✐003.
El mayor dejó la puerta abierta y se adentró, sabiendo que su visita se encargaría de pasar y cerrar.
Tal cual, Jungkook cerró detrás de él aquel objeto de metal que su dueño nombra como puerta de submarino, y se movió rápidamente a su lado, esperando que se desocupe con lo que sea que estaba usando y le preste atención.
La amistad con su mayor viene desde hace ya años, cuando nuestro príncipe era pequeño, él ya se encontraba viviendo en aquel que conoce como su hogar.
Era el único de todos los que sabían sobre su obsesión con "lo prohibido" que no lo veía como loco, o regañaba por encontrar interés con el tema.
Lo observó alejarse unos metros con otros objetos en mano, dándole la espalda y acomodando unas cosas de ese sector.
Lo recorrió con la mirada inconscientemente, viendo desde su espalda, el comienzo de su cola, para finalizar en la punta de esta.
Donde un gran pedazo de la delicada zona estaba ausente.
La piel se le erizó de tan solo pensar en el dolor de aquel gran desgarro de tejidos. Y no podía hacer más que imaginarlo, ya que se rehusaba a contar la trágica anécdota de lo sucedido.
Siempre cambiaba tranquilamente de tema cuando Jungkook trataba de conseguir más información, pero terminaba siguiéndole el juego y hablar de otra cosa. Entendía que tal vez no estaba listo aún para hablar.
—¿Qué sucede? —preguntó todavía de espaldas. —has llegado más temprano de lo normal.
Sacudió su cabeza y miró a cualquier otro lugar.
Era verdad, se había despertado incluso más rápido que el sol para poder deshacerse de aquel castigo, cosa que logró incluso antes de lo esperado.
—Oh, eso. —rascó su nuca. —Solo algo. —levantó sus hombros tratando de quitarle importancia.
—Ajá, y yo tengo un tercer ojo en la nuca. —habló sarcástico girándose a verlo. —Vamos Jeon, ¿Qué piraña te mordió ahora?
Bufó, no le gustaba el no poder pasar desapercibido para el mayor. Para él, Jungkook era muy transparente y obvio.
Conocía todas sus manías y costumbres, no se le pasaba nada por alto.
—Ayer...pues. —se mordió el labio. Miró sus manos y habló rápido. —Subí de nuevo y vi cosas.
Levantó la vista al mayor, quien por su expresión dedujo que tardó unos segundos en entender sus atropelladas palabras.
Hasta que cambió a total seriedad para acercarse a él.
—Jeon. —Si, se había enfadado. —¿Qué te he dicho?. —cruzó sus brazos.
—Que no está mal interesarse por las cosas nuevas, pero hay que parar cuando podemos estar en peligro.—respondió casi de memoria en un tono bajo.
—¿Y tú qué hiciste?
—¿Explorar nuevas oportunidades? —sonrió levantando los hombros. Pero volvió a bajarlos ante la seria expresión que le dio. —Ponernos en peligro.
Respondió suspirando, y se apresuró a explicar.
—¡Pero te juro que no había nadie! Nunca hay nadie cuando yo estoy, solo pasó.
—Así que los viste. —Susurró negando. —¿Te vieron?
Negó rápidamente. Él asintió.
—Será mejor que te mantengas un tiempo alejado hijo.
—¡Pero siempre soy cuidadoso! No volverá a pasar.
Respondió con un hilo de voz. Lo último que esperaba era tener que alejarse.
—Sabes lo peligroso que es merodear ahora, estos días más que nunca te estarán vigilando. ¿Entiendes qué tu coronación se acerca?
Jungkook gimoteo frustrado, acostándose en una gran roca que descansaba en el medio. Observando con el ceño fruncido los mechones de cabello que ahora bailaban delante de sus ojos.
—Esa estúpida coronación. No cambiará nada, ¿qué sentido tiene hacerla?
El mayor suspiró, sabía que hacer enojar al chico no era fácil, y escucharlo maldecir era algo muy raro.
—Escucha. —tomó asiento a su lado, él giró la cabeza en su dirección. —seré sincero, no tengo idea de cómo se siente tener un reino en tus hombros, pero sé que has estado todos estos años a la espera de poder meter tus narices fuera del agua. ¿No te parece que un día sin ir no se compara?
Jungkook arrugó la nariz, no le agradaba esa idea, le dolía el pecho cada que pensaba en que no podría volver. Nadie lo entendía, no era un simple gusto, ese lugar lo llamaba a gritos cada día desde que tiene memoria, y cuando salía del agua, se sentía bien en todos los sentidos posibles, estaba tan a gusto como si fuera correcto lo que él hacía.
Como si su cuerpo le rogara regresar y al hacerlo una satisfacción lo inundaba por completo.
—Además —siguió hablando. —tengo un presente listo para ti.
Sus ojos volvieron enseguida al mayor, se incorporó de golpe y sus ojos brillaron de emoción.
—¿Qué es? ¡Quiero verlo!
Exigió casi sacudiendose. Río por las caras que el muchacho le hacía. Le gustaba el hecho de que Jungkook pese a que ahora sea un hombre, no le dé vergüenza mostrar sus verdaderas emociones y ser tan...él.
—Eso no señorito. Es por tu ceremonia, así que será mejor que asistas sin causar más dolores de cabeza a tu madre.
—¡Hyung! —cantó haciendo berrinches.
Le encantaba todo tipo de regalos que vengan de él, siempre le daba cosas que sus ojos jamás habían visto y su tacto amaba. Lo amaba porque sabía que eran cosas que venían de arriba, y el solo pensar que tenía una pequeña parte de ese mundo en sus manos le ocasionaba escalofríos de la emoción.
Y su hyung lo sabía, por eso había estado trabajando desde hace tiempo aquel regalo, que esperaba estuviera listo para la coronación del muchacho.
[x.x]
Una manta fue colocada en la arena, evitando que salga volando por las brisas gracias a un cuerpo que la sostenía.
—¡Woojin tráeme esa! —le gritó al niño que estaba unos metros alejado buscando piedras.
Algo difícil en una playa. Por eso tenía que alejarse a las rocas que estaban en la orilla del mar.
El menor hizo caso a su hermana y se la llevó, pudiendo al fin sentarse normal sin tener que sostener las esquinas.
—¿Cuándo buscaremos a bigotes?
Hara observó a su hermano, que había tomado asiento a su lado en forma de indio y cruzado de brazos.
—Hey, yo no te estoy deteniendo, puedes ir por ahí a buscarlo mientras estés a mi vista.
—¡Esa es la cosa! Todavía no busco detrás de las montañas que hay del otro lado de la playa, dijiste que vendrías conmigo. —Se volvió a quejar.
Su delgado cuerpo se recostó en la manta, tapando el sol con su antebrazo, ignorando los pedidos de Woojin.
—¿Dónde estará Jimin? —habló para sí misma.
Se destapó la cara para responderle a su hermano y decirle que esperara un poco más, pero antes de que soltara palabra, una ola de arena la tapó hasta el cuello, ocasionando que le entrará en parte a la boca y los ojos.
Se levantó de golpe, frotandolos con el dorso de la mano y escupiendo entre la tos.
—¡Oh! Lo lamento, es que…
La mirada intensa y roja de la irritación de parte de su amiga le cayó encima en cuanto reconoció su voz.
Jimin había estado corriendo cuando se dio cuenta de que iba tarde, pero no midió su velocidad y al frenar de golpe sus pies levantaron toda la arena frente a ellos.
Entre gritos de Hara tuvo que levantar la manta para sacar los restos y volver a colocarla como un perro regañado, sin contar que ignoraba al pequeño quien aguantaba la risa porque sabía que Jimin le temía a su hermana cuando la hacía enfadar.
—Ya dije que lo sentía, ¿no me hablaras?
Jugaba con una camisa que había traído por si refrescaba.
Ella sacudía un poco sus cabellos mientras miraba el mar, tratando de que la sensación de la arena abandonara un poco sus raíces.
—¿Por qué tardaste? ––preguntó neutra.
—Eso…a los ancianos kang les llegó nueva mercadería, pero solamente estaba la señora Rae para recibirla, así que la ayude a entrar los sacos.
—Uy tú, ¿y desde cuándo tan caballeroso?
Jimin la observó arrugando la nariz y soltando el aire.
—¡Que si soy caballeroso! —recalcó harto de escuchar lo contrario.
—Como sea, vayamos de una vez a buscar ese gato, más tarde parece que lloverá. —comentó mirando el cielo que comenzaba a nublarse.
—¡¿Ya iremos?! —sin poder esperar más, fue el primero en levantarse y correr en dirección a las montañas.
—¡Hey, Mocoso! ¡¿qué parte de a mi vista no captó tu cerebro?!
Corrieron detrás del menor abandonaron su cómodo lugar, podrían volver más tarde y sabían que las cosas seguirían ahí, no era algo para preocuparse.
Preocupación era la que tenía Hara si su hermano llegaba con raspones gracias a alguna caída en esas montañas estando a su cargo.
Pero por suerte habían dejado los trotes y comenzado una búsqueda entre los tres. Llamaron, hicieron sonidos para atraer su atención, y hasta buscaron en silencio por si se espantaba al verlos y volvía a correr.
—Tendría que haberle traído mermelada con pan. —replanteó Woojin algo triste.
Jimin detuvo sus pasos y lo observó extrañado.
—¿Qué no es pescado? Es lo que les gusta ¿no? —preguntó mirando a su amiga, quien golpeó su palma contra su frente, como indicio de que haber hecho esa pregunta fue un error.
—¡Pues! —comenzó su hermano, llamando su atención. —mi bigotes no es un gato cualquiera, él prefiere la mermelada de Frutilla con pan a que ese atún feo, por si no sabias mi gato de seguro se baña más veces que tú en la semana. A él le encanta el agua, por eso se que debe estar cerca de aquí. No es un felino cualquiera, seguro es el único en su especie que sea gris con el pelo largo y cola blanca. Sin contar que tiene un collar hecho por su mismo dueño. ¡Y…!
—¿Está lloviendo?
La voz de su hermana interrumpió totalmente su charla, girando ambos a ella, quien tenía una mano extendida sintiendo la llovizna caer.
Las pequeñas gotas se transformaron en unos segundos en una pesada y fría lluvia que comenzó a empaparlos.
—¡Maldición! Volvamos a casa.
Gritó entre el ruido de las gotas cayendo. Los tres se cubrieron como pudieron y movieron rápidamente sus pasos lejos de la playa, abandonando su principal objetivo de buscar a la mascota. Y volviendo más temprano a casa de lo pensado, siendo echados por los truenos que amenazaban con volverse más fuertes.
[x.x]
Cuando un rey y una reina concebían un hijo, se preocupaban de reinar y a su vez criar a su pequeño, pero aunque este sea el hijo de ambos reyes, no era realmente un príncipe hasta que su coronación oficial se llevara a cabo.
Cuando esto pasaba, los niños que lo trataban como uno más, y las personas que lo saludaban conociendo su rostro, tendrían que cambiar su comportamiento delante de él.
Sería recibido por una reverencia y tratado con tanto respeto como sus padres obtenían, cada ser tendría que conocer su rostro para saber con quien trataban al cruzar palabras y no meterse en futuros castigos.
Por eso, aquella ceremonia era totalmente pública, frente al mismísimo castillo del rey y la reina, donde todos debían asistir y mostrar su gratitud frente al próximo rey que estaría a cargo de Seuphitia.
Jungkook observaba desde su lugar, todos los banderines y aperitivos que se estaban trasladando a la entrada del castillo. Donde él en unos minutos tendría que estar parado con su madre, y a partir de ese momento, acostumbrarse al peso de la corona sobre su cabeza.
Ayudantes de su madre se encargaban de prepararlo, colocando en sus muñecas unas pequeñas pulseras con plantas de algas colgando. Y una mucho más grande, a la altura de su cintura donde estaba algo suelta y en el medio llevaba una gran almeja colgando.
Un recipiente estaba boca abajo, evitando que al destaparlo su contenido escapase a la superficie. Una de las muchachas lo abrió, y rápidamente metió su mano para mancharla y volvió a taparlo.
Se acercó a Jungkook y hunto la tinta de calamar en su pecho, formando puntos ascendientes y líneas con curvas.
La reina había hecho presencia, y todos se alejaron de su hijo rápidamente, quedándose en una reverencia. Ella lo observó y asintió.
—Saldré ahora para anunciar tu entrada, ve detrás de mí y no tardes.
—Si. —respondió bajo.
Observó los ojos de su madre, y se dio cuenta, de su extraña mirada, por más que no suelte palabra y siga con lo arreglado. Parecía algo alejada de la realidad, perdida en sus pensamientos tal vez.
Así como entró, salió seguida de sus guardias a la entrada, donde al estar a la vista de todos fue recibida por reverencias y gritos de gratitud.
Levantó sus palmas y el silencio llegó, aquel que se había encargado de anunciar la entrada de la reina se alejó a un lado dejándola hablar.
—Gracias a todos por ser tan leales y recibirme tan cálidamente a pesar de que el tiempo pase. Espero que tanto los presentes como nuestras futuras generaciones lo hagan por igual con mi hijo, Jeon Jungkook.
Sus manos apuntaron a la entrada, donde el joven venía acercándose lentamente hasta quedar al lado de su madre.
—Hoy, un miembro de la familia se vuelve Real. —Alzó la voz. — hoy, un reino obtiene un nuevo príncipe que saque adelante a sus habitantes, y un hijo se vuelve príncipe para escuchar a los suyos y comprender sus necesidades para obtener su lealtad, protegiendolos y siendo protegido, es como nos mantenemos unidos en Seuphitia.
Sobre una gran almeja, casi del tamaño de una cabeza, llegó la corona creada desde que era solamente un bebé, para ser otorgada en este gran día.
Mientras la reina hablaba, un guardia la sostuvo con ambos brazos. Posicionándose justo frente a ambos.
—Por eso, has sido entrenado para este momento, para vivir esta situación y que el océano te conozca. —tomó la corona en sus manos, y la alzó sobre la cabeza de su hijo. — Yo, la reina Soyeon te nombro oficialmente frente a todos, príncipe de Seuphitia. Hazte conocer, y grita tu nombre al mar, que todos te escuchen guiar a nuestro reino. —gritó, para al fin, dejar caer el peso de la corona sobre sus hebras negras y obtener un claro grito de los habitantes.
—¡Reine el príncipe Jungkook!
Se repetía una y otra vez, mientras hacían reverencias y alzaban sus puños en el aire, eufóricos y contentos de servir a su Reina y príncipe.
Jungkook al tener la mirada baja para dejarse coronar, observó sobre el suelo que castamente era iluminado por el sol, pasar una rápida sombra que indicaba algo sobre ellos.
Observó rápidamente sobre sus cabezas, encontrándose con un puro azulado sin nadie cerca.
Sintió por un segundo una gran incomodidad recorrer su piel, observó a todos los presentes que gritaban su nombre, pero…aunque cientos de ojos lo observaban no podía sacar de su nuca aquella molesta sensación.
Un cosquilleo extraño. Rascando su nuca con prisa notó que su respiración era más acelerada, se sentía acechado. Observó los ojos de su madre, que al darse cuenta de sus acciones lo miró extrañada.
—Mamá… —habló dudoso.
Su madre separó los labios para hablar, pero algo detrás de ella llamó antes su atención.
Una espeluznante sombra acercándose a toda velocidad.
—¡¡Tiburón!!
Los ojos de todos miraron en la dirección que aquella voz grito.
El horror inundó la ceremonia, acabando con las sonrisas y los gritos felices, convirtiéndolos en miedo y temor por ser comidos por el enorme animal que ahora los acechaba.
Las decoraciones fueron derribadas por las multitudes que buscaban huir. Guardias rodearon a la reina y el príncipe, alzando sus lanzas como escudo de defensa.
Pero aquellos que trataron de esconderse, fueron retenidos por unos extraños seres, y sin darse cuenta, se encontraban totalmente rodeados.
—Vaya, pero cuánto tiempo ha pasado.
Se escuchó no muy lejos, buscando en todas direcciones aquella voz masculina.
—Jungkook. —llamó su madre en un susurró, girando sus orbes en todas direcciones. —Quiero que escuches atentamente y hagas caso a todo.
—Mamá me asustas. —le susurró igualmente observándola. —¿Qué está pasando? ¿Quiénes son?.
—¿Recuerdas cuánto te gusta nadar a toda velocidad? Bien, es tu oportunidad, quiero que sigas al sol antes de que se esconda.
Le indicó, ignorando sus preguntas. El pelinegro observó a su derecha, donde justamente el camino lo guiaba a la casa de su Hyung.
—Ni se te ocurra mirar atrás o detenerte, no importa lo que veas, si paras…tendrás el mayor de tus castigos Jeon. —habló entre dientes su madre.
—No entiendo nada —habló con la voz temblorosa.
—Pero cuánta multitud hay presente, ¿celebraban algo en especial? —la misma voz volvió a resonar. —oh, ¿A quién tenemos aquí?.
Entre los pequeños espacios que los guardias le dejaban para observar, divisó una multitud desconocida, que casualmente todos llevaban sus colas de color gris oscuro.
Hasta que noto el color más claro en la parte interna, y lo gruesas que eran. Se agachó un poco, y su respiración se aceleró al igual que sus ojos miraron impresionados a quienes tenía al frente.
Unos grandes, blancos y filosos dientes en punta eran mostrados en una espeluznante sonrisa cínica. Al igual que el resto a su alrededor.
No podía ser, ¿cómo era posible?
Aquellos seres… ¿eran una especie descendiente de los tiburones?.
Con sus grandes branquias a sus lados, y su piel entre verdosa y amarillenta. Sin olvidar el hecho de que sus ojos eran completamente negros.
En ese instante el príncipe tomó la mano de su madre, sintiéndose otra vez como un niño queriendo estar envuelto en sus brazos.
La mujer al sentirla la apretó. Soltó su mano y tomó su rostro con las dos suyas.
—Te quiero hijo, y no tengas miedo.
—Mamá…
Pero ella se había alejado de él, para ponerse al frente y observar decidida. No sabía si era lo correcto, no sabía si saldría bien, pero lo haría, porque había hecho una promesa hace tiempo, y era hora de cumplirla.
—¡Ataquen!
Ordenó a todos los guardias, incluso a los que la protegían. Y en ese momento, las encías de aquel que dirigía a los tiburones se mostraron por el enojo al escuchar sus palabras.
Sin esperar un segundo, atacaron contra los invasores que no fueron invitados, y arruinaron la coronación. Desatando una lucha entre dos especies distintas que buscaban darlo todo para acabar con el contrario.
Jungkook sintió que lo tomaron del brazo, y asustado giró encontrándose con su madre.
—huye, tienes que huir hijo, sigue al sol y encontrarás una salida, no vuelvas por mi y cuidate.
Lo empujó a aquella dirección, pero él giró y la observó con ojos grandes.
—¿Qué? ¿Por qué no vienes conmigo? Mamá ven.
Extendió su mano, esperando que la tomase como siempre, pero en su lugar se acercó a él y dejando un beso en su frente observó a su pequeño, viendo su labio temblar y el miedo en sus ojos.
—Mamá se queda kookie.
—No…
—Escapa.
Lo soltó y se alejó unos metros, observando como algunos de ellos habían logrado derribar a sus guardias.
—¡Atrapenlo!
Señaló a jungkook. En un segundo su madre llamó la atención de otros guardias para retenerlos. Pero aunque quiso y luchó por lograrlo, algunos de ellos habían tomado a su madre por los brazos.
—VETE, HAZLO.
—¡No lo dejen escapar!
Pero antes de que lo siguieran, su cola viajó en el agua, dejando atrás todo el ruido de los gritos y escuchando solamente el de su respiración.
Giró detrás, observando que lo seguían desde lejos y querían alcanzarlo. Pero ellos no conocían tan bien el lugar como él.
Visualizó en su camino la pared de algas largas junto a las rocas, cruzandolas y perdiendolos de su camino, donde para ellos era un simple muro sin salida. Siguió sin perder tiempo, visualizando aquel reconocible hogar. He incluso antes de poder golpear, la puerta fue abierta y él entró de golpe, chocando con algunas cosas y escuchando como la puerta se cerró detrás suya.
Tirar algunas cosas no fue la gran cosa, no cuando se recompuso y observó a su alrededor, donde completamente todos los objetos estaban totalmente desparramados, tirados o rotos. Dejando él acogedor lugar que el consideraba su segunda casa, en otra escena de un completo desastre irreconocible.
Creo que trate de hacerlo muy de acción y me salió re de la kk. ¿Me perdonas? :'^
Iba a subirlo ayer, lo admito. Pero me di cuenta de que esta historia no tenía banner así que le hice uno para empezar a utilizarlo desde ahora :'^]
Cambie algunas cosas en la descripción y el Prólogo, tal vez si lo re leen entiendan mejor lo que pasó en este cap.
Y espero poder redactar mejor el próximo porque este no me gustó tanto, pero si lo retraso más tiempo me voy a sentir mal :'^
En fin eso era todo, nos vemos algún otro día juas juas.
Que tenga lindo dia/noche~💜
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