Al apartamento le faltaban retoques,
los últimos retoques para que luego fuera habitado.
Todo estaba bastante bien,
no parecía que faltara algo,
aunque solo faltaba que los amigos llegaran,
eso faltaba.

Había llegado el día.
Giraste el volante hacia la otra dirección.
Aparcaste el auto y me miraste con una pequeña sonrisa.
Aunque casi fue de tristeza,
o angustia,
Aún me resultaba algo complicado entender tus gestos, hacía lo que podía, y muchas veces acertaba.
«¿Todo está bien?»
Apretaste mi mano, un gentil aprieto «Sí, amor. Estoy listo»
Salimos del auto y entramos al edificio.
Un hombre nos llevó hasta donde se suponía que estaba,
sin embargo,
podía ser que tu manager no estuviera ahí como decía aquel hombre.

«Espera», te dije.
«¿Todo está bien?», preguntaste rápido antes de entrar a la sala.
«¿Seguro que es lo que quieres?»
«Cielo, ya lo hablamos. Es lo que quiero.»
Te besé los labios «Entonces debemos entrar»

Lo más esperado había llegado,
y lo más esperado también daba miedo.

Carta número catorce,
y la penúltima de nuestro viaje.
Es ahora o nada pasará.
Es ahora o nunca.

Con amor,
              
                                                         —Cynthia.