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17. El día más brillante.

Finn miró a Gideon cuando este abrió la puerta de su casa; Abi lo había llevado, como vivían en la misma calle él solo iba a hablar con Gideon durante unos minutos y luego volvería a casa Abi donde se encontraban Parker, Terra y Brian también. Él resolvió que tenía que hablar una última vez acerca del asunto, solo para asegurarse de que todo estaba bien entre ellos. Se sentía casi libre de pensar en despedirse correctamente de su crush por Gideon, sin embargo, un sentimiento feo lo abordó cuando Gideon abrió la puerta y Finn notó que estaban sus compañeros de equipo dentro de la casa haciendo ruido. Por supuesto que tenía miedo de haberla cagada y de ellos los vieran juntos, así que retrocedió y se escondió hacia un lado en el porche. Gideon al verlo cerró la puerta rápidamente y se apoyó contra ella, para impedir que cualquiera pudiese abrirla.

—Finn, hola ¿Qué haces aquí? —interrogó Gideon, visiblemente nervioso.

—Vine a dejarte un regalo por tu cumpleaños —él dijo, poniendo en la mano libre de Gideon una pequeña caja que contenía solo una pulsera nueva de las que a Gideon le gustaban—. Es hoy ¿No? Y quería hablar, pero puede ser en otra ocasión.

—Mmm —Gideon miró a través de la ventanilla de la puerta hacia adentro de la casa—. No, ven a la cochera, hablaremos allí.

Finn asintió y ambos se dirigieron hacia la cochera, Gideon levantó la pesada puerta sobre su cabeza y ambos pasaron, él encendió la luz y puso el regalo sobre la mesa, apoyándose luego sobre ella y cruzando los brazos.

—¿De qué querías hablar? —preguntó tratando de no hacer una mueca, se veía nervioso y demasiado consciente de la puerta de la cochera—. Mis compañeros decidieron venir hoy a celebrar, les dije que no pero buscan cualquier excusa para hacer una fiesta... ellos no saben lo de Verónica y no quise decírselos.

—Está bien —Finn asintió—. Es tu cumpleaños, debes celebrarlos.

—Gracias... entonces...

—Solo quería ver si las cosas estaban bien entre nosotros, solo eso —Finn se encogió de hombros—. Sé que lo aclaramos antes pero quería saber si quieres seguir siendo amigos, claro que no me refiero a ser amigos en frente de todo el mundo, sé que el entrenador está sobre tu espalda acerca de eso pero... tú me entiendes.

—Claro que podemos ser amigos —Gideon sonrió—. Lo estuve pensando ¿Sabes? realmente lamento haber actuado así, sé que no era lo que tú querías y estaba tan enfocado en ayudarte que pensé que esa era la única salida.

—Lo sé, no te culpo —Finn sonrió—. Lamento haber puesto en riesgo tu carrera... y tu heterosexualidad.

Gideon echó la cabeza hacia atrás y soltó una risa profunda.

—Aun tengo que cerciorarme de que no tenga cierto gusto por los chicos, es decir, me incomoda besar a uno pero tal vez solo deba acostumbrarme —dijo Gideon—. Así que si quieres...

—No pasará —Finn rió—. Ni en tus más locos sueños.

—Oh demonios, las mesas se han volteado —Gideon rió divertido, mirando a Finn mientras negaba con la cabeza—. ¿Estás con Parker?

—Parker volverá a China, yo no estoy con él y probablemente no lo esté en un buen tiempo, pero ya sabes, hacemos cosas juntos y... tenemos esperanza. No es como que él tenga que ver, te rechazo porque ya me hice una idea.

—Me alegro, jodido Parker, es un chico agradable —Gideon suspiró—. Tal vez no sea el momento para ustedes... como no lo fue para nosotros, pero aun así fuiste especial, Finn y me gustó llegar a conocerte.

—También fue un placer conocerte.

—¿Cómo está Verónica? —interrogó Gideon entonces.

—No voy a decir que ella está mejor —Finn resopló—. No lo está, simplemente... están tratando de retrasar el momento final, pero es inevitable, el doctor lo dijo, terminará pronto y a este paso, creo que es mejor para ella... ha pasado por mucho y merece descansar.

—¿Cómo estás lidiando con ello? —Gideon se deslizó hacia el piso y miró a Finn desde abajo—. ¿Cómo puedes... amortiguar el dolor?

—No puedo, solo sufro, debo hacerlo... me preparé para perderla hace diez años y ahora debo hacerlo de nuevo, fueron unos buenos diez años —Finn se encogió de hombros—. No es fácil, sé que será peor cuando se vaya pero voy a estar bien, yo lo sé... solo necesito recordar que estaré bien.

—Te subestimé... eres más capaz y más fuerte de lo que yo lo sería.

—No creo que eso sea cierto —murmuró Finn—. Me voy, feliz cumpleaños, Gideon.

—Adiós, Finn... juntémonos alguna vez, con los chicos.

—Está bien.

Él salió de la cochera lo más rápido que pudo, suponiendo que Gideon iba a regresar por dentro hacia la casa. Sin embargo, queriendo pasar desapercibido solo logró encontrarse al chico que había tomado la foto de Gideon y Finn en el porche, casi a punto de tocar el timbre. Finn rodó los ojos y el chico lo miró. Él era el que quería robar el puesto de Gideon como capitán del equipo, pero no era muy bueno, lo había visto jugar, también era algo flacucho para jugar futbol... él era un chiste, pero Finn no lo culpaba sabía quién era y que sus padres lo presionaban para jugar. El chico lo miró como si fuese una plaga, cruzándose de brazos.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó con un aire de altanería—. Entonces es verdad que estás acosando a Gideon.

—Solo vine a hablar con él, en son de paz —Finn dejó caer los brazos—. ¿Por qué te importa tanto? Acepta que no serás capitán del equipo, nadie quiere que lo seas y sinceramente, creo que tampoco quieres serlo.

—¡Eso ya lo sé! Pero el equipo perderá si sigues acercándote a Gideon, ellos pudieron haberte visto y van a culparme a mí por haberle dicho al entrenador en primer lugar —él dio un paso adelante, hasta acercarse lo suficiente como para que Finn quisiera retroceder—. Déjalo en paz ya ¿No has hecho suficiente?

—Jesús —Finn rodó los ojos—. ¿Estás enamorado de él o algo? Juro que los demás son menos intensos de lo que lo eres tú.

El chico retrocedió, alejando su mirada rápidamente antes de echarse a reír como si eso fuera ridículo, pero Finn vio un pequeño atisbo de pánico en sus ojos y sacudió la cabeza. Supuso entonces que todo este interés de el chico hacia que hacía él en casa de Gideon no solo era por su miedo a que el equipo perdiera a su capitán, si no también había algo allí además de eso. Finn sonrió y alargó su mano para ponerla sobre el hombro del chico.

—Amigo, creo que deberías decírselo —dijo—. Él y yo no tenemos nada que ver, solo somos amigos.

—No sé de qué estás...

—Solo díselo, estoy seguro de que a él le va a dar gusto ayudarte... sabes, así es Gideon —Finn se encogió de hombros—. Yo pasé de ello, él ya no es mi sueño, pero podría ser el tuyo.

El chico lo miró cruzándose de brazos, unos segundos después resopló y entró a la casa sin llamar a la puerta. Finn rió y entonces empezó a caminar lejos de la casa, dirigiéndose hacia la casa de Abi justo en frente. La puerta estaba abierta así que entró y encontró a sus amigos reunidos en la sala hablando sobre algo que aparentemente era muy gracioso. Eso le gustaba de ellos, siempre había algo sobre lo que estar feliz y era reconfortante, él pensó que una amistad así solo podía conseguirse con alguien como Verónica... pero estaba contento de haber descubierto que era posible de congeniar con otras personas más de lo que pensaba.

Ese día Parker lo dejó frente a su casa y Finn fue a alimentar a Pit y luego fue a dormir caso de inmediato; había soñado con el día en que él había ido a visitar a Verónica al hospital por primera vez, hacía diez años. Ella se veía radiante como siempre. Finn recordaba haber pensado que ella se iba a curar y que ambos iban a salir a jugar muy pronto. Luego sus padres le dijeron la verdad... y él lloró hasta secarse. Verónica llamó al día siguiente.

Él estaba feliz de escucharla, pero por alguna razón no podía recordar que era lo que ella había dicho ese día... no importaba, solo estaba feliz de escucharla.

—No me olvides —de pronto ella dijo, las palabras resonaban claramente en su memoria—. Si me voy, no me olvides... pero quiero que juegues con otros niños y seas feliz, pero no me olvides y no olvides el tesoro en la casa del árbol, nuestras cosas, ve por ellas cuando me vaya.

Finn abrió los ojos de golpe cuando el teléfono de la casa empezó a sonar abajo... su corazón dio un vuelvo y él voló las sabanas hacia un lado, levantándose tan rápido como sus piernas le permitían... no llegó demasiado lejos. Oyó como Clark murmuraba algo abajo mientras él caía casi a al comienzo de las escaleras y sus rodillas débiles tocaban el piso. Jamás estuvo tan aterrado de la realidad. Su respiración se volvió pesada y sus manos sudorosas. Escuchó como Clark volvía hacia arriba. Todo estaba oscuro, era probablemente pasada la medianoche... escuchó como la puerta de la habitación de sus padres se abría en cuanto pudo ver la cara de Clark. Él se veía como si alma acabara de dejar su cuerpo.

Su madre se arrodilló junto a él cuando Finn preguntó—: ¿Verónica?

—Era su madre —dijo Clark con su voz quebradiza—. Ella falleció... hace una hora.

Finn tomó una gran bocanada de aire antes dejar salir un sonido lastimero de su garganta; él empezó a llorar, como nunca había llorado en su vida... lloró hasta que todo se volvió negro y su cuerpo ya no podía moverse. Su madre lo abrazó, allí arrodillada en el piso mientras también lloraba. Él se descubrió a sí mismo despertando a la mañana siguiente con un gran vacío en el pecho.

Nunca había entendido bien lo que "morir" significaba... no hasta que Verónica murió.

Significaba un gran vacío en su vida, dolor, desesperanza y ganas de morir.

Él despertó para encontrar que era peor de lo que alguna vez hubiese imaginado... estaba seguro de que una parte de él había muerto con Verónica. Prácticamente había nacido con ella, era justo que una parte de él muriera una vez que ella ya no estuviera. Era frío y doloroso, todo era gris ese día.

Finn funcionaba en piloto automático; su madre lo ayudó a vestirse, para luego dirigirse los cuatro hacia la casa de Verónica, donde su madre se encontraba. Él la había escuchado llorar a través de la ventana una vez que llegó. El padre de Verónica estaba con ellos, sus hermanos parecían fantasmas; Finn pensó que no era nada fácil perder a su hermana mayor a tan corta edad... si él estaba muriendo por dentro, solo podía imaginarse la clase de dolor por la que ellos estaban pasando sin poder entenderlo realmente.

—Tía... —Finn susurró al ver encontrar a la madre de Verónica.

Ella se echó a sus brazos y lloró. Ambos lloraron.

—Ella te amaba tanto —la mujer repetía—. Eras el mejor amigo de Verónica, ella te quería tanto... ella te quería.

Finn asentía a todo lo que ella decía, lo recordaba... y dolía.

Ella se separó de él de un momento a otro y lo miró a los ojos.

—Finn... no puedo soportarlo —decía, lucía tan demacrada, agotada y sombría—. Voy a irme, no puedo soportarlo, todos nos iremos.

—¿Se van a mudar? —interrogó Finn, tratando de secar sus propias lágrimas.

—Sí —ella asintió—. Y quiero que me hagas un favor.

Finn asintió.

—Lo que sea —murmuró.

—Ve a la casa del árbol y saca sus cosas, quédate con ellas, haz lo que quieras —le dijo—. Ella así lo quería.

—Bien —Finn volvió a asentir—. Está bien.

Ella alargó su mano para acariciar el cabello de Finn.

—Gracias por ser su mejor amigo... ella fue feliz hasta el último día, gracias a ti.

Finn no quiso decir nada y salió de la casa... necesitaba respirar; se encontró de frente con Hugo, él vestía un traje negro y sus ojos estaban tan rojos como los de cualquiera que la hubiese conocido. Finn lo miró y Hugo bajó la cabeza, acercándose a él. Lo abrazó; no hacían falta palabras, ni haberse conocido de toda la vida, haber amado a Verónica era suficiente para entender todo lo que estaba pasando el otro.

—No pensé... no pensé que fuera a pasar tan pronto —murmuró Hugo.

—Ni yo —dijo Finn—. Lo siento.

—Yo también —ambos se separaron—. Siento que no fue suficiente, debí haberla buscado antes... debí...

—Ya está hecho —murmuró Finn—. Solo queda seguir adelante... es lo que ella hubiese querido.

—Lo sé, pero hoy no puedo hacerlo.

Finn miró hacia los ojos llorosos de Hugo asintió—. Yo tampoco —dijo—. Va a tener que perdonarme pero no puedo seguir adelante hoy y tal vez mañana tampoco... simplemente no soy tan fuerte.

—Ella confiaba en ti y sé que no estaba equivocada.

Eso lo hizo sonreír, solo un poco.

—Finn —Clark lo llamó, acercándose a ellos—. Deberías ir a comer, no has desayunado —él miró directamente hacia Hugo y frunció el ceño, pero no dijo nada.

—Tú debes ser Clark —Hugo trató de parecer amable y sonreír un poco, solo por simpatía, le ofreció la mano—. Soy Hugo.

—Un gusto ¿Eres familiar de Verónica? —Clark estrechó su mano.

—Su ex novio —Hugo miró hacia abajo—. Ella habló de ti, dijo que tenemos cosas en común, quería presentarnos.

Clark miró hacia Hugo por algunos momentos y asintió, pero no dijo nada más antes de mirar a Finn y preguntar "¿Vamos?", aun así él avanzó sin Finn hacia su casa. Finn miró a Hugo y se encogió de hombros.

—Él gustaba de Verónica, así que...

—Lo entiendo —Hugo asintió y luego sonrió a través de las lágrimas—. Llevará tiempo.

Finn volvió a casa y tomó su desayuno antes de avisar a Parker y los demás, incluyendo a Gideon. La madre de Verónica le había dicho la hora en la que Verónica sería enterrada, así que Finn les avisó a todos y luego apagó su celular. Por supuesto, Parker apareció en su casa.

Él corrió a abrir la puerta cuando Clark dijo que se trataba de él.

Finn lo besó.

Lo necesitaba.

Finn necesitaba olvidar por un rato.

Parker le correspondió el beso hasta que las lágrimas saladas de Finn lo interrumpieron.

—Estoy aquí —dijo él acariciando su mejilla y arrastrándolo hacia adentro—. Estoy aquí, no te preocupes... ¿Quieres hablar?

—No —Finn sacudió la cabeza—. Quiero... dejar de existir.

—Ven —Parker se acomodó con él en el sofá—. Dejemos de existir por un rato, juntos, aquí.

Finn quiso sonreír... luego empezó a llorar.

Él estaba seguro de que no le volverían a quedar lágrimas para llorar por cosas estúpidas nunca más... el cielo estaba tan brillante ese día, era el día más brillante que hubiese visto y aun así se sentía como si valiese la pena salir a admirarlo, él solo quería que todo fuera tan gris como él se sentía.

Pero sabía que era brillante porque ella no lo dejaría salirse con la suya.

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