Quimio (2)
— ¿Qué es lo que siempre escribes en tu cuaderno?
— Poesía, me gusta mucho— dijo Nayeon, con una sonrisa.
Tzuyu abrió su boca ligeramente.
— ¿Podrías leerme uno? — preguntó, notó a Nayeon sonreír con cierta vergüenza y el rubor subir a sus mejillas, esta vez, su gorro era de color rosa y combinaba perfecto con el tono de sus mejillas—. No si no quieres, ya sabes, deben ser personales y-
— << La mirada que mi corazón se graba, tallado tengo tu nombre en mi piel, tus besos en mi alma adorada, quedan en mis labios los tuyos, sabor a miel... Mas ocultas las desgracias, que de sorpresa nos atrapan, un destino sellado y tu amor me ha abandonado... ¿Será cruel el destino? Qué lindo es ver el final del camino ¿O será cruel tu corazón? El que amor dejó de dar sin razón >>
Tzuyu la miró sin poder decir palabra, del otro extremo del cuarto, los otros tres compañeros de grupo aplaudieron a sus palabras, y Nayeon hizo una reverencia y cubrió su rostro, mientras dejaba una risa escapar de sus labios.
—Es muy bonito— dijo Tzuyu.
— No, es horrible— Nayeon negó, divertida—. La rima es un asco, la métrica también, no tiene casi nada de recursos poéticos, es básico y simple.
— Debe haber una razón por la que lo hayas hecho.
Nayeon hizo una pausa.
— Pues sí, sí la hay... — suspiró de forma pesada—. Pero mis fracasos amorosos no son de tu interés.
— ¿Por qué no? — preguntó Tzuyu.
Nayeon la miró un momento y negó.
— Me enamoré perdidamente de una chica, que en algún momento fue mi novia, y en cuanto le dije que estaba enferma me dejó porque le parecía demasiado... Dijo que no quería verme morir y mucho menos seguir conmigo porque si yo moría, de algún modo seguiríamos siendo novias pero yo ya no estaría aquí y eso la atormentaba... Y prefirió romper conmigo antes de que eso pasara.
Miró a Tzuyu, rogando no dar tanta lástima, Tzuyu sólo asintió, comprendiendo.
— Quién no esté preparado para pasar hasta los peores momentos contigo, entonces no vale la pena.
Nayeon sonrió mínimamente y asintió.
— Lo sé— dijo.
Tzuyu extendió su mano hacia ella, tal como Nayeon lo había hecho consigo en la primera sesión, hacia un par de semanas.
Nayeon la tomó con una sonrisa en su rostro.
— Nayeonie... Siempre te despides de mí con un beso volador, ¿Es por algo? — preguntó Tzuyu.
— Mi sistema inmunológico está en la ruina, no puedo despedirte con un beso de verdad— dijo, sus mejillas se encendieron del más sutil rosa—. Yo soy muy cariñosa en verdad, y bueno ... — se encogió de hombros—. No me permiten dar mucho afecto, mucho contacto podría hacer que corra el riesgo de contagiarme algo.
>> Antes solía dar muchos abrazos y besos a todos— dijo, riendo con nostalgia—. Oh, y ni hablar de los animales... Ahora con suerte puedo acariciar al gato del hospital, pero porque saben que está limpio y no tiene nada con qué ensuciarse.
— Eso es un poco triste— dijo Tzuyu.
Nayeon negó.
— Quita la palabra triste de todo lo que digas, la tristeza no puede tener un lugar aquí.
Tzuyu frunció el ceño.
— Estar triste sólo lo empeora— dijo Nayeon—. La verdadera cura es la felicidad.
>> Cuando salga de aquí podré dar cariño de nuevo— dijo con seguridad.
Y Tzuyu no entendía cómo alguien se podía ver fuera de esto, ella no pensaba que lo lograría nunca, y Nayeon era todo lo opuesto a ella.
Quizás necesitaba un poco de ella.
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