Capítulo 19
* * *
El día siguiente espero que la enfermera de recepción se distraiga, papá lleva más de una hora en la habitación de mi madre, no voy a seguir esperando, quiero estar con ella. Mi padre no me responde cuando le pregunto por qué no me deja pasar, pone pretextos y estoy cansada. Sé que está consciente, pronto la trasladarán al área de psiquiatría, necesito verla antes o, de lo contrario, no podré hacerlo hasta dentro de unas semanas.
La enfermera contesta el teléfono y se agacha para buscar algo en las cajoneras, me pongo de pie como un rayo, camino por el pasillo dando zancadas. Escuché a los padres de Liam conversando el otro día, conozco el número de su cuarto. Cuando veo la cifra en la puerta me siento mejor, me daba miedo perderme y hacer el ridículo.
Un grito me detiene, ¿están peleando? Apresuro el paso, decidida a pedirles que se detengan, no es posible que discutan en momentos como este, mamá necesita tranquilidad para reponerse y salir de la depresión.
Tan pronto me ven en el umbral se quedan callados, los ojos de papá se llenan de preocupación. Mi madre está recostada en una camilla con una sábana cubriéndola hasta las rodillas, sus puños están apretados, está roja y aprieta la mandíbula con lo que creo es enojo. He visto furiosa a Louise muchas veces, sin embargo, en este momento su mirada me aterra, creo que si pudiera golpearía a papá.
Un mal presentimiento se asienta en mi pecho.
—¿Qué está pasando? —pregunto.
—Nada, cariño, solo una discusión que ya ha terminado. —Tan pronto lo dice sé que está mintiendo, me están ocultando algo, ¿mi madre está enferma? No entiendo todo el misterio.
—¿Nada? —cuestiona Lou entre dientes—. ¡¡Anda!! ¡¡Dile a tu hija la clase de hombre que eres!! Díselo para que entienda mi dolor.
—Tranquilízate, Louise, piensa muy bien lo que estás haciendo. —Su contestación aumenta mi nerviosismo. Él me da una mirada y luego se concentra en mamá, quien no puede dejar de arrojarle veneno con los ojos.
—Estoy harta, Eugene, no voy a soportar que pases más tiempo con tu otra mujer.
—¡Cállate! Estás fuera de control, está Hannah, Lou.
—¡¡Que se entere!! —grita—. ¡Que toda la ciudad sepa que tienes otra familia y que cuando te largas es para pasar tiempo con ellas!
¿Ellas?
Siento que el aire me falta, que la oscuridad se cierra a mi alrededor. Mis rodillas fallan, tengo que agarrar el marco de la puerta para no caerme, cierro los párpados por un minuto, esperando despertar, sin embargo, no es una pesadilla. Mi corazón late demasiado rápido, hay dolor en mi pecho, es como una punzada que me dobla a la mitad. Quiero vomitar, todo me da vueltas.
—Hanny, tranquila, cielo —dice papá. Siento su brazo alrededor de mis hombros, sosteniéndome, ayudándome a no perder el equilibrio—. Vamos afuera.
En shock, dejo que me conduzca. Una enfermera le da una sonrisa tensa y entra arrastrando un carrito.
No vamos a la sala de espera, me guía a una banca que está en la mitad del pasillo. Se deja caer a mi lado con los codos apoyados en los muslos, yo miro el suelo, tengo la cabeza en blanco y, al mismo tiempo, es un desorden.
¿De verdad tiene otra familia y por eso se ausenta durante semanas? No es que me sorprenda que salga con alguien más, el matrimonio de mis padres terminó hace mucho tiempo, es solo que me decepciona que me lo haya ocultado, lo que me duele más es que hayan fingido aun sabiendo la verdad. No sabía que estábamos tan jodidos.
—¿Es cierto lo que dijo? —Me responde el silencio, está quieto contemplando el piso—. Necesito saberlo, papá, quiero escucharte.
Mis ojos se nublan, aguanto las lágrimas. Tengo miedo.
—Tu madre y yo hemos pasado por tiempos muy difíciles, cariño, para arreglar una relación se necesitan las dos partes, Louise no quiere perdonar ni seguir adelante, no puedo hacer nada con eso. La amaba con todo mi corazón, pero ella busca a alguien perfecto y nunca podré serlo. Dejamos de encajar, de reír, de hablar, yo llegaba del trabajo y ella no quería estar conmigo, ni siquiera dejaba que me acercara, que la tocara. Nuestro matrimonio se rompió y no me dejó hacer nada para arreglarlo —susurra.
Agacho la cabeza.
Recuerdo muchas cosas, sus peleas, mi madre siendo fría con él, él intentando acercarse... No entendía.
—¿La amas todavía? —pregunto, sintiendo la boca seca.
—Siempre lo haré, Hanny, me duele ver en quién se ha convertido, los dos hemos cambiado y si pudiera regresaría el tiempo, cambiaría muchas cosas. Tu madre no era así, no estaba obsesionada con el control ni con la perfección, era divertida y simple, eso fue lo que me enamoró de ella. Cada vez que te utiliza para llenar sus vacíos me destroza, no te deja vivir, no voy a seguir permitiendo que actúe de esa manera, te estamos lastimando.
—¿Por qué no te divorcias?
—Se lo propuse el día de tu cumpleaños, se puso como loca y luego pasó esto, ¿cómo puedo dejarla así? Ella es mi mitad, pero juntos solo nos hacemos daño, no puedo seguir viendo cómo nos destruimos. —Ahora entiendo por qué gritaban ese día en la noche.
—¿Hay otra mujer? —pregunto en un susurro. Se aclara la garganta y se endereza. Por un momento creo que no va a contestarme, sin embargo, lo hace.
—Hace tiempo estuve con alguien, no estoy orgulloso de lo que hice, no pude evitarlo. —Observo su perfil por el rabillo de mi ojo, se ve avergonzado, triste. Extiendo la mano y tomo la suya, sus comisuras tiemblan. Lo entiendo, de alguna extraña manera lo hago, no me gusta que mi madre esté sufriendo, pero también puedo ver dolor en el rostro de papá, no puedo elegir un lado, no puedo juzgar a ninguno de los dos—. No quería que te enteraras así, no quiero que te decepciones, tú y tu hermana son lo más importante que tengo.
Me cubro la boca con las palmas, mis ojos escocen.
—¿Hermana?
—Se llama Jocelyn. —Sonríe con tristeza.
Suelto una risa nerviosa, no sé qué significa el nudo que tengo en la garganta ni el cosquilleo de mis dedos. Estoy emocionada, también asustada y melancólica, ¿está mal sentirse de esa forma? Siempre quise tener un hermano, alguien con quien compartir y a quien cuidar. Creo que debería estar furiosa como mi madre, reclamarle, pero siento todo lo contrario, soy un torbellino de emociones. Estoy herida, sí, no obstante, sabía que nuestra familia estaba rota, no puedo cegarme y asegurar que me ha traicionado.
—Y... ¿p-podría conocerla?
Sus párpados se abren y una sonrisa gigante se extiende en su cara, al parecer papá esperaba todas las reacciones excepto esa.
—Claro que sí, cuando tú quieras —dice—. Ritta se va a emocionar cuando le diga que quieres conocer a Jocie.
Ritta.
Seguramente ella es la madre.
¿Él les habla de mí?
—¿El viernes? —tanteo, sintiéndome insegura, ¿y si es una mala decisión? ¿No debería esperar y digerir la noticia? Lo cierto es que me muero por conocerla, tal vez es porque quiero ser parte de algo.
—De acuerdo —responde con una sonrisa.
Papá me abraza, recuesto la cabeza en su hombro y respiro.
—Lamento no ser el mejor padre del mundo, pero nunca dudes de que te amo, cariño, y haría cualquier cosa por ti —murmura. Deposita un beso en mi sien.
—¿Puedo ser honesta contigo?
—Claro.
—Esto no tiene nada que ver con mamá ni con lo que acabo de descubrir... —digo—. Estoy cambiando, papá, ya no me reconozco.
—Está bien cambiar, estás madurando, descubriendo quién eres, hay personas que nunca lo logran. —Me quedo en silencio unos segundos, suspiro. Eso es justo lo que siento, que empiezo a conocerme. Siempre fui cualquiera menos Hannah, fui la novia de Liam, la hija perfecta, la estudiante ejemplar; nunca yo.
—Terminé con Liam, me gusta otro chico, y no tengo idea de qué quiero estudiar, así que he pensado en tomarme un año para pensarlo —suelto todo de golpe.
—¡¡WOW!! Aguarda un minuto, esa es demasiada información para asimilar...
—Mira quién lo dice. —Los dos soltamos una risotada.
—Espero que William no te haya hecho algo malo o se las verá conmigo, ese chico que te gusta debe pasar por mis pruebas antes de que intente acercarse, y puedes tomar ese año siempre y cuando me prometas que vas a hacer lo que tú quieres, sin importar lo que diga tu madre, porque va a enloquecer. —Por supuesto que lo hará, pero me tranquiliza saber que al menos cuento con el apoyo de papá.
El doctor nos interrumpe acercándose, nos dice que Louise será transferida al área psiquiátrica en unas horas, al parecer mamá aceptó permanecer en el hospital, lo cual es un buen síntoma.
El viernes a la hora de la salida, me acerco a la parte trasera del gimnasio donde Oliver Doms fuma con sus amigos todo el tiempo.
Está recargado en la pared con una pierna doblada hacia atrás, apoyada en la misma. Una de sus manos está en el bolsillo de su pantalón, la otra sostiene un cigarrillo que tira al suelo en cuanto me encuentra con la mirada, lo pisa. Uno de sus amigos le dice algo, no obstante, no responde. Me barre con los ojos y sonríe de lado, haciendo que ellos me encuentren también. Incluso cuando estoy perturbada e intranquila, hace que una corriente eléctrica me recorra.
—Hola, chicos —saludo. Me planto frente a él—. ¿Me prestarían a Doms?
—Uy, te lo regalamos, preciosa, es todo tuyo si lo quieres —dice Lenny alzando las cejas graciosamente.
—No le digas preciosa. —Gruñe el mencionado, todos se ríen, me parece bastante cómico que lo molesten, me agrada ese aire de lealtad y amistad que los rodea—. Es más, dejen de mirarla, ya vieron suficiente por hoy.
Se aproxima dando dos zancadas, su brazo rodea mi cintura con posesividad y me pega a su costado. ¡Vaya! ¿Está celoso? Todavía estoy molesta, pero sentirlo cerca se siente genial, su mano encima de mí me produce una sensación agradable. Además, mi corazón late rápido y mi estómago es un caos debido a las mariposas que revolotean por todas partes.
Me conduce hacia el interior de la escuela.
—Creí que nos veríamos hasta las cuatro, solecito —murmura.
—¿Podemos dejar lo del estudio para más tarde? —cuestiono.
Se detiene en seco, me enfrenta y me mira con el ceño fruncido, no se ve feliz. Su brazo sigue a mi alrededor, apretándome fuerte contra él, acercándome, mis manos quedan aplastadas sobre su pecho.
—¿Por qué? ¿Tienes algo que hacer?
—Sí, pero me gustaría que fueras conmigo —susurro. Le estuve dando vueltas al asunto toda la noche, no quiero ir sola a conocer a la otra hija de mi padre, necesito que alguien seguro esté conmigo, y en el único en el que pude pensar fue en Oliver.
Su ceño se tensa más.
—¿Estás bien?
—No lo sé. —Dibujo formas con el dedo índice en su playera de color blanco.
—¿Quieres contarme?
—Voy a conocer a mi hermana. —Alza las cejas, impactado.
—¿Qué?
—Mi padre tiene otra hija y quiero conocerla, pero estoy muy nerviosa y me da miedo ir sola, esto es una locura, la mayoría de las personas no pasan por cosas así, entiendo si no quieres ir, es algo aburrido, pero es que no tengo a nadie más y... —Su dedo detiene el movimiento de mis labios.
—Shh, tranquila, iré contigo.
Nos detenemos afuera de la casa, papá me envió un mensaje en la mañana diciéndome la dirección, nunca he venido al vecindario, ni siquiera sabía de su existencia. Es lindo, no como el nuestro.
Retuerzo mis dedos, siento ansiedad por todas partes, tengo miedo y dudas. Tal vez no debería estar aquí, se siente como si estuviera traicionando a mi madre y, al mismo tiempo, quiero conocer a esa niña.
—¿Y si no le agrado? —pregunto con la voz temblorosa.
—¿Por qué no le agradarías? A mí me agradas.
Observo mis dedos ansiosos y trago saliva. Siento el estómago revuelto, ganas de salir corriendo y esconderme en el polo opuesto. Una mano se escabulle y acuna la mía, me da un apretón suave, su pulgar acaricia mis nudillos. No puedo dejar de observar nuestras manos juntas, su toque es tan delicado que mi corazón se derrite, nunca me han tocado así.
—Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? Y voy a estar contigo si necesitas hacer un escape rápido. —Asiento.
Descendemos del auto de Oliver, coloca la mano en mi espalda baja para conducirme por el camino, me tranquiliza saber que hay alguien conmigo. Nos detenemos frente a la puerta, él me da una mirada antes de tocar el timbre. Los latidos desenfrenados retumban contra mi pecho, puedo escuchar mi respiración, todo sucede en cámara lenta.
Tengo que ser fuerte.
La puerta se abre, me siento desfallecer cuando mi padre aparece delante de mí, ¡mierda! Creía que estaría otra persona.
Papá está sonriendo, se hace a un lado para dejarnos pasar, su mirada escanea a mi acompañante, gracias al cielo no dice nada, quizá ha visto mi rostro, no sé si luzco como una lunática a punto de desmayarse, así me siento.
—Pasen —dice.
Me quedo estancada, sintiéndome torpe, Oliver masajea mi espalda con suavidad, casi haciéndome cosquillas. Reacciono y doy un paso, adentrándome a la linda casa con aire hogareño, es muy diferente a la nuestra.
Respiro hondo cuando una mujer aparece en el cuadro, estaba esperando encontrar a alguien parecida a mi madre: alta, rubia y con curvas. En cambio, delante de mí está alguien bajita, de cabello castaño y sonrisa amable. Tengo que mirar hacia otra parte para recuperarme, ¿es que mi padre se cansó? No sé por qué me ha molestado que sea diferente, ¿no debería ser al revés?
Vuelvo a mirarla, ella no ha dejado de sonreír.
—Dios, eres hermosa, Hannah —dice. Mis comisuras tiemblan, a pesar de que no estoy feliz.
El silencio nos invade, es incómodo, no sé qué hacer, debí de haberlo pensado antes de decirle a papá que vendría, fue un impulso tonto, ahora lo sé. La mano de Oliver vuelve a impartir un masaje en mi espalda, sus dedos se mueven con lentitud presionando lugares que me relajan, ¿qué demonios me está haciendo? Automáticamente me muevo, sumergiéndome en su costado, adhiriéndome a él como una lapa.
—G-gracias, tú también lo eres —digo, los ojos de Ritta se hacen más pequeños cuando sonríe. Me doy cuenta de que no he presentado al chico a mi lado—. ¡Oh! Él es Oliver.
Sus movimientos cesan, pero su brazo no me abandona.
—Mucho gusto —dice.
—¿Es el chico del que me hablaste? —Me atraganto, con los ojos desorbitados enfoco a papá, quien luce divertido, está aplanando sus labios para no carcajearse. El alma se me va a los pies, Dios, que la tierra me trague y me escupa en el infierno, ¿por qué ha hecho eso?
—Papá... —ruego con la voz ahogada. Por favor, que no diga alguna imprudencia, Oliver no tiene por qué saber que me gusta. Al menos la preocupación inicial ya pasó, estoy mortificada por otra cosa. Sus dedos se flexionan en mi cintura, descienden y rozan mi cadera, siento su vista fija en mi rostro, el cual está caliente, seguro parece una manzana.
—Espero que eso signifique algo bueno, señor Carson —dice y extiende la mano libre hacia papá, menos mal que es educado—. Oliver Doms.
Los dos se dan un apretón, quiero escapar de su agarre, sin embargo, me aferra con más fuerza. También saluda a Ritta... Es hermosa, no es como mi madre, pero es guapa, no es tan difícil estar a su alrededor debido a su sonrisa. Me pregunto cómo la conoció, ¿la ama? ¿Vive con ella también? Tengo muchas preguntas, no obstante, no creo estar preparada para conocer las respuestas.
—Hannah —dice ella—, debo decirte que Jocie está muy emocionada, no ha parado de hablar desde que le dijimos que querías conocerla. Está en la sala, ¿quieres verla?
Relamo mis labios resecos, ¿estaba emocionada por conocerme? ¿Por qué? Esto es tan confuso. Y no ayuda el sentimiento que me mantiene distante, siento que estoy traicionando a mamá al hablar con la amante de mi padre.
—Sí —susurro.
Ritta y mi padre se giran, caminan por el pasillo, los sigo con Oliver abrazándome fuerte.
—Respira, solecito, estoy aquí —susurra. Le doy una mirada de reojo y sonrío, no tiene idea de lo mucho que significa que esté conmigo en este momento—. Lo estás haciendo increíble.
Traspasamos el umbral de la sala, hay una niña pequeña sentada en un sofá, se pone de pie como si fuera un resorte apenas nos ve. Da un par de pasitos sin dejar de taladrarme, sus ojos son enormes y azules, muy parecidos a los míos, sus pestañas son tan largas que creo que podría abanicarme con ellas. Tiene el cabello castaño amarrado en una coleta, y trae puesto un tutú. Quiero echarme a llorar, es tan hermosa.
—Mamá tenía razón, eres una princesa —dice, sus labios forman un círculo. Una risita se me escapa, de pronto todos desaparecen, solo puedo verla a ella.
Me pongo de cuclillas para estar a su altura.
—Y tú eres una hadita —digo. Jocie sonríe, hay un diminuto hueco donde se supone debería ir uno de sus dientes. A ella parece gustarle mi comentario pues, a partir de ese momento, no deja de hablar, no se me despega, y por raro que suene, me agrada que no lo haga.
Comemos aquí, Ritta tenía preparada una deliciosa comida por si decidía quedarme, Oliver se mantiene cerca, sin embargo, me da espacio para estar con la pequeña.
Jocelyn Carson es parlanchina, me cuenta todo lo relacionado con su escuela, practica ballet y jazz, y tiene un hámster llamado Muppet en su habitación.
Y puedo asegurar que nunca... Yo jamás me había sentido tan feliz.
* * *
No sé por qué este capítulo me da tanto sentimiento, pude sentir la emoción y los deseos de Hannah de tener a alguien especial como Jocie en su vida. Todavía hay secretos en el triángulo Lou-Eugene-Ritta, así que no vayan a juzgar sin saber todas las versiones.
Les tengo una curiosidad a las personitas que leyeron MA, no sé si recuerden que una vez subí un especial del día de las madres, Natalie iba al supermercado a comprar los panes favoritos de su madre, pero cuando llega hay una niña que los quiere, entonces Nat quiere quitárselos jaja, pues adivinen qué niña es... exacto, es JOCIE :3
Oliver es un dulce, ¿quién más lo quiere? *-*/
Los amo, soles imparables y relucientes, nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro