es hora que vayas a descansar. No te preocupes yo cocinaré y me encargaré de que coman. Puedes ir a recostarte.
—¿Estás seguro? —le pregunto insegura.
—Muy seguro, ven —me levanta entre sus brazos y me lleva a mi habitación, dejándome de manera delicada en la cama—. Descansa castaña, te amo.
Medio asiento y no tardo en cerrar mis ojos y dormirme, el cansancio y malestar puede más que yo.
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