³³|ser ella.
La habitación a oscuras. Los dibujos mal hechos sobre aquella pared, frente a mi cama. El silencio en el ambiente que no dictaba nada más que el mismo descontrol que daban mis pensamientos.
Solo estaba mi respiración. Mi cuerpo en el borde de la cama y aquel animal de pelaje blanco, delante de mi, observandome con superioridad.
—¿No piensas irte a dormir?— dijo. Aquel gato demente que se subía a la cama de un pequeño brinco. —es de madrugada ya — reafirmó con chiste en la voz.
—No tengo sueño.
—¿Pero si ganas de creerte todas estas mentiras, Alexa?— pregunto. Mientras se sentaba a mi lado y se lamía de manera despreocupada.
Aquel felino que nunca necesitaba de mimos ni afectos. Que actuaba de manera repulsiva, entre llantos y gritos. Todo ese descontrol en su porte.
Ese vacío en sus ojos, ese misterio, ese delirio. Joder, ese gato había conseguido el punto exacto de vivir.
—tu no entiendes nada de esto, maldito gato, dejame en paz— demandé. Intentando caer en la realidad, mientras me frotaba los ojos.
Este se rió. Cómo si mis palabras fueran un gracioso, muy gracioso chiste.
—ese es el verdadero arte, mi querida Alexa.— me miró, con la burla en la voz incrementándose. — el arte de vivir en la confusión. ¿Ves? Un gato que habla no es más que una ilusión, Pero aquí estoy, conversando contigo — soltó, con pequeños murmuros.
Su risa resonó una vez más en la habitación. Me di cuenta que aquella parte irreal que podía crear, no era más que un refugio. Uno dónde podía ser yo misma, dónde podía soltar lo que verdaderamente pensaba.
De la vida, de el mundo, de mis miedos, de mis deseos, de mis caprichos, de el.
—¿Porque sigues ahí, eh Alexa? ¿Sin dormir y hablando con tu propia mente?
—porque no tengo a dónde ir — contesté. Sin voltear a mirar a aquel gato, que sonreía de manera burlona a mi lado.
—ah, el refugio de la cobardia, claro— dijo el gato. Estirando su cola en un aire de desprecio juguetón. —¿Es un lugar cómodo? Lo siento, te lo pregunto por yo jamás me he escondido de nada— me echó en cara.
—no me estoy escondiendo— intenté defenderme.
—¿No?— inquirió el gato con una cara tranquila y chistosa —claro que si, cobarde.— murmuró entre dientes.
Era una impotente. Las palabras de aquel absurdo gato resonaban en mi cabeza con pizcas de verdad.
—solo eres un gato absurdo que mi mente inventa que habla, cállate.— ahora soy yo quien me río. Al notar que estoy hablando con ese animal, como si en realidad todo aquello fuera real.
Me mira en seriedad.
—absurdo dices. Pero, ¿No es eso lo que hace la mayoría de la gente? Esconderse detrás de muros de mentiras, creyendo que están a salvó?— sonríe en cinismo.
—eso no...
—mirate, te creés más inteligente que todos ellos, Pero aquí estás, atrapada en un juego mental contra ti misma— susurro. Con aquellos ojos azul eléctricos, mirándome en demencia.
Intenté tomar aire. El desorden en mis pensamientos comenzó a hacer presión en mi pecho. El golpe de emociones me ahogo en segundos. Tanto, que en poco tiempo estaba ahí, temblando de pánico frente a ese ironico gato blanco.
—¿Ya estamos a punto de colapsar tan rápido?.
—¿Puedes hacer silencio?— pregunté.
—crei que era parte de tu mente, ¿Porque no me silencias tu? Oh cierto, es porqué soy aún más real que tú.— el aura burlona en el me hizo terminar tapándome la cara.
—no tienes ni la mínima coherencia, estúpido gato absurdo.— reclamé. Limpiandome la lágrima de los ojos. La emociones desorganizadas intentaban adaptarse erróneamente.
Sonrió.
—no creo que seas la más indicada, para hablar de coherencia.— se rió. —parece que André te ha ocasionado unos cuantos choques mentales más — siguió.
—¿Podrías callarte, de una buena vez?— exigí.
—parece que perla no fue siempre la amenaza. Al parecer siempre has sido tu misma. Debemos acabar con el problema ¿Que haremos si el problema eres tu?— preguntó ladrando la cabeza, mientras se lamía una pata.
Me quedé en silencio. Mientras aquel felino sonreía burlón.
—por favor, haz silencio.
—le has tenido toda tu vida a las verdades, porque estás nunca han sido lo que quieres escuchar — me dijo, en completa seriedad.
—por favor, solo...
—solo he dicho verdades. ¿Que esperas para acabar conmigo también Alexa?— pregunto. Mientras me envolvía con su cola y rozaba su cuerpo entre ronroneos.
Tome aire.
—ya basta— pedí. Mientras las sastifactorias imágenes llegaban a mi mente.
—toma un par de tijeras y mátame. Hazlo como siempre lo has querido.— no apartó aquella mirada azul de mi —deshazte de mi, deshazte de perla. De toda esas cosas aburridas — murmuró —de Todas las verdades — sonrió.
La sangre en mi mente apareció. La idea de aquellas tijeras clavadas en el pecho de ese gato, me atacó. Las ganas de volverlo real, era tan necesario como el aire en ese instante.
—¡VETE!.—. Rogué. Tomandome la cabeza con ambas manos, mientras este solo reía ante mi estado.
—he intentado ayudarte. Perla ha estado burlandose de ti ¿No lo recuerdas?— pregunto. Cómo si el pudiera conocer cada cicatriz de mi alma. — La burla en sus ojos, André a su lado ¿No lo recuerdas?— preguntó.
El gato a mi lado. El silencio absoluto. Aquella voz chistosa que solo decía odio disfrazado de chiste. El entorno desastroso, mucho más ordenado si lo comparabamos con mi mente.
André. André...y ella...
'''''''
M
i casa nunca había sido un lugar seguro. Sonaba algo sarcástico decir que estar lejos de ella me brindaba aún más tranquilidad. Siempre evitandola, siempre huyendo.
Yo estaba ahí. En medio de ese gran grupo de personas. Nadie me importaba, algo además de los calmantes no me permitía distinguir rostros en esa multitud. Supongo que tampoco me importaba saber de quienes se trataban.
Navidad, mi cumpleaños, fin de año. Supongo que las peores cosas siempre sucedían en diciembre.
—“todo esto es un asco"— me recordaron las voces con fastidio. Mientras todos gritaban y cantaban canciones navideñas frente a un ridículo circulo.
—era esto o quedarme en casa charlando contigo — dije mentalmente entre quejas. Al mismo tiempo que los gritos me hacían tocarme el cuello en desesperación; no sabía porque, Pero aquello se habia vuelto una reacción a cuando algo me desagradaba.
André estaba a mi lado. Pero desde hace un rato que había perdido su ubicación. Habían muchas personas y mi vista no era la mejor en esos momentos, así que me destiné a quedarme en una esquina en dónde nadie me pisará ni empujará.
Había estudiado desde ingresó en esa institución y aún así, no hablaba con nadie, no tenía el mínimo interés en juntarme con alguno de ellos. Como consecuencia, intentaba aferrarme a las únicas personas que conocía , que para mí mala suerte, se habían dispersado.
—"llevas 30 minutos ahí parada sola, fingiendo que revisas algo en tu teléfono, que malditamente ridícula eres"— me acusa entre risas.
Rei amarga y mentalmente.
—no pedí tu opinión— solté en mumuro. Mientras me sentaba en una esquina, debido al evidente cansancio que me traía estar de pie desde que llegué al lugar.
Revisaba mi teléfono una y otra vez. Volteaba a mirar a los imbéciles que cantaban a gritos. A otros que hablaban frente a mi y por supuesto. Intentaba disimular mientras buscaba a André entre la multitud.
—"guarda la calma"— pidieron.
—eso hago— susurré.
—“no, creeme, guarda la calma"— las voces pedían en voz muy bajita. cómo si temieran por mi. Aunque yo no lograra entender de el todo.
El grupo de personas amontonadas delante de mi, era gigante. No podía visualizar bien ningún punto entre el, que me pareció sarcástico coincidir con aquel escenario.
—“¿André?"— preguntaron.
Ese chico de suéter ahí, charlando con un grupo de personas en el mismo ambiente, el riéndose de algo, los otros uniéndose a eso. Pero claro, ese no era el verdadero espectáculo.
Perla.
—si.— murmuré. Mientras los observava desde dónde estaba sentada. En silencio. Mientras detallaba a André junto a aquella chica, demasiado cerca, demasiado todo.
Perla levanto la cabeza. Me observo desde la distancia sonriendo, como si pudiera leer mi mente. Las voces desaparecieron en segundos, quizás debido a la vergüenza que sentian por mi.
Mis pensamientos se volvieron erráticos de golpe. La mirada de André fue a parar donde mi, sin preocupación, con esa cara de calma.
—“corre"— exigieron.
La necesidad de escapar aumento. Me puse de pie tan rápido como pude. Mientras un mar de rostros se volvían cada vez más borrosos a mi alrededor.
Cada paso era un golpe de tensión. Mientras intentaba salir de ahí lo más rápido posible, casi corriendo. Llevándome algunos empujones de personas en el trayecto.
—“perla, perla perla, perla" — repetían. En plan de completa burla hacia mi. Mientras intentaba ir más rápido.
La presión en el pecho, los gritos de las personas desvaneciéndose mientras más me alejaba. Pero la cara de André sonriendo a su lado, no se iba de mi cabeza. El flashback de ellos ahí, sentados entre toda esa multitud, aparecía cada segundo.
El desorden en mi mente se volvió incompleto. Habían partes perdidas y quizás nunca iba a encontrarlas.
—alexa.— el toque en mi hombro hizo que saliera de trance. Los ojos desubicados de el chico detrás de mí, me dejó aún más ida.
—¿Que?.
—¿Que sucedió? ¿Porque te vas? ¿Todo bien?.
—eh, si— murmuré. Mientras apretaba la manos en desesperación. La imágen de ellos dos no se iba de mi cabeza. Estaba ahí, ahogandome, matandome.
—alexa...
—que la pases bien, André — huí.
Perdí la cordura. El camino hacia casa se volvió distorsionado. Pateando cada maldito poste que veía, con ganas de gritar y disociando de la realidad con cada paso que daba.
El espejo frente a mi cama fue irónicamente mi bienvenida a casa. Mientras me sentaba y miraba en el con bastante calma fingida. Pero aquel odio notandose de más hasta en aquel reflejo.
—“no importa que hagas, no eres perla"— se rieron de mi —“no eres ese cabello largo, ni su risa, ni su sonrisa, ni nada de lo que ella podría ser" — atacaron.
—lo sé — acepté. Ladeando la cabeza frente a ese espejo. Peinandome el cabello con las manos, intentando olvidar aquella realidad.
—“perdiste"— susurraron
Perdí.
Perdí.
Perdí.
La sonrisa de poder en perla llegó a mi cabeza. Aquella mirada de superioridad desde su lugar, no podía olvidarla. Maldita perla, maldita sea.
El temblor en las manos apareció. Las patadas y golpes contra la pared más cercana también.
Todo hasta que no aguantará más el tacto de esta, hasta que los nudillos me dolieran, hasta que pudiera hacer todo ese caos con ella.
Hasta que pudiera deshacerme de ella. Aunque, ¿Que podría hacer? No era nadie contra ella e irónicamente ella no era nadie contra mi.
Golpes, patadas, gritos. Nada era suficiente cuando el verdadero desahogo no se mostraba en las acciones, si no, en mi mente.
''''
—tranquila, alexa.— cai en la realidad otra vez, mientras el recuerdo de aquel momento lograba volverme a sacar de mas casillas.
—maldita perla..— susurré.
Aquel felino blanco sonrió con demencia.
—perla es tan aburrida, como un plato de avena— se rió aquel gato, estirándose a mi lado y lamiéndose en tranquilidad.—nadie quiere un aburrido plato de avena, cuando puede tener algo más interesante —sonrio con malicia.
Intenté reir, pero el trance de aquel recuerdo no me dejaba hacer nada.
—perla siempre ha sido el punto crítico de André, no creo que pueda cambiar eso jamás — murmure —tu..debiste ver esa aura, el, ella, los dos juntos. Cuando...cuando volteó a mirarme...yo...— separé cada palabra mientras miraba aquel gato blanco.
—¿Tu?—pregunto.
—desee con toda mi alma, ser ella.
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