15. Ni en mi lecho de muerte.
Finn escuchó a Parker por un buen rato, ambos estuvieron en su habitación hasta que se hizo muy tarde, demasiado para que Parker regresara a casa, así que decidieron que pasaría la noche allí. A su padre no le molestó la idea solo porque era Parker, casi parecía contento, se portó lo más amable posible. Finn sabía que no se trataba sobre el dinero de Parker, o sobre su auto, o sobre lo carismático que era —no tanto sobre esa parte—. Su padre simplemente le tenía un odio irracional a Gideon, ahora mucho más que Clark le había ido con el chisme de lo que había ocurrido con la foto y los rumores. Al parecer su hermano nunca dejaría de ser un chismoso.
—Puedes usar la habitación de huéspedes, Parker —decía el hombre mientras se levantaba del sofá, después de haber estado hablando con Finn y Parker por un buen rato.
Había interrumpido una conversación íntima, pero como si hubiese sido invitado, se unió a ella sin mucho que decir. A Finn le preocupaba que a su padre le agradace tanto el chico, presentía que quería que se casara con Parker y aunque le gustaba muchísimo, era esa clase de compromiso la que quería evitar por los momentos.
—Dormirá en mi habitación —dijo Finn.
—No, él no lo hará —su padre sonrió forzadamente—. Dormirá en la habitación de huéspedes.
Finn frunció el ceño.
—¿Por qué? Cuando Gideon vino él durmió en mi habitación —se cruzó de brazos, extrañado por la actitud de su padre.
Carson lo igualó cruzando sus brazos, con una expresión de autoridad, levantando la barbilla, sus ojos estaban fijos en Finn.
—Bueno, para empezar, no pediste permiso para eso y no te lo permití, no lo eché porque tengo modales pero entenderás que no puedo dejarte dormir con Parker —el hombre parecía un padre anticuado cuidando de la virginidad de su niña, Finn quiso reír porque jamás lo había visto tan preocupado por sus castidad antes—. Además, Parker no debería tener ninguna razón para querer dormir en tu habitación ¿no es así, Parker?
—Claro —Parker asintió, tragando grueso.
—Oh, por favor —Finn rodó los ojos—. No hay razón para que te preocupes, solo somos amigos.
—También eras amigo de Gideon y mira como término todo —Carson se encogió de hombros—. Ya dije que no, jovencito.
—Creo que es muy tarde para que te preocupes por... —Parker apretó la mano de Finn con fuerza e interrumpió la conversación.
—¡Me encantará dormir en el cuarto de huéspedes! Por cierto, que lindos muebles —espetó con una sonrisa nerviosa.
—Gracias —la voz de la madre de Finn se escuchó cuando ella entró en la habitación—. Los escogí yo... Parker ¿No? —Melody le tendió la mano al chico, quien la estrechó con fuerza—. Gusto en conocerte.
—El gusto es mío, señora Kelly —Parker estaba tratando demasiado de ser cortés y lindo, Finn podía ver a través de esa máscara ahora, cuando él se sentía obligado a actuar de una manera.
—¿Sobre qué discutían? —interrogó su madre.
—Papá no quiere dejar que Parker se quede en mi habitación esta noche —Finn se cruzó de brazos con una mirada cansada—. Ya le dije que no tiene nada de qué preocuparse así que no entiendo por qué sigue insistiendo.
—No es como que se va a embarazar, Carson —Melody rodó los ojos—. ¿Qué importa donde se quede? Además, son amigos, querrán hablar y esas cosas.
Su madre estaba mucho más relajada ahora, ella y su padre parecían haber cambiado de roles; él se preocupaba demasiado y ella no tanto. Para Finn era algo extraño, estaba acostumbrado a que era al revés pero no es como que estuviese descontento, de hecho le gustaba porque ambos parecían más cómodos con la manera en que estaban viviendo ahora. Habían incluso comenzado a parecer igual de enamorados que antes. Clark no cabía en sí de tanta alegría, aunque aún Finn creía que la felicidad de Clark dependía demasiada de la de sus padres, pero ¿Quien era él para juzgar?
—Ya le dije que no —Carson mantenía su pose.
—No le hagan caso —Melody rodó los ojos.
—Genial, vamos Parker —Finn tomó la mano de Parker y lo llevó escaleras arriba antes de que su padre pudiese protestar.
Parker se veía abrumado cuando Finn cerró la puerta detrás de él. Eso hizo a Finn reír, él no había reído en varios días. Sintió unas ganas inmensas de sentir calor humano, así que abrazó a Parker. El chico lo recibió, apretándolo con fuerza. Finn estaba contento en ese momento, Parker era como un aislante en ese momento, podía estar con él e ignorar lo que pasaba afuera, al menos por un rato. Por eso quería llevarlo a su habitación, su zona de confort.
—Ah, ven, quiero que conozcas a Pit —Finn lo tomó de la mano y lo sentó junto en su cama, hacia donde llevó a Pit luego de sacarla de su caja, Parker la miró con fascinación.
—Oh, Dios, sabía que tenías una de estas pero no pensé que se viera tan linda en persona —Parker la sujetó en sus manos sin sentirse asqueado—. Cuando era pequeño, me gustaban los reptiles, pero a mi madre no, los odiaba, así que su constante insistencia porque no hablase de ellos mi hizo olvidar mi gusto.
—Mis padres me llevaban siempre a donde podía encontrar pequeñas lagartijas —Finn sonrió con nostalgia—. En casa de mi abuelo había muchas, me gustaba ir allí... ahora viviré allí, lo hablé con mis padres e iré a la universidad Houlson, cerca de aquí, si mi aceptan, es donde vive mi abuelo con mi primo Baxter, él es profesor allí.
—¿Lo harás? ¿Qué pasó con Brown?
—Como sabes, no estuve concentrado en mis estudios así que... Brown es un sueño que no podrá ser —el chico se encogió de hombros—. Además, yo quería ir con Verónica Brown pero... no sería lo mismo sin ella, no importa lo grande y hermosa que sea Brown, sin Verónica... no creo que pueda poner un pie allí.
—Entiendo —Parker asintió—. Houlson es buena también... la consideraré entre mis opciones —él le dio una sonrisa ladeada.
—¿De qué hablas? Debes tener un gran promedio —Finn rodó los ojos—. No puedes ir a Houlson.
Parker se removió incómodo y apartó su mirada hacia Pit, acariciándola como si quisiera evitar el tema. Finn se inclinó hacia adelante, tratando de ver su cara. Si no recordaba mal, Parker había dicho que era bueno en la escuela.
—Puede no haber sido tan cierto lo de que era bueno en la escuela —Parker murmuró—. No es que sea malísimo pero no me graduaré con honores... iré a una universidad normal, digo, siempre consigo nueves pero para mis padres eso es muy bajo y decepcionante... aunque...
—¿Qué? —Finn frunció el ceño—. Realmente no me interesa ¿Sabes? aun así me gustas, ¿Y nueves? Por favor, ¡Eso es ser bueno! Así que no mentiste siquiera, podrías graduarte con honores con eso.
—No en un colegio privado de alto prestigio, es extenuante.
—Pobrecito tú ¿Aunque...? Ibas a decirme algo.
—Bueno, la cosa es... —Parker resopló—, que mi madre siempre ha querido que me vaya de intercambio a China y viva con nuestros familiares y en un impulso, cuando creí que ya no tenía oportunidad contigo... le dije que sí, que iría a China a estudiar y ella está arreglando los papeles, ya habló con mis familiares, está muy emocionada y yo no tengo el corazón para decirle que no, sé que fue una locura pero Dios, quería escapar y... soy un idiota, lo siento.
Finn sufrió una gran decepción, de nuevo, cuando escuchó a Parker decir aquello, pero supuso que no tenía nada de qué quejarse, él había causado toda esta situación. Sus decisiones habían llevado a las personas a estos extremos. Él trató de respirar profundo y sentirse bien consigo mismo, pero la verdad era que no podía, estaba enojado por haber metido la pata de esa manera... como si nada de lo pasado con Gideon hubiese valido la pena. Él sabía que no era así. Alguna enseñanza había en todo aquello pero en ese momento no podía pensar en ninguna, solo quería tomar a la madre de Parker, decirle que él no iría a ningún lado y luego encerrarlo para siempre en su habitación.
Tal vez es para lo mejor.
La voz de Verónica le recordó, ella había dicho eso la primera vez que le habían diagnosticado cáncer.
Tal vez es para lo mejor que muera ahora... tal vez esto afectará de buena forma tu vida. No te concentre en lo malo, concéntrate en todo lo bueno que podrías hacer con una sola cosa mala que te salga.
Eso lo había dicho, hacía apenas dos días. Como volaba el tiempo. Aun después de años, ella seguía viéndole el lado bueno a su muerte.
Finn miró a Parker y levantó una mano para acariciarle el rostro.
—No importa, aun nos queda tiempo —dijo—. Al menos te conocí... ¿No te alegra?
—Claro que sí —Parker rió—. No me iré por siempre, voy a volver.
—Estaré aquí... sí, voy a estar aquí por mucho tiempo.
—Eso espero —Parker lo atrajo más cerca con sus manos—. No creo que pueda olvidarme de ti aun estando al otro lado del mundo.
—Más te vale no hacerlo —Finn recargó su frente con la de Parker—, pero si lo haces no importa, si conoces a alguien más ¿Quién soy yo para sentirme ofendido? Tal vez triste, pero estaría bien con ello y no tienes nada de qué preocuparte... sin embargo, dame una visita cuando vuelvas.
—No... —Parker negó con la cabeza—. No me gustan otros chicos asiáticos, me gustan los chicos rubios de ojos azules, con sonrisa dulce y con un gusto extraño por los reptiles.
—Oh, claro —Finn se echó a reír.
Ambos se miraron a los ojos en ese momento y luego... se besaron.
¿Qué más quedaba por hacer? Finn había dicho que aun quedaba tiempo pero estaba seguro de que no era el suficiente ahora que había descubierto que los besos de Parker podían alarmarlo y excitarlo tanto como calmarlo y hacerlo sentir en casa. Parecía que nada en la vida de Finn duraba demasiado, tal vez haber sido el primer bebé de 1999 en Baltimore le había dado una maldición o algo por el estilo.
Al día siguiente, ambos fueron a visitar a Verónica.
Ella parecía cada vez más pequeña e indefensa. A Finn le dolía el corazón verla así, siempre lo hizo y ahora que sabía que no habían cirugías para salvarla en el futuro todo era mucho más desgarrador. Si él se sentía de esa manera, no podía siquiera imaginar el dolor de los padres de Verónica.
—Así que tú eres el famoso Parker —Verónica tomó la mano del chico y la palmeó—. Eres lindo.
—Gracias, también es un placer conocerte —Parker rió—. Finn ha hablado mucho sobre ti.
—Seguro que sí, está obsesionado conmigo —ella rodó los ojos con diversión—. Bueno ¿Qué tal va lo de ustedes, ya el pez gato está fuera del camino?
—Verónica... —Finn la miró con seridad.
—¡Vamos, yo era del equipo de Parker! —ella exclamó—. Dime que ganaste.
Parker rió.
—Quiero creer que sí —él dijo.
Verónica los miró a ambos por varios minutos antes de voltearse hacia la mesa a su lado y estirarse para tomar un sobre que yacía sobre ella. Finn estaba confundido cuando ella lo puso en sus manos.
—Ábrela después del funeral —dijo—. Te habría enviado un email pero quería que fuera teatral y toda la cosa.
—Ni en tu lecho de muerte ¿Eh? —Finn alzó las cejas.
Ella rió.
—No, Finn, ni en mi lecho de muerte dejaré de ser como soy.
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