17. ¡Me mentiste!
Magnus POV
Alec finalmente había vuelto a casa. Después de su desmayo, hace dos días, estaba en casa. Lo cual era bastante bueno ya que cumplíamos cinco meses de novios mañana.
Cuando cerraba los ojos, aun podía ver como Alec se desvanecía en el salón. Nunca en toda mi vida me había sentido tan asustado. Mi corazón se congeló por un segundo y luego comenzó a ir a toda velocidad. No podía entender lo que pasaba.
Aparentemente, Alec era anémico, o eso era lo que me dijo. Tenia que admitir que cuando llegue a casa lo chequé en internet. La mayoría de los síntomas eran como los que Alec tenía, así que confirmé su historia. Pero en un lugar al fondo de mi mente tenia el extraño presentimiento de que había algo más. Pero decidí creer en Alexander, porque confiaba en el con todo mi corazón.
Era extraño la forma diferente en la que me sentía con Alec día tras día. Desde que puse mis ojos en él, mi vida había dado un giro. No podía sacarlo de mi mente, como si ocupara cada pensamiento. Simplemente me tenia encantado.
– Así que, mamá....– comencé mientras me sentaba en la barra del restaurante de mi mamá. Ella estaba terminando de limpiar los vasos. – ¿Cómo te esta yendo en tu día? ¿Ya mencioné lo hermoso que se te ve ese vestido violeta? –
– ¿Qué quieres Magnus? – me miró suspicazmente, mientras ponía los vasos en el su lugar.
– ¿Por qué asumes que quiero algo? ¿Un hijo no puede dar cumplidos a su madre? –
– Porque esta madre, – se señaló mientras me sonreía, – conoce perfectamente a su hijo. Así que escúpelo mi niño, ¿qué quieres? –
– ¿Puedes apartar una mesa para tu adorado hijo, mañana en la noche? – se me quedó viendo callada y pensativamente. – Mañana Alec y yo cumplimos cinco meses, y quería tener una linda cena con él. Así que ¿me ayudarás? –
– Bien, – masculló finalmente. – Pero el sábado vendrás a lavar los platos. Entonces tendrás tu mesa y una cena gratis para ambos, ¿trato? –
– Trato, – estrechamos las manos y nos reímos, llamando la atención de algunos clientes.
Ahora lo único que faltaba era comprarle un regalo a Alec.
*
Hemos estado deambulando por el centro comercial por dos horas y no puedo encontrar aun algo que me guste para comprarle a mi novio.
– ¿Quizá un disco? – sugirió Ragnor, arrastrándome a la tienda de discos. – Dijiste que le gusta escuchar música emo. –
– No es emo, es rock, – le solté. – Además, ¿un disco es una buena idea de regalo? –
– No, – masculló Catarina, soltando la mano de Ragnor. Ya eran novios desde hace tres semanas. Estaba realmente feliz por ellos, eran buenos el uno para el otro. – No puedes darle cualquier regalo. El regalo debe de expresar todo lo que sientes por él. –
– Escríbele un poema, – sugirió Tessa, que iba con Jem. Ir de compras con tus amigos cuando no tenias ni idea de que comprarle a tu novio, era una salvación. Incluso si tus amigos tenían ideas raras.
– Sin ofender Tessa, pero vivimos en el siglo XXI. No creo que la gente siga escribiéndose poemas en estos días. Además, yo no se escribir poesía. – Me senté en una grada de madera en frente de una tienda de ropa, suspirando fuertemente. – Apesto en esto. Nunca he tenido problemas comprando regalos para los demás, y ahora no puedo encontrar nada lo suficientemente bueno. –
– Cariño, eso es porque le amas, – Catarina entrelazó su mano con lamia. – Y quieres que el regalo sea perfecto. Vamos a seguir caminando, a ver si encontramos algo que te guste. –
Caminamos por el centro comercial de nuevo, mirando por las tiendas, mientras pensaba en lo que Catarina dijo. ¿De verdad amaba a Alec? Me hace sentir bien, increíble de hecho. Me hace sentir que soy algo valioso para él. Con él, me siento a salvo. ¿Eso es amor? Y si lo es ¿Alec siente lo mismo? Nunca ha dicho que no, pero tampoco lo ha aceptado. A mi mente llegaron recuerdos de Alec y míos, todas las veces que me hacia sentir mariposas, cuando me quitaba el aliento, cuando aceleraba mi corazón. ¿Eso era amor? ¿Estoy enamorado de Alexander?
En ese momento, algo en una tienda llamó mi atención. Involuntariamente caminé dentro de ella y lo miré. Era perfecto.
– ¿Le puedo ayudar? – me preguntó una mujer de cabello negro, sonriendo amablemente.
– Si, me gustaría uno de estos. Verde y azul con letras doradas. –
– ¿Y la inscripción seria? –
– Magnus + Alec. –
– Estará listo en una hora. –
Volví a la tienda por mi regalo y con una enorme sonrisa en mi rostro volví a casa para prepararme. Mi ropa que usaría no era tan extravagante, solo unos simples pantalones negros, una camisa roja y una chaqueta con brillos, obviamente. No demasiado. Me puse un poco de maquillaje, solo delineador y unas sombras. Decidí dejar mi cabello sin gel, para complacer a Alec. Una vez me había dicho que le gustaba de esa forma. Mientras me miraba en el espejo, decidí que me veía bastante bien. Chequé que tuviera todo lo que necesitaba, y salí de mi casa para encontrarme con mi hermoso novio.
– Bon Apetite chicos, – mamá colocó en nuestra mesa una pasta di pesto y jugo de frutas, dado que Alec me había dicho que no le gustaba el vino, además de que todavía no teníamos 21.
Nuestra mesa era bastante linda. Mamá se había esforzado en eso para mi, aunque recordé el trato de limpiar el sábado. Había música lenta y clásica sonando de fondo, no la podía reconocer, pero era linda. Las luces se difuminaban, y un olor a manzanilla nos rodeaba. La atmósfera era completamente romántica, y no podía estar más feliz de compartirla con mi maravilloso novio.
– Esta bastante bueno, – dijo Alec, comiendo un pedazo de pesto. – Realmente necesitamos agradecerle a tu mamá. –
– Ya lo he hecho cariño, – le sonreí, antes de volver a comer. – Te ves increíble esta noche, hermoso. –
– Gracias, – dijo con un lindo sonrojo. Era verdad, Alec se veía increíble. Usaba unos pantalones negros, un poco más ajustados de lo usual; con una camisa azul y las mangas remangadas. Su cabello un poco desordenado en su usual forma sexy. – Tu también te ves maravilloso. –
– Bueno gracias, cariño. – Era demasiado tímido cuando me daba cumplidos.
– Toma, esto... – comenzó sacando una cajita de su bolsillo y colocándola en frente de mi, sonrojándose al instante. – Yo... yo espero que te guste. –
– Esperemos para abrir los regalos, ¿ok? Porque no te puedo dar el tuyo aquí... tiene que ser más tarde... así que esperemos. – Alec solo asintió un poco confundido.
El resto de la cena fue bastante agradable. Después llevé a Alec a caminar por el Central Park. El cielo se llenaba lentamente de estrellas, y había una cálida brisa. No había mucha gente en el parque esa noche.
– ¿A dónde me llevas? – preguntó Alec, apretando mi mano.
– A donde te daré tu regalo. –
– ¿Y está cerca? – su voz sonaba confundida, pero se dejó llevar por mi a donde sea que lo estuviera llevando.
– Es aquí, – anuncié mientras entrabamos al puente principal. Alec miró confundido cuando saqué una caja de madera de mi mochila. Era un poco más grande de la que Alec me había intentado dar en el restaurante, y creo que le sorprendería.
– ¿En el puente? – le contesté con una simple sonrisa antes de ponerle la caja en sus manos. Con cuidado, abrió la caja y miró con duda. – Es un candado. –
– Si, lo es. Sácalo, – hiso lo que le dije, poniéndolo en su mano. Finalmente vio la inscripción.
– Creo que no lo entiendo del todo. –
– Quiero poner el candado aquí, en el puente, como símbolo de...– me acerqué y cubrí el candado con su mano, mirándolo directamente a los ojos. – ... un símbolo de nosotros. Tu y yo. Nosotros. –
El rostro de Alec era pura sorpresa, y no sabia si era algo bueno o no, porque estaba callado. Retiré mi mano del candado y él le miro de nuevo. El chico de ojos azules finalmente reaccionó. Me sonrió inmensamente, y me dio un dulce pero apasionado beso. No fue largo pero aun así hiso mis rodillas temblar. Cuando finalmente nos separamos, juntos pusimos el candado en la barandilla del puente. Entrelazamos las manos y nos sonreímos. Después Alec sacó de nuevo la cajita, sonrojándose un poco. Cuando la abrió mis ojos se humedecieron. Dentro, había un collar de plata con un pequeño corazón.
– No sabía si te gustaría como collar, pero si no, puedes tomar el dije y ponerlo en el brazalete... – le corté con un beso, casi tirándonos al piso.
– ¡Me encanta!
El resto del camino fue en un cómodo silencio, mientras reunía el coraje para decirle lo que quería decirle. Admitía que estaba demasiado asustado, y estaba seguro que mis voz temblaría al hablar. Pero tenia que decírselo, quería que lo supiera.
– Vamos a sentarnos, ¿ok? – mi novio asintió, guiándome a la banca más cercana.
– ¿Está todo bien? – me preguntó viéndome de cerca. Asentí.
– Perfectamente. Yo... yo quería decirte algo. He querido decírtelo desde hace un tiempo, pero... supongo que estaba asustado de lo que pudieras decir... de tu reacción, pero ahora estoy cien porciento seguro. – se quedó callado y me dejó continuar con mi discurso con una mirada confusa en sus hermosos ojos azules. Yo... cuando entraste en mi vida... fue como... un terremoto... literalmente... sacudiste mi mundo... y ... y me alegra que lo hicieras. Cuando estoy a tu lado me siento inmediatamente feliz, todos mis.... Malos recuerdos desaparecen en tus brazos. Haces que mis rodillas tiemblen cada vez que me besas. Me haces temblar cada vez que me tocas. Me entiendes como nadie nunca lo había hecho. No me juzgas como los demás. Logras ver a una buena persona en mi. –
– Eres una buena persona, – me interrumpió.
– Y lo viste en mi, y me mostraste sentimientos que nunca había conocido antes. Me haces sonreír por cosas pequeñas, me haces reír como nadie más. Me haces querer cantar todos los días, cosa que no hacia desde hace mucho. Me haces sentir seguro. Cuando estoy contigo siento que te importo y tu me importas, demasiado. – Hice una pausa para respirar y tomé sus manos. – Cuando estás a mi lado el mundo se detiene y tu eres lo único que veo. ¿Recuerdas nuestro primer beso? – Asintió. – Era como si chispas volaran a nuestro alrededor. Y todo ello me unió a ti. Me hechizaste Alexander, tu eres como el príncipe de mi cuento de hadas que aparece y cambia la vida de la princesa para mejor. Tu eres mi príncipe azul. Mi propio cuento de hadas. – Había lagrimas en las mejillas de Alec, las cuales limpié. – Lo que intento decir es que...–
– No... – susurró, casi sin que lo escuchara.
– Te amo Alexander Lightwood. Te amo demasiado. –
Finalmente lo dije, y no fue tan difícil como lo esperé. Pero si esperé una reacción diferente de Alec. Los ojos de mi novio estaban llenos de lagrimas que caían lentamente por sus mejillas. Alejó sus manos de mí y negó con su cabeza.
– Esto no puede estar pasando, – murmuró. – No debería... no puedes... lo siento...–
– Cariño, estas divagando, mírame, todo esta bien. Te amo. –
– ¡Deja de decirlo! – no esperé eso.
– Bueno... esa no es la reacción que esperaba... – mascullé. – Estaba más preparado para un: yo también te amo Magnus. –
– Me vas a odiar...–
– Si no estás listo para decirlo... lo entiendo. – Alec no dejaba de negar con la cabeza. – Yo...–
– No debí dejar que esto llegara tan lejos... Fue estúpido y egoísta... debí... – seguía divagando y comenzó a caminar ida y vuelta en frente de la banca, haciendo que le mirara como un loco. – Sabía que esto era demasiado bueno... y tenia que arruinarlo... debí habértelo dicho... pero fui egoísta ...–
– Alec... Alexander... amor... – le tomé del brazo e hice que me mirara a los ojos. – ¿De que estás hablando? No me importa si me dices que me amas hoy o el año que viene...–
– Puede que no tenga tanto tiempo, – susurró, pero esta vez si lo escuché. Y me hiso sentirme demasiado confundido.
– ¿De qué estás hablando? –
– Debí habértelo dicho antes como todos me dijeron... – su voz bajó, al igual que su mirada. – Estoy enfermo...–
– Bebe ¿necesitas que te lleve con el médico? – le pregunté con pánico, tocando su frente. No estaba caliente, así que no tenia fiebre. – No tienes fiebre, así que...–
– No lo entiendes.... – masculló alejando mi mano. – Los sangrados nasales, los desvanecimientos... todos ellos eran síntomas. –
– De tu anemia. Eso dijiste, – cada momento mi voz sonaba con más y más pánico.
– No... – Alec suspiró antes de mirarme a los ojos, llenos de lagrimas. Los suyos igual estaban llenos de ellas. – Tengo LLA, – el nombre no me sonó para nada, por lo que permanecí callado. – Tengo leucemia. –
En ese momento mi corazón se detuvo por un momento. "Leucemia", "cáncer", "muerte", esas palabras llegaron a mi mente inmediatamente. Involuntariamente puse mis manos en mi boca. Las lagrimas corrían por mis mejillas sin control. Quería tirarme al piso y acurrucarme para ver si así disminuía el dolor de mi corazón, necesitaba respuestas.
– ¿Hace... hace cuanto tiempo... lo sabes....?– mi voz temblaba por todas las emociones. Miedo, amor, protección, enojo.
– Casi tres años, – mi mente intentaba comprender esa información. "Tres años". – Estaba en remisión, pero al parecer ha regresado...–
– ¡¿Así que me estabas mintiendo?! – ahora había enojo en mi voz, gritando. – ¡¿Me has estado mintiendo todo este tiempo?! ¡¿Cuándo pensabas decirme, eh?! ¡Hemos estado juntos por cinco meses, Alec! ¡¿Cuándo me lo ibas a decir?! –
– Yo...–
– ¡¿Me lo hubieras dicho si los síntomas no hubieran vuelto?! ¡¿Lo hubieras hecho?! –
– No lo se....–
– ¡¿Cómo puedes ser tan egoísta?! ¡Dime! – los hombros de Alec se sacudían por sus lagrimas, pero estaba tan enojado que no podía concentrarme. – ¡¿No confías en mi?! Yo te confié todo! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto Alec?! ¡¿Cómo?! –
– Lo siento... perdón... – Alec huyó, dejándome con mis caóticos pensamientos, el corazón roto y dolor en mi pecho.
Alec me estuvo mintiendo todo este tiempo. Y no podía evitar preguntarme si solo en eso había mentido.
La última cosa que mi cerebro había procesado era que Alec estaba enfermo
*
Alec POV
El momento en el que le dije a Magnus sobre mi enfermedad fue el momento en que se terminó mi cuento de hadas. Dolor y daño en sus ojos me dijo que ahora debía odiarme. Cuando llegué a mi casa inmediatamente corí a mi habitación y azoté la puerta tras de mi. No podía dejar de llorar, ni quería hacerlo. El dolor en la mirada de Magnus me perseguía.
– ¡¿Qué paso?! – Jace entró a mi habitación y se sentó a mi lado. – ¿Alec? ¿Hermano? –
– Se ha terminado, – susurré.
– ¿Qué se ha terminado? –
– Magnus y yo. Se ha terminado, – Jace me miró confundido. – Le dije que tengo leucemia. Se ha terminado. –
😭😭😭😭😭😭😭😭
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