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15. Atado a ti

Bueno, en este capítulo lleno de miel quiero agradecer a todos los lectores, a los que votan y a los que comentan porque son los que dan ánimos de seguir publicando

akucintakamuneryElGatoDeAliciaLastSunsetOfSummerSabryCarranzaErikaAnrique,   MerciiichMagnusNoizLightwood,  EugeniaJimenez,  sadimila

Gracias!!



Magnus POV

Eran casi las cuatro de la tarde cuando entre a la sala de música, para ensayar algunas canciones para el musical. Alec ya se había ido a casa, sintiéndose un poco cansado después de las clases, pero le entendía. Hoy fue un día cansado. Y habíamos tenido examen de biología, y el no era demasiado bueno en ello. Le dije que se fuera mientras yo me quedaba a ensayar.

En el aula de música me senté frente al piano. Siempre ame tocar el piano. Mi madre me enseñó cuando tenia nueve. Y cada vez que necesitaba relajarme, tocaba, o cuando necesitaba dejar salir mis sentimientos.

Abrí el piano, preguntándome que canción debería practicar. Por ahora, solo tocaba canciones conocidas, pero yo quería escribir una canción que quedara perfecta para la obra. En el frente del piano puse mi celular, que mostraba una dulce foto de Alec y mía en la pantalla. Inmediatamente sonreí. La foto era adorable.

Ni siquiera me di cuenta de cuando comencé a tocar. Al principio eran solo sonidos, no cantaba. La melodía era liguera, como una balada. Cuando cerré los ojos, y escuché el sonido, que tocaba, comencé a pensar en Alec.

La forma en que me hacia sonreír, feliz. Como sentía mariposas volar en mi estómago cada vez que le veía. Como le admiraba cada vez que reía, como si el mundo se detuviera con su sonrisa. La forma en que mi corazón latía cuando me abrazaba. La forma en que me quitaba el aliento cuando me besaba. Como me hacía mejor persona cada día.

En poco tiempo las letras comenzaron a salir solas de mi boca.

*

Estábamos acostados en la hamaca del jardín de Alec. Ya casi anochecía. El cielo se estaba llenado poco a poco de estrellas. El aire era cálido, no había viento, algo sorprendente porque estábamos a mediados de abril. Alec yacía acostado entre mis piernas, con su cabeza en mi pecho. Había un cómodo silencio entre ambos. Yo acariciaba lentamente su brazo derecho, antes de hablar.

– Hermoso, – eso me confundió un poco, porque no sabía a que se refería.

– ¿Qué es hermoso? –

– ¡Shh! – me siseó. – Estoy escuchando. –

– Que...–

– Shh... – me siseó de nuevo. Levanté una ceja ante esto. Alec me volteó su cabeza, teniendo ahora su oreja presionada en mi pecho. – Tu latido. Es hermoso. Como música. –

– Entonces puedes escucharlo todo el tiempo que quieras. – Le susurré acariciando su cabello negro. Alec levantó la vista hacía mi.

Sus hermosos y electrizantes ojos azules me miraban llenos de calidez. Por primera vez en mi vida agradecí que me castigaran esos meses. Porque me guió hacia la persona más maravillosa en el mundo entero. A la primer persona en la que podía confiar plenamente. A la primer persona que me hacía sentir seguro. A alguien que me entendía. A la persona de la que me estaba enamorando.

*

Estábamos acostados en mi cama, con las manos entrelazadas. La forma en que agradecía que se hubiera quedado después de mi derrumbe era indescriptible. Estaba furioso con mi papá, de que hubiera vuelto, y descargué mi furia en Alec. Le herí físicamente, y aun así se quedó conmigo. Sosteniéndome entre sus brazos. Podía sentir como me apoyaba en él, como si mi vida dependiera de eso.

– ¿Cómo te sientes Mags? – me preguntó, acariciando mi brazo lentamente.

– Mejor. Gracias, por quedarte. –

– Siempre. – Alec besó mi frente y alzó mi barbilla con su dedo. – Siempre me quedaré. Cuando tu me necesites, me quedaré. Estoy aquí, solo para ti. –

– Estoy aquí para ti también. Cuando me necesites, siempre estaré. –

*

Escuche unas manos aplaudiendo. Dejé de tocar inmediatamente y volteé a ver quien me había interrumpido. Y no me sorprendió nada, ver a Ragnor parado en la puerta.

– Eso fue maravilloso, Maggie. –

– Odio cuando me llamas así, – mascullé volviendo al piano. Saqué de mi mochila un papel y escribí la letra. Ragnor se sentó a mi lado, leyendo la letra.

– A veces olvido lo bonito que cantas, – dijo moviendo sus manos sobre el piano. – ¿Es una nueva canción? Hace tiempo que no te veía escribir. –

– Es para el musical, – me miró significativamente.

– Creo que es más que eso. La forma en que cantabas, poniendo todas tus emociones en ello... – Ragnor hiso una pausa y presionando una tecla. – Es acerca de ti... y de lo que sientes por Alec, ¿verdad? –

– ¿Cómo sa... –

– Es obvio, – me interrumpió. – ¿Le amas? –

– No lo se, – crucé miradas con mi mejor amigo. Sabia que me estaba enamorando de Alec, ¿pero ya era amor? – No se como se siente el amor. Pero le quiero, un montón. Y me hace muy feliz. –

– Que bueno, – masculló Ragnor. – Estoy feliz por ti. Mereces ser feliz. Ser feliz con él. –

*

Estaba sorprendido de la facilidad con la que le conté a Alec sobre mi padre y Oliver. Pero lo que me sorprendió más fue la forma en que Alec lo comprendió. No me obligó a contarle nada. Simplemente yo quería hacerlo. Quería que me conociera realmente.

– ¿En que estás pensando? – me preguntó, mientras estábamos sentados en las gradas, disfrutando de el sol de marzo.

– En lo feliz que estoy de haberte contado, – me miró confundido, – acerca de Oliver y mi papá. Me siento aliviado. –

– Yo también. –

– Es tan sencillo hablar contigo, estar contigo. – entrelacé nuestras manos y las puse en mis rodillas. – Me gusta estar contigo. –

– A mi también me gusta estar contigo, – sus mejillas se pusieron rosas. – Tengo algo para ti. –

– ¿Para mi? – el asintió, sonrojándose más mientras sacaba algo de su mochila. Tenia la cara roja cuando me miró inseguro agarrando algo en su mano.

– Dame tu mano, – hice lo que me pidió, aun un poco confundido. – Y cierra los ojos, por favor. –

– Ok. – La ansiedad en mi voz era clara en mi mente. Alec tomó mi mano entre las suyas, cuando cerré los ojos. Y sentí como colocaba algo en mi muñeca.

Ya puedes abrir los ojos, – cuando lo hice, miré mi muñeca. Ahí había un brazalete hecho de colores. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, y morado. Pero eso no era todo. También tenía un pendiente, más bien, dos pendientes. Uno era una "A" plateada y la otra era una "M" de colores, rodeada de brillos azules. – Se que no es demasiado, pero... vi la cadena y las letras en la tienda y supe que tenía que comprarla para ti. – Yo pasaba mis dedos sobre las letras. Simbolizaban a Alec y a mí. – Magnus di algo, ¿te gusta? –

– ¡Me encanta! Es muy bonita. Es perfecta. – Estampé mis labios en los de Alec en un dulce y largo beso. – Gracias. Es hermosa. –

– Me alegra que te guste. –

– Me encanta. –

Era extraña la facilidad con la que Alec seguía entrando en mi. Como era capaz de derribar todas mis paredes que había construido durante todos estos años.

*

Alec estaba acostado al lado mío en su cama. Acabábamos de llegar del ensayo. Me sentía orgulloso de mi, por fin me había memorizado todas las líneas.

– Estuviste fantástico, – me dijo, tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

– Gracias bebe, – mis ojos vagaron por toda la habitación y se detuvieron en la pared llena de fotos. Como siempre que estaba ahí, me acerqué a verla. Había muchas fotos de Alec y Ellie, su familia e incluso yo estaba en una. Pero no teníamos ninguna juntos. Y ya llevábamos tres meses de relación. ¿Cómo es que no teníamos fotos juntos? En ese momento se me ocurrió una fabulosa idea. – ¿Dónde está tu cámara? –

– ¿Qué? – me preguntó confuso.

– Tu cámara. Necesitamos sacar fotos. – Alec levantó una ceja, mientras se paraba de la cama. Cuando estuvo a mi lado, le señalé las fotos. – No hay ninguna de nosotros. –

– Tú estás ahí. – me señaló la foto mía.

– Pero no estamos juntos, – giró los ojos sonriendo. – Vamos cariño, trae tu cámara. –

Después de veinte minutos de búsqueda, Alec finalmente encontró su cámara y me la entrego, parándose incómodo. Asumí que no le gustaba tomarse fotos, y vi algunas pruebas en la pared. Había algunas fotos en las que Alec se veía rígido e incómodo. Así que decidí que las mejores tomas serian de sorpresa. Puse la cámara en una mesita y aventé a Alec a la cama. Después le agarré de las caderas y estampé mis labios en los suyos. Después de dos minutos de sesión de besos, nos separamos. Alec estaba ruborizado. Se veía adorable. Así que rápidamente agarré la cámara y tomé la foto.

– ¡Adorable! – dije viendo la foto.

– ¡No! ¡Bórrala! – trató de quitarme la cámara pero yo continuaba tomando fotos.

En una estaba acostado en el pecho de Alec. En otra le estaba besando la mejilla mientras el sonreía a la cámara con sus mejillas rojas. En otra Alec presionó sus labios en los míos, tomándome de sorpresa. En otra hacíamos caras lanzado besos. En otra nos reíamos, era algo borrosa, pero hermosa. En otra Alec me abrazaba por atrás y tenia su barbilla en mi hombro.

– Esta es genial. Irá en la pared, – dijo mirando a la foto de la cámara.

– Espero que todas ellas estén en la pared, – le sonreí.

– No... no voy a poner la foto donde nos estamos liando Magnus. Esa es para nosotros. – Lo rojo de sus mejillas era adorable.

Día tras día yo continuaba enamorándome más. Y sabía que no quería alejarlo de mi nunca.

*

– ¿Una carrera? – me preguntó cuando terminamos de ponernos nuestros patines.

Hoy decidimos tener una cita fuera. Incluso aunque Alec aun no estuviera del todo cómodo. Pero para el mundo parecíamos simplemente dos buenos amigos paseando en Central Park. Comenzamos a patinar. Alec al lado mío, tan cerca que casi podía tocar su mano. Pero por otra parte, sabia que eso podría asustarle y hacer que huyera. Aun se escondía. Incluso cuando ya había salido en el escuela, aun intentaba esconder su sexualidad. Para el resto del mundo éramos solo amigos, y eso me molestaba un poco. Yo quería gritar a todo pulmón que Alec era mi novio, pero no podía.

– ¿Todo bien? – me preguntó.

– Si, – le sonreí adelantándome a él. – Atrápame. –

Patiné tan rápido como pude. Alec lució sorprendido pero rápidamente fue tras de mi. Tratando de acelerar y mirando para adelante para no chocar con nadie, no vi el momento en el que Alec estaba detrás de mi y me agarró el hombro. Eso me hiso caer y agradecer que hubiera pasto al lado nuestro, ya que caí sobre el, con Alec sobre mi. Se estaba riendo de mi. Era un sonido como campanas, increíble y mágico. Involuntariamente levanté mi rostro y capturé sus labios con los míos. Alexander se congeló. Al segundo se alejó un poco brusco de mí.

– ¡Magnus! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡La gente puede vernos! –

– Entonces déjales, – repliqué mientras me levantaba. – Déjales que vean que somos felices. –

– ¡No quiero que me vuelvan a gritar maricón de nuevo! – soltó, apartándose de mi.

– Bueno cariño, el mundo no es de un color, es normal que la gente no le guste lo diferente. Solo aprende a ignorarlos. –

– No puedo, – masculló. – No puedo. –

Alec comenzó a caminar lejos de mi. Me tomó unos segundos darme cuenta de que me estaba dejando solo y me dio miedo de que quizá fuera para siempre. Corrí hacia él poniéndome enfrente.

– Lo siento bebe. Sigo olvidando que esto es nuevo para ti. Lo siento. – su rostro bajo. Puse mis dedos debajo de su mentón y lo elevé. – Lo siento. –

– Está bien. –

– Se que es difícil mostrar tus sentimientos. Lo se Alexander, – tomé sus manos en las mías y las puse en mi pecho. – Pero estoy aquí para ti. No me voy a ir a ningún lado. Estaré en cada paso que des. –

– ¿Debo ignorar cada vez que la gente me llame maricón? – su voz era baja, casi como un susurró. – Es difícil. –

– Lo se cariño. Pero yo estaré ahí para ayudarte. Solo arriésgate conmigo. –

– ¿Y tu te estarás arriesgando conmigo? – solo asentí. Y Alec me sorprendió en el momento en que estrelló sus labios con los míos. – Estoy dispuesto a hacerlo. Siempre y cuando estés a mi lado. –

– Siempre estaré a tu lado. –

*

Cuando terminé de cantar vi directamente a los ojos de Alec. Estaba parado en el escenario con el resto de la gente. La profesora Blackwell estaba sentada en una silla. Algunas otras personas limpiaban lagrimas de sus mejillas. No pude evitar ver los ojos de Alexander, profundamente azules, llenos de calidez, cariño, y algo más que no pude identificar.

– Eso fue hermoso Magnus, – dijo Lacey sonriéndome tímidamente.

– Lacey tiene razón, – añadió la profesora. – Magnus esa canción es maravillosa y realmente hermosa. –

– Gracias, – estaba seguro de que me encontraba un poco sonrojado. Hacia mucho tiempo que alguien elogiaba mis habilidades musicales. – Yo... yo lo escribí... Lacey puede cantarlo... ya saben, después de todo es acerca del primer amor y todo eso... –

– Eso es una buena idea, –

– Si, – dijo Lacey, – La cantaré. –

Después del ensayo Alec y yo fuimos a su casa para pasar el rato y estudiar un rato.

– Es una canción realmente hermosa, – dijo Alec entrelazando nuestras manos.

– ¿Te gustó? – asintió y yo sonreí inmensamente. – Que bueno. Es realmente bueno. –

En ese momento besé suavemente los labios de Alec. Besé a mi musa. El chico que encontró el camino a mi corazón. El chico al que me encontraba atado.

No lo sabía pero muero de ternuraaaaaaa❤❤❤❤

Cassandra: Mucha gente me pregunta porque Alec no sonreía más en el set...

Cassandra: al parecer le pidieron que no sonriera, para que la primera vez que sonriera fuera a Magnus 😍 😍 😍 😍

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