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¹⁴| ¿eres mío, no?.

Siempre he intentado pasar desapercibida. Siempre intento esconderme, aunque nunca tenga realmente claro de que.

Siempre intentó no envolverme en ninguna conversación. Tampoco conocer demasiado a alguien o simplemente no existir, aunque fuera lo contrario y ya lo hiciera.

Mierda.

Las esquinas, los audífonos, la vista en el teléfono, los gritos de las personas cruzando a mi lado o hablando con un tono de voz excesivamente fuerte, en busca de estúpida atención.

¿Cuál era el punto? ¿Que tenía de divertido que alzaran la voz por los pasillos, mientras yo apretaba las manos desde una esquina? Con los audífonos en todo el volumen posible, en un intento desesperado de no oír nada.

Era inútil.

No mantengo contacto visual, no hablo si no tengo que hacerlo, no pregunto, no digo. Al carajo, no me importa nada de eso. Mi único objetivo cada día es que nadie me note. Que nadie me hable o se acerque.

más aún cuando no ando con ganas de recordar que lastimosamente no soy la única en este mundo y que debo compartirlos con todos ellos.

-ya olvida todos esos tontos planes, Alexa. - la voz femenina decía a mi lado en desespero. Mientras yo me aferraba a los barandales de el tercer piso de esa maldita institución.

Intenté no reír ante sus palabaras. Eso no sonaba más que una ridiculez en esos momentos.

¿O no?.

Jimena. Una pelirroja con demasiada empatía. Que la volvía demasiada absurda y patética. Una simple chica que había mandado a la mierda miles de veces, pero que seguía ahí por alguna loca razón.

-¿Planes? No estoy haciendo planes.

-alexa. El salón de André está justo ahí. Llevas más de 15 minutos observándolo ¿Ya puedes decirme que coño estás pensando hacer?- pregunto rápida. Mientras se acomodaba el cabello, con el estrés en la cara y los movimientos desequilibrados en las manos.

La miré. Me aparté lento de los barandales con el desánimo en las acciones -ya nada de eso tiene chiste.- dije. Camine rápido por el pasillo, dejándo a esa rara chica detrás.

-¡Alexa!.

Escuché sus pasos apresurados. Que se empeñaban en seguirme el paso y llegar a mi lado, mientras yo me mordía la lengua para no empujarla por aquellas escaleras y que rodará rompiéndose la cabeza.

Jimena.

Una chica obsesionada con la psicología, soñando con estudiar aquello desde que era una niña. No lo sé, quizás demasiado amigable, demasiado tranquila, demasiado aburrida, demasiado común.

Ella se había propuesto a hacerme mejorar desde el primer día que nos conocimos. Aunque yo nunca sabría si aquello ocurría por qué enserio creía que podía haber una “amistad" entre nosotras. O porque ella realmente me veía como un paciente gratis, con el que podia practicar lo que tanto le gustaba.

Igual no me interesaba.

-jimena.- me detuve de golpe, volteando hacia la chica que me seguía. Mi cara de desagrado era demasiado notable -me gustaría estar sola, ¿Te gustaría irte por ahí y dejar de joderme?- le solté de mala gana, con un tono de voz bajo. Intentando sonar un poco tranquila, ante las palabras dichas.

-¿Te sientes mal hoy? ¿Que sucede?.

Tome aire. Me pase una mano por el cabello, evitando perder la paciencia.

-¡Me siento bien! ¡Solo necesito que te vayas! - alce la voz en desesperación. -¡Tengo suficiente con ver psicólogos toda la semana, para que tú quieras venir a hacer el mismo trabajo que ellos!- terminé diciendole a aquella chica que seguía insistiendo en acompañarme todo el maldito día como si fuera mi niñera.

era un caso perdido. Aveces pensaba que debían tomar medidas más fuertes para poder deshacerme de ella y su inservibles ayuda, que ofrecía. No la quería, no necesitaba que esa absurda chica se preocupara por mi.

Se quedó en silencio.

Tomo aire. Se acercó unos pasos a mi, haciendo un gesto de calma con las manos, a lo cual retrocedi ante la desesperación que me causaba.

-¿Ocurrio algo con André?.- preguntó, dudosa.

Reí con ironía. Aquellas palabras me desestabilizaron con rapidez.

-no ha ocurrido nada con el.

-entonces..

-creo que, ese es el problema.

-¿Que? ¿Cuál?.

-que nada ha ocurrido.

•••

Una patada, dos patadas, tres, cuatro. Pierdo la cuenta en segundos, mientras pateo la pared frente a mi con desquité y odió. Me tomo la cabeza con ambas manos e intento tomar aire en medio de ese maldito baño.

“¿Que coño estás haciendo?" Mi cabeza me pregunta al mismo tiempo que juego con mis manos de manera brusca, en busca de que los temblores en estas disminuzacan.

-no sé..- murmuró con odió. Camino en círculos a paso rápido, en un intento de tranquilizarme. Pero la rabia es demasiada, los susurros en mi cabeza me tienen más mareada de lo normal.

Me muevo hacia una esquina. Me tomo de las orillas de el lavamanos fingiendo calma. Pero todos esos intentos de elegir el camino tranquilo, son en vano.

Termino mandando golpes desorganizados hacia este. Lo golpeó como si aquello fuera mi padre, como si fuera perla, como si fuera mi estúpido tío, como si fueran esos inútiles de mi aula que sueltan palabras burlescas en busca de aprobación.

Lo hago hasta que el ardor en los nudillos me pida que pare. Me tomo el cabello con enojo y tiro de el. Me aprieto los brazos. Me rasguño, me muerdo, me golpeó. Pero nada de eso parece acabarse nunca.

¿Mal momento para que los ataques de ira y la ansiedad compulsiva se junten, no Alexa?" Mi mente dice con un tono completo de burla, mientras aceleró la respiración y está pierde el orden, olvidando como respirar.

-¡Que ya!- digo en voz alta. Con la rabia en la voz y las manos sobre la cabeza desde esa pequeña esquina de el baño.

Era doloroso. Estaba viendo con claridad. No tenía ninguna extremidad dormida, no me mantenía callada y mis pensamientos estaban coordinando demasiado bien. Aunque demasiado bien, para mi gusto y ese era el problema.

No había tomado nada y las consecuencias estaban apareciendo. Era tedioso, tenía solo un jodido día sin tomar una receta médica y así me encontraba. Perdiendo la cabeza en ese baño de la institución.

Que vergüenza.

Supongo que lo primero que sucede ante la ausencia de calmantes son esos irónicos episodios de desesperación y miedo. Si, mi terapeuta decía que necesitaba aquello, porque no me convenía estar demasiado despierta. Me parecía ridículo, Pero creo que ahora lo estaba comprendiendo.

-“apuesto que perla no luce así de mal, como lo estas tú" las voces dijeron entre pequeñas risitas de burla.“apuesto que perla no tiene que hacer toda esta locura" continúo.

Me queje en voz alta. Me pase las manos por el cabello repetidas veces buscando algo de paz.

-¡A la mierda perla!- respondí alzando la voz una vez más.

Se rieron.

-“sabes que estás molesta porque todo eso te importa ¿No Alexa? ¡Vamos, André es demasiado feliz a su lado!" Dijeron otra vez en fuertes gritos de risas.

-¡Que, ya!.

-“¿No los vistes juntos? ¡Se veían tan lindos!".

-¡CALLATE!

me tire de el cabello, en un intento desesperado de que todas esas voces se desvanecieran rápido. De que todas ellas me dejarán sola.

-“andre es feliz con ella".

El enojo se me subió a la cabeza. Los golpes a la pared no fueron suficientes, estaba demasiado alterada como para no desear moverme hasta su aula, sacarla a empujones y golpearla hasta dejara este plano terrenal.

Maldita perla, maldita, maldita, mil veces maldita.

-¡BASTA!.

me cubri la boca con ambas manos. Intenté gritar, mientras me apoyaba en la pared de la esquina. La garganta no me respondía al desquité que tenía con aquellas voces y mi misma.

Me frote la cara en desahogo. Me aferre a la idea de que todo iba a pasar rápido y aquella sensación de enojo iba a desaparecer. Mientras gritaba en voz baja, tapandome la boca.

Aunque, no como hubiera querido.

-¿Está bien?- la puerta de el baño abriéndose de golpe, mientras una señora de limpieza entraba con una escoba. Me dejó aún más desubicada de lo que estaba.

No pensé nada más. Sali a paso rápido de ahí, sin contestarle nada, mucho menos darle explicaciones de lo que estaba sucediendo conmigo en esos instantes.

Al diablo.

No iba a volver a clases. Había sido suficiente. Que le quede claro a la profesora que aquel permiso para ir al baño, siempre significaría un “no puedo con los gritos de todos estos malditos en el aula, mis audífonos no los cubren, no puedo respirar bien y necesito irme a golpear algo" Pero no, jamás un verdadero permiso para ir al baño.

Corro por las escaleras, finjandome en cada uno de los escalones. El dolor de cabeza se encontraba avanzando y yo no podía hacer nada más que tocarme la cien de vez en cuando.

-“andré aún ama a perla, André siempre va a amarla"- mi cabeza repetía aquella tortura al mismo tiempo que mis pies tocaban aquellos escalones a paso rápido.

El odio se incrementaba en cada paso que daba. Apretaba las manos en busca de que aquella sensación se fuera.

Porque, André se veía feliz con perla. Los saludos por la mañana, los abrazos, las sonrisas. Supongo que el nunca se ha visto igual de emocionado así conmigo. Supongo que delante de el sentimiento que había con perla, yo no era ni la mitad de todo eso. O ¿Porque debería serlo?.

Me detengo de golpe. Cruzo por el pasillo y Observo a la chica desde la esquina en donde me encuentro. El cabello largo, las chicas a su lado, las risas entre ellas. Finjo ver mi celular mientras estás conversan.

“ella es muy bonita ¿No crees Alexa?" Las voces me humillan, mientras yo la observo de reojo.

-es una presumida de mierda - les contestó mentalmente.

-“pues..a André le gusta".

La miro una vez más con descaro y seriedad.  Mientras ella levanta la cabeza hacia mi. Hay un intercambio de miradas por unos leves segundos. Pero
Ella voltea hacia sus amigas y yo volteo hacia mi teléfono nuevamente.

es una niña mimada. Tiene lo que quiere y no tiene que hacer absolutamente nada para obetenerlo, porque seguro así ha sido siempre. ¿Quizás unos padres que se desviven por ella? ¿quizás unos amigos que le siguen a todo lo que ella diga y la haga sentir superior?

Que estupidez.

Déjame contarte perla. Siempre puede entrar un tormento a tu vida aunque esta brille de perfección. Mucho gusto, me presento. ¿Había sido muy fácil, no? Voy a enseñarte lo que significa rogarle a la vida que deje algo bueno para ti.

-es un blanco fácil. Seguramente el miedo a no dar lo mejor de ella, a no ser el centro de atención y la soledad, sea su punto bajo ¿No crees?- le preguntó a mi cabeza, mientras sonrió con diversión.

Me doy vuelta hasta la salida de esa institución. Mientras sonrió sin sentido. Las desventajas que noto en ella son un juego mental, en el que hay puntos a mi favor, no podría estar más satisfecha.

-“¿No es tan perfecta, eh?"- las voces me apoyan por primera vez en el desgraciado día. Al mismo tiempo que sueltan risillas de emoción.

Perla dijo que no éramos iguales y ella estaba en lo cierto. Jamás desmentiria eso. Porque yo no tenía nada que perder en este punto de la vida. Pero tú querida amiga..

Te haré perder de la manera más maldita de este mundo.

•••

¿Que querías que hiciera ante todas esas amenazas, André? ¿Que querías que dijera, como querías que guardara la calma? Entiende, ya he perdido suficiente. Creo que es hora de que la ruleta gire a mi favor, por primera vez.

¿Sientes eso, no?.

¿Dudas de mi, no?.

¿Vas a alejarte, no?.

¿La quieres a ella, no?.

¿Ya no eres mio, nunca lo fuiste?.

Tu valias toda la pena de el mundo. Yo no tenía miedo de apostar lo que fuera si tú estabas como recompensa. El perder no era una opción.

¿Verdad?.

André. Mi mundo ardía en fuego. Tu estabas en medio de el, como si nada. Y eso no significaba que me salvaras.

pero...

¿Quien podría fijarse en todo ese desorden, teniendote enfrente?.

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