15-Deseo a las estrellas-
Él preguntó,
y él dijo,
y él acertó.
Por cómo te quedaste frente a él,
decidido y firme,
no creía que se impresionaría por tu determinación,
sin embargo, así era.
«Vaya ¿a qué debo el placer?»
«Vine a hablar contigo sobre un asunto»
«Sí sí, el asunto puede esperar. Saldremos en dos horas», claramente, no le importó.
«Renuncio»
Él fue al frente de ti.
«No no, tú no renuncias. No renunciarás ¿entendido?», y claramente, te obligaría a quedarte,
solo que, no podía obligarte.
«¿Tengo que presentar una carta de renuncia o algo parecido?», por el tono de tu voz, estabas empezando a enfurecerte.
y entonces yo tomé tu brazo para tranquilizarte.
«No embarcaré otro avión, ¿entendido?»
«¿Cuál es la razón de tu renuncia?»
Tú me miraste,
esperanzado a que se diera cuenta de la razón.
No pasó.
¿impresionada? no, para nada.
¿impresionado? puede que no,
eras un romántico. Ambos lo éramos.
«Ella es la razón de mi renuncia»
Él frunció el ceño «Debí imaginarlo. No me impresiona, casi siempre atraes a las malas»
Esta vez yo fruncí el ceño.
«No la irrespetes. Mi vida privada nunca fue de tu incumbencia, simplemente quiero ser feliz»
Él alzó los hombros, indiferente.
«No creo que tú felicidad sea con ella»
Soltaste una risita «Entonces no me conoces para nada», me miraste de nuevo «¿nos vamos, cielo?»
«Por supuesto, amor»
Fuimos hasta la puerta y lo último que les dijiste a las personas fueron:
«Oh, a propósito, feliz víspera de año nuevo»
La felicidad se veía en tu rostro mientras el atardecer hacía parecer la carretera amarilla con su luz resplandeciente.
Me abrazaste cómo si no nos hubiéramos visto en un siglo,
y besaste con la dulzura de una pluma.
Era hora de celebrar.
Era hora de ver otros deseos cumplirse.
Pasamos horas acostados juntos hasta que se hicieron más o menos la medianoche.
Ahora sí, era hora de celebrar.
«Bien. Es hora de brindar.», dijo tu padre levantando la copa «Por mi querida familia, y por la gran mujer que mi hijo ha conseguido. Salud.»
«Salud.», dijimos todos al unísono y cada uno caminó en diferentes direcciones.
Nos abrazamos y a la misma vez los fuegos artificiales aparecieron,
y también los globos del deseo de elevaron al cielo.
«Pide un deseo», te dije con una sonrisa.
«No hace falta.», tu mano rozó mi cabello castaño.
Solté una risa «¿Qué? claro que sí. Vamos, pide un deseo.»
«Amor, no me hace falta dejar mi deseo en el globo»
«¿Y por qué no?»
«Porque mi deseo ya se cumplió. Tú eres la llama del globo, por lo tanto, tú eres mi deseo de todos los años. Feliz año nuevo, amor. Te amo»
Me hiciste sonrojar,
cómo la primera vez,
E hiciste abalanzar,
a tus labios otra vez.
«Te amo más, mi vida. Feliz año nuevo», respondí.
Carta número quince,
Gracias por llegar hasta el final, y gracias por no dejarme en mis momentos duros.
Espero que podamos vivir más aventuras pronto.
Y espero ser esa persona que tanto añoras tener a tu lado.
Sin más que decir,
Nos vemos en la próxima parada.
Con amor,
—Cynthia.
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