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21. Necesitamos estar ahí para él.

Magnus POV

La habitación era horrible. Luces blancas y paredes azules, un gabinete blanco y una camilla pequeña con sábanas blancas. Todo lucía sombrío y me hacía sentir enfermo. Había dos sillas, blancas también. Y un pequeño sofá donde apenas cabrían dos personas delgadas. Había unas bolsas colgadas con algunas cosas médicas.

Y aquí estábamos en medio de todo esto. Y con el plural, me refería a Alec, Maryse, Robert y yo.

– Alec, como ya sabes, la quimio debería reducir tus niveles de glóbulos blandos en sangre, – dijo la doctora. Su tarjeta decía "Dra. L. Anderson".

– ¿Debería? – solté. – ¿Así que no es seguro que le ayudará? –

– Siempre hay una probabilidad de que el tratamiento no funcione. Como en toda enfermedad, – explicó ella, sin reducirme ni un poco la preocupación. Alec apretó mi mano tranquilizadoramente, sonriéndole a la doctora. – Como decía, el tratamiento será por al menos 3 meses. Vas a tomar la quimio dos veces al mes. Por hoy puedes tomarla y luego irte a casa. Pero si tu sistema inmune baja demasiado, tendrás que quedarte en el hospital. –

– Okey, – mi chico masculló. No había ninguna emoción en su voz, probablemente porque ya conocía todo ese proceso. Al contrario de mi. Hice una búsqueda en internet el fin de semana, pero aun así quedé con muchas dudas.

– ¿Alec tiene que cambiar su dieta? – preguntó Maryse.

– No realmente. Después de todo ¿ya tiene una de comida saludable, cierto? – Alexander asintió junto con sus padres. – Así que ahora solo agregaremos algunas frutas y vegetales para que tome vitaminas de ahí. –

– Nos encargaremos de ello. – dijo Robert, hablando por primera vez.

– Ok. Así que ...¿más preguntas? – preguntó la doctora. Todos negamos. Yo quería saber más, sin embargo no sabía que preguntar. – Entonces vamos a aplicarte la quimio. He cambiado los medicamentos, porque tu cuerpo parece haber desarrollado una resistencia a los anteriores. Y por supuesto, vas a tener dosis mayores, ya que ya eres un adulto. Ahora vamos a hablar de los efectos secundarios. –

–¿Cuáles efectos? – pregunté con un poco de pánico. Alec seguía acariciando mi mano con su pulgar.

– Después de tomar la quimio puede haber varios efectos, – trague fuerte mientras la escuchaba. – Comenzando con la fatiga, el cansancio. Son diferentes para cada persona. Las náuseas, el vómito. – eso me revolvió el estómago. Sentí todo mi desayuno en la garganta. – El cabello podría caerse. –

– Exactamente, podría, – dijo Robert tranquilamente, mirando a Alec. En sus ojos se podía ver la preocupación, aun cuando intentaba poner rostro positivo.

– Si, podrían pasar o no, – la doctora Anderson le sonrió a Alec. – La última vez no tuvimos tiempo de averiguarlo, ¿verdad Alec? –

No entendí sus palabras. Era como si hablara en código, confundiéndome. Creo que Alec se dio cuenta porque añadió.

– La última vez me rapé la cabeza antes de comenzar la quimio. –

– ¿Por qué? – le pregunté más como un susurro.

– Te lo digo después, – solo asentí.

– Bueno, – dijo hablando la doctora. – La enfermera vendrá pronto y comenzaremos, ¿ok? –

– Si. –

– Espero que no hayan hecho planes para hoy, porque esto tomará su tiempo. Si necesitan algo estaré en mi oficina. Maryse, Robert vengan a llenar unos papeles, por favor. –

Después de que se fueron, un chico rubio y alto en un traje verde entró con una bolsa de plástico llena de una sustancia amarilla.

– Nos vemos otra vez Alec. ¿Cómo estás? –

– Estoy bien David, – le dijo mientras el chico colgaba la bolsa. Y después tomó el brazo izquierdo de Alec. – El es mi novio, Magnus. –

– Mucho gusto. –

– Igualmente, – me sonrió. No era realmente guapo, pero sus ojos verdes eran bonitos. Claro, no tan lindos como los de Alec. – ¿No vino Ellie hoy? ¿Creí que vendría contigo. –

– Ella... ouch, – Alec gritó mientras David le colocaba la intravenosa. – Se gentil. –

– ¿Estas bien cariño? – yo llevaba sosteniendo su mano derecha desde el comienzo, dándole una mala mirada al enfermero por herir a mi niño. Alec solo asintió.

– Ellie vendrá más tarde. Está en el escuela. –

– Mmm... – David terminó de insertar la aguja en el brazo de Alec y luego le colocó un tubo en ella. Unas gotas de la sustancia amarilla comenzaron a caer por el tubo. – Listo. Ahora necesito que descanses, leas, o lo que quieras hacer. Si necesitas algo, presiona el botón. – dijo, apuntando el botón arriba de la cama. – Y una enfermera vendrá, ¿ok? –

– Claro, gracias. –

Cuando finalmente nos quedamos solos, Alec se volteó así mi. Comprendiendo lo que quería, me acerqué a él y presioné sus labios en un dulce beso.

– No tienes que quedarte aquí conmigo, – me dijo cuando nos separamos.

– Lo se. Pero quiero hacerlo. –

– ¿Y la escuela? –

– Bebe, solo es un día, – Alec suspiró. – No es como si fuera a reprobar por una falta, –

– Ok, – dijo mientras se recostaba en un lado de la cama. – Acuéstate conmigo Magnus. –

Me subí a la cama a su lado, y gentilmente, tratando de no lastimar su brazo, le rodeé sus caderas.

– Gracias por estar aquí conmigo. Te amo Magnus. –

– Yo también te amo bebé. –

*

– Así que si... me rapé la cabeza como una forma de tomar de nuevo el control de mi vida, – dijo Alec mientras me contaba la historia de cómo conoció a Ellie. Como se volvieron amigos y cómo se ayudaron uno al otro durante su tiempo en el hospital.

– Y nos veíamos como unos bichos raros, – escuchamos una voz familiar a través de la puerta. Ellie estaba parada en el marco de la puerta, sonriéndonos, con sus brazos cruzados. – Te lo juro Magnus. Nos veíamos como aliens. Hey abejita de miel. –

– ¡Hola El! – Alec le sonrió, mientras se sentaba sobre la cama.

– Así que ponme al tanto, – dijo mientras se sentaba en el borde de la cama. – ¿Cuánto tiempo has estado aquí? –

– Solo tres días. Hoy por la quimio y dos días más para recuperarme. Ya sabes, para que Magnus no tenga que cargarme a todos lados, – bromeé.

– Pero eso me daría más músculos, – Ellie estalló en risas al igual que Alec y yo.

– Puedo asegurarte que ya tienes buen músculo cariño, – Alec depositó un beso en mi mejilla, haciéndome sonreír como idiota.

– Ok. Bájenle a su amor. Me van a enfermar. –

– ¿Celosa El? – Alec le sonrió.

– ¿Ahora regresas las burlas? Maldición, – dijo.

– Tu me lo enseñaste, – dijo, haciendo que Ellie chasqueara la lengua.

Esos dos eran fabulosos juntos. Como verdaderos hermanos. No estaba seguro siquiera de si Alec actuaba así con Jace o Isabelle. Pero con Ellie, era un Alec libre, cool, sin preocupaciones, como era conmigo. Amaba ver esa versión de Alec. Era feliz y eso me hacía feliz a mi.

Estuvimos platicando y riendo por una hora más, hasta que Alec comenzó a bostezar y sus ojos se cerraban. No mucho tiempo después, cayó dormido, y Elli y yo nos movimos al sofá.

– ¿Cómo lo llevas? – me preguntó Ellie, sonriéndome tímidamente. Esa era una de las cosas que compartía con Alec.

– ¿Yo? –

– Si. No es nuevo para nosotros. Pero para ti... es demasiado nuevo para ti. ¿entonces? –

– No es fácil, – susurré, subiendo mis rodillas a mi pecho. – No es sencillo verle así. –

– Y esto solo es el inicio. Esto se pone peor, créeme. Cuando la quimio le empiece a afectar va a empeorar. ¿Estarás listo? –

– Le amo. Y no le voy a dejar, si es lo que intentas preguntarme, – se me quedó viendo a los ojos por un rato, en silencio. Y yo realmente deseaba saber en que estaba pensando. – Voy a estar aquí para apoyar a Alec. –

– Eso es bueno. Porque realmente va a necesitar todo el apoyo y amor posible. –

– ¿Cómo va a ser? – mi voz era casi un susurro, cuando me miró a los ojos.

– No va a ser bonito. La última vez adelgazo demasiado, hasta se podían ver sus huesos. Vomitaba todo. Se cansaba demasiado. Yo me sentía casi igual, excepto que no estaba tan delgada como él. – Ellie tomó su chaqueta verde, y del bolsillo sacó una billetera roja. De ahí, sacó una foto de ella y Alec, de su tiempo en el hospital. En ella, ambos salían calvos. – Si... no quise esperar a que mi cabello comenzara a caer, ni tampoco Alec. –

El chico en la foto no se parecía a mi Alexander. Para nada. No tenía cabello, debajo de sus ojos azules había círculos negros. Y estaba demasiado flaco, al menos en su cara. Fácilmente podía ver sus huesos.

– Conservo esa foto para recordar como comenzamos nuestra amistad, – Ellie interrumpió mis pensamientos. – Necesitas prepararte y estar consiente de que esto puede volver a pasar. Que puede llegar a verse realmente mal. –

– Lo se. –

– Yo también estoy asustada, – dijo tomando una de mis manos. – Asustada como el infierno. Pero no puedo mostrárselo. Necesitamos estar ahí para él. Alec nos necesita. –

– Y lo estaremos, – le sonreí un poco. – Estaremos ahí para él. –

*

Después de que Ellie se fuera a casa, me volví a acercar a Alec. Su pecho se levantaba lentamente, y hacia pequeños sonidos. Se veía tan pacífico, como si nada estuviera mal. Y comencé a pensar en lo que Ellie dijo. Acerca de cómo iría empeorando con el tiempo. Sabía que nos esperaban tiempos difíciles, y necesitaba estar preparado para ello. Y deseaba realmente tener la fuerza dentro de mi.

– Te ves tan hermoso cuando estas absorto en tus pensamientos, – dijo una voz adormilada, interrumpiendo mis pensamientos. Volteé a ver dos piscinas azules mirándome directamente.

– Hola, –

– Hola, – dijo encogiendo su nariz mientras le besaba en ella.

– ¿Dormiste bien? –

– Si. ¿Ellie ya se fue? – dijo mirando alrededor para encontrar solo a su mamá acurrucada en el sillón con una colcha verde sobre ella. Una vez que sus ojos volvieron a mi, asentí. – ¿Cuánto tiempo hemos estado aquí? –

– Siete horas. Y pronto tendré que irme a casa. Las horas de visita se acabaran. – Alec sonrió un poco y escondió su rostro en la curva de mi cuello.

Me quedé una media hora más antes de que la enfermera viniera y me dijera que Maryse y yo nos teníamos que ir. Alec era un adulto ahora, por lo que su mamá no se podía quedar con él.

– Vendré mañana después del escuela ¿ok? – se despidió de mi y yo le lancé un beso mientras Maryse me esperaba afuera. – Te amo. –

– Yo también te amo, – susurró de vuelta, mientras salía por la puerta.

Cuando llegué a mi casa y me recosté en mi cama, seguía pensando en las palabras de Ellie acerca de lo mal que se podría llegar a poner Alec.

Y lo sabía. Sabía que debía estar ahí para él. Tenia que prepararme para cada posibilidad. Y tenia que apoyarlo.

Y estaba más que dispuesto ahacerlo sin dudarlo. Porque eso es lo que significa amar, estar ahí tanto en lasalud como en la enfermedad. Y yo amaba a Alexander más que a cualquier cosa enel mundo.   

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