Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21


El lunes antes del receso, voy a mi casillero a dejar los útiles. Suelto un suspiro melancólico al vislumbrar una rosa saliendo de las rendijas, el tallo está en el interior y el cúmulo de pétalos afuera. Con tranquilidad lo abro y dejo mis libros, hay una nota, automáticamente sé quién la dejó, reconozco la letra.

El enojo me abruma, picazón sube por mis dedos, mi nariz cosquillea. ¿Por qué hace esto? Ni siquiera abro el sobre, tomo los dos obsequios y los tiro en el basurero más cercano. Me tallo el rostro con las palmas, observo desde arriba la flor y la carta en medio de la basura preguntándome si estoy siendo más tajante de lo que debería. Vuelvo a suspirar, agacho la cabeza y sigo el camino de los estudiantes que se dirigen a la cafetería.

Liam tiene que parar, ayer no dejó de mandarme mensajes, de llamar. La abuela me miró con asombro cuando le pedí que le dijera que no estaba. Tengo que marcar la línea, él me está complicando las cosas.

Estoy segura de que no les ha dicho a sus padres que ya no estamos juntos, sinceramente no sé cómo vayan a reaccionar, al menos mi papá me apoya, ese es mi único consuelo. No debería ser complicado contarles ya que fui yo la que terminó con él, aunque quizá se llevaría un castigo si llegan a ver el video que circula en Twitter. Lo vi esta mañana, un invitado de la fiesta grabó la escena, en él se ve claramente que William estaba teniendo algo en la cocina de su casa con Mirian, quien intentaba retenerlo haciendo pucheros. No deseo estar en su lugar, no creo que ser la protagonista de rumores desagradables sea algo bueno, pero es Mirian, no la conozco en absoluto, tal vez a ella le gusta ser señalada y etiquetada. Yo también tengo una etiqueta: «la cornuda», sin duda la prefiero a que me llamen «zorra».

Lo más fácil sería esconderme en la biblioteca, mantener mi perfil bajo y no exponerme ante los ojos de todo el alumnado, no sé si la gente ya se enteró de lo que hizo mi madre, sin embargo, decido hacer todo lo contrario, no sé cuándo me convertí en la chica que esconde sus sentimientos, yo no era así y no me agrada serlo. Así que hoy digo basta, no voy a esconderme, voy a ir a la maldita cafetería, comeré mi almuerzo y dejaré que todos hablen sobre ello porque soy Hannah Carson.

Tomo un respiro antes de entrar, el silencio me llega como si fuera una ráfaga de viento estampándose en mi rostro; es ridículo. Hago como si no supiera que la gran mayoría me está mirando, siento sus miradas clavadas en mi nuca mientras me dirijo a la barra con una bandeja. Una vez que obtengo la comida, busco una mesa, evito mirar hacia el lado que solía ocupar antes, camino hacia el polo opuesto, el que suelen ocupar personas que nunca he visto.

Me dejo caer en una banca vacía, la mesa es demasiado grande para mí, pero prefiero estar sola a ir con esa gente que no hacía más que sonreírme y apuñalarme apenas me daba la vuelta.

Para mi sorpresa, cuatro chicas se sientan frente a mí, a una de ellas la conozco, a las demás solo las he visto caminando por ahí. Kealsey Bower me sonríe.

—Hola —saluda—. Hay mucho espacio en esta mesa, esperamos no molestar.

Me regresa la mirada, no tiene idea de cuánto le agradezco que se haya acercado.

—No, no molestan —me apresuro a responder.

—Escuchamos lo que pasó en tu fiesta, lo sentimos —dice una de ellas. Las chicas la observan con los ojos desorbitados, creo que tuvieron una charla antes de venir a hablarme. Mis comisuras tiemblan. Es rellenita y bajita, pecas adornan sus mejillas, su cabello es como la miel, al igual que su mirada. Sus mejillas se convierten en dos frambuesas cuando se percata de que es el centro de atención—. Lo siento.

—Cindy... —suelta Kealsey a modo de advertencia.

—No, está bien, te lo agradezco. —Le sonrío para que todas dejen de mirarla como si hubiera cometido un crimen, la pobre chica se quiere hundir en su asiento. Eso parece tranquilizarlas, los hombros de las cuatro se relajan.

—Mira, nena, tienes cerebro, un rostro angelical y un cuerpo ardiente, puedes conquistar el mundo, que se vayan a la mierda todos esos hijos de perra. —Suelto una risotada, su desparpajo es interesante—. Soy Aisha, por cierto.

Se lleva una patata frita llena de kétchup a la boca y la muerde.

Aisha tiene la piel más hermosa que he visto y no está usando ni una pizca de maquillaje, es trigueña. Cabello castaño largo y ondulado, sus cejas son muy gruesas, tiene un piercing en una de ellas. Es muy linda, tiene cierto aire latino, pero no estoy segura.

—Ella tiene razón —murmura una chica con cabello púrpura oscuro, su timbre es bajo. Su look es muy hípster, por alguna razón me encanta su tinte, es como una mora—. Twitter estalló cuando subieron el video...

—Darvelia, déjalo ya. —Al parecer Kealsey es la líder de las cuatro, no obstante, no está dispuesta a hacerle caso.

—¡¿Qué?! Es la verdad. —Le da un golpe a la mesa que nos hace saltar—. Está lleno de mierda y memes, formaron equipos y hashtags, es muy loco. Yo soy team Hannah, por si te lo preguntabas.

Se encoje de hombros, no tengo idea de lo que está hablando, solo vi el video e inmediatamente cerré la aplicación.

—Gracias, supongo —digo. Me aclaro la garganta—. ¿Están listas para el baile de graduación?

—No, no iremos, hicimos un pacto —responde Darvelia.

—¿Por qué no? —cuestiono, arrugando la frente.

—No tenemos pareja —dice Cindy sonriendo con tristeza, revuelve con un tenedor la pasta en su plato.

—Yo tampoco tengo pareja e iré de todas formas.

—¡Por favor! —exclama Aisha—. Hay una fila de chicos esperando que se acerque la fecha para pedírtelo, eres la ex novia de William Baker, probablemente te van a coronar este año como la reina del baile, todos quieren salir contigo.

Mi ceño se frunce, ¿qué? Eso no tiene sentido. Sacudo la cabeza.

—Para algunos es muy difícil encontrar una cita, Han —susurra Kealsey—. Mírame a mí, soy alguien normal, ni guapa ni fea, nunca he salido con alguien porque el chico del inhalador ni siquiera me mira.

¡Está hablando de Milton! Pues si él no la mira es un tonto, Kealsey es hermosa.

—No necesitan chicos para divertirse, ¡por Dios! Es el baile de graduación, todos quieren ir a esos tontos bailes, ver la coronación, bailar canciones cursis y tomar el asqueroso ponche. —Puedo ver en sus ojos que piensan lo mismo que yo, no quieren aceptarlo.

—No tenemos vestido —dice Darvelia haciendo una mueca.

—Yo no entraré en ningún vestido, y ya es demasiado tarde como para ponerse a dieta. —Cindy suspira y se concentra en su plato.

El resto de las chicas guarda silencio, tal parece que necesitan una sacudida. Abro la boca para decirles que tengo una solución, la cierro de golpe cuando siento que mi celular vibra.

«Te ves caliente el día de hoy»

Una sonrisa se forma en mi rostro al ver el mensaje de Oliver, muerdo mi labio inferior, en instantes me llega otro:

«Mmmh, ya quiero que llegue la tarde para morderte la boca»

Alzo la cabeza y barro el mar de estudiantes buscándolo, pero mis intentos no resultan pues no lo encuentro, tampoco a sus amigos. Mis dedos se mueven sobre el teclado táctil con rapidez.

«En la tarde revisaré tu tarea y repasaremos física, no habrá mordeduras de ningún tipo»

Veo que está escribiendo, muerdo el interior de mi mejilla mientras espero lo que creo es una eternidad, mi corazón se detiene al ver la respuesta, es increíble lo que me provoca sin siquiera tenerlo cerca.

«Me encantas ♥»

Suelto un suspiro soñador, este hombre me pone a temblar con solo poner un maldito corazón en su mensaje, ¡un maldito corazón! Guardo el aparato sin contestar ya que estoy segura de que me está mirando desde alguna parte y ha visto mi reacción.

—¡Vaya! Ese fue un gran suspiro —dice Kealsey con diversión. Aisha me apunta con su índice.

—Se los dije, va a encontrar pareja en un pestañeo. —Aplano mis labios para no carcajearme. Estas chicas son muy divertidas.

Darvelia forma un hash con las manos y dice:

—Soy team Hannah, perras.

Y es así como todas terminamos riendo.



En clase de Química termino de balancear la última reacción con el método de Redox. Todavía faltan veinte minutos para que la clase termine, le doy una mirada de reojo al muchacho a mi costado, quien borra frenéticamente lo que está escrito en su hoja, Milton Strike no soporta equivocarse, creo que incluso está sudando. Compruebo que nadie me esté mirando y ladeo mi ejercicio, él se sorprende, pero de igual forma revisa su resultado y me musita un «gracias».

—Oye, Milton, ¿conoces a Kealsey Bower? —cuestiono en voz baja. Tamborilea el lápiz en la madera de la banca, me dan ganas de agarrar su mano para que deje de hacerlo.

—¿La chica rara de la guitarra? —Hago una mueca al escucharlo, no creí que fuera el tipo de chico que etiqueta a las chicas o a las personas en general.

—Eso fue grosero —murmuro—. ¿Te gustaría que yo te apodara el chico raro del inhalador?

—No, definitivamente no me gustaría —susurra rascando su barbilla—. Lo lamento.

—Es linda —digo.

—Mmm... —Tuerce los labios y se queda mirando la nada por unos segundos—. No es mi estilo, ¿por qué hablamos de eso de todas formas? Estamos en Química.

—Creo que deberías invitarla al baile de graduación. —Me encojo de hombros.

—¿Por qué lo haría?

—Porque en un futuro te vas a arrepentir por no haber llevado al baile a una ardiente chica con voz angelical que, según mis cálculos —Hago un conteo falso con mis dedos, luego bajo mis manos y frunzo el ceño—. Se muere por salir contigo.

Me pongo de pie de un salto, sin mirar atrás dejo mi hoja en el escritorio y salgo del aula antes de que suene el timbre y muchos ojos curiosos sigan mis movimientos. Compruebo que el pasillo esté vacío, solo entonces me relajo.

Las paredes de la escuela están llenas de los carteles que hicieron los del club de diseño y audiovisuales junto a Natalie Drop, el tema de este año son los alumnos de la generación convertidos en caricatura, incluso hay una mini yo pegada por ahí. Son tan lindos que todo el mundo se detiene a mirarlos, pues absolutamente todos son diferentes y tienen su propia personalidad. Esperamos que este año vayan muchas personas al baile.

La verdad es que toda la vida soñé con mi graduación, una de mis más grandes ilusiones es recibir ese diploma, usar toga, birrete y estola. Me habría gustado tener más claro mi futuro, pero no todo se puede tener en esta vida, es gracioso que el primer lugar de la generación por excelencia académica no tenga idea de qué mierdas hacer.

Minutos después llego a la biblioteca, la bibliotecaria me regala una cálida sonrisa, seguro que ya me ve hasta en la sopa. Me dirijo hacia mi pasillo secreto y favorito, pocos saben de su existencia, pero casi nadie se pasa por ahí.

Trastabillo cuando me percato de su presencia, Oliver está recargado en un librero que está adherido a una pared. Alza una ceja y sonríe de lado, me quedo quieta, su mirada verde desciende, me escanea con lentitud. Aunque no me atreva a confesarlo en voz alta, he usado más faldas en estos últimos días que en toda mi vida, eso ya es decir mucho pues las uso con regularidad.

Me aproximo dando pasos cortos, tan pronto me planto frente a él, sus brazos rodean mi cintura y me da un jalón, se gira y me atrapa contra el librero. Los estantes se clavan en mi espalda, así que me hago hacia adelante y me pego a él. Su cabeza desciende, su boca busca mi cuello, deposita un beso en la base de mi oreja.

—¿Qué crees que haces? —pregunto divertida, intentando mantener la cordura. Mis párpados se cierran automáticamente—. Estamos en la biblioteca.

Su lengua hace contacto con mi piel, pero ¡¿qué demonios?! Quiere matarme o seducirme, no lo sé, sinceramente me da igual. Siento cosquillas en todos los rincones de mi cuerpo, Oliver Doms me da vida.

Suelta un gemido muy suave después de respirar profundo y electrificar mis poros, doy un respingo cuando sus manos bajan por mi espina dorsal y acunan mi trasero. Mi corazón martillea fuerte contra mi pecho, siento que voy a desmayarme.

—Estoy aprendiendo Física con tu cuerpo. —Me da un apretón que enfatiza sus palabras y me saca un suspiro—. Es un buen método de enseñanza.

—No es el tipo de Física que quiero enseñarte —susurro.

Besa mi mejilla, mi comisura y luego los labios. Mi mano vuela a su cabeza, mis dedos se sumergen en su cabello. Él sabe y huele muy bien. Me roba el aliento con su beso demandante. Me hace temblar por los apretones, por la suavidad de sus toques. Esto es química, ¿no? Siento que burbujeo, que reacciono ante cualquier mínimo contacto, que exploto como una bomba nuclear. Somos llamas de colores, pirotecnia, somos como el Cloruro de Sodio y el fuego reaccionando, pintándonos de un amarillo intenso.

Rompe el contacto lanzando un gruñido.

—Mierda. —Deja escapar una maldición susurrada. Recupera el aliento al igual que yo, mis pechos suben y bajan, su vista cae en ese lugar, vuelve a maldecir. Apoya la frente en la mía, suelto una risa entre dientes—. Mierda mil veces, tenemos que parar o no podré hacerlo después.

—La próxima vez practicaremos Física en un lugar más privado —murmuro. No puedo soltarlo todavía, al parecer él tampoco, sus manos siguen en el mismo sitio.

—Eres peor que un cigarrillo, me estás haciendo adicto y tú no matas, así que no tengo por qué controlarme, vas a hacer que pierda la razón. —La intensidad con la que lo dice me hace tragar saliva.

Nos recomponemos sin separarnos, finalmente nos sentamos en el suelo guardando cierta distancia, me concentro y le explico los temas, a pesar de que siento que las llamas volverán en cualquier momento.



La abuela Bo está en casa cuando llego, me señala una de las sillas de la barra y menea la cadera mientras acerca un plato hondo repleto de pasta y albóndigas, huele el mismísimo paraíso. Por eso y más la amo, hace comida deliciosa. Se sienta a mi lado, nos servimos en dos platos de cerámica, la abuela come a pesar de que está caliente, yo soplo hasta que deja de salir humo.

—Esto está buenísimo —digo con la boca llena. Si lo que quieres es subirle los ánimos a la abuela, debes decirle que hace magia en la cocina. Espero que sonría y se regodeé, pero está seria. Deja el tenedor y me enfrenta.

—Estoy preocupada por ti, cariño, tu padre me contó que conociste a Jocelyn, temo que te estés guardando todo —dice—. Sabes que estoy para ti si quieres hablar, ¿verdad? No estás pasando por cosas fáciles, tu madre intentó suicidarse, descubriste que tienes una hermana, terminaste con tu novio de hace años, temo que no estés asimilando lo que sucede.

Me trago el bocado y dejo el cubierto.

—Lo de Liam era necesario, abuela, no lo decidí de la noche a la mañana, en realidad, me costó mucho trabajo. William me lastimó, Bo, durante mucho tiempo, por primera vez en la vida me siento libre, estoy haciendo cosas que antes no hacía, siento que puedo respirar. —Se queda perdida en sus pensamientos, no creo que pueda entenderme si no le cuento todo lo que pasó, pero no quiero decirle a nadie y sentirme tonta y torpe—. Lo de mamá me duele, también descubrir que mi padre le fue infiel, yo la he visto llorar más que nadie, así como fui testigo de todos los intentos de papá por acercarse, ella siempre prefirió ir a reuniones, fiestas, asistir a eventos comunitarios en vez de quedarse en casa con papá y conmigo, lo rechazaba, era distante, luego los papeles se invirtieron. No lo justifico, pero tampoco puedo ponerme en su contra, y mamá está siendo muy egoísta al no darle el divorcio, ¿si está tan herida por qué simplemente no lo deja y reconstruye su vida? ¿Por qué aferrarse a algo que está roto desde hace tanto tiempo? Solo se está lastimando, me lastima a mí, también a mi padre. Quiero comprenderla, pero no deja que me acerque, ¿cómo puedo entender si no habla conmigo? Estoy enojada con los dos, también con ella, Bo, sé que no debería porque está deprimida, pero no se detuvo a pensar que su muerte iba a lastimarme, quizá pudo haberme destrozado.

Eso es, suelto el aire, lo dije.

Los amo, pero estoy furiosa y no sé cómo lidiar con todo el enojo, estoy confundida, triste y decepcionada, temo que un día de estos vaya a explotar. Yo siempre me limité para agradarles y ellos me mintieron en la cara. Creí que mamá era mi mejor amiga, sin embargo, ya me di cuenta de que no lo es, solo ve sus sentimientos, nunca los míos, a pesar de que estuve con ella todo el tiempo. Mi padre buscó refugio en otro lado en vez de enfrentar los problemas, no puedo odiar a Jocie, pero lo de Ritta sí me molesta, la mujer parece agradable, sin embargo, se metió con un hombre casado. Destruyeron una familia llena de grietas, mi familia.

—Mi niña, estás en todo tu derecho de enojarte y llorar, no está mal. Sí, tu madre está deprimida, por eso sigue en psiquiatría, no la van a dar de alta hasta que vean mejorías, pero te entiendo, a veces también siento que estoy furiosa. —Me sonríe con tristeza—. Tal vez debamos ir a un psicólogo tú y yo para aprender a lidiar con ello, ¿qué dices?

Asiento.

—Respecto a Jocelyn... —empiezo—. Estoy confundida, no sé cómo me siento, por un lado, creo que es hermosa y me gustaría frecuentarla; por otro lado, se siente como si traicionara a mamá. Además, tengo muchas preguntas, no me atrevo a preguntarle a papá, no entiendo.

—Yo estuve con tu padre cuando la niña nació, lo supe antes que Louise. —Mis párpados se abren—. Eugene es como un hijo para mí, él estaba destrozado. Ritta es la ex novia de tu padre, salía con ella antes de conocer a Louise, creo que nunca logró superar que la dejara, incluso se fue de la ciudad por muchos años, no sé bien cómo fue que se reencontraron. Cuando Eugene conoció a mi hija, dejó todo por ella, incluso a su novia de toda la vida, Lou no estaba preparada para un compromiso tan grande, le dije que se tranquilizara y dejara que la relación fluyera, eran jóvenes, pero se dejó llevar. Se casaron, te tuvieron, y se convirtieron en desconocidos porque Lou no estaba lista para formar una familia.

—Siento que hay más y que no me está diciendo todo. —Ahora estoy más confundida, tal vez mi padre para la abuela Bo es como un segundo hijo, pero mamá es su hija de sangre, ¿por qué iría al nacimiento de una niña que fue producto de una infidelidad? Creo que mi cabeza va a explotar.

—En todas las historias hay más, Hanny. Son tus padres, los dos te aman, eso es lo que necesitas saber. Espero que cuando Lou salga del hospital recapacite, no puede seguir así, es un infierno atar a alguien que ya no quiere estar contigo y que tú misma te encargaste de alejar. —Yo también lo espero por el bien de todos.

—¿Te molesta que haya conocido a Jocelyn? —pregunto con timidez.

—Por supuesto que no, es tu media hermana. —Le quita importancia agitando la mano—. He estado pensando y creo que volveré a Nashville, quiero verlas y estar con ustedes, Louise me necesita, tú también, las tres tenemos el corazón roto, tenemos que sanarlo juntas.

Le regalo una sonrisa y me inclino para abrazarla. Espero que vuelva, todo sería más sencillo con ella cerca. Amo a la abuela.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro