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18. Sigue a tu corazón

Magnus POV

Había un dolor palpitante en mi cabeza, más como un martilleo. Algo, literalmente, estaba subiendo por mi garganta. Rápidamente, abrí los ojos y corrí al baño, agradeciendo que nada se interpusiera en mi camino. Ahora mismo me encontraba con mi amigo el baño, vaciando tomo mi estómago en él.

– Me sorprende que llegaras al baño. Deje una cubeta al lado de tu cama, – dijo una voz familiar, pero no la podía reconocer. De repente sentí una palmadita tranquilizadora en mi espalda y en mi cabello. – ¿Estas bien? –

– No... – gruñí, finalmente levantándome. La persona detrás de mi me ayudo a lavarme la boca. Me concentré en esa persona hasta que finalmente la reconocí como mi mejor amigo. – Ragnor... ¿qué estás haciendo aquí? –

– ¿No te acuerdas? Te emborrachaste tanto que olvidaste que te arrastre desde la barra de "Exotic" a tu casa? – estaba hablando demasiado alto, por lo que me cubrí mis odios.

– ¡No grites! Duele. –

– No estoy gritando. Tu tienes resaca, hermano. – Ragnor se veía borroso, y traté de enfocarlo demasiado, por lo que mi cabeza comenzó a doler. – Tuviste suerte de que Trent hubiera estado encargado de la barra anoche. De otra forma podías haber sido botado a la calle. ¿En qué estabas pensando? ¿Por qué bebiste? ¡¿Qué pasó?! –

¿Qué pasó anoche exactamente?

Traté de recordar algo. Y lo único que vi fue a Alec parado en frente de mi con lagrimas en los ojos. Peleamos por algo. De repente las palabras volvieron a mi cabeza.

"Te amo"

"Tengo leucemia"

Entonces todo volvió a mi memoria.

Alec huyendo mientras yo me quedaba congelando viendo el camino por el que se fue, esperando que algo pasara. La única palabra que tenia en mi mente era "LEUCEMIA", era como si alguien la gritara en mi mente. Las lagrimas corrían por mi rostro y no podía detenerlas.

Mi novio estaba enfermo, mortalmente enfermo.

Comencé a gritar a todo pulmón, golpeando cada roca que aparecía en mi camino. Estaba furioso, enojado con Alec por mentirme. ¿Cómo pudo? ¿No confiaba en mi? ¿No me amaba?

Involuntariamente mis pies comenzaron a caminar en una dirección, un tanto familiar.

Había mucha gente dentro, mientras bailaban en la pista, pero ese no era el lugar al que quería ir. Reconocí un rostro familiar y le sonreí.

– No te he visto en un tiempo, amigo ¿qué onda? ¿dónde está tu otra mitad, Ragnor? –

– El no es mi otra mitad, – me quejé. – Dame un vodka. –

– Magnus, no tienes 21...–

– ¡Dámelo! Necesito una bebida, o dos, o diez. ¡Dame una bebida! – Trent colocó en vaso de vodka en frente de mi. Necesitaba esto. Necesitaba relajarme un poco. Detener el dolor en mi corazón.

En algún punto había varios vasitos de vodka vacíos en el bar y yo le decía algo a Trent.

– Puedes ...creer.... Que... que ... me ... estaba min... mintiendo... – Trent me preparaba otro vaso. – Es un mentiroso...pero lo amo...–

– ¿Y que te hiso? –

– Tiene... leu...le...mierda... leucemia... si... esta enfermo... se está muriendo. –

– Lo siento Magnus. –

– Le amo tanto.... Le amo demasiado. No quiero que muera. Le amo. Le amo. Lo amo....–

Me caí al piso al lado de mi cama sintiendo de nuevo ese horrible dolor en mi pecho. Las lagrimas corrían por mis mejillas de nuevo, sin poder pararlas.

– Hey, hey, esta bien. Estoy aquí, – Ragnor se arrodilló a mi lado, abrazándome. No pude dejar de llorar y gritar. En algún momento Ragnor me giró y dejo que le golpeara el pecho. – Déjalo salir. Sácalo todo. –

– Lo amo demasiado... y él... esta enfermo... le amo... no puedo... él...–

– Esta bien, Maggie, está bien. – Escuché una puerta abrirse y unas pisadas. Pronto escuché la voz de mi madre sobre mis oídos.

– Bebé... ¿qué paso? – me preguntó preocupada. Sentí como acariciaban mi cabeza y me besaban. – Magnus, cariño...–

– Mamá, – mis ojos estaban llenos de lagrimas, al verla, tenia el miedo escrito en su rostro. – Alec... Alec ... esté enfermo. –

– ¿De que hablas bebe? –

– Tiene leucemia mamá... tiene leucemia. –

Hubo un silencio que fue interrumpido por mis sollozos. Lo único que pensaba mi mente era "leucemia".

No supe cuanto tiempo pasó, me sentía demasiado abrumado como para comprender que pasaba a mi alrededor. La única cosa que sabia era que estaba acostado con mi cabeza en las piernas de mi mamá, mientras ella y Ragnor acariciaban mi espalda, alternadamente. Me decían varias cosas, pero yo no podía comprenderlas. Mis únicos pensamientos eran el rostro de Alec, su enfermedad y mi impotencia de poder hacer algo. Traté de hacer algo, pero no estaba seguro de que se podía hacer en esas situaciones.

– ¿Qué...debería hacer? – mi voz era ronca de tanto gritar y llorar. – ¿Qué debo hacer ahora?

– No puedo decirte que hacer, – dijo mamá, acariciando mi mejilla amorosamente. – Pero hay algo que puedes intentar. –

– ¿Qué? –

– Escucha aquí, – dijo señalando mi pecho. – Sigue a tu corazón. –

*

Por toda el fin de semana le di a Alec y a mi mismo un tiempo. Y el lunes tenia planeado hablar con Alexander, justo como mamá me recomendó. Mientras conducía a la escuela intenté preparar lo que iba a decirle. Necesitábamos hablar, verdaderamente hablar con la verdad. Y ese era mi plan para hoy. Pero aparentemente Alec pensó diferente.

No le vi en ninguna clase de la mañana y eso me preocupo, especialmente ahora que sabia de su condición. Mi mente lentamente se llenaba de malos escenarios que me hacían temblar de miedo. Y otro punto fue que Alec no me regresaba ninguna de mis llamadas desde anoche, cuando le llame para decirle "necesitamos hablar".

No solo no ha regresado mis llamadas, si no que no estaba aquí y su hermana y hermano me estaban ignorando. Lo mismo que Clary y Simon. Y eso me comenzó a enojar.

– ¿Qué está mal? – preguntó Catarina, mientras dejábamos la clase de historia, y caminábamos hacia la cafetería. Era casi la hora del desayuno. – ¿Mags? –

– No me contesta mis llamadas, – ella suspiró. – Y me preocupa. ¿Quizá debería llamar a Maryse? –

– Quizá deberías preguntarle primero a Jace o a Isabelle antes de llamar a su mamá, – intentó razonar. – Estarán en el desayuno, ahí puedes preguntarles. –

Decidí hacerle caso a Catarina y hablar con los hermanos Lightwood, para saber porque Alec me evadía. Sabia que en parte era mi culpa, después de todo exploté contra él. Pero por ello quería disculparme.

Cuando entré a la cafetería fuimos a nuestra mesa habitual, esperando que todos ya estuvieran ahí. Y ambos nos sorprendimos de nada más encontrar a Ragnor, Tessa, Jem y Will.

– ¿Dónde están Izzy y Jace? – solté. – ¿Y Sheldon... que diga Simon y Clary? –

– No los he visto, – dijo Jem, tomando de su jugo de naranja.

– Tess, ¿les has visto en clase? – inquirió Catarina.

– Si, Isabelle, Simon y Clary estaban en mi clase. –

– Vi a Jace en el gym, – interrumpió Will, robando una papita a Tessa.

– ¡Hey! ¡Cómprate las tuyas! – le gritó, y el resto giramos los ojos por sus infantilerias.

– De vuelta al punto chicos, – mascullé. – ¿Dónde están los Lightwood? –

Todos se encogieron de hombros, y Tessa claramente evadió mi mirada. Y eso era un signo de que sabia algo. Me senté a su lado, bloqueando su vista de los otros. Tomé su barbilla haciendo que me mirara a los ojos.

– Suéltalo cariño. Se que sabes algo. –

– No se nada, – su voz estaba llena de patéticas mentiras.

– Tess, no sabes mentir. ¿Qué está pasando? – la chica castaña tomo una gran inspiración y bajó la voz.

– Okey, puede que haya escuchado algo esta mañana, – me quedé en silencio esperando que continuara. – Escuché a Izzy decirle a Simon que ahora ella y Jace no se iban a sentar con nosotros, por que tu y Alec ya no estaban juntos. –

Mi mente intentaba procesar esas palabras. Pero parecía que solo capturó una parte.

"Por que tu y Alec ya no están juntos"

Me golpeó como una gran ola, y agradecí que estaba sentado, de otra forma hubiera terminado en el piso por la sorpresa.

¿Ya no estábamos juntos?

– ¿De qué rayos estás hablando? – dije con mucha confusión en mi voz. – ¿Cómo... por ... por qué ya no estamos juntos? ... la última vez que chequé éramos una pareja. ¿Qué diablos? –

– Aparentemente... al menos eso es lo que dijo Izzy... que algo pasó el sábado en la noche, y esa es la razón. – continuó Tessa. – ¿Qué paso el sábado? –

– Oh... así. .. que no solo miente, ¿también decide dejarme? Es tan... ¡Maldición! – mi puño golpeó la mesa. Volteé a ver a Catarina. – Ahora voy a hacerle hablar conmigo. –

*

Después del escuela fui a la casa de los Lightwood, para intentar... no, para demandar hablar con Alexander. Necesitábamos aclarar las cosas. Como por ejemplo, que no podíamos terminar, no así. Creo que podíamos hacer algo al respecto, y si no, al menos quería mi explicación del porque me estaba dejando. Claro, tenia el presentimiento de que Alec solo estaba asustado de decirme la verdad, y lo entendía. Bueno, mi mamá me hiso entenderlo, pero aun así necesitaba respuestas de Alec.

Golpeé la puerta, pero nadie respondió. Consideré incluso gritarle a Alec, pero algunos de sus vecinos, de por si, ya me miraban raro. Así que en ese punto, decidí volver a casa con mis sentimientos lastimados.

Se repitió lo mismo por varis días. Izzy y Jace me seguían evitando en el escuela, y también evitando a mis amigos. Estaba llenado el buzón de voz de Alexander con millones de mensajes todos los días, los cuales, probablemente ni siquiera escuchaba. Pero no podía parar de llamarle. Ya ni siquiera estaba enojado, simplemente le extrañaba.

"Por favor, llámame Alec. Solo quiero que hablemos."

El día pasaba y yo solo esperaba que la escuela terminara para ir a la casa de los Lightwood de nuevo. Mis amigos me miraban con un poco de lástima, me decían que quizá solo debía esperar pacientemente la reacción de Alec, pero yo no me podía solo sentar a esperar. Necesitaba verle.

Otra vez me encontré en la puerta de los Lightwood, y golpeé varias veces. Y gracias al cielo, alguien me abrió la puerta.

– ¿Magnus? – el pequeño niño con lentes me sonrió. – ¿Qué estás haciendo aquí? –

– ¿Puedo hablar con Alec?, por favor, – la sonrisa de Max cayó. – Por favor Max, solo quiero hablar con él. –

– No quiere ver a nadie, lo siento. – las lágrimas se juntaron en mis ojos, pero pestañé y me las arreglé para detenerlas.

– Entonces dime... ¿está bien? – Max solo asintió. – ¿Puedes darle algo por mí? –

– Claro. – Tomé un pedazo de papel de mi mochila y una pluma y comencé a escribir. Si Alec no quería hablar conmigo en persona, entonces quizá esto funcionaria. Después de unos minutos terminé y le pasé la carta al pequeño niño. – Se lo daré. Tienes mi palabra. –

– Gracias Max, – mi voz fue interrumpida por un trueno. Parecía que hoy iba a llover. – Adiós. –

*

Alec POV

Querido Alexander.

Debería comenzar esta carta con palabras más fuertes que expresen mi enojo. Pero no puedo. Simplemente no puedo.

Te extraño. Ha sido casi una semana desde que te vi por última vez. Y te extraño demasiado. Extraño tu sonrisa, la forma en que te sonrojas, la forma en que tus ojos brillan cuando me ves. Extraño tus manos, que parecen haber estado hechas para entrelazarse con las mías. Extraño tu voz. Extraño tu mirada. Extraño hablar contigo.

Simplemente TE EXTRAÑO.

Estoy enojado, pero no porque estés enfermo. ¡No! Estoy enojado porque me mentiste. Cada vez que te preguntaba si estabas bien tu me mentías. Pero trato de entenderte. Tenías miedo. Dios sabe que yo también hubiera estado asustado. Pero eso no cambia que me mintieras.

Es difícil hablarte con el corazón en una carta.

Espero que podamos hablar. No quiero que terminemos así.

Te amo. No mentí. De verdad te amo.

Esperaré hasta que estés listo para hablar conmigo.

Te amo.

Magnus.

Cuando leí la carta, las lagrimas corrían por mis mejillas. Sabía que se merecía una explicación. Se lo debía.

Finalmente reuní el coraje de hacer lo que tenía que hacer

*

Magnus POV

La lluvia caía como un diluvio. Los truenos aparecieron. Mientras, yo veía "Proyect Runway" y hablaba con Ragnor por el teléfono.

– ¿Crees que te llamará? – me preguntó.

– Eso espero, – de repente sonó el timbre, lo cual me sorprendió. Había una tormenta afuera. ¿Quién podría ser?

– Magnus, cariño, abre la puerta. – me gritó mi mamá desde la cocina. – Estoy ocupada. –

Lentamente caminé hacia la puerta, pero la persona detrás de ella era la última que esperaba. Creo que me imaginaba a mi padre antes que a él.

En frente de mi estaba Alexander, temblando como una hoja. La lluvia caía sobre su cabello.

– Ragnor te llamo luego, – le colgué, ignorando las protestas de mi amigo y mirando a Alexander con sorpresa. – Alexander...–

– Ho... hola– tartamudeó.

Le miré bien. El agua caía por su chaqueta de cuero. Su nariz y mejillas estaban rosas. Y su temblor me sacó de mi shock.

– ¡Entra! ¡Estas empapado! – le jalé dentro, y antes de que pudiera decir nada le arrastré arriba hacia mi habitación. Del closet saqué unos pantalones y una playera grande. Luego le empujé al baño, dándole una toalla limpia. – Sécate primero. –

Unos minutos después, Alec salió del baño con mi ropa y una bolita de ropa mojada en sus manos. La tomé y la puse en la secadora. Mientras regresaba, Alec se sentó en mi cama, secándose el cabello con una toalla. Una vez que cerré la puerta, me senté en frente de él. Por un rato, ninguno dijo nada. Solo nos miramos.

– Lo siento, – dijimos ambos al mismo tiempo y nos reímos. Era maravilloso volver a escuchar su risa de nuevo, tenerle cerca.

– Siento haber explotado así cariño, – comencé, acercándome más a él, sentándome a su lado. No me atrevía a tocarle aun. – Solo... estaba sorprendido. Lo siento. –

– No... yo lo siento. No debí mentir...por tanto tiempo... – Alec bajó la cabeza, claramente evadiendo mi mirada. – Es solo que... estaba asustado de decirte. Quiero decir... nunca esperé que duraríamos tanto como para decirte. Pensé que solo jugarías conmigo y me dejarías. –

Eso me sorprendió, el bajo concepto que tenía de mi.

– Diablos... en primer lugar, ni siquiera esperaba que te interesaras en mi. Pensaba que serías mi crush secreto por el resto de mi vida, – aun con la calidez con la que se llenó mi corazón al escuchar eso, sus palabras dolían. – Y luego apareciste en mi camino, comencé a gustarte, mostraste interés en mi. Comenzaos a salir... y con cada día que pasaba yo me enamoraba más de ti. Y quería sentirme feliz por primera vez en mi vida. Lo cual logré contigo. No quería arruinar este perfecto cuento de hadas. Pero sabía que cuando supieras la verdad... esto se terminaría. – Alec tomó unas respiraciones antes de continuar. – Todo el mundo me decía que tenia que decirte la verdad. Pero no podía. Incluso cuando me confiaste tus más profundos secretos, sobre tu papá y Oliver...no podía armarme de valor para hablarte sobre mi enfermedad. No tienes idea de lo terrible que me sentía cada vez que tenia que mentirte. Pero entonces dijiste que me amabas... eso me rompió. No podía mentirte más. Nunca quise lastimarte. – Me miró a los ojos. – Cuando te dije la verdad vi demasiado dolor en tu mirada y eso me mataba. Sabía que te había herido demasiado y que no había nada que yo pudiera hacer para aliviar tu dolor. Y realmente lo siento. Y entiendo completamente si ahora me odias y si ya no quieres tener absolutamente nada que ver conmigo... –

– Espera un minuto, – le interrumpí. – Alexander, es verdad que me lastimaste, porque me habías estado mintiendo. Pero nunca podría odiarte. – Mis manos buscaron sus mejillas, mientras le forzaba a mirarme a los ojos. – Te amo demasiado como para ser capaz de odiarte o mantenerme enojado contigo. Eres un niño bobo por pensar que podría odiarte. Me has cambiado Alexander. Contigo soy una mejor persona. Me mostraste que realmente puedo amar a alguien, que no debo temerle al amor. Te amo demasiado. –

Las lágrimas brillaban en los ojos de Alec, mientras que algunas se deslizaban por sus mejillas. Las removí con besos y finalmente presione mis labios contra los suyos. El beso estaba cargado de pasión, anhelo, e incluso sal de las lágrimas. Cuando nos separamos, continué tomando sus mejillas.

– Te amo cariño. No importa si estas enfermo. Te amaría incluso si no tuvieras una pierna. – Me sonrió un poco. – Te amo y nada puede cambiar eso. –

– Yo también te amo, – dijo Alec con timidez, pero fui capaz de escucharle. Solo dios sabe lo rápido que latía mi corazón en ese momento. – Te amo Magnus. –

Alexander enrolló sus brazos en mi cintura, enterrando su cara en mi pecho. Mis brazos abrazaron su espalda, recargando mi barbilla en su cabeza. No estoy seguro de cuanto tiempo nos quedamos así, con el silencio entre nosotros. El único sonido que se escuchaba era nuestros latidos y nuestras respiraciones.

– ¿Puedo quedarme contigo esta noche? –preguntó Alec en voz baja. Le miré recargando mi frente con la suya.

– Claro que si corazón, – mi niño me sonrió tímidamente. – ¿Tu familia sabe que estás aquí? –

– No... – susurró. – Me escapé. –

– Entonces llama a tu mamá, – dije mientras le pasaba mi celular.

Finalmente nos acostamos en mi cama, debajo de las cobijas. Manos entrelazadas y piernas enredadas. Mirándonos de frente tan cerca que nuestras narices casi se tocaban.

– ¿Qué tan malo es? – le pregunté. – La leucemia, ¿Qué tan malo es? –

– Mi doctora dice que si los síntomas no disminuyen en las siguientes semanas, comenzaré con la quimio de nuevo, – levanté una ceja. – Deje de tomar la quimio después de seis meses, porque entré en remisión. Y eso fue hace dos años.

– Mmm... – hice una pausa. – Debes entender, que no te dejaré Alexander. Estaré a tu lado en cada paso del camino. Seguro, será difícil, pero lo lograremos mientras estemos juntos. Siempre estaré para ti. –

– Gracias, – su voz era bajita.

– Solo... prométeme una cosa, – me miró sorprendido. – Solo prométeme... que no habrá más secretos ni mentiras. –

– Te lo prometo, – me dijo, apretando mi mano y luego poniéndola en su corazón. – No te mentiré ni me guardaré secretos nunca más. A partir de ahora te confiaré todo. –

– Bien, – le di un dulce beso. – Te amo Alexander. –

– Yo también te amo Magnus. –

Y con eso, nos dormidos abrazados. Agradecido de haber seguido mi corazón. Porque ahora, con Alexander en mis brazos, sabía que todo estaría bien.


Hola!! espero que disfruten del capítulo C:

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