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³⁸|una perla, en la oscuridad.

P.O.V ANDRÉ.

El cabello largo entre mis dedos. Lo acarició con cautela, con suavidad.

Observó a perla mientras se acerca más. Sus ojos brillaban con una intensidad que me hacía cuestionar todo lo que creía conocer sobre ella.

Siempre había sido la musa inalcanzable de mis sueños y ahora estaba frente a mí, mostrando un interés que nunca antes había imaginado.

—oh...Perla, esto es una locura— murmuré. Tratando de mantener la compostura.

Perla sonrió, sus ojos no dejaban los míos. Aquel rostro frente a mi, no dictaba más que un profundo deseó saciado.

—Las mejores cosas, son las complicadas...— susurró contra mi. —¿Acaso lo nuestro, pareció fácil alguna vez?— acabó diciendo.

Sus palabras me dejaron aturdido, aunque esta no era la primera vez que ocurría.

Era un conflicto interno desgarrador. Un desbalance de emociones. Un dolor de cabeza, que me masacraba la sien y que aún así, me parecia tan curador.

Perla... Perla era el sueño que nunca se había desvanecido.

Sentí una mezcla de culpa al estar tan cerca de ella. Cada fibra de mi ser estaba en alerta máxima, mi corazón latía frenéticamente.

—perla...— mire aquellos ojos que había buscado por tanto tiempo.

Sus manos suaves, rozaban mi cara, tentandome, ahogandome, atrapandome. Tal cómo la primera vez, que aquella dulce alma, se encontró con la mia.

—¿Aún piensas en ella, André? ¿O eres completamente mío, hoy?.

Un chock me atacó con aquellas palabras.

—alexa...ella...ella ha confíado en mí...— susurré. Mi voz tembló, reflejando el caos en mi interior.

Perla dio un paso más cerca. Tomo mis mejillas con ambas manos y sonrió cariñosa.

El dulce aroma de su perfume llenó el aire entre nosotros.

—No te pido que le hagas daño, André. Solo quiero que escuches a tu corazón, que pienses en lo que realmente deseas— Sus palabras eran directas y llenas de seguridad.

La realidad de sus palabras me golpeó como una ola. El deseo reprimido, el amor no correspondido, todo se mezclaba en un golpe de emociones.

Estaba atrapado en una trampa emocional, sin saber hacia dónde ir.

Los ojos de Perla, frente a mi. Tan hermosos y llenos de esperanza. Me miraban con una intensidad que me desarmaba.

Tomé una respiración profunda, tratando de calmar el caos en mi pecho.

—No es tan sencillo, Perla— solté sn un pequeño susurró.

Ella no bajó aquella dulce sonrisa.

—tu lo estás haciendo más complicado, creyendo que no debes poner primero tu felicidad.— dijo.

¿Mi felicidad?.

En ese momento. Perla se acercó aún más. Antes de que pudiera reaccionar, sus labios se encontraron con los míos. Dejando un pequeño y cortó beso.

Pero incluso en ese momento, los recuerdos de Alexa invadieron mi mente. Con su manera dominante. Siempre me hacía sentir como si estuviera en una montaña rusa de emociones.

Mientras Perla me trataba con una ternura que me envolvía. Alexa me desafiaba y me hacía sentir vivo de una manera completamente diferente.

La comparación entre las dos era inevitable. Perla era como un refugio cálido y seguro. Mientras que Alexa era una tormenta atrapante.

Ambas me atraían de maneras
distintas y aquello me estaba destrozando por dentro.

—piensa todo esto, André. Hazlo por mi— dijo, con esa voz tranquila y suave.

Tome aire.

Mientras ella se alejaba. La incertidumbre se instaló en mi mente.

Sabía que la decisión que tomara cambiaría todo. Tenía que ser honesto. Pero sobre todo, fiel a mis propios sentimientos, sin importar lo doloroso que pudiera ser.

Para mí, o para perla...

O...

Para Alexa..

—perla, detente — pedí. Sintiendo el sofocado momento. La chica frente a mi, levanto ambas manos en señal de paz.

—tienes tiempo para pensar, tranquilo...— dijo, con risitas sutiles. Mientras yo intentaba equilibrar la respiración.

—perla, no lo entiendes...es Alexa, yo yo...— susurré.

—ah, eso es lo que te preocupa tanto..¿Eh?— murmuró graciosa. —calma André, no diré nada...— me dijo, al sonriendo.

Sus manos volvieron a mi, tocandome con suavidad y cariño. Como si yo fuera un objeto valioso que podría romperse en cualquier instante.

—no diré nada..— repitió.

Mierda.

Un pensamiento oscuro aparecio en mi mente. ¿Qué pasaría si Alexa se enterara de todo esto? las consecuencias podrían ser catastróficas.

Yo había caído en este tormentoso juego mental. Por unos sentimientos disfrazados de el ayer.

Claro que era yo quien debía mover alguna ficha. Ganar la partida y omitir alguna cruel trampa.

Pero.

Era abrumador. El simple hecho de pensar que algún jugador debía perder aquella partida. Por las simples reglas de la vida.

¿Quien sería?.

•••

Esto era un chiste, uno de mal gusto.

Caminaba por los pasillos, desconcertado. Mis pensamientos eran un huracán incontrolable. Cada uno más confuso que el anterior.

Me había condenado, con esas absurdas decisiones. Todo me había costado la poca calma que había logrado encontrar.

Intenté aferrarme a la idea de que había actuado de esa manera, por simple fascinación ante el deseó se tener a perla. Nada más.

➖“esas no son excusas "➖ mi mente gritó con burla.

Lo sé, lo sé..

Respiré hondo.

Levanté la cabeza. Al mismo tiempo que salía de aquel aula. Echándome a un lado. Para que mis apurados compañeros, no me empujarán con cero decencia.

➖¡Genial, sigue así, buscando más problemas, idiota!➖ Mi mente otra vez, me golpeó.

Subí la cabeza. La chica a unos metros, se ganó mi campo de visión. Bajo las escaleras. Desconectada de la realidad, perdida en su propio mundo.

El cabello corto, cortado de manera imperfecta por ella misma. Lo que le daba un aire de despreocupación y autenticidad.

siempre parecía actuar como si el mundo exterior tuviera cero importancia para ella. Todo inexpresivo.

—¿Todo bien?— aparecí a su lado. Provocando que hiciera un pequeño gesto de susto, al no escucharme llegar, gracias a los audífonos.

—eh, André — dijo, volviendo al lenguaje corporal, calmando.

Sonreí.

—¿Que tal tu día?— pregunté, con un poco de ánimo. Intentando contagiarla.

Levantó la cabeza. Me miró con sutileza y volvió a su teléfono.

—creo que bien...— respondió.

Alexa siempre había sido un choque de diferencia.

El contraste de aquella lejania. Juntó con la luz que veía en Perla. Sin embargo, había algo en Alexa que me atraía.

Era ese acertijo que nunca podía resolver, pero que siempre me mantenía interesado.

—¡Que bien!— sonreí. Quizás sonando un poco exagerado.

Me miró. No mostró ningún interés. Mi sonrisa bajo rápidamente, ante eso.

Alexa no era el ser más alegre. Pero estaba seguro que aquella reacción no era tan normal.

—bueno...yo— dijo, sosteniéndose el cuello. Al mismo tiempo que intentaba hacer alguna mueca alejada a una sonrisa.

Ladee la cabeza.

—¿Todo bien?.— pregunté. Intentando tomarme aquello, con relajamiento.

La observé unos segundos. El sentimiento estaba ahí, yo no podía negarlo.

Alexa era como esa ventana a un mundo que siempre me había estado prohibido. Quizás ese que jure nunca probar.

—eh si— dijo. Colocándose los audífonos nuevamente. Me dió una última mirada y se alejo un poco de mi, aún de espaldas. —que tengas un buen día, cariño— susurró. Haciendo el gesto de una pistolita con su mano, señalándose la sien.

Suspiré.

Sonreí levemente e hice el mismo gesto. Que comprometia ese lado cómplice entre Alexa y yo.

Todo mientras ella se alejaba de mi, en pocos segundos. Perdiéndose de mi vista.

El timbre resonó en el pateo. Avisando que una hora nueva, acababa de comenzar.

➖¿Sientes culpa, acaso?➖ Mi cabeza me lanzó. Obligandome a ceder. Recostandome contra la pared más cercana, al mismo que todos mis compañeros, entraban a aquel aula.

Quien diría, que desenterrar sentimientos sería tan abrumador. Porque claro, tomando en cuanta que después debes pensar que hacer con la tierra restante. Era un verdadero dilema.

Respira André, vamos. Piensa con la mente clara.

Se fiel. Se fiel a tu mismo. Si te mientes, nunca vas a encontrar el camino hacia la salida de este absurdo laberinto.

O bueno, almenos no, el real. Ja, Esto es lo que me ha hecho, desear caprichos o amar de más.

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