Llegué el peor día al estudio en donde te encontrabas,
estaba segura que te encontraría danzando como todas las mañanas, pero me equivoqué,
de igual forma nos encontraríamos en el pasillo de atrás,
y anoche estaba segura que estarías listo para nuestra salida de medianoche, pero me equivoqué.

Me convenciste para ir contigo y ser tu apoyo en la competencia, algo que no pude rechazar.
Tú dormías en nuestra cama mientras que yo escribía quince cartas para ti; cartas que después fueron desechadas en tu maleta de viaje.
Tú sabías que confiaba en ti y en tus capacidades, y aunque nos la pasábamos increíblemente bien juntos, había un problema: el sueño.
No estabas durmiendo bien, lo sentía por como me hablabas y además de tus ojeras.
Y te pregunté: «No estás durmiendo bien,  ¿quieres hablar de eso?»
Y tú respondiste junto con un beso en mi frente: «Cariño, no hay nada que hablar. Vuelve a dormir.»
Entonces te hice caso.

La noche del show quedé hablando de casualidad con tu manager,
no sé por qué pero me daba mala vibra.
no sé por qué no te dije que me dejaras en la habitación de hotel.
Estaba nerviosa y asustada por lo que me podría llegar a decir,
no le agradó la idea de que estuviese aquí,
es más, no le agradó que me trajeras sin contarle a él primero.
Sin duda usaba colonia y vestía de traje cada cada que podía, sin embargo, eso no fue lo que me dió mala vibra.
Me llegó a hablar cosas sobre ti, unas normales y otras no tan agradables; y también de mí, que no te merecía y debía irme.
Me llegó a decir: «Cariño, él no está interesado en ti.»
Rompió mi corazón, y cuando acabó el show me abrazaste, yo seguía tirando lágrimas en tu hombro.
Recuerdo que me entregaste ese anillo de promesa con calidez, y yo me lo quité con frialdad, con mi corazón hecho trizas.

Te expliqué la situación, me escuchaste, y aún así cuando tratábamos de impedirlo, guardias me tomaron y separaron de ti.

No tenía idea que un corazón podía sentirse tan frío como una rosa congelada en invierno.

Nunca fue mi intención, tú lo sabes, fueron ellos.
Nunca quise alejarme ¿por qué me alejaría de la persona que tiene mi vida?

Las cartas siguen en tu maleta, y esta es la número uno.

—Con amor, Cynthia.