12
El timbre suena y estoy segura que es Agus, es su hora de almuerzo.
Otra vez se olvidó las llaves.
—¡Agus! ¡Te he dicho muchas veces que...! —abro la puerta de un solo golpe y las palabras terminan siendo un susurro— no olvides las llaves...
—Hola castaña, bonito albornoz —Jayden entra a casa como si de una pasarela se tratara.
—Pero... ¿Qué haces aquí? Aun no son la una de la tarde.
—¿Tu reloj está dañado?
—Claro que no.
—¿Cuánto a que está dañado?
—No lo está.
—Vale, tendrás que hacer algo que yo te diga si es que está dañado.
—No haré nada porque estoy segura de que no está dañado.
—Si tanta confianza le tienes a tu memoria hagamos el trato.
—¡Bien!
Extiende su mano y la acepto de manera divertida.
—Mira tú móvil.
—Espera voy por el.
—Te acompaño.
—¿Para?
—No correré el riesgo de que cambies la hora.
Entorno los ojos y dejo que me siga a mi habitación.
—Vaya... —silba—, pero que orden.
—No critiques mi espacio, no he tenido un buen día —hago que se calle mientras busco mi móvil— ¿Dónde carajos lo dejé?
—¿Es ese? —señala mi mesa de noche y muerdo mi mejilla interior al ver el nombre de mi madre adornando la pantalla.
Maldita sea.
—Eh disculpa ¿Puedes salir un momento? —pregunto intentando darle una pequeña sonrisa.
—¿Para?
—Mi madre me está llamando.
Mete sus manos a sus bolsillos y niega.
—El reloj.
Bufo antes de rendirme y contestar.
—Buenas tardes ¿Qué pasó?
—Quería que me confirmes si vendrás hija.
—Y-yo no lo sé, no creo poder ir tengo mucho trabajo.
—Pero puedes venir cuando terminen tus horas laborales.
—Es que justo tendré una reunión de trabajo muy importante después de eso y...
—Quiero que estés aquí.
—Lo lamento, pero no creo poder aparecer por ahí.
—Heather...
—¡No pienso ir! —me exaspero, Jayden me mira con una ceja enarcada y suspiro dando media vuelta acercándome a la puerta del cuarto de baño— No pienso ir y cruzarme con Oliver ¿Vale? Ustedes saben todo el daño que me hizo ¿Y quieren me lo cruce? —mascullo.
—Hija...
—¡Me pegó! ¿Es que ninguno de ustedes lo entienden? No fue un jaloneo, no fueron unas palabras fuertes ¡Fue un golpe! ¡Un golpe que me dejo morada e hinchada la mejilla por unas largas semanas! ¡Un golpe que Abel intentó hacer ver como una simple pelea de pareja!
—Cariño...
—Yo... yo no sé si iré, lo lamento.
—Te prometo que no vendrá Oliver, te lo juro, pero por favor ven...
—Lo pensaré —suspiro apoyando mi cabeza en la puerta del baño.
Cuelgo la llamada y aguanto las ganas de llorar, doy media vuelta y me encuentro a Jayden, mirándome con la duda impregnada en sus ojos.
—Bueno...
—No preguntes nada, por favor.
—¿Te cambias o estas esperando que te quite ese bonito albornoz yo mismo? —que intente cambiar el tema me hace sentir jodidamente agradecida.
Rio un poco antes de negar divertida y tomar algo de ropa volviendo a entrar al baño mientras el rubio se sienta en el borde de mi cama.
Paso por mis piernas unos pantalones de jean y pongo una blusa negra que tiene una abertura en medio del pecho, dejando a la vista mi tatuaje que tanto me encanta.
—Estoy lista —digo saliendo del baño.
Su mirada se queda fija en mis ojos antes de que se levante de su lugar y camine junto a mí a la sala.
—Podemos irnos —digo abriendo la puerta principal, tomando mi bolso y saliendo junto a él.
No dice nada, pero no me sorprendo así que subimos al auto y nos ponemos en marcha.
—¿Estás bien? —frunzo el ceño al ver que realmente está muy callado.
—Si... bueno...
—Si se te quitaron las ganas de almorzar conmigo no te preocupes, puedes dejarme aquí, da igual, no quiero que...
—No, no es eso Heather, solo estoy pensando.
—Bien, entonces me callo.
—Tampoco dije eso.
—¿Entonces?
—No me había dado cuenta que estaba tan callado, estaba pensando en algo que escuché.
—Vale...
—Heather ¿Tu ex pareja te golpeó? —pregunta sin ningún tipo de tacto haciendo que mi cuerpo entero se tense.
Carajo.
—¿Escuchaste mi conversación? —pregunto intentando no alterarme.
—Lo lamento, pero fue inevitable.
—¿Qué tanto escuchaste? —pregunto con la respiración entrecortada.
—Lo suficiente para saber que el imbécil te dejo una mejilla morada.
No sé por qué, pero siento vergüenza de que él se haya enterado así, me trago las ganas de llorar y niego lentamente.
—Pasó hace mucho.
—Pero sigue siendo lo suficientemente grave para que te alteres al recordarlo.
—Es difícil, nunca olvidaras lo que te hizo tu agresor, jamás, solo tienes que aprender a vivir con ello.
—¿Lo has hablado con algún profesional?
—Fui por dos años a terapia —murmuro jugando con mis dedos nerviosamente.
—¿Y cómo te fue ahí?
—Fue... bien, solo que por cosas personales tuve que dejar de asistir, pero estoy pensando en volver este año.
—Eso es bueno.
—Sí, lo es.
—¿Por qué le dijiste a tu ex que éramos pareja?
Respiro y cierro los ojos antes de responder.
—Cuando lo vi me nublé, sé que el imbécil no es capaz de hacerme daño si me ve acompañada y tú eres una persona que a simple vista demuestra poder, fuerza y protección, lo primero que se me ocurrió fue decirlo porque sentí miedo que me haga algo si sabía que mis amigos estaban lejos.
—Heather...
—Y ahora estoy en un lio, pero intentare arreglarlo, no te preocupes. No quiero incomodarte.
—¿Qué lio?
—Oliver les menciono a mis padres que tengo novio, un novio rubio y mañana es el cumpleaños de mi padre, ellos quieren que asista, pero no quiero ir y cruzarme con él.
—¿Tus padres han invitado a quien te hizo daño?
—Para mi padre fue una simple pelea de parejas y Oliver estuvo en todo su derecho de hacerme eso porque era una irrespetuosa que no respetaba a su pareja, quien tiene el poder de la relación —digo entornando los ojos al recordar las palabras de mi padre cuando le dije que Oliver me había golpeado.
—¿Y tu madre?
—Ella no dijo nada, solo me miro, negó con la cabeza y siguió a mi padre a su habitación.
Su mirada fija en la carretera y sus manos fijas en el volante hacen que muerda mi labio sin saber cómo seguir con la conversación.
—¿Fue la única vez que te hizo daño?
—Bueno... creo que todo en la relación era una completa bandera roja, yo era la sumisa y él era la imagen de poder, yo tenía que hacer todo lo que él decía y tenía que aceptar todo tipo de malos tratos, así que hubo muchas ocasiones. Pero la única que realmente le conté a mis padres fue cuando me golpeo la mejilla tan fuerte que llegar a mi casa con eso iba a ser imposible de ocultar.
—¿Cuántos años tenías cuando pasó eso?
—Diez y siete, él tenía diez y nueve. El día de mi cumpleaños, ese mismo día que cumplí diez y ocho empaqué las cosas que yo misma había comprado, con mi dinero y me fui de esa casa.
—¿Tu amigo te ayudó?
—¿Agus?
El asiente.
—A él lo conozco desde que era pequeña, así que si, su madre me recibió en su casa por un tiempo hasta que comencé a trabajar y logré vivir en una residencia que no era muy buena realmente, pero era mejor que nada.
Una sonrisa se extiende por sus labios.
—¿Qué? —pregunto mirándolo.
—Eres muy valiente.
—A veces las situaciones lo ameritan.
Su mano se posa en la mía, encima de mi muslo y la acaricia haciendo que por mi cuerpo pase una extraña electricidad.
—De verdad lo eres Heather, y estoy orgulloso de que lograste salir de ahí.
—Gracias —murmuro sintiendo como mis mejillas se ruborizan levemente.
—Venga, hemos llegado, bajemos —asiento abriendo la puerta y saliendo del auto, Jayden le extiende las llaves a un hombre, este se sube al auto y lo lleva a estacionar.
Entramos al lugar y al parecer había una mesa reservada así que rápidamente estamos sentados esperando que nuestros platos lleguen.
—Si quieres te puedo acompañar a la reunión de tus padres.
Casi me ahogo con el agua que estaba bebiendo.
—¿Qué?
—Mañana por la noche no tengo nada que hacer, y te puedo acompañar. Solo si tú quieres, claramente.
—¿Estás seguro? No quiero que hagas esto por compromiso.
Asiente.
—Bien —murmuro tranquilizándome—, si, estaría genial.
—Vale, pues mañana tenemos un evento al cual asistir.
—Eso parece.
Detenemos nuestra conversación cuando el mesero llega entregándonos nuestros platos.
—Gracias —sonrío amablemente al hombre.
—De nada señorita —mueve la cabeza en señal de respeto y estoy a punto de decirle que no es necesario que haga eso, pero se va a toda velocidad al ver la cara de Jayden.
—¿Por qué los miras así? —pregunto divertida.
—¿Así como?
—No lo sé, te ves muy serio cuando miras a otras personas.
—Me sale natural, no sabía que los estaba mirando de alguna manera en especial.
—Pobrecito, si hasta salió corriendo.
El rubio ríe negando con la cabeza divertido antes de que comencemos a comer.
—¿Cómo vas con los logos del restaurante?
Paso la comida y hablo.
—Bien, va genial, aunque como la otra semana tengo que llevar algunos avances estoy intentando hacerlo de manera que se vean elaborados, no quiero que parezca que no tomo enserio mi trabajo.
—No creo que sea así, te he visto estas semanas y se ve que te interesa mucho lo que haces.
—Es que me encanta mucho la idea de crear, es genial.
—¿Cómo vas con tu tesis?
—Oh bueno, si lo que te preocupa es que no lleve a tiempo mi título para poder estar completamente dentro de la empresa, te lo llevare apenas me lo entreguen.
—No es eso, lo pregunto de manera más... —piensa por un momento antes de seguir hablando—, más personal.
—Ah bueno... —carraspeo—, se supone que esta semana me llaman para confirmar que todo esté bien, si es que pasa eso el otro mes me estaría graduando.
—Vaya, eso es realmente genial.
—Lo sé —asiento entusiasmada—, no veo la hora de verme con uno de eso trajecitos que se ponen en las graduaciones —digo divertida y él sonríe de la misma manera.
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