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23. Comienzo a perder


Magnus POV

Después de la tercera quimio Alec estaba empeorando, demasiado. Pescó una gripa hace una semana, ni siquiera sabíamos como o donde; y esa gripa bajó su sistema inmune mucho más. Tanto, que ahora Alec se quedaba en el hospital, y no sabíamos por cuanto tiempo. Y todo eso nos tenía muy asustados.

Cada vez que iba a verle al hospital, las lagrimas se amontonaban en mis ojos. Pero después de la tercera vez, aprendí a controlarlas.

Alec ahora estaba más pálido, casi blando. Había bolsas negras debajo de sus ojos y estaba mucho más delgado. Cada vez que nos acostábamos en la cama, tenía que ser muy cuidadoso para no causarle ningún dolor. Estaba perdiendo peso día a día, sin importar cuanta comida ingiriera.

– Hey bebé, – me sonrió un poco, cuando llegué al hospital después de clases. Yo maldecía la escuela todos los días. Solo quería estar con él todo el día pero por ella no podía. – Te traje tu jugo de naranja favorito. –

– Gra...gracias, – con mi ayuda, se sentó en la cama, y me hizo un espacio. Sin mucho esfuerzo me subí a ella y le besé la mejilla. – ¿Cómo estuvo la escuela? –

– Como siempre. Todos se están volviendo locos por los exámenes, que comienzan la siguiente semana, – Alec se estaba terminando de tomar su jugo y me entregó el bote de plástico. – Y todos están emocionados por la fiesta de graduación. –

– Deberías ir, – me dijo.

– Solo contigo. –

– Sabes que no puedo...– su voz era un susurro, mientras frotaba sus manos.

– No quiero ir, – dije y sus ojos se veían tristes. – Además... creo que quiero tener mi propia fiesta de graduación... contigo, – se sonrojó un poco cuando le guiñé. – Por favor... apuesto a que sueñas con sexo de graduación. –

– ¡No vamos a hacerlo en el hospital! –

– Era broma... – su sonrojo no disminuía. – No quiero ir a un estúpido baile. Quiero pasar la noche contigo, teniéndote cerca, justo como lo haríamos si fuéramos a la fiesta, pero sin los ridículos atuendos. –

– Ok, si quieres puedes traer música para nosotros. –

– Mmm... me gusta la idea. –

Alec pasó su mano por mi y me jaló hacia él. Gentilmente me cerní sobre él y mire directamente a sus hermosos ojos azules. Aun cuando no se veía sano, tenía una chispa en sus ojos, cada vez que me miraba. Lentamente incliné la cabeza y le besé. Hoy, Alec sabía a jugo de naranja, espinacas y medicamentos. Día tras día comenzaba a acostumbrarme al sabor de medicamentos en cada beso. Alec gimió en mi boca y al mismo tiempo puso sus manos en mi cabello jalándolo. Eso me hizo jadear a mi. Con más cuidado, comencé a jalar su cabello también, intentando no hacerle daño. No era tan suave como antes, ahora era delgado y seco. Estábamos besándonos cuando algo llamó mi atención.

Abrí los ojos y miré a mi mano derecha. Y lo que vi me congeló un poco. En medio de mi mano había un gran mechón de pelo.

Alec debió sentirlo porque me alejó y miró mi mano. Hubo un silencio entre nosotros en el que solo miramos el cabello. Las lágrimas de vergüenza aparecieron en sus ojos.

– Hey, no es nada, – dije vaciando mi mano en la basura. – No me importa. No es nada. –

– Si, – masculló. – No es nada...–

– Bebé tu no...–

– Deberías irte, – me interrumpió. – Tienes ensayo en una hora. Deberías irte. –

Le conocía lo suficiente como para saber que esa era su forma de decir que necesitaba tiempo solo. Sin argumentar me levanté, y tomé mis cosas. Antes de irme besé su frente.

– Trataré de terminar el ensayo antes, para poder venir a verte antes de que las horas de visita terminen, ¿ok? – solo asintió. – Te amo bebé. –

– Yo también. –

Cuando cerré la puerta traté con todas mis fuerzas no dejar caer mis lágrimas. Pero cuando vi aun un poco de cabello en mi mano, no pude evitarlo. Dejé el hospital mientras me limpiaba las lágrimas, sabiendo que Alec había comenzado a perder su cabello.

*

Alec POV

Ellie e Isabelle estaban sentadas en mi cama, mientras Jace y yo estábamos en el baño. Mi hermano me estaba dando tiempo para decidir si hacerlo o no. Pero tenía que hacerlo. En mi mente, aun tenía la mirada en sus ojos de Magnus.

– ¿Estás seguro Alec? – dijo Jace aun inseguro, sosteniendo la maquina rasuradora en sus manos.

– Si. Hazlo Jace. Mi cabello ya se comenzó a caer. Mejor hacerlo ahora. –

– Así que... – escuché la voz de Ellie, y luego la vi en el marco de la puerta, con Isabelle al lado. – Magnus sabe... ¿qué vas a rapar tu cabeza? –

– Em... – sentí mi rostro calentarse. – Estábamos besándonos... y durante eso... ya sabes... bueno algo de mi cabello terminó en su mano...–

– ¿De verdad? – Isabelle trató de enmascarar la risa, pero falló. – Lo siento. –

– No lo hagas, – miré a Jace por el espejo y asentí, sonriéndole. – Hazlo Jace. –

– Como quieras hermano. –

Media hora después terminó. Lentamente pase mi mano por mi cabeza calva y me sonreí tristemente mientras mi familia se iba. Ya comenzó. Tenia el presentimiento de que ahora iría empeorando. Y que eso lastimaría a todos los que quería.

*

Magnus POV

– Si... no viste la mirada de dolor que tenia en su rostro, – escuché la voz de Alec a través de la puerta. Eso me hizo quedarme en mi lugar a escuchar la conversación. – Sus ojos se cristalizaron mientras sostenía mi cabello en su mano. No quiero verle así. –

– Sabes que no puedes evitarlo, – dijo la voz que pertenecía a Izzy. – Él te ama. –

– Lo se... y yo también le amo... es solo que... – hubo una larga pausa antes de escucharle nuevamente. – Es duro verlos a todos y ver el dolor en sus ojos. –

– No es tu culpa. Te amamos y nos preocupamos. Pero necesitamos estar juntos en esto. –

– Recuerda que es nuevo en esto, – interrumpió Ellie. – Nosotros ya pasamos por esto. –

– Aun así es difícil verlo herido. No quiero que sufra por mi. –

Finalmente decidí entrar, lentamente para que se dieran cuenta que estaba ahí.

– Hey, – todos voltearon a verme, claramente sorprendidos. – ¿Interrumpí algo? –

– Claro que no brillitos, – se burló Ellie empujando a Izzy. – Vamos Izzy, creo que deberíamos irnos. ¿Me ayudaras con ese vestido para la cita? –

– Si, – respondió Isabelle. – Adiós hermano, – le besó la mejilla y le sonrió tristemente. Ellie hizo lo mismo y ambas se fueron. Ahí fue cuando miré bien a Alexander.

Estaba usando su típico pants gris y su sudadera con el gorro. Y eso fue lo que me llamó la atención, el que no salieran mechones de negro cabello por el gorro. Tragando duro, me senté enfrente de el y lentamente le quité la capucha.

– Mírame Alexander, – sacudió la cabeza, negando. – Bebé, por favor. –

– Ya no me veo lindo, así que ¿para qué quieres verme? –

Puse mi mano debajo de su barbilla y la levanté, haciendo que me mirara.

– Tu eres la criatura más hermosa en todo el planeta Alexander. Y te amo igual, con o sin cabello, – suspiró y bajó la mirada de nuevo. – No es la forma en que te ves por lo que te amo, es tu corazón. –

– Veo como me mira la gente, con lastima en sus ojos y ...–

– No puede evitarlo, – le interrumpí abrazándole. – Estás enfermo Alexander. Y perder el cabello es algo normal. Y la gente te mira así porque es algo humano. Y si yo te miro así, por favor... perdóname... es difícil para mi. –

– Lo sé y lo siento...– dijo acariciando mi mejilla lindamente.

– No tienes que disculparte. No es tu culpa. – Nos besamos por un segundo. – Es difícil pero voy a estar aquí siempre. No me importa lo que pase... se que va a ser difícil pero lo superaremos, juntos. –

– Juntos, – susurró, poniendo su cabeza en mi pecho. Hubo un silencio entre ambos, y por un segundo pensé que Alec se había dormido en mi hombro, pero luego habló. – ¿Cómo te sientes, Magnus? –

– ¿A qué te refieres? –

– El doctor de la terapia nos dijo que teníamos que hablar de nuestros sentimientos con la familia. Así que hablemos. –

– No es fácil, pero lo llevo bastante bien, amor. – Alec se recostó en la cama y yo a su lado, poniendo su brazo alrededor de su cadera.

– Lamento que tengas que pasar por todo esto... quizá si nosotros...–

– No te atrevas a decirlo, – los ojos de Alec se abrieron por la elevación de mi voz. – Te amo, idiota. Enfermo o no, te amo, así que no te voy a dejar. Si me echas entonces me voy a sentar afuera como un perro... y voy a aullar y chillar toda la noche. –

Eso le hizo reír un poco.

– Y luego le daré tanta lástima a la gente ...– la risa de Alec era más alta a cada segundo. – Que te forzarán a dejarme entrar...–

– Lo haré porque me gustaría ahorrarle a la gente el verte aullando. Pobre gente, sería el susto de sus vidas. – Esta vez yo fui el que rió.

– Eres tan hermoso cuando te ríes guisantito, – y ahí estaba de nuevo su sonrojo. Ahora mismo, lucía como mi Alexander, y no pude evitar sonreír genuinamente. Luego le robé un beso sorprendiéndolo un poco. – Te veías tan tierno que tuve que besarte. –

– Idiota. –

– Pero amas a este idiota, – cuando Alec no contestó hice un puchero. – ¿verdad? –

– ¡Deja de hacer pucheros! – lo hice más. – Basta, sabes que no puedo resistirme. –

– Entonces dime que me amas. Dime, dime, dime....–

– ¡Te amo, te amo, te amo! – se acurrucó, con su cabeza en mi pecho. – Te amo, te amo idiota. –

– Yo también te amo mi dulce conejito. –

– Esa...no. –

– Pero, – puso su mano en mi boca, amortiguando mi voz.

– Calla y duerme. – Quitó su mano y la puso en mi pecho. Antes de que se lo llevara el sueño, le susurré.

– Lo que sea que la vida haya planeado para nosotros, lo superaremos. Juntos. –


Hay gracias por leer y bueno ya viene lo triste ): 

Nos vemos luego.

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