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2. Patéticamente débil.

Finn flotó en una nube durante una semana entera; porque Gideon había dejado de pretender que no existía, lo saludaba en el pasillo o donde quiera que lo viera. Incluso una vez entablaron una conversación en el baño. Era hermoso, completamente hermoso. Se sentía como si por fin estuviese cumpliendo su sueño. Él había sido odiado por Gideon desde el tercer grado, había pasado ese tiempo siendo ignorado por él, recibiendo burlas y cotilleos de sus amigos, pero ahora hasta ellos parecían respetarlo. Y lo mejor de todo era que Gideon había dejado de molestar a Verónica y por lo tanto ella se encontraba más relajada.

La siguiente semana, Finn terminó de compañero de banco de Gideon para la clase de lenguaje de señas americano a la que se había apuntado para tener puntos extras. Eso nunca le había pasado, pero la compañera de asiento de Gideon no había ido ese día y Finn solía practicar con cualquiera que faltara por compañero porque él era el eslabón sin pareja, de no haber alguien sin pareja, practicaba con la profesora, porque de todas maneras, él era su ayudante y el único que no tenía miedo de cometer errores frente a ella.

Finn empezó diciendo "Hola, Gideon"

Gideon se enredó con sus manos pero logró decir, muy lentamente "Despacio, por favor, no soy tan bueno como tú".

"Entiendo" Gideon asintió. "Yo tampoco soy tan bueno"

"Sí lo eres... ayudas a la profesora"

Le tomaba dos minutos hacer una sola frase, pero Finn era paciente.

"Solo porque fui el último en inscribirse" señaló "Entonces dime... ¿Cómo va tu practica de futbol?"

Gideon sonrió ampliamente y se esmeró por contestar rápido.

"Bien, ganaremos en las finales, estoy seguro"

"Eso espero, no quiero perder esa apuesta con mi primo de la escuela visitante. Tengo mi fe puesta en ti"

El chico miró los movimientos con detenimiento, el ceño fruncido indicando seriedad y esfuerzo, incluso cuando Finn terminó él se veía pensativo, mu tardíamente se rió y señaló "Lo haré bien"

Luego un destello de duda cruzó su cara y se inclinó hacia él para susurrar-: Quería decir "no te defraudaré" pero no sé cómo decirlo en señas, lo siento.

-Está bien -Finn susurró de vuelta-. Hablemos de otra cosa.

Ambos se irguieron y fingieron que nada pasaba cuando la profesora pasó a revisarlos; Finn empezó a contarle a Gideon sobre Pit, su reptil mascota y Gideon trataba de contestar cosas coherentes. Una vez que la mujer se alejó hacia otro grupo, Finn levantó un pulgar para señalarle a Gideon que lo había hecho bien.

Ya terminada la clase, Finn guardó sus cosas en su casillero y comenzó a dirigirse a la biblioteca para comenzar su turno como ayudante de la bibliotecaria. Verónica estaba en una excursión con su club de fotografía, así que no la vería hasta la mañana siguiente, porque seguramente llegaría después de que las clases terminaran, agotada y como siempre, se iría a la cama en cuanto llegara a casa. Finn trabajó durante media hora antes de que Gideon entrara en la biblioteca. Él notó que estos días verlo lo afectaba más que de costumbre, tal vez porque no estaba ignorándolo y sus esfuerzos por verse bien debían valer la pena.

Gideon caminó hacia la sección de historia y revisó algunos libros antes de tomar dos, Finn sabía que eran para el proyecto que tenían de historia. Nadie buscaría nada sobre esa materia en la biblioteca si no se les asignaba el proyecto de la temida profesora Wallace, quien detestaba el internet pero tenía cada página de información memorizada y te reprobaba si te atrevías a copiar y pegar o siquiera parafrasear algo proveniente de cualquier sitio web.

Finn se arregló el cabello antes de que Gideon llegara al mostrador, él le sonrió y dejó los dos libros sobre el mostrador junto con su tarjeta para retirarlos.

-El proyecto de Wallace ¿Eh? -Finn alzó las cejas.

-¿Por qué otra razón estaría aquí? -Gideon lucía cansado-. No entiendo cómo le haces para no hartarte de todo el silencio, pasas aquí mucho tiempo.

Finn rió y se encogió de hombros; a veces le gustaba, a veces no lo soportaba, quería escuchar algo más que susurros y por eso tenía un par de audífonos en su mochila todo el tiempo.

-Creo que te hace falta uno -dijo cuando se dio cuenta de los libros que había registrado-. Ven conmigo, te mostraré el otro libro que debes llevarte y te daré una guía de las páginas que necesitas.

Él se bajó de la silla y caminó hacia la sección de historia entre los grandes libreros mientras pasaba la punta de sus dedos sobre los libros buscando el título que necesitaba y con Gideon siguiéndolo. Por un momento se sintió más tranquilo, incluso si Gideon estaba muy cerca, los libros eran su elemento y se sentía cómodo entre ellos.

Finn se detuvo frente a una estantería y sacó un libro, luego se dio la vuelta y se dio cuenta de que Gideon estaba parado frente a otra estantería, con su cabeza inclinada, mirando hacia el frente entre los libros. Parecía estar espiando, así que Finn se acercó con cuidado y trató de mirar también; había una pareja de chicos besándose contra el librero del otro pasillo. La cara de Finn se pintó de colores y su mano inconscientemente se aferró a la manda de la chaqueta de Gideon, tirando de ella para instarlo a alejarse. Él sabía que muchas parejas venían a eso y lo único que hacía era ignorarlas como le había dicho la bibliotecaria, en tanto no pasara de besos y no molestaran a nadie, estaba bien. Pero Gideon seguía ahí parado.

Finn tragó grueso y echó otro vistazo; había un chico de cabello rosa y piel pálida con la espalda contra el librero, besando con mucha avidez a un tipo alto de anteojos. Finn los reconocía; el tipo de anteojos estaba en el cuadro de honor y era conocido por ser hijo de un hombre rico, él era parte importante de la crema y nata del instituto, un chico con el cualquier chica quisiera estar... pero era orgullosamente gay y su pequeño novio de cabello rosa no era para nada alguien con quien habían esperado verlo puesto que no estaban en el mismo estatus económico o social y en personalidad eran muy diferentes, parecían no tener nada en común, nadie realmente sabía cómo aquello había pasado pero ahí estaban; juntos y felices. Finn siempre los había considerado lindos.

-Vámonos -instó Finn en voz baja, empujando a Gideon.

-¿Conoces a ese chico de pelo rosa? -preguntó él mientras Gideon lo empujaba lejos de ellos por el pasillo.

-Sí, Abelard Dune ¿No? Muchos lo llaman Abi.

-Sí, Abi -Gideon resopló-. Era uno de mis mejores amigo.

-Oh ¿Lo era?

Finn recordaba que Abelard había sido amigo de todos desde el kínder y cuando se declaró gay frente a toda la clase al entrar a preparatoria, les dio el dedo del medio a todo el mundo. Sabía que sería juzgado y se había preparado para ello. Y vaya que fue juzgado, había todo un grupo de conversación acerca del escándalo de Abi. Luego él empezó a vestir más colorido, a teñirse el pelo y comenzando el año empezó a salir con uno de los galanes codiciados del instituto, a pesar de que ni siquiera frecuentaban los mismos lugares ni estaban las mismas clases y la posibilidad de que alguien lo viera venir eran completamente nulas. Y parecían bastante felices... como hace un minuto. Sin embargo, de todas las cosas que sabía Aberlard Dune, no sabía que había sido el mejor amigo de Gideon alguna vez. Sí le habían parecido cercanos antes, pero Gideon era conocido por ser una mariposa social tanto como Abi lo había sido en el pasado.

-Sí, nos criamos juntos, somos primos -Gideon ladeó su boca-. Él es... la razón por la que decidí hacer las paces contigo.

-¿Cómo así?

-Bueno, yo supe desde siempre que él era gay y... ¿Recuerdas a Kurt Hound?

-Sí, está en el equipo de futbol y... siempre está contigo.

Finn supo desde ese momento que las cosas no iban bien desde allí, ya que Kurt Hound y Abi se odiaban a muerte.

-Bueno, Abi estuvo enamorado de él por años y Kurt lo sabía y cuando se enteró empezó a tratarlo como la mierda, estaba tan avergonzado de que Abi gustara de él que empezó a actuar como un idiota, cada vez más -Gideon parecía afectado hablando de eso-. Eran mis mejores amigos y de la noche a la mañana eso los jodió a ambos y ya yo no los tenía... Kurt fue un idiota e intentó aprovecharse del amor ciego que le tenía Abi para humillarlo, gracias al cielo Abi reaccionó a tiempo... pero no puedo decir lo mismo de Kurt, él aun es imbécil.

-Sí, lo noté cuando me empujó en el almuerzo para adelantárseme en la fila de la cafetería.

Gideon asintió lentamente.

-He visto lo mucho que las reacciones de la persona que te gusta influyen en ti -continuó-. Por eso no quería ser un idiota... yo recordé a Abi llorando por Kurt cuando leí tu carta y de verdad me afectó, no quería hacerte pasar por nada de lo que tuvo que pasar él así que decidí ser tu amigo... eso está bien ¿Verdad?

-Bueno, la verdad es que no soy como Abi, nunca dejaría que nadie me humillara y no creo que tú seas como Kurt pero... -Finn colocó su mano sobre el hombro de Gideon-, aprecio tu buena intención, Gideon y créeme que estoy agradecido, porque tú sigues gustándome y aunque sé perfectamente que nunca pasará, me siento feliz solo con que no me odies.

Gideon rió y sacudió la cabeza.

-No, lo de odiarte quedó en el pasado... Verónica es hermosa y aun me gusta, pero ya sabes, ahora que sé que no tienes nada con ella no hay razón para perseguirla, además, es bastante claro que no le desagradaba por ti sino porque de verdad no tengo oportunidad, así que... -él se encogió de hombros-, aceptaré mi destino.

-Ella realmente te detesta, de verdad no sé por qué -Finn trató de no reírse demasiado fuerte-. Pensé que se mantenía rechazándote porque no quería lastimarme pero aunque todo se aclaró ella sigue diciendo que eres un tonto Pez gato.

-Ese estúpido apodo -Gideon rodó los ojos.

-Eres todo un tiburón, tranquilo -Finn palmeó su hombro y empezó a caminar de vuelta hacia el mostrador, se metió detrás y empezó a registrar el título del libro que había sacado para Gideon, guardó su tarjeta y le entregó los libros al chico, quien los guardó en su mochila.

Estaba a punto de salir cuando Abi y su novio salieron de la estantería en silencio, Abi trotó hasta el mostrador y dejó caer un libro de la sección de astronomía sobre el mostrador, su novio se había quedado atrás limpiando sus gafas empañadas. Abi le sonrió a Finn y luego su mirada pasó hacia Gideon, que se había quedado mirándolo.

-Hola Gids -dijo el chico-. ¿Qué tal?

-Hola Abi, todo en orden -Gideon pasó su peso de su pierna a la otra-. ¿Mucha diversión allá atrás? -preguntó, imprudentemente y Finn casi se atraganta con su propia saliva al intentar suprimir la risa.

Abi se rió descaradamente.

-No te imaginas -él se encogió de hombros.

Su novio dejó caer sus manos sobre los hombros de Abi al llegar al mostrador. Finn se apresuró registrando el libro cuando él por fin entregó la tarjeta. Ellos se retiraron tomados de la mano una vez que Finn hubo terminado. Gideon le dirigió una mirada a Finn y él se encogió de hombros, el chico soltó una risa que Finn no resistió a compartir y había estado queriendo dejarla salir desde el comentario de Gideon. Por fin el ojiverde se dio la vuelta y salió del lugar sin decir nada más.

Finn salió de la escuela a las seis y media, él caminaba por la acera hacia su casa cuando un auto aparcó frente justo a su lado. Él se detuvo cuando la bocina del auto sonó, entonces la persona bajó el vidrio polarizado; él reconoció a la chica afroamericana al volante como Terra Price, la mejor amiga de Gideon desde... que él los conocía a ambos. Gideon se inclinó sobre el asiento de Terra mostrándole una sonrisa a Finn.

-Sube, te daremos un aventón -dijo.

-No hace falta -murmuró Finn, abrumado.

-Vamos chico, tu casa está lejos -dijo Terra, levantando sus anteojos.

Finn se sintió bendecido cuando Terra le habló; ella no le hablaba a cualquier persona. Era una chica que Finn admiraba, porque tenía estilo y aparte de ser inteligente, también era popular y siempre estaba organizando campañas para detener el bullying, apoyar cualquier tipo de derechos, cambiar el menú de la cafetería por uno más sano, cambiar los métodos del reciclaje entre otras cosas que solo haría gente a la que realmente le importan las demás personas. Básicamente ella también pertenecía a la crema y nata del instituto, junto con el novio de Abi y otras personas, pero Terra Price era simplemente otro nivel.

Finn subió al auto en silencio luego de que ella le hablara; se sentía un poco incómodo entrar en un auto ajeno con personas con las que si bien había hablado antes, no lo hacía lo suficiente para considerarlos cercanos, incluso si estaba loco por Gideon.

-Entonces... -Terra lo miró a través del retrovisor-. Finn Kelly ¿No?

-Síp, ese soy yo -dijo Finn con una risa nerviosa-. Gracias por el aventón.

-No te preocupes, los amigos de Gideon son mis amigos -ella se rió-. Aunque no sabía que ustedes lo eran, hasta donde sabía Gideon... -se detuvo, parecía estar meditando sus palabras-, bueno no se llevaban bien él y tú ¿Qué ocurrió?

-La gente cambia, Terra -murmuró Gideon cruzándose de brazos.

Terra calló por un minuto, luego alcanzó el cuello de Gideon con su mano y lo apretó haciéndolo soltar un sonido de ahogo mientras el carro se movía y Finn intentaba encontrar el cinturón de seguridad desesperadamente.

-¿¡Qué hiciste!? -exclamaba Terra.

-¡Nada, nada! -Gideon se retorció hasta que Terra lo soltó y puso el auto en el carril correcto, estabilizándolo con ambas manos el volante.

-Marshall Winston Gideon, si yo me entero que esto es alguna apuesta con tus amigos del equipo de futbol ¡Se lo voy a decir a tu madre y te vas a enterar! -lo acusó ella, apuntándolo con un dedo-. Sabes que no me gusta cuando cedes a jugar como un idiota ¡Y Finn es un buen chico! Te voy a creer si me dices la verdad pero sin una explicación ¿Cómo quieres que no dude?

-No es una apuesta... yo... -Finn interrumpió, intentando encontrar las palabras correctas que lo explicaran creíblemente sin tener que decir la versión extendida-. Siempre hubo un malentendido entre nosotros y ahora se resolvió... la verdad es que soy gay y Gideon siempre me odió porque pensaba que salía con Verónica pero ahora no tiene nada de qué preocuparse ¿No es así?

-Sí, es eso -Gideon asintió.

-Oh... -Terra suspiró con una sonrisa-. Bien, bien, así me gusta.

Ella estiró su mano hacia Gideon, él saltó pero cuando se dio cuenta de que Terra solo quería palmear su cabeza, se relajó y dejó que lo hiciera. Finn suspiró.

-Bien, entonces, ahora todos podemos ser amigos ¿Por qué no tú y Verónica se sientan con nosotros en la cafetería? Y Gideon podría empezar a coquetearle sin tener que irrespetar a su amigo -ella le envió una mirada letal a Gideon, él se encogió.

-Verónica me odia, no por Finn, sino porque no le gusto.

-Normal, la has fastidiado por años.

-Como sea, tratando bien a Finn o no, ella me detesta.

-No te detesta -Finn soltó una risa nerviosa, Gideon lo miró-. Okay, de acuerdo, tal vez te detesta... pero se le pasará.

-¡Aquí estamos! -Terra aparcó su auto frente a la casa de Finn.

Finn se detuvo a pensar un momento que era extraño que ellos conocieran su dirección, ni siquiera lo había pensado cuando Gideon apareció en su calle para reclamar lo de la carta.

-¿Cómo saben mi dirección? -preguntó Finn antes de bajarse.

-Gideon realmente acosaba a Verónica -respondió Terra-. Y como vives en frente.

-Ya... -él abrió la puerta, haciendo una mueca.

-Ahora piensa que soy raro -escuchó murmura a Gideon-. Gracias.

-Es que lo eres -Terra se excusó.

-Gracias de nuevo, nos vemos mañana -dijo Finn agitando su mano una vez que llegó a la acera.

-Recuerda sentarte con nosotros el almuerzo -Terra le guiñó un ojo.

-¡Claro!

Finn suspiró mientras los veía alejarse, se sentía como si se hubiese ganado un premio ese día, jamás pensó que diciendo la verdad iba a conseguir que Gideon fuera considerado y amable con él. Sin embargo, le hubiese gustado que Verónica estuviese allí para contárselo todo, sabía que ella se alegraría aunque no le agradase Gideon. Y pensando en ella, se llevó un susto cuando la vio parada frente a su casa, con su mochila en el hombro, mirándolo desde la distancia. Él le sonrió y ella empezó a cruzar la calle. Probablemente apenas llegaba de su excursión.

-Hola -dijo ella, sonriente-. ¿Ese era el auto de Terra Price el que te trajo? -interrogó con asombro.

-Lo sé ¡Genial ¿no?! -Finn se acercó.

-¡Dios, me voy un día y pasan estas cosas! -ella rió-. ¿Cómo es que eso pasó?

-Um, bueno... el Gideon tiene que ver con eso.

Verónica frunció el ceño.

-Ah... debí haberlo sabido -ella no parecía contenta-. Tú y él sí que están empezando a ser cercanos ¿No?

-¿Estás celosa? -Finn alzó las cejas-. Sabes que siempre serás mi mejor amiga, Nica, Gideon simplemente es el hombre de mis sueños, pero tú eres más especial.

Ella le sonrió de nuevo.

-Sí -asintió.

Finn envolvió su brazo alrededor de Verónica y le besó la frente.

-Te quiero -dijo él-. No puedo esperar para comenzar nuestra vida universitaria juntos, Nica, va a ser genial... aunque este año está siendo bueno.

Ella lo abrazó con fuerza y no dijo nada.

Finn notó que Verónica estaba cada vez más apagada, pero le echó la culpa a sus celos sin sentido por la amistad que empezaba a crecer entre él y Gideon. Era tonto, ella sabía que no había nadie en el mundo a quien Finn quisiera más.

***

Gideon odiaba cargar el equipo de audiovisual cada vez que ponían películas o documentales en la clase de ciencias, pero ese era su trabajo por ser el chico más fuerte de la clase. Lo peor era que no recibía ayuda. Él tenía que hacerse cargo de llevar todo, abrir la puerta y meterlo en el armario. Como fuera, por lo menos pasaba algo de tiempo fuera del confinado salón y sin verle la cara a la profesora. Ese día, después de cerrar la puerta y darse la vuelta para volver, saltó al notar que Verónica estaba parada detrás de él, mirándolo desde abajo con sus ojos azules como dagas afiladas -así le miraba todo el tiempo, no era nada raro-. Ella tenía en sus manos algunos libros.

-¿Qué estás haciendo? -interrogó ella.

El pasillo estaba vacío, él no tenía idea de donde ella había salido y por qué no la había escuchado llegar. La chica era como un fantasma.

-Nada, solo guardaba el equipo de audiovisual -Gideon sonrió y se recargo contra la puerta-. ¿Y tú?

Él había estado loco por ella hacía un tiempo y por mucho tiempo pero la verdad era que ahora la veía... y le gustaba menos. Sin mencionar que cada vez parecía más enojada y más pequeña. Gideon se pregunto si era posible que se estuviese encogiendo.

Ella tomó una gran bocanada de aire, como si estuviese a punto de decir algo que no quisiera.

-Quiero hablar contigo -dijo.

-Claro ¿Qué pasa?

-Sal conmigo -dijo, directa y seria.

-¿Qué?

Él no iba a mentir, sintió un poco de esperanza, pero entonces la carta de Finn vino a su mente junto con todas las veces que había hablado con él esa semana y todas las veces que ella lo había rechazado, amenazado e incluso deseado la muerte. Ella no podía estar hablando en serio.

-Sal conmigo -ella dio un paso hacia adelante y esbozó una sonrisa forzada-. ¿No es eso lo que siempre has querido? Hagámoslo, salgamos... de todas maneras... Finn ya no está en el medio ¿No es así? son amigos y tú sabes que no es por él.

-Sé que no es por él, por eso no entiendo -Gideon se separó de la puerta y se alejó de ella un poco-. No te gusto, mírate, te estás obligando a ti misma a hacer esto... ¿Qué mierda, Verónica, por qué quieres hacerle algo así a Finn? Sabes que no le va a gustar.

Ella bajó la mirada y soltó un suspiro cansado, se veía enferma.

-No sé que más hacer -la oyó susurrar.

-No es tu amigo ¿Verdad? Le tienes envidia -murmuró Gideon-. Eres... de lo peor.

-¡Cállate, no sabes de lo que estás hablando! -ella caminó hacia él.

-¡Quieres lastimar a Finn! -gritó Gideon de vuelta-. Han pasado toda una vida juntos ¿Por qué quieres hacerle algo así?

-No es sobre eso -ella apretó los dientes y alcanzó la camiseta de Gideon en su puño-. ¡Finn es mío!

-¿Qué?

-Lo amo, es mío... tú... ese no era el plan y queda poco tiempo ¡No puedes hacer esto ahora!

-¿Hacer qué? -Gideon la empujó lejos-. Estás loca, sabes que Finn es gay ¿Y qué tengo yo que ver en todo esto? Aparte, si lo amas y es tuyo ¿Por qué quieres salir conmigo? ¿Cuál es tu plan? ¿Salir conmigo, luego botarme y hacer que no quiera acercarme a ustedes de nuevo? ¡Estás loca!

-Al parecer no eres tan tonto -ella se rió, parecía al borde las lágrimas-. Solo aléjate de él, por favor... por ahora.

Gideon apretó lo mandíbula, dio un paso al frente y la miró directo a los ojos.

-Oblígame -sentenció él-. Finn no es tuyo, estás loca y no voy a dejar de hablarle solo porque tú lo quieres para ti, lo tuviste durante diecisiete años, Verónica y tienes que aceptar que nunca te va a querer como tú deseas... ¿Por qué quieres traicionarlo y verlo sufrir si lo amas?

-No quiero traicionarlo ¡Pero tú no me dejaste opción! -ella lo empujó débilmente-. Y puedo verlo en ti, eres tan estúpidamente débil, va a pasar antes de que siquiera pueda decir nada y no habré cumplido mi cometido.

-¿A qué te refieres?

Ella sonrió.

-Eres patéticamente compatible con Finn -soltó una risa-. Dios, sí que escogió bien.

-Soy heterosexual -puntualizó Gideon-. Pero justo ahora voy a ir a decirle a Finn sobre esta mierda.

-¡No te atrevas!

-Él merece saberlo.

-¡No es tu asunto!

-Finn es mi amigo ahora y sé perfectamente lo que se siente que alguien a quien siempre quisiste te traicione, así que te jodes, él lo sabrá.

Verónica gruñó, pero cuando Gideon se alejó de ella por el pasillo, no fue por él. Luego de que la última campana sonara, Gideon empezó a buscar a Finn por todas partes, intentó en la biblioteca pero no era su día de voluntariado, paseó por cada pasillo en busca de él pero no estaba en ninguna parte. Estaba seguro de que Verónica estaba con él y probablemente ya se había lavado las manos. Gideon no podía soportar la traición, odiaba a las personas que fingían ser lo que no era, que engañaban y se reían de los demás a sus espaldas, que no valoraban a sus amigos y no le importaba perderlos. Nunca pensó que la chica que le había gustado por tanto tiempo era una de esas personas.

Por fin encontró a Finn en el estacionamiento, hablando con un par de chicos que él no conocía. Gideon corrió hasta él y lo tomó del brazo, excusándose con sus acompañantes para llevarlo hacia un lado.

-Necesito decirte algo -Gideon dijo.

-¿Qué sucede? -Finn soltó una risa-. ¿Qué es tan importante?

-Verónica.

-¿Qué sucede con Verónica?

-Es una perra.

Finn lo miró en blanco durante un minuto entero antes de conectar su puño en la nariz de Gideon. Él se alejó, tocándose la nariz con ambas manos. No había sido un golpe demasiado fuerte, pero aun así la mano de Finn era huesuda y lo lastimó.

-¡Joder!

-¡No hables de Verónica de esa forma! -exclamó Finn-. ¡Quiero saber por qué crees que tienes el derecho de llamarla así!

-De acuerdo, tal vez no fue la mejor palabra y debí explicártelo primero -Gideon trató de calmarse, pero aun mantenía su mano sobre su nariz-. Te estoy diciendo que ella me invitó a salir con toda la intención de lastimarte.

-¿De qué hablas?

-Lo que oyes, ella... está enamorada de ti -Gideon no se dio cuenta de lo importante que sonaba hasta que se escuchó a sí mismo decirlo y vio los ojos de Finn abrirse de par en par-. Eso me dijo, dijo que eras suyo, algo sobre que el plan era que nosotros no fuéramos cercanos y... el punto es que está loca.

Finn volvió lucir perdido por un minuto mientras procesaba todo.

Luego él dijo-: Estupideces -y se dio la vuelta.

Gideon corrió detrás de él.

-¡Es verdad! -exclamó-. Dios ¿Cómo puedo probártelo?

-¡Ella nunca haría algo como eso!

-¡Finn ¿Por qué te mentiría?!

-No lo sé, ¿Porque estás enojado con ella por rechazarte? Debes aceptar que no le gustas a todos y de ahora en adelante, olvídate de que me gustabas, intentaré cambiar eso.

-¡Finn, hablo en serio!

Gideon tomó la mano del chico, lo hizo voltear y lo tomó por los hombros para zarandearlo.

-¡Verónica no es quien dice ser, es una doble cara que quiere lastimarte y a la que no le importa tu felicidad, solo la suya! ¡Reacciona!

Finn lo miró a los ojos, profundamente dolido. Gideon tragó fuerte. Esos ojos eran muy lindo para lucir así de tristes por una persona que no valía la pena. Él se sintió profundamente mal por tener que ser él el que le trajera las malas noticias pero no podía dejarlo así, no podía fingir que no había escuchado lo que había escuchado.

-Tan patéticamente débil -escuchó decir a la voz de Verónica detrás de ellos.

-Verónica -Finn se sacudió las manos de Gideon y corrió hacia ella-. ¿Me puedes explicar que está pasando?

Ella lo miró a los ojos.

-Te amo -dijo.

-Lo sé -Finn sonrió.

-Sabes que no es así -ella sacudió la cabeza-. Te lo dije hace algún tiempo, te dije que estaba enamorada de ti.

Finn hizo una mueca.

-Yo... sí, lo sé, pero hablamos de ello y...

-Yo tenía un plan -murmuró ella-. ¡Y él lo arruinó!

Ella estaba al borde del llanto de nuevo cuando apuntó a Gideon con su dedo.

-¿De qué hablas? -Finn frunció el ceño-. Sinceramente no entiendo que tiene que ver Gideon en esto -él tomó la mano de su amiga la puso entre las suyas, mirándola con esperanza-. ¿Es verdad... que hiciste lo que Gideon dijo? Tal vez él lo malinterpretó, tal vez sí querías salir con él en serio ¡Lo cual está bien para mi! Sabes que... sabes que yo ya me resigné.

-Ugh -Verónica desvió la mirada y sacudió su mano fuera del agarre de Finn-. No, ni hablar, no quiero salir con él, simplemente lo insinué porque... ¡Porque el maldito está en mi camino! Yo sé lo que pasará... pero fallé... ¿Qué importa ya?

-¿Qué pasará? -Finn frunció el ceño.

Ella subió la mirada y le dio una sonrisa triste.

-Tienes tanta suerte Finn, la persona a la que amas es un idiota moldeable.

Finn dio un paso atrás.

-¿Realmente querías... lastimarme?

-No -Verónica se miró las manos-. Pero ahora... solo puedo dar un paso atrás y dejar que pase ¿No? Maldito seas, Pez gato.

-Verónica... ¿Por qué hablas así? nosotros... iremos a la universidad juntos, nunca me alejaré de ti.

Ella tomó una gran bocanada de aire y luego la dejó salir.

-Pero yo sí de ti -dijo.

Verónica se fue, caminó fuera del estacionamiento, hacia la calle y Finn no trató de seguirla o se movió en lo absoluto. Solo cuando Gideon se acercó a él y miró su rostro se dio cuenta de que estaba llorando en silencio. Finn limpió sus lágrimas cuando se percató de la mirada de Gideon sobre él... pero el chico solo le sonrió intentando hacerlo sentir mejor. No tenía idea de que tramaba Verónica, que había pasado y por qué ella actuaba como si se fuera a suicidar, pero sabía que Finn se estaba sintiendo mal, así que le dio un abrazo.

Finn podía haber escrito todas esas cosas cursis sobre como amaba a Gideon y todo eso... pero él sabía que si había alguien a quien Finn realmente amaba en muchos aspectos, esa era Verónica. Él estaba realmente afectado con el descubrimiento de sus verdaderos colores, nunca había visto a alguien llorar tanto por unas simples palabras que podían ser o no en serio. Pero eso era lo de menos; para aliviar su dolor, él trataría de ayudarlo. Después de todo, eran amigos.

Y solo eso.

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