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²¹|reír, llorando.

Entre seguir y caer, yo elegí caer. Porque siempre habría más tiempo para pensar desde el suelo, que en el campo de batalla.

Keisy Mendoza©.

•••

Me había rendido con los medicamentos desde hace mucho.

Ya no me interesaba lo que contuvieran. El efecto que tuvieran o mucho menos tener orientación de ellos. Porque desde hace bastante tiempo, que nadie me explicaba realmente que era lo que estaba ingiriendo.

Y eso mismo había sucedido con aquella misteriosa pastilla nueva, que me habían recetado. Sin decirme ninguna mínima descripción o efectos sobre esta. Que no fuera un “va a relajarte y ponerte feliz".

Quizás no mencionaban nada para no asustarme, quizás para que no me negará a tomarlos. No lo sé.

No importaba. Yo no era ingenua. Sabía perfectamente que aquellas pequeñas e indefensas pastillitas contenían más sedante que un propio calmante.

Y aunque escuchar al terapeuta en seriedad, mientras el repetía un “no nos has dejado de otra" era realmente desgarrador.

Muy en el fondo yo me alegraba de estar bajo esos efectos por un corto período de almenos dos mínimas horas. Sin saber de nadie, sin sentir, sin pensar, sin nada.

-¿Quieres agua?- los borrones que lograba distinguir frente a mis ojos. Suponía que se trataban de mi tía. Quien me Tocaba repetidas veces la frente y cuello. Verificando que no tuviera fiebre.

Era agonizante. Mi mente estaba en blanco. Mi respiración se sentia tan audible ante mi misma. Que conseguía causarme fatiga muy rápido.

-¿No?- pregunto otra vez, encontrándose de rodillas en aquel suelo, frente a mi. Con la voz sumamente dulce.

No podía negar, ni asentir, no podía responder. Aunque tuviera demasiada sed, aunque necesitará esa agua.

Mi mente no podía coincidir en mandar
Alguna señal.

-ok..- susurro. Acomodando aquellas almohadas a mi alrededor. Para que no logrará golpearme con nada, en lo que aquel efecto se pasaba.

No recordaba esa sensación. Hace mucho tiempo que no experimentaba el mundo de esa manera. Los colores aún más resaltantes en las paredes, los sonidos escuchándose tan lejanos y con eco. La dificultad al parpadear o moverme.

Era irreal.

-¿Que paso, enfermita?- el hombre que solía llamarme así cada que podía. Se encontraba delante de mi o almenos eso lograba persivir. Mi padre.

-ni siquiera te está escuchando - mi tía le recordó desde la cocina. En un tono algo enfadoso.

Rodo los ojos.

-a mí me da igual- contestó este. Poniéndose de cunclillas frente a mi. En aquel frío suelo en dónde estaba. - no tiene ni el mínimo sentido que existas, si lo haces para esto. - murmuró. Al mismo tiempo que me meneaba, en busca de que yo respondiera algo. Aunque eso fuera imposible.

Sonreí de manera boba.

Ante el choque de sensación que me causaban todo esos extraños colores y sombras que aparecían de la nada frente a mi vista. De manera graciosa.

-Ya, ya, déjala.- mi tía lo apartó. Sentándose a mi lado. Volviendo a tocarme con aquellas verificaciones. Aunque su cara de pena delante de mi, era lo que más odiaba de todos esos momentos.

Lo odiaba.

Los ataques de pánico se habían ido a otro nivel. Detrás de Aquellos espectaculos perturbadores que me atormentaban. Estaban ellos, que me habían causado desmayos y golpes de terror.

Aquel miedo, aquellos gritos, aquellos golpes que me daba en la cabeza. En cualquiera de esos ataques compulsivos.

Todo se había excedido, para mí mala suerte.

-alexa- la voz de mi tía sonaba de manera chistosa. -¿Puedes oírme? ¿Te sientes bien?- sus manos estaban heladas, cada toque que me daba, me hacía temblar.

Los destellos. La oscuridad que había de la nada, las formas, las sombras.

Yo podía distinguir miles de cosas en ese estado, que seguramente nisiquiera existían o tenían sentido. Cosas que solo podían ver mis ojos, de la manera más macabra y graciosa, bajo ese efecto.

-alexa.- repitió en otro llamado, suave.

Era precioso. Todo estaba en silencio. Tanto como el frío extraño que aparecía. Tanto como la falta de miedo, tanto como los insultos de todo esos, nisiquiera escuchándose.

-alexa...- tocó mi cabeza. Dando leves caricias en esta. Quizás en un intento de que pudiera prestarle algo de atención.

Mi cabeza estaba demasiado bloqueada, como recordar alguna palabra, algún gesto, alguna articulación. Para simplemente recordar como se hablaba.

- André.- me reí sin sentido. Ante el descontrol de emociones que causaban aquellas tontas pastillas en mi.

Mi tía no pudo aguantar la risa ante lo que yo había soltado. Intento levantarme de aquella posición en la que me encontraba, mientras sonreía.

-¿André, eh?.

-si, André - seguí riendo. Aún con el ardor en la garganta que me causaba hacerlo sin las más mínimas ganas. -andré, andré- susurraba. Meneando la cabeza, mientras está me observaba y me acomodaba la espalda contra aquella pared.

-¿Te gusta mucho, André?- ella se estaba aprovechando de mi estado.

Mientras reía con diversión y acomodaba aquella via intervenosa en mi mano. Que buscaba estabilizarme de aquellas bajas de presión que esa pastilla me causaba.

-s-i, si, mucho- cerré los ojos ante el dolor que aún podia experimentar con la aguja incertandose. Aún más cuando el suero se sentía bajando por mis venas, de manera dolorosa.

Sonrió.

-que ilógico que puedas recordarlo, ¿Eh? Nisiquiera en este estado puedes dejar de pensar en el- murmuró. Teniendo en cuenta que yo no podría entender un juego de palabras tan largo, mucho menos contestarlo - André, André - me imitó risueña.

Teniendo en cuenta que lo único que podía utilizar en aquellos periodos era mi imaginación. No quitaba que todo se volviera un caos.

No faltó mucho para que los efectos fueran en mi contra. Haciéndome ver todo aquello como una amenaza.

Las paredes oscuras. Aquellas sombras acercándose. las voces susurrando cosas que no podía entender.

El frio, el dolor en mi mano, los ruidos. No importaba que tan dormida e indefensa estuviera. Una parte de mi me mandaba todo eso, como un doloroso deja vu.

Yo recordaba todas esas sensaciones.

-¡NO!- grite. Tomandome la cabeza con ambas manos, llena de miedo. En cuanto reírme dejo de ser chistoso y se volvió un cruel castigo que no podía controlar.

No podía detenerme. Me dolía el pecho.

Mis ojos lograban formar lágrimas de manera incoherente, sin razón alguna.

Y eso era un síntoma más para caer en la tosca realidad.

-calmate, calmate. Todo esta bien- me susurro, intentado acunarme en sus brazos.

Pero yo había entendido todo de golpe.

Mi mente me había ayudado por unos segundos a comprender todo ese entorno. A las risas, a las lágrimas. A aquellas formas que veía en esas putas sombras y la malditas voces que gritaban conmigo.

-que coño me diste..- me reía sin querer. Sin poder ya más, con el dolor en la garganta.

-ya, ya.

-que coño es eso...

-solo relájate.- me abrazo con la voz un poco rota. Mientras respiraba con velocidad y miedo de que yo pudiera notar lo que estaba pasando.

De que yo me diera cuenta.

-t-tia..- lloraba y reía. Encajando un poco con toda esa realidad absurda que había frente a mis ojos.

Intentó sonreírme. Mientras me acomodaba el desordenado cabello y limpiaba las lágrimas sin sentido que salian de mis ojos, con obligación.

-antidepresivos.- susurro, colocando mi cabeza en su pecho. Mientras se unía a mis lágrimas. Ante aquel desespero que le causaba verme en ese estado.

Rei, rei, reí. Volví a reír. Con el ardor ahí. Creciendo cada vez más.

Parece que las pastillas que iban a poder lograr volverme “feliz" lo habían logrado de alguna manera. Lamentablemente eran las mismas en las cuales había jurado nunca más caer.

Y ahí estaba. Como hace dos años. Tirada en el suelo, deseando que todo aquello nunca acabará. Que aquel efecto se quedará para siempre.

entendí porque tanto misterio ante el nuevo medicamento. Ya entendía porque tanta discreción en cuanto al nombre de este. Ya entendía porque tanta lastima fingida.

Ella no quería hacerme sentir como en aquel entonces. Ella no quería desanimarme más.

-perdoname, Alexa.- lloró con el dolor en la voz incrementándose. - te prometí no mentirte. Pero ya no sé que más hacer.- murmuró.

Esa era toda la fría realidad. Lo era.

Yo me encontraba nuevamente en aquel abismo oscuro en dónde no creí caer nunca más.

Y Quizás la verdad era que yo nunca había logrado salir de el.

•••

Me había resignado a que nunca nada cambiaría. A qué todo eso que la vida me ofrecía, era para mi. Que no podía hacer nada. Que solo debía tomarlo.

Sin quejas, sin insultos, sin llantos. Solo tomarlo.

Porque depués de todo. Era demasiado fácil perder cuando tu nunca habías ganado nada, en esta vida.

¿Cómo podía sentir nostalgia por algo que nunca había sucedido? ¿Por algo que nunca había vivido?.

-alexa.- me llamó.

Fue como vivir el duelo de mi madre.

Fue la experiencia más extraña que pude haber experimentado. Las más absurda, las más irreal. La más vacía.

Permanecí neutral y no solo por esos tontos calmantes. Si no, porque de alguna manera sentí que ella se había salvado de todo ese infierno.

Que ella por fin había podido descansar de todo ese horrible caos, que la logró atormentar por tanto tiempo.

De aquella estúpida enfermedad, de mi maldito padre y claro. Hasta de mi.

Me dolía aún más pensar que no me había llevado con ella. Que era yo quien debía quedarme en este abrumador mundo luchando por eso que las dos nunca pudimos tener.

Yo no quería seguir luchando. Yo solo quería vivir, como cualquier persona en este mundo.

Solo quería un hogar. Paz, una vida o almenos una que significará mas que respirar. ¿Acaso eso siempre fue demasiado, pedir?.

Sería ironico tirarme a llorar por todo aquello.

Porque, después de todo. Algunas almas son demasiado bondadosas. Demasiado hermosas como para estar en este cruel mundo. Claro que estoy segura de que ella siempre fue una de esas.

Y al parecer yo solo era una desdichada, una más de la que se arrimaba a las llamas. De las que debían permanecer en este plano. Para no escuchar más que un abrumador alboroto. No más que eso.

-alexa..- repitió la voz de el chico a mi lado. Mientras se sentaba en aquel suelo mojado, por la estúpida e inoportuna lluvia del momento.

Me apartaba el cabello húmedo de la cara. Mientras el me observaba en un doloroso silencio y yo intentaba tranquilizarme, sabiendo que todo aquello era en vano.

Sus ojos no dictaban más que aquellas dudosas preguntas. Frente a todo el desorden que se formaba en mi mente. Frente a aquel hoyo con un cadáver en el fondo, volviendo el momento aún más critico.

Pero tan humano y vivo. Si se trataba de la presencia de André.

-lo hice por ti.- acabé diciendo, después de que sus miradas agonizantes me miraran de una manera tan perdida.

No apartó los ojos de mi.

-¿Asesinaste a alguien por mi?.

-Seguro nadie te ha demostrado su amor así, que innovadora soy ¿No?- me reí, ante los nervios que me causaba tenerlo ahí.

Guardó silencio.

-sabes que está realmente mal lo que hicistes ¿No?- no apartó sus ojos de mi. Y aunque fuera aquello un reclamo realmente duro. No había nada más en mi mente que no fuera aquel precioso chico de suéter.

Sonreí.

-nada de esto tiene sentido.- dije.

-nisiquiera tiene coherencia lo que acabas de decir, alexa.- dijo. Tocándose la cabeza en un pequeño signo de estrés.

-Tampoco tiene coherencia lo nuestro.- me adelante diciendo. Abrazándome a mi misma frente aquel frío de la madrugada.

Me observó.

-nada lo tiene.- me siguió.

-estar viva, estar muerta. Realmente es lo mismo ¿Porque Erica podría tener el gran descaro de elegir. Cuando yo podía hacerlo por ella?- comenté.

-porque ella merecía vivir, Alexa. cómo lo mereces tu, como lo merezco yo.- me dijo. Intentado hacerme entrar en razón frente al desespero en sus ojos.

Negué con la cabeza.

-vivir y respirar, no es lo mismo- le aseguré. Sonriendo como tonta y ladeando un poco la cabeza hacia los lados.

-¿Ah, no?.- pregunto, dando un largo suspiro ante los nervios de el momento.

Asentí, riendo.

-estoy respirando todo el tiempo. Pero solo vivo cuando tú estás cerca, André.- murmuré. Detallando cada cosa que podía percibir en el.

Logré hacer que sonriera. Aunque el frío y oscuridad de toda esa noche helada me causará todo menos romanticismo.

¿Pero que? André y yo no necesitamos eso. André y yo podíamos ser más que un tonto cliché de besos y palabras lindas.

-necesito que seas realista Alexa. Joder, hay un cadáver ahi- señaló la pequeña fosa que habíamos hecho - la has matado y todo esto es realmente serio- se alteró un poco. Moviéndo los brazos y respirando rápido.

-basta, cariño.- me acerque, negando con la cabeza.

Era simple.

Cuando el mundo no te había tratado bien ni un puto segundo. Tu dejabas de ver todo eso como una profundo carga. Cuando tú te despedias de aquella rotunda lucha, dejaba de importarte lo que sucediera contigo.

-¡Alexa, todo es un caos!- me dijo rápido. Mientras yo sostenía sus carita entre mis manos y aquellas palabras pasaban a segundo plano.

-y es hermoso, como tu- me reí.

-¡Alexa, es enserio!.

-¿Porque tengo que preocuparme por ella?- lo mire -¿Porque por los demás?¿Porque? ¡No es justo!- lo acusó. Mientras lo señalo con algo de molestia.

-¡Porque nada de esto está bien!.

-¡Nada nunca ha estado bien, para mí! ¡Y aún así, a nadie le ha importado! - murmuré con enojo.

-¡No es excusa para lo que has hecho!.

Sus ojitos entrecerrados por la intensidad de el momento. No le quitaban todo lo precioso que estos podían tener.

-me rindo.- dije. Mirándolo con una seriedad que nisiquiera podía entender.

-alexa..- intento tranquilizarse. Tomando un poco de aire, delante de mi.

Suavizando la mirada, en un intento de hacerme creer que todo estaba bien de golpe. Cuando no era así.

-ella merecía morir- dije. En completa seriedad, a su lado. Murmurando cada palabra con un completo delirio. -Merecia morir de la nada, sin tiempo, de esa manera .- termine diciendo

André me observo, inquieto. -¿Eso significa que también tu podrías merecerlo? ¿Merecer morir así? No es nada comprensible - soltó.

Me reí.

-Creo que al final, todos lo merecemos.- susurré. Su mirada frente a la mía, provocaba que ningún entorno abrumador, pudiera existir. - pero en verdad - le sonreí. Cómo si no hubiera nada más ahí - yo no tendría problemas en morir. Si mi último tiempo fuera gastado en ti- me encogi de hombros.

-¿No te importaría?.

Negué.

-ya lo he perdido todo, no tengo miedo. - asegure con los ojos fijos en el -¿Porque no querría acabar todo este sufrimiento, con un final tan perfecto como ese?- .

-alexa...- murmuró.

-Esperaria con ansias aquello, solo si tú fueras ese dulce final.

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