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7. Creo que me gustas un poco más


Alec POV

El día comenzó bastante bien para mi. Mis padres estaban felices en la mañana. Mi hermana no se estaba quejando acerca de cómo sus zapatos no combinaban con su falda. Jace no estaba haciendo comentarios sarcásticos de mi. Max estaba tan encantador como siempre. Y yo esperaba que se quedara así de bien hasta la noche.

El camino a la escuela estuvo bien, también. Jace e Izzy peleaban como cualquier otro día. Era como un la pelea de todos los días. "Yo me veo mejor que tu Jace", "no, yo me veo mejor que tu Izzy", a veces me preguntaba como era posible que fueran tan parecidos sin ninguna relación de sangre.

– Alec, ¿hoy vas a tener otra sesión de estudio con Magnus? – la forma en la que Izzy dijo "sesión de estudio" sonó rara. Lo dijo como en un tono de insinuación. Insinuando algo diferente a estudiar. Jace bufó, como siempre cada vez que alguien mencionaba el nombre de Magnus.

– Creo que si, pero no he hablado con el por dos días... pero creo que si. –

– ¿Es de verdad tan tonto que necesitas enseñarle? – murmuró mi hermano.

– ¿Qué tienes en su contra? ¿Alguna vez hizo algo en tu contra? – le pregunté mirándole por el espejo del carro.

– No quiero que te involucres con la puta del escuela – enfrené el coche de repente y le mire con incredibilidad. Se que le odia, pero ofenderle de esa manera era cruel.

– En primera, Jonathan, yo puedo elegir mis propios amigos – dije mientras me bajaba del coche. Jace e Izzy hicieron lo mismo. Azoté la puerta y fui hacia mis hermanos, mirando a Jace enojado. – Y en segunda ¡No le digas puta! –

Y así fue como Jace arruinó mi gran día. Nunca entendí porque el odio hacia Magnus, se que tiene su reputación, pero eso no significa que Jace pueda ir llamándole de esa manera. Ni siquiera sabemos si su reputación es real, o si fue inventada para ser popular o algo así.

– ¿Porqué tan serio, amigo? – y hablando del rey de Roma. Admito que su voz me hizo brincar un poco. Me giré a verle y vi a Magnus en su usual atuendo. Ropa súper ajustada que te hacia sentir caliente con tan solo mirarle. Cabello en punta, con brillos de colores en él y su maquillaje. Me estaba sonriendo y sus increíbles ojos de gato brillaban.

– Una pequeña discusión con mi amado hermano. Nada serio – le sonreí tímidamente. Podía sentir como mis mejillas se calentaban a cada minuto, cuando me miraba tan fijamente, como si pudiera leer mis pensamientos. – Veo que ya estas libre de tus muletas. –

– Sip, mi doctor me libero de ellas ayer. –

La campana sonó y caminamos juntos a nuestra clase de matemáticas. Tomé mi asiento habitual, al frente, con Annabelle. Y Magnus se fue a sentar con Catarina. Antes de que pasara mi escritorio, me guiñó un ojo, haciéndome sonrojar. Traté de controlarme y no mirarle cada minuto que el profesor volteaba hacia el pizarrón. Cada vez que el profesor Starkweather se volteaba, él me lanzaba guiños. Y por toda la clase me estuve preguntando que fue lo que cambio en dos días. ¿Ellie le habrá dicho algo? Si le dijo mi secreto que se diera por muerta. Rápidamente tomé mi teléfono y le mandé un mensaje por debajo de la mesa.

"Que le dijiste a Magnus"

"Nada"

"Se la ha pasado guiñándome toda la clase de matemáticas"

"¿Y? Se feliz de que filtré contigo, es lo que quieras después de todo. Me tengo que ir. Tengo ingles. Te quiero."

Y con esos mensajes estuve seguro que le había dicho algo. Solo esperaba que no le hubiera revelado el hecho de que me gusta.

– Sr. Bane me gustaría verlo después de clase. – escuché la voz del profesor y volteé a ver a Magnus, preguntándome de que iba eso. Luego me articulo "test". Ah cierto, hoy Magnus recibiría su nota por el examen que tomó hace dos días. Para ser honestos, estaba un poco asustado. Magnus era un buen estudiante, aprendía rápido, pero no sabíamos si iba a ser suficiente. Quiero decir, el Sr. Starkweather era raro a veces y no pasaba a ciertos estudiantes si le hartaban o le hacían enojar.

Después de clase fui a mi locker por mi libro de historia. Cuando estaba cerrando escuche mi nombre.

– ¡Alec! ¡Alec! – me giré y vi a Magnus corriendo hacia mi.

– ¡No corras!, ¡podrías romperte la pierna de nuevo! – intenté razonar.

– No importa, ¡Mira! – me mostró su mano con un papel. Cuando la volteé vi la calificación – Es una B. ¡B Alec! –

– Felicidades. Sabia que podías – me estaba sonriendo de una forma radiante, haciéndome sentir realmente orgulloso y un cálido sentimiento al mismo tiempo.

– Es todo gracias a ti. Muchas gracias. – En ese momento Magnus lanzó sus brazos y me rodeó con ellos, atrayéndome a su pecho. Estaba presionado contra él, y no sabia que hacer. Me estaba apretando fuertemente y finalmente moví mis brazos alrededor de su espalda y deslice mis manos, un poco incomodo, de arriba abajo, sobre su espalda. Aun estaba abrumado por el sentimiento de estar entre sus brazos. Era maravilloso. Podría quedarme así por siempre. Pero tristemente, Magnus no pensaba de la misma forma, y demasiado pronto se separo de mí, pero aun así, estábamos parados muy cerca el uno del otro. – Gracias cariño. No lo hubiera logrado sin ti. Eres mi salvador Alexander. –

– Casi me siento como alguna clase de superhéroe – dije tímidamente, sonrojándome intensamente por su linda forma de llamarme.

– Tu eres mi superhéroe personal con el súper poder de hacer que todo entre en este cráneo mío – Me reí y tomé mi mochila. Lentamente caminamos hacia la próxima clase.

– No te subestimes. Eres realmente un buen estudiante. –

– Solo para ti. Mi querido profesor. – Me sonrojé más fuerte que antes, ahora estaba rojo. – Así que, estaba pensando... – me miró como inseguro. – Hay una fiesta hoy en la casa de Ragnor y... am... te gustaría ¿venir? ... quiero decir... estaré ahí... y sería un buen momento para divertirnos ... y quiero que vengas ... así que ¿qué me dices Alexander? –

–Las fiestas no son lo mío – mi voz dejaba en claro que no me gustaban esa clase de cosas.

– Por fa... por mi ¿Por favor? – me miró con súplica en sus ojos, casi haciendo esa mirada de cachorrito. Mirada a la que no podía decirle que no.

– Okey... iré –

– ¡Si! – exclamó – Entonces ahí te veo cariño. –

*

Me paré frente al mi armario debatiéndome entre que usar. Quiero decir, no había ido a una fiesta desde hace tres años. Con mi leucemia, mi mamá a veces ponía objeciones para dejarme salir en la noche. Pero ahora me sentía bien y esperaba que me dejara ir. Para ser honestos, si quería ir, y ver a Magnus en su mundo, bailando, feliz. Simplemente verlo feliz me hacia sonreír. Comencé a notarlo hace algunos días, que cuando el sonríe me hace feliz.

– ¿Qué pasa con esa ropa? – preguntó Jace, cuando entro a mi habitación. – ¿Vas a algún lugar o finalmente decidiste que necesitas ropa nueva? –

– Voy a salir esta noche. –

– ¿A dónde? – me interrogó.

– ¿Porqué te importa? No eres mamá. –

– Pero quizá mamá si este interesada en a donde vas – me miró significativamente – ¿Entonces? –

– Voy a la fiesta de Ragnor – encogió su nariz a la mención del nombre – me invitaron. –

– ¿Quién? ¿Magnus? – simplemente asentí, y los siguientes segundos sentí que me quemaban hoyos en la espalda con la mirada. – Iré también. No hay forma en que te deje ir solo con esos idiotas. –

– ¿Qué ... – no pude terminar la pregunta porque Jace le gritó a toda la casa.

– ¡Isabelle! – unos segundos después mi hermana entró a la habitación – Ponte ropa linda, porque nos vamos de fiesta. –

– ¡Uh fiesta! – dijo feliz, y aplaudiendo – ¿Dónde? ¿De quien? –

– A la casa de Ragnor Fell – dijo Jace y agarró a Izzy del codo, sacándola del cuarto.

Finalmente decidí ponerme mis pantalones negros rasgados y una camisa gris. Mi chaqueta negra que colgaba de mi silla y bajé las escaleras para decirle a mi madre mis planes.

– Max ¿Dónde está mamá? – le pregunté a mi pequeño hermano, quien estaba jugando videojuegos con sus amigos.

– En la oficina de papá – Fui hacia allá y toqué la puerta. Escuche un "entra" y abrí la puerta.

– Alec, cariño ¿Estás bien? – dijo entrando en su modo mama preocupada. Se acercó a mi y tomó mi mamo – ¿Corazón? –

– Mamá estoy bien. – Le aseguré. Ella respiró aliviada. – Puedo... ¿Puedo preguntarte algo? – mamá asintió – Hay una fiesta esta noche... y me invitó un amigo... Magnus... ¿puedo ir? – me miró no muy convencida – Realmente quiero ir... por favor mamá. –

– Alec cariño ¿estas seguro? ¿Seguro que deberías ir? –

– Si. Quiero ir. Me invitó mamá. – aun no estaba convencida – Jace e Izzy vendrán conmigo. –

– Okey – dijo finalmente – pero nada de tomar, ni de drogas, y no llegues tarde a casa. ¿Okey Alec? – asentí y le sonreí – Y si algo pasa, o no te sientes bien, llámame y tu padre ira por ti ¿entiendes? –

– ¡Si mamá! –

– Entonces diviértete corazón, y cuida a tus hermanos. –

– Adiós mamá. Y gracias. –

*

El caminó hacia la fiesta no era largo, pero sabiendo que mis hermanos les gustaba tomar, preferimos tomar el tren. Media hora después estábamos en Brooklyn, en frente de la casa de Ragnor. Claro, yo no sabía donde vivía él, pero sorprendentemente Izzy sí. Entramos y vimos a la mirad de la escuela ahí. Estaban bailando, tomando y gritando. Yo me dedique a buscar a una cierta personita brillosa, pero no logre verlo.

– ¿Qué diablos están haciendo ustedes aquí? – escuchamos la voz de un hombre, viendo a nada más que Woolsey Scott, el chico que usualmente peleaba con mi hermano.

– Yo invité a Alexander – la dulce y melodiosa voz de Magnus fue escuchada por detrás de mi. – Isabelle y Jace son también bienvenidos. Vamos a dentro. –

Le seguimos a la barra. Nos estaba mostrando el lugar, aunque fuera la casa de Ragnor.

– Estoy feliz de que vinieras Alexander – me dijo, cuando mis hermanos nos dejaron y se fueron a divertirse.

– Yo... yo también – tartamudeé mientras ponía un mechón de cabello detrás de mi oreja. Y de nuevo, haciéndome sonrojar.

– Eres adorable cuando te sonrojas. –

– Es vergonzoso – murmuré

– Yo lo encuentro lindo y sexy – me guiñó un ojo como por milésima vez hoy. – Vamos a bailar. –

– No puedo. – me miró confundido. – Soy demasiado torpe bailando... realmente... Ellie me hizo bailar con ella en un baile y fue un desastre total. Lo... siento. –

– Nah, no puede ser tan malo... quiero decir, con ese cuerpo tuyo, probablemente tienes uno que otro movimiento – abrí la boca para decir algo. – Quizá no tenias a la pareja correcta. –

– Yo...–

– ¡Magnus ahí estas! – fui interrumpido por Tessa Gray – Hola Alec – le sonreí amablemente – ¿te molesta si me robo a Magnus por un baile? –

– Para nada. –

– Pero...– Magnus comenzó, pero Tessa ya le estaba arrastrando a la pista.

El tiempo pasaba y yo estaba observando a Magnus, mientras bailaba con personas. Se veía tan guapo. Tan libre, tan feliz. Estaba en su mundo. La forma en la que movía sus caderas al ritmo de la música me hacia querer acercarme, poner mis manos en sus caderas, para poder sentirlas bajo mis dedos. Pero estaba asustado de hacerlo. No solo tenia miedo del rechazo, si no porque la gente pudiera verme. Estaba fuera del closet ante mi familia, pero no quería que las personas del escuela supieran de mi sexualidad. Aun recuerdo como reaccionaron los chicos cuando un chico se declaró gay hace dos años. Estaba agradecido de que hiera sido su último año del chico, pero aun así, sufrió de mucho bullying. Él no quería pasar por mi. No lo podría manejar. Seria demasiado para él.

Miré mi reloj y vi que ya casi eran las once. Decidí que era hora de volver a casa si quería que mis padres me dejaran volver a salir. Eran demasiado sobreprotectores, pero los entendía. Intenté localizar a Izzy y Jace, y logre ver a Clary con Simon. Izzy estaba colgada de Simon y Jace estaba pegado a la boca de Clary. Mientras más me acercaba podía notar que estaban tomados.

– Me voy a casa – le dije a Jace. Solo asintió – Clary, cuidas a este idiota ¿okey? –

– Claro Alec –

– Dile a mamá que me quedaré en la casa de Clary – masculló Jace, presionando la roja cabellera en su pecho.

– Okey. ¿Izzy? –

– La llevaré a casa Alec – dijo Simon, y solo asentí.

Me dirigí a la puerta, cuando de repente fui sujetado por el codo.

– ¿A dónde vas cariño? – Magnus se puso enfrente de mi y me miró preocupado.

– A casa. Le prometí a mamá que no llegaría tarde. –

– Oh, entonces déjame acompañarte a casa – desaparecí por un momento, para volver con su chaqueta.

– No es necesario. Estaré bien – le dije, dirigiéndome hacia fuera.

– Claro que no. Te acompañaré a casa. No puedo dejar que nada malo te pase haya fuera cariño. – finalmente asentí y ambos nos dirigimos a la salida de la casa de Ragnor.

Caminábamos lentamente, disfrutando del aire fresco de la noche. Hacia un poco de frio, pero me sentía mas que caliente caminando con él tan cerca.

– ¿Disfrutaste la fiesta cariño? –

– ¿Porqué me dices así? – solté sin poder evitarlo.

– Simplemente te queda. Cariño. – le miré confundido. – me gustas Alexander. –

– Tu también me gustas. –

– Lo que intento decir es que... – replicó mientras llegábamos a la estación de tren. – Que me gustas más que un amigo. – Mis ojos se abrieron y de repente estaba en shock. Mi crush admitió que le gusto, más que un amigo. Sentí como mi corazón comenzó a latir rápidamente. Si esto era un sueño, que nadie me despertara.

– Tu también me gustas. – susurré más para mi mismo que para él, con un enorme sonrojo en mis mejillas. No sabía si lo había escuchado o no.

– ¿Tienes frio? – le miré perplejo. – Estas templando ¿Tienes frio? –

– Un poco, pero estoy bien – pero el ya se había quitado su chaqueta y me la estaba poniendo en los hombros. Olía a el. Sándalo, spray de cabello, y la especifica y exótica esencia de Magnus Bane. Lo olfateé lentamente, disfrutándolo. – Gracias. –

El camino a casa en metro no fue largo. Así que después de diez minutos estábamos parados frente a mi puerta.

– ¿Te divertiste esta noche? – me preguntó, mirándome de una forma que no pude descifrar. Tenia un poco de calidez.

– Lo hice. – admití. Era verdad, me divertí cuando estuve con él.

– Yo también, especialmente cuando tu llegaste – me enorgullecí de mi mismo por no haberme sonrojado demasiado por esto.

– ¿Te veo el lunes? – hablé, manteniendo mi mano la perilla de la puerta.

– Si – nos sonreímos mutuamente, y cuando estaba abriendo la puerta, me detuvo – Espera Alec. –

– ¿Qué pasa? – tomó una gran respiración y agarró mis manos. Las acaricio con sus pulgares y puso un beso en la cima de ellas, haciendo a mis rodillas temblar.

– ¿Tendrías... irías ... – tartamudeo. Y fue súper lindo. – ¿Tendrías una cita conmigo? –

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