como lo había prometido jaemin, las vacaciones de verano las pasaron juntos, disfrutando de los días y haciéndose más cercanos.

     renjun por primera vez supo lo que era tener un amigo y disfrutar de los pequeños momentos. dejó a un lado su miedo, porque con jaemin aprendió a sentirse seguro, alguien con quien poco a poco podía ser él mismo. y supo que era su lugar seguro cuando jaemin lo escuchó atentamente el porqué se había cambiado de escuela; aunque lo que lo hizo su lugar seguro, fueron las palabras que le dijo, marcándolo para toda su vida.

     —¡qué hijos de puta!

     —nana.

     —no, lo siento, renjun, pero realmente me enoja lo que esos bastardos te hicieron —jaemin lo miró con su ceño fruncido, pero se tranquilizó al ver las lágrimas de su pequeño amigo. —si nos hubiéramos conocido antes, yo te hubiera protegido.

     jaemin entrelazó sus manos y le sonrió. renjun soltó más lágrimas y dejó que jaemin lo abrazara.

     el patio de la casa de jaemin, había sido su escondite en los últimos días, donde se acostaban en el césped y miraban las estrellas. ahora, mientras estaba el atardecer, era donde también se guardaban sus secretos y se hacían promesas.

     —¡oi! ya no llores, junnie —jaemin deshizo el abrazo y quitó las lágrimas con la ayuda de sus pulgares, mirando fijamente la mirada brillante de renjun. —vamos a terminar estás vacaciones bien y vayamos mañana al festival mongttang, ¿si?

     renjun asintió y sintió su corazón palpitar con fuerza al darse cuenta que sus rostros estaban muy cerca, pero aún así no se alejó. porque no quiso hacerlo.