³⁶| la carga, de ser el villano.
En las películas los monstruos eran detenidos. Los buenos ganaban. Aunque, por supuesto. Eso solo era una estupida versión distorsionada de la historia.
Entonces ¿Porque los que siempre me rodearon, se llevaban las victorias? ¿Acaso no eran lo suficientemente malos?.
Si claro, supongo que el puesto de héroe siempre fue el menos importante. Con menos fama, con menos diversión, con más responsabilidades.
¿Quien querría ser el estúpido héroe, cuando toda su vida solo ha visto ganar a los malos?.
—haz arruinado todo, eres realmente mala.— ese gato blanco me acusa, desde el borde de aquel mueble. En dónde se lame y ronronea en burla.
Intentó respirar. Me sostengo la cabeza con fuerza, mientras lo observo en silencio. Las manos me tiemblan, me siento asfixiada, como si estuviera en un lugar muy reducido.
Ese gato no estaba hablándome. No era real, no estaba sucediendo. Solo era un episodio, solo eso.
Vamos Alexa, mantén la cordura. Olvida por completo el argumento de que un simple gato blanco, te está diciendo verdades.
—no soy mala.
—mira todo lo que has hecho, alexa ¿Te atreves a pronunciar, que nada de esto es tu culpa? Vaya, parece que tenemos un pequeño problema de redención aquí.— murmura, con los ojos bien abiertos sobre mi. Ladeando la cabeza hacia los lados, sonriéndome en cinismo.
Aquellos ojos azules. El gato blanco, sus ronroneos, su voz. Aquella voz. Esa que quizás era creada por mi propia mente.
Recordé de golpe, las palabras de Carlos dichas con bastante sutileza y paciencia.
"Alexa. El gato no habla, solo es tu mente haciendo una mala jugada. Entiende, en ese caso, si el te comenta todo eso. Tomando en cuenta lo que dije, respóndeme ¿Realmente lo piensas, de ti misma?" — aquel psicólogo había dicho aquella tarde, en su consultorio, mirándome detenidamente.
Sucedió luego de contarle sobre mis charlas con aquel felino en mis madrugadas. Aunque, para mí mala suerte. Solo recibí miradas desubicadas y recomendaciones en cuanto a que quizás estaba tomando mal mis medicamentos.
Vamos, carlos. Yo no estaba loca.
Aquel gato había dicho verdades más de una vez. Nada de eso giraba en torno efectos de algunas pastillas. Aquel gato era diferente, el podía oírme y contestarme.
Aunque solo fuera, para juzgarme o saltar algunas incoherentes palabras.
—tu más que nadie sabe, por que he hecho todo eso como ultima opción. Porque no he tenido de otra.— repliqué.
—¿Empujando a todos por simple competición? — pregunto entre pequeñas risas aquel gato —¿Por miedo a perder a André? O por miedo a que descubra quien eres en realidad — me atacó diciendo.
Respiré.
Ese gato que me miraba en tranquilidad fingida, transmitía todo, menos calma. No había nada más que burla en sus ojos, nada más que chiste.
Cómo si en realidad, el entendiera quién podía a llegar ser. Hasta cuando nisiquiera yo lo sabía.
El descontrol me gano en segundos. Mi mano sujeto con fuerza aquel gato. Atrapandolo de el pequeño cuello, con fuerza.
Los maullidos de dolor aparecieron al instante, pero aquello no era más que satisfacción y deseó de dañar, reprimido.
—tal vez, nisiquiera lo amas. Tal vez solo odias a perla, porque tú mente no grita otra cosa que la palabra "perder"— aquel felino se rió entre quejidos.
Entrecerre los ojos.
—escuchame... Pequeño imbécil— lo llamé con voz llena de molestia. Al mismo tiempo que el animal lanzaba rasguños y se retorcía — he utilizado los recursos que tenia y he ganado. No importa nada más — murmuré contra su cara.
Temblé por encima de las manos que sostenían aquel felino. Al mismo tiempo que las voces pedían a gritos que lo estrellará contra alguna pared, hasta que su pequeño corazón, dejara de latir.
—e-eso es...acaba con las verdades, a-alexa..— dijo entrecortado. Sin detener aquella burlesca voz que portaba.
—¡Cállate!— devolví con odio acumulado. Con las manos temblorosas, sofocando a aquel animal.
Me observo. Dejo de retorcerse. Se detuvo y guío aquellos ojos azules hacia mi. Ladeo un poco la cabeza y sonrió con demencia, como si no le importará.
Quizás el si entendía todo mi sufrimiento, quizás el entendía porqué necesitaba huir.
—¿V-Vas a continuar acabando, con todo aquello que no puede ayudarte con la venganza y rencor? ¿Cierto, Alexa?.—pregunto en voz muy bajita, subiendo aún más aquella sonrisa extraña.
— tu no sabes nada— repetí — no puedo permitir que digas cosas como esas. Cuando he intentado alejarme de todas esas competencias desde hace mucho — susurré.
Las tijeras de la mesa. Aquellas con las cuales había fantaseado un par de veces, clavarlas en mi cuello. Hoy, eran el fin perfecto para todas esas verdades.
¿Verdades?.
¿El gato no mentía?.
•••
Los caprichos, las mentiras, los engaños, manipulaciones, planes. Era bastante sarcástico. dominar a la perfección lo que todos juzgaban o señalaban con negatividad.
Cómo tener un don, que nunca nadie halagaria. Joder, supongo que nunca nada, estuvo a mi favor.
La vida me había regalado algo bueno por primera vez. Pero al mismo tiempo, me lo había quitado.
No era mi culpa. Porque, despues de todo, en un mundo sin amor, ¿Quien podria ser capaz, de enseñarme a amar?
En un mundo arrastrado por los más abusivos ¿Quien decidía en su sano juicio, ser sincero?.
—perla— solté el nombre de aquel obstáculo. al mismo tiempo que aquel chico delante de mi, soltaba el humo de el cigarrillo.
—¿Una chica?.
—¿Hay algún problema?.
—¿Problemas? No, es solo que nunca he golpeado mujeres — se rió. Mientras guardaba el encendedor en su bolsillo—pero estamos hablando de algo más interesante, algo que lo vale. — sonrió burlesco. Contando los billetes que le había pasado hace un rato.
Mire a mi alrededor. Aquel callejón oscuro, no generaba desconfianza. Porque quizás, lo desolado y misterioso, algún día podrían ser más valorado que la tediosa luz y personas.
¿Admirabas todas esas cosas, porque te gustaban o porque fue lo que conociste primero? Toma en cuenta, que no a todos nos toca presenciar la luz.
Quizás algunos vivimos intentando darle sentido a la oscuridad. Porque el sol nunca ha llegado a nuestro lado de la historia.
—no quiero que la golpees.— murmuré, mirándolo en seriedad. El con su mirada chistosa, casi demente. Me hizo comprender que sabía de lo que hablaba.
—¿Ah no?— pregunto. Levantando la cabeza hacia mi. Con duda fingida.
Negué.
—aveces uno tiene que deshacerse de las trabas de el camino, ¿No? nadie avanza si hay un jodido estorbo impidiendolo.— dije, dando un paso hacia el. Sin lograr ni un mínimo cambio en su cara divertida.
Imite la misma demencia, sonriendole.
Aunque quizás ninguno de los dos estaba tan burlesco, como lo decían nuestras caras.
Quizás todo siempre sería una simple rendencion a un: "esto es lo que soy".
—¿Quieres que la mate, alexa?.
—Quiero que la apartes de mi camino, diego.
•••
todos ellos ganaron, aún siendo los malos, aún mintiendo, aún corrompiendo. Aún así me ganaron.
¿Porque está vez no podia simplemente ser mi turno? La carga de ser el malo, no existía si solo pensabas en ti por un segundo.
El héroe gana a conveniencia de orgullo. Que todos lo alaben, que todos lo reconozcan. Me daba igual.
Yo quería salvar por primera vez. Yo quería salvarme por primera vez. No a ellos, no a nadie, solo a mi.
Por una miserable vez.
—te amo porque eres diferente a todas ellas, porque eres ese lugar que nunca había conocido — había dicho aquel chico de suéter. Delante de mi.
Mi corazón iba muy rápido, intentaba acomodar la respiración sin levantar sospechas. Mientras mi mano temblaban por encima de su cabello, acariciándolo con suavidad.
No André, no el también.
—todas ellas, era muy diferentes a mi. ¿Cómo llegaste tan lejos de tu espacio ya explorado?— intenté no sonar burlesca, pero fue imposible.
—quizás ya estaba cansado, de todo aquello.
Aquel gato blanco apareció rápido en mi cabeza. Repitiendo aquellas palabras, las que siempre soltaba y me destabilizaban.
—entiendo.— murmuré. Mientras observaba al chico de suéter cerrar los ojos. Dejando caer su cabeza sobre mi pecho, en completa tranquilidad.
No podía pagarle así a André, no después de que fue un amor conmigo. No podía apartarlo, como lo había hecho con los demás.
No por competencias, no por salvarme. Si era por el, no me interesaba perder.
—y ¿Tu crees que soy diferente? — pregunto.
Sonreí.
"probablemente terminará siendo uno de ellos si no mandas todo al carajo. Si tu maldita mente no coopera" lanzó mi cabeza entre quejas.
—muy diferente.
—¿Mejor?— levanto la cabeza para mirarme. Me quedé unos segundos procesando lo que sucedia.
—Quizas aquí el error, lo tuve yo, todo el jodido tiempo. No ellos, no tu.
—¿Significa que conmigo todo es diferente? No estoy comprendiendo.
— Significa que no tengo que dañarte, para sentirme bien— solté. —significa que estoy aquí. Olvidando todas esas ideas, porque no podría hacerte daño jamás. — susurré observandolo en silencio.
No contesto.
Giro su cabeza nuevamente hacia mi pecho y se recostó por unos segundos más. En dónde intentaba mirar la pared, sin que nada más llegará a mí mente.
—he vivido toda mi vida temiendo. No quiero que seas un miedo.— susurré.
—No quiero ser tu miedo, alexa. Quiero ser tu calma.
Las manos me temblaban. Mi mente me amanazaba con dudar de mi alrededor. Con temer, con alejarme.
"si tanto quieres a André, salvalo" las voces dijeron con unas cuantas risas.
"salvalo".
"salvalo".
"salvalo"
"salvalo, de ti".
— Yo nunca podría dejar de temer, créeme. Me tienes en tus manos, podrías hacer lo que quieras — me reí.
— Jamás he querido hacer algo en tu contra, alexa— soltó André, sonriéndome.
Lo miré.
—¿No te das cuenta?.
—¿De que?.
—he tomado el lado bueno contigo.
—¿Y que?.
— Nunca nadie ha ganado nada, siendo el bueno, André. — contesté.
—quizás podría ser la primera vez.
Reí. El nerviosismo me hizo hacerlo, sin sentido. Mientras me tomaba el cuello con incomodidad. Estaba lejos, muy lejos.
Ya no podía regresar a lo mismo. Por mi, por André, por lo que sentía.
—Es la carga de ser el villano. Una vez que te acostumbras a ganar, nunca desearías quedarte con el segundo lugar. — tome sus mejillas entre sus manos — ¿Y sabes quién se queda con el segundo lugar?.— murmuré.
—alexa...
—los que no hacen trampa, André.
•••
—salva a André— el gato pidió.
—no tengo ese poder.
—tampoco las ganas de verlo caer, gracias a ti.
—tengo todo bajo control.
—alexa, estás jodida. Lo sabés.— el gato sonrió incoherente.
Lo mire en silencio. Entre aquel pasillo oscuro, donde ese gato blanco ronroneaba sobre aquella alfombra.
—pero se trata de el.
—cede.
—no puedo hacerlo, si se trata de el.
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